Mikedi nació en un bonito barrio de Estambul llamado Galata, donde hay una torre muy alta desde donde se divisa toda la ciudad.
Desde pequeñito sabía que era un gatito diferente, ya que solo podía ver por un ojo. A veces se burlaban de él, y esto le hacía ser inseguro, tímido y lo ponía triste.
Pero lo que todavía no sabía es que ese ojo especial era un ojo mágico que le traería muchas aventuras... y así es como lo descubrió:
Un día, caminando por la calle, se encontró con un hombre llamado Metin, que era un comerciante que había viajado por todo el mundo y que se dio cuenta de que Mikedi era un gatito mágico.
—Mikedi, no hagas caso de lo que te digan. A veces ser diferente es un golpe de suerte. Quizás solo puedas ver por un ojo, pero ese ojito tiene poderes mágicos.
¡Busca esos poderes!
—¿Qué quiere decir, señor Metin? ¿Cómo sabe que yo tengo poderes mágicos?
—Yo puedo ver tu magia, Mikedi. Pero eres tú quien tiene que descubrirlo.
Ve a la calle de los Espejos en el Gran Bazar y lo descifrarás. Entonces nos volveremos a encontrar; será kismet, destino.
—Vale, señor Metin. ¡Hasta la vista!
¡Hasta la vista, Mikedi! Acuérdate de mi nombre, Metin, que significa «fuerte».
Mikedi se dirigió hacia el Gran Bazar, que es uno de los bazares más antiguos del mundo, famoso por todos los objetos bellos que se pueden comprar, desde las más finas joyas hasta las alfombras y lámparas más lujosas.
Mientras cruzaba el puente de Galata, Mikedi oyó a un grupo de gatitos que murmuraban desde lo lejos:
—¡Mikedi tiene un solo ojito! ¡Mikedi tiene un solo ojito!
Mikedi se puso otra vez triste, pero las palabras del señor Metin le vinieron a la mente: «Mikedi, busca tus poderes mágicos; a veces ser diferente es un golpe de suerte».
—¿Pero qué quería decir con eso? —se preguntó Mikedi—. Tengo que descifrar el mensaje del señor Metin.
