Chane
Joselito Mojica Salvador


A la orilla de un arroyo que reboza de belleza, vivía Tepe, una tepezcuintle que todas las mañanas corría y corría, sin importarle dónde estaba ni la belleza que la rodeaba.
Por azares del destino, la pequeña Tepe se tropezó con una basura, y al levantar la mirada, vio al chaneque Chane limpiando el arroyo, pero no le dio importancia y siguió corriendo.

Chane vio cómo se alejaba Tepe, pero tampoco le dio importancia y siguió recogiendo la basura, hasta que fue interrumpido por el señor Pez.
—¡Aún sigues limpiando! Siempre se vuelve a ensuciar, es en vano lo que haces todos los días.

Chane solo lo miró, siguió limpiando, y le respondió:
—Quiero que mi hogar se vea hermoso.


Se quedó limpiando hasta la noche, y ya cansado, se durmió en la raíz de un árbol, hasta que un estruendo lo despertó. Era Tepe, que se tropezó de nuevo, y como siempre, se levantó y siguió corriendo como si nada hubiera sucedido.

Chane se quedó mirando el paisaje que estaba lleno de basura, más que la del día anterior, y por primera vez dudó en empezar a limpiar. Entonces llegó el señor Pez y le dijo: —¿Ves?, hoy está peor que ayer. ¿De qué te sirvió tanto esfuerzo?
Chane se desmotivó y paró de limpiar.
