El arte de la seducción no es privilegio de unos pocos, sino que, bien usado, puede ser un arma infalible para todos.

El arte de la seducción no es privilegio de unos pocos, sino que, bien usado, puede ser un arma infalible para todos.
Las historias que se van a narrar a continuación son verídicas y han sucedido en la realidad. Mi intención es que las personas a las que he involucrado en este proyecto no se percaten de ello para evitar situaciones engorrosas.
También he de decir que estas historias están basadas en el amor pasional que sienten las dos protagonistas por mí, que tiene un punto de visceral y es muy fuerte y apasionado. Aunque también he de puntualizar que yo no busco lo mismo que ellas. No me interesan las relaciones serias, me interesa más llegar al placer por otras vías.
El punto de inicio, en ambos casos, fueron las páginas web de contactos y las conversaciones han sido transcritas tal cual se produjeron, sin cambios ni modificaciones. Por lo que, en caso de haber algún error, les ruego que me disculpen.
Y, aunque las historias están superpuestas, mi única intención es mostrar que las dos historias ocurrieron en el mismo
momento, o sea, los mismos días. Un día por la mañana estaba con una y, por la tarde, con otra. O por la tarde, con una y, por la noche, con otra. Y hasta, algunas veces, mantenía conversaciones con la dos a la vez.
Con una de ellas me acosté en nuestra segunda cita y con la otra, aunque me costó una poco más, lo hice en nuestra tercera cita.
Además, encontrarán situaciones en estas conversaciones que tienen una fuerte dosis de erotismo y, en algunos casos, quizás un matiz pornográfico, aunque no mucho.
Antes de comenzar, les contaré algo sobre mí que les ayudará a entender muchas cosas que aparecen en estas historias.
Yo soy un varón de cincuenta y siete años de edad y mi estado civil es el de divorciado. Hace algo más de dos años que mi exmujer quiso poner punto y final a nuestra relación y ya se sabe que cuando una mujer decide eso, no hay otra salida posible.
Tengo dos carreras, Económicas y Dirección y Administración de Empresas, y durante casi treinta años he sido director financiero de una empresa de servicios. Aunque ahora, por circunstancias de la vida, soy un profesional autónomo que intenta aguantar unos años ante la inevitable situación de la jubilación.
Desde que me divorcié he vivido solo, por lo que he podido disfrutar de esos maravillosos momentos de la soledad, aunque es verdad que a veces es un poco pesada y se necesita compañía del sexo opuesto.
Bueno, aunque he dicho que vivo solo, no es del todo cierto, porque conmigo vive un conejo, que, a modo de mascota, me hace compañía. El conejo es de mi hija, que se desentendió de él y me lo endosó a mí para que se lo cuidara. Tengo una hija de veintiún años que estudia Derecho y en la actualidad vive con su madre.
Nací en Granada, he vivido en Bilbao muchos años y los últimos treinta años los estoy viviendo en Barcelona.
Esto es un breve resumen de mi vida y, a lo largo de esta narración, irán conociendo más cosas de mí.
Bueno, para empezar, les diré que esta historia hace referencia a dos mujeres cuyos nombres son Rosa y Maite.
Les explicaré algo sobre ellas. En primer lugar, Rosa digamos que es una mujer que no ha sido dotada de una belleza natural, pero, como contrapartida, diré de ella que es una mujer con un cuerpo esbelto, unas piernas muy bonitas, unos pezones también bonitos y una figura delicada. Eso sí, se puede catalogar de poco agraciada.
El caso es que mi relación con ella empezó a través de una web de contactos y enseguida nos dimos los teléfonos para hablar más cómodos por WhastApp. Empezamos a hablar un lunes y ya para el miércoles o jueves yo veía que ella iba utilizando con mucha facilidad las palabras «cielo», «encanto», «amor», lo que me sorprendía mucho. Pero lo que realmente me sorprendió más fue que quedamos para vernos un viernes y ella, el día anterior, cuando por la noche estábamos hablando por WhatsApp, me soltó: «Y que
sepas que no me voy a acostar contigo», lo cual me llamó la atención mucho porque yo no le había hecho siquiera una insinuación para acostarnos.
