Las aventuras de Brujilda. La piedra luna

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¡Tuuuuut! ¡Tuuuuut!

¡Qué emocionante!

¿Alguna vez habéis viajado en un tren histórico?

Es una experiencia mágica: el rugir de la locomotora, sus vagones de madera y el traqueteo de las ruedas sobre las vías parecían trasladarnos a tiempos pasados.

Aquel día, Sopita, Tormenta y yo nos dirigíamos a la comarca de Tierra de Lobos. Un lugar envuelto en misterios, donde vive nuestro amigo Lobillo. Lobillo, unos días atrás, nos envió un mensaje un tanto extraño por lechuza mensajera.

La carta mencionaba que necesitaba urgentemente nuestra ayuda y que fuéramos a visitarlo lo antes posible.

Compartíamos vagón con la señorita Elisenda, una profesora jubilada de Ilusiones y Encantamientos, la escuela de magia más prestigiosa del mundo.

Poseía un porte elegante y sus ojos grandes brillaban como si guardaran mil historias por contar.

Acariciaba suavemente a mi gato Colmillitos, el cual había encontrado en su regazo un sitio perfecto para dormir y ronronear.

La anciana nos observaba con curiosidad y, de pronto, nos hizo una pregunta con una voz cálida pero firme:

—¿A dónde os dirigís, pequeñas?

Intercambiamos nuestras miradas antes de responder al unísono:

—Vamos a la comarca de Tierra de Lobos. Nuestro amigo Lobillo nos ha pedido que lo visitemos.

Nuestra contestación pareció inquietar a la maestra de magia. Su rostro amable, de repente, se transformó en una cara de preocupación.

—Debéis tener cuidado —nos advirtió bajando la voz, como si temiera que alguien pudiera escucharla—. Hace tiempo que la comarca de los lobos se ha vuelto peligrosa… Últimamente he oído rumores inquietantes que advierten a los habitantes de que un gran peligro se cierne sobre ellos.

—¿Qué tipo de peligro? —preguntamos sorprendidas.

La señorita Elisenda se inclinó hacia nosotras y pronunció con voz grave:

—¿No conocéis la leyenda de los lobos?

—¿Una leyenda? —exclamó Sopita sobresaltada.

Elisenda se acomodó bien en su asiento antes de comenzar la historia:

—Hace cientos de años, Tierra de Lobos era una comarca maravillosa, rodeada de montañas y valles ricos en minerales y piedras preciosas únicas en el mundo. Moraba en sus tierras una manada de lobos, que vivían felices en armonía con la naturaleza. Nadie sabe con certeza si fue por influencia de las piedras preciosas o por una antigua maldición, pero aquellos lobos terminaron convirtiéndose en personas como nosotros. Humanos que solo adquirían un aspecto animal en las noches de luna llena.

—¡Sííí! Como nuestro amigo Lobillo, al que, en luna llena, le crecen unas orejas muy graciosas —interrumpió sonriendo Sopita.

—Tierra de Lobos —continuó la maestra— tenía fama en todo el mundo por ser una región pacífica y hospitalaria, pero su riqueza natural comenzó a atraer a habitantes de pueblos vecinos. Fundamentalmente magos y hechiceros que buscaban apropiarse de sus piedras preciosas, atraídos por su valor y porque estos minerales únicos tenían el poder de hacer sus conjuros cada vez más poderosos. Cuentan que algunos hechiceros llegaron a transformarse en bestias salvajes.

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