

En una PLAYA pequeñita, no muy lejos de aquí, comía ICO un helado junto a su amigo Raiko, un perenquén muy salado que siempre estaba a su lado.

Lametón tras lametón, el helado se acabó. Y, al ver que la papelera estaba lejos, ICO decidió tirar el envoltorio al MAR, a ver si las olas se lo podían llevar.

El suelo empezó a temblar y, de repente, apareció una enorme OLA.
Agarrando el plástico que acababa de caer al mar, gritó con voz muy grave:
—¡¿Esto es tuyo?!
ICO se asustó, no podía moverse. El mar, al ver que no contestaba, cogió su pequeño pie y levantó a ICO por los aires.

—¡¡¡Sí, es mío!!! —gritó ICO intentando escapar.

—Estoy cansada de ver cómo los humanos destrozáis las playas, los mares, los océanos y todos los animales y plantas que viven en ellos —dijo la OLA furiosa—. Te enseñaré lo que pasa cuando usáis el mar de BASURERO.

Sin dudarlo, la OLA sumergió a ICO con una burbuja para que pudiera respirar y ver todo lo que había en el fondo del mar.