El caso es que, como digo, quedamos en vernos un viernes a las seis de la tarde en el centro de Barcelona. Tuvimos un encuentro normal y nos fuimos a un bar a tomar una copa y, aquí, lo cierto es que se produjeron las primeras actitudes de cariño por parte de ella. A las dos horas de estar juntos, me soltó que esa noche no tenía problemas de hijos porque los había dejado con su ex y, por lo tanto, tenía la noche libre. Una proposición clara y directa que a mí me sorprendió en un principio —lo cierto es que a mí no me apetecía mucho porque, como he dicho, ella no era muy agraciada y no era mi tipo—. Entonces opté por buscarme una excusa para librarme de ella y le dije que tenía una cena de empresa y no me podía quedar. En ese tiempo yo era un ejecutivo, por lo que la excusa era de lo más verosímil.
Después, decidí romper con ella y le conté una mentira, le dije que me iba a trabajar a Bilbao y que, por lo tanto, no podía estar con ella.
Por otro lado, Maite tenía puestas unas fotos en la página de contactos en la que la conocí. Era bastante guapa, tenía unas facciones rasgadas que la hacían realmente atractiva y el caso es que me gustaba mucho. Era una chica peruana, aunque llevaba mucho tiempo viviendo en Barcelona.
Aquí, la interacción fue más corta y directa y enseguida nos planteamos vernos para conocernos.
El problema fue que, cuando quedamos en vernos, ella se presentó y yo vi a una mujer algo obesa y que no se parecía en nada a la de las fotos que había visto previamente, o sea, que me había engañado. No obstante, pasamos el día juntos y la relación fue cordial e, incluso, algo más que cordial, porque las muestras de amor por parte de ella fueron más que efusivas y yo decidí seguirle el juego.
Bueno, hasta aquí una pequeña presentación de todos los protagonistas de esta historia. Ahora vamos a comenzar a narrar las conversaciones que tuve con ambas, siempre a través del WhatsApp.
Primera conversación con Rosa, un día que decido restablecer la comunicación después de la situación vivida con ella y que he narrado anteriormente. Hacía dos años que no sabía nada de ella.
Yo:
Hola!!!! Qué haces? Dime algo porfa!!!!!!!!!!
Ella:
Quién eres?????
Yo:
Hola soy Jose, ya no te acuerdas de mí. Lo entiendo.
Ella:
Sí.
Yo:
He venido a Barcelona con el tiempo muy justo. El fin de semana que viene volveré y me gustaría verte para disculparme por todo lo que te hice, aunque entiendo que estés con otro hombre y no quieras verme.
Ella:
Puedes decirme qué me has hecho.
Yo:
Yo creo que te hice mal. No sé, lo nuestro fue muy raro. A mí me hubiera gustado otra cosa, pero las circunstancias lo impidieron.
Ella: Salimos.
Yo:
Cómo?? No te entiendo.
Ella:
Explícame.
Yo:
No sé qué quieres que te explique. Estoy en Barcelona, que he venido de Bilbao, y, como te he dicho, me gustaría verte.
Aunque no sé si te acuerdas ya de mí.
Ella:
Nos conocemos? Dónde fuimos? Estoy haciendo memoria.
Cuánto tiempo hace??
Yo:
Sí, nos conocimos hace algún tiempo. Solo estuvimos un día juntos, quedamos en Gran Vía con Roger de Lluria y estuvimos tomando algo en Rambla Catalunya.
Para mí fue un día maravilloso, pero luego las circunstancias impidieron lo demás. No te acuerdas???
Ella:
Sí, acabo de recordarlo todo. Se puso alguien enfermo. Nos sentimos atraídos enseguida.
Yo: Sí creo que sí.
Ella:
Me trajiste bombones y yo un anillo de acero.
Yo:
Sí, eso es, ya veo que aún me recuerdas. Yo no te he olvidado.
Ella:
Hasta cuándo vas a estar aquí???
