El viaje de Enara

Page 1

Esta historia comienza en un desierto, no muy lejos de aquí. No en un desierto de arena dorada, de esos que recorren los misteriosos tuaregs, a lomos de sus preciosos camellos, no. En un desierto de asfalto y de hormigón. Una ciudad bulliciosa, dominada por una gran fábrica que cubría todo de humo, repleta de semáforos que siempre estaban en rojo, y de edificios tan altos y tan fríos que nunca dejaban pasar la luz ni el calor del sol.

Por sus aceras grises, miles de personas caminaban siempre con prisa, con los pies y la mirada muy pegados al suelo. Hacía tiempo que el cemento había alcanzado sus ojos y sus oídos, y los había sellado con una fina capa; hacía tiempo que no reían, que no bailaban, que no contaban un cuento.

«Un-dos, un-dos, un-dos…», nunca rompían el monótono ritmo, nunca perdían el tiempo con nada, nunca miraban al cielo. Siempre estaban furiosos y les costaba mucho dormir.

Y es que en sus ventanas no había aleros, no había lugar para que anidaran los sueños, sus vidas estaban vacías, hacía mucho que las golondrinas no pasaban por allí.

Pero en todos los desiertos hay un oasis… Y hasta este en el que ahora vamos a adentrarnos, sí que volaba, cada primavera, una pareja de golondrinas.

Todo lo que tenemos es gracias a ellas solía decir Amama cuando las veía regresar . Esta golondrina nació aquí el verano pasado, y su madre, el verano anterior. La misma familia lleva anidando en nuestra casa desde que la construyó la amama de mi amama, que se llamaba Enara, como tú y como yo.

Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.