Kike Hernán Ilustrado por Verónica Sacristán














Hace mucho tiempo, cuando los grandes reyes animales gobernaban el mundo, y los humanos aún no existían, los bosques se extendían frondosos, los océanos eran claros, y los ríos, puros y cristalinos.

Todo estaba en orden, y los animales vivían en una perfecta armonía. Las manadas, jaurías, piaras y bancos crecían felices y nunca
les faltaba alimento. Pero los adultos pasaban todo el día fuera, ocupados en sus tareas, y apenas pasaban tiempo con sus crías.

Un día, apareció un espíritu maligno con forma de serpiente.
Era un ser perverso que quería engañar a los reyes animales para gobernar sobre todo el mundo. Al poco tiempo, llegó a la tierra de los pandas y consiguió colarse en la corte del rey. Cuando habló con él, le ofreció algo muy difícil de rechazar:

—Ponte esta corona negra —le dijo enseñándosela—, y tus pandas pasarándía y noche con sus cachorros. Y así, cuando sean adultos, te recordaráncomo el mayor rey que jamás ha existido.

El rey Panda, para solucionar el problema, cogió la corona y se la colocó en su cabeza mientras la Serpiente se desvanecía como si fuera polvo. Entonces, de repente, el aire se envenenó y todos los pandas tuvieron que meterse en sus cuevas.

—¡Esto no es lo que yo quería! —gritó el rey Panda con lágrimas en los ojos, mientras intentaba quitarse la corona que se había quedado pegada a su cabeza.