Yo:
Me voy mañana y vuelvo el fin de semana que viene. Te acuerdas de cómo me tratabas con amor y cariño?? Yo no lo he olvidado.
Ella:
El fin de semana que viene? Estás separado?
Yo:
Sí, el fin de semana que viene. Estoy divorciado.
Ella:
Para qué vienes a Barcelona??
Yo: Para verte a ti.
Ella: Y además?
Yo:
Me acuerdo de aquel día y de la atracción que sentimos los dos.
Ella:
Ha sido una grata sorpresa, aunque también recuerdo sufrir mucho.
Yo: Yo siento que te hiciera sufrir. No quería. Pero no pude hacer más.
Ella:
Y qué son mis palabras de amor, raras.
Yo:
Porque me dijiste muchas y muy bonitas y ahora no te acuerdas.
Ella:
Lo siento.
Yo:
Yo me acuerdo como si fuera ayer.
Ella:
Podrás recordármelo. Sí que te impresioné.
Yo: Sí, me tratabas con amor y cariño.
Ella:
Por qué quieres verme? Qué quieres ofrecerme?
Yo:
Bueno, no sé. Vernos, hablar, conocernos más. Y te prometo que no te pediré nada malo.
Ella:
Espero que nada malo. Confío en ti.
Yo:
Claro que puedes confiar. Si te acuerdas, teníamos un plan muy bueno que no se pudo realizar.
Ella:
No lo recuerdo. Dime qué era.
Yo:
Que podíamos haber dormido juntos, tú como mi almohada. No te acuerdas??
Ella:
No, lo siento.
Yo:
Qué pena. Pero lo de la almohada fue muy divertido.
Ella:
Me has sorprendido muchísimo, no esperaba saber de ti.
Yo:
Eso es lo bueno, las cosas buenas vienen así.
Ella:
Quizás seas el hombre de mi vida.
Yo:
No se puede saber. Quién lo sabe?
Ella:
No entiendo.
Yo:
Conmigo estabas muy feliz, tenías frío y me pediste que te abrazara.
Ella:
Cuántos años tienes? Yo tengo 46 años.
Yo:
A ver, la edad no es lo más importante. Cuando estuvimos juntos no te importaba eso. Somos jóvenes los dos. Yo tengo 50 años y algunos meses.
Ella:
Perdóname si no acierto con tu fisonomía.
Fue una tarde y hace mucho tiempo.
Yo:
Tienes razón, no te puedo pedir nada.
La única solución es volver a vernos si puedes.
Ella:
El fin de semana que viene no tengo niños.
Yo:
Perfecto, pues podríamos vernos y recordar esos sentimientos.
Ella:
Cariño, qué sentimientos quieres recordar?
Yo:
Lo que me decías de amor y cariño. Yo sentía lo mismo.
Ella:
Es posible que cuando nos veamos no tengamos esos sentimientos.
Yo:
Lo nuestro podría haber sido maravilloso.
Ella:
No puedes haber idealizado todo eso.
Yo:
Podríamos haber estado juntos, haber dormido juntos y habernos amado juntos.
Ella:
Pero puede que ahora cuando me veas no sientas lo mismo.
Yo:
Bueno, me arriesgaré, pero no veo por qué.
En qué has cambiado?
Ella:
Huy, estoy gorda, he perdido mi figura, estoy más fea, me muevo con dificultad.
Ella:
Haces bien, no es cierto. Tú has cambiado???
Yo: No me lo creo.
Yo:
Ves cómo soy bueno. No, yo no he cambiado, si acaso, a mejor.
Ella:
Sí, estas muy bueno.
Yo:
Tú tenías una figura muy bonita.
Ella:
Las mujeres se girarán al verte.
Sí, la tengo.
Apasionante historia de dos mujeres que se ven atrapadas por el arte de seducción del autor y que están dispuestas a entregarse en cuerpo y alma a los placeres de la vida para complacerlo. La finalidad de ellas va más allá del placer, porque lo que buscan es alguien con quien poder estar y compartir todo, pero, obviamente, este interés no coincide con los intereses del autor.