


¡LA HISTORIA CONTINÚA!
Seguro que recordaréis la anterior historia, en la que el tío Godofredo perdía a su mejor pollino, ¿verdad?
¡Ay! Perdonadme…, que no me he presentado…
¡Sí, soy yo ese pollino del que nada se supo!, y si no leísteis el primer Enredo de Godofredo, os explicaré de qué os hablo y quién sigo siendo…
Podéis llamarme «Perico, el borrico» y os contaré qué pasó conmigo cuando, por supuesto, no volví a echar monedas por mi trasero.


Recuerdo que aquellos enfadados hombres quedaron montados en mis restos, ¡ja, ja, ja! ¡Sí, mis calientes boñigas, montones y montones de ellas!
Y no lo creeréis, pero los muy bobos las revolvían una y otra vez, como si fuese rica masa de pan, ¡¡buscando MONEDAS!!
De repente un día, salieron gritando y allí me dejaron.
Al volver, no me hicieron mayor caso que el gallo al despertador…
Al tiempo, salieron corriendo de nuevo, y hasta hoy no se les ha vuelto a ver el pelo.

De mí ha cuidado un grupo de señoras que me alimentan, y no parece interesarles lo que sale de mi trasero… ¡Menos mal!
Únicamente salen pronto en la mañana y vuelven en la tarde, muy contentas siempre con monedas y joyas.

