


Ba,
el elefante, marchaba por el salón.
—¡Ba! —decía.
—¡Be! —oyó.

Be, la ovejita, trotaba por el salón.
—¡Be! —decía. —¡Ba! —oyó.



De repente, el elefante y la ovejita se encontraron frente al sillón.
—¡Un elefante! —se admiró la ovejita.
—¡Una ovejita! —exclamó el elefante.
—¡Ay, qué emoción! —pensaron los dos.
