Lo que Babel no se llevó Nº13 - Placer

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ISSN 2347-0399

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PLACER Gratis con El Argentino de Gualeguaychú.

SUPLEMENTO BIMESTRAL - DOMINGO 4 DE MAYO DE 2014


2 | BABEL Nº13 Editorial

YO, ROBOT D

eseo, acto y placer forman un conjunto de elementos fuertemente ligados unos a otros. Se cruza el deseo por la cabeza, se proyecta el acto concluido y esa imagen nos mueve hacia el placer. Luego el círculo vuelve a empezar: recordamos el placer y entonces surge el deseo de volver a experimentar aquella sensación, proyectamos, y así sucesivamente.

O EQUIP Dirección editorial: Mercedes Krause

Sin embargo, como marca el filósofo francés Michel Foucault, “no podría haber deseo sin privación”. Si tuviéramos nuestro objeto/sujeto de deseo/placer siempre a la mano, simplemente no podríamos disfrutarlo. El placer depende de cierto sufrimiento previo, cierta carencia que despierta nuestro apetito.

Producción editorial: Sofía Petronio Comité Editorial: Ángeles Barcia Prensa y difusión

Poner a nuestra mano aquello de lo que nos estábamos privando plantea en sí mismo un problema de orden moral. Concretar el acto es una transgresión. Dormir diez minutitos más cuando sabemos que entonces vamos a llegar tarde al trabajo, comer un segundo plato si es que estamos excedidos de peso, procrastinar una tarea viendo videos en Youtube, o bien faltar a un cumpleaños para quedarnos viendo una serie tapados hasta las narices. Todos actos subversivos, batallas cotidianas en una gran guerra por quién tiene el poder sobre nuestras vidas. Este número de placer está dedicado a los pequeños desordenes de lo establecido, esos que demuestran que somos humanos y no robots.

Juan Martín Krause Diseño gráfico

Lucía Miranda Ilustraciones

Matías Ayerza

Redacción y corrección

Colaboran en este número:

CONTENIDO Impresiones #1

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La fe en el deseo

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x Lucía Miranda

x Matías Ayerza

Impresiones #2

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EL REY DEL QUESO

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x Libertad

El último colectivo de la noche x Lucho Bauzá

Adela Nuestra tapa:

Sé vos mismo el tipo de persona que te gustaría conocer.

x Ángeles Barcia y Sofía Petronio ENTREVISTA A NELSON LUTY

"No hay mayor placer que sentir el olor de las pinturas"

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Cine y porción de Muzza

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Placer... con Humor

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x Pedro Mancini / Juan Nadalino / Paio

Popurrí

Lo que Babel no se llevó Suplemento cultural bimestral. Año 3, Número 13. Domingo 04 de Mayo de 2014. Gratis con el diario El Argentino. babel@diarioelargentino.com.ar www.facebook.com/babelnosellevo

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x Mercedes Krause

x Alejandro Turano

Alejandro Turano Juan Nadalino Libertad Lucho Bauzá Paio Pedro Mancini

Diario El Argentino s.r.l. 9 De Julio 45, [CP: 2820] Gualeguaychú, Provincia de Entre Ríos. Argentina. Tel: (3446) 42-6164 http://www.diarioelargentino.com.ar/

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IMPRESIONES #1 x Lucía Miranda


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La fe en el deseo x Matías Ayerza

El placer y la religión Católica convivieron en las ideas de algunas corrientes filosófico-religiosas durante la era cristiana. De ellas se ocupa el francés Michel Onfray en un ensayo provocador: El cristianismo hedonista.

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pesar de no ser referencia en las principales universidades, hubo corrientes filosófico-religiosas que se opusieron a las ideas reinantes durante toda la era cristiana en Europa. Algunos de estos filósofos, según el contexto histórico en el que desarrollaran sus

ideas, practicaron una vida marginal y en ocasiones hasta fueron perseguidos y condenados . Entre estas corrientes, el filósofo francés Michel Onfray, en su ensayo El cristianismo hedonista, selecciona aquellas que se nuclean bajo una premisa común: el principio del placer terrenal.


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El gnosticismo es la primera corriente que Onfray intenta desmenuzar, aclarando que se compone de “múltiples fragmentos de importancia e interés desiguales”. Convivió con el cristianismo en los tres primeros siglos de nuestra era, y a pesar de creer en la salvación de las almas, fue considerado herético porque, entre otras discrepancias, sus cultores profesaban el hedonismo, la búsqueda del placer como objetivo central de la vida. Uno de los mayores exponentes del gnosticismo es Valentín, que vivió en Roma durante el siglo II. Para Valentín, los cuerpos son paradojas de la gracia divina y, por lo tanto, el sufrimiento terrenal invita a una “transmutación de valores”. Según Valentín, no había que ofrecer alimento a los dioses, como en las culturas paganas, sino comerlos. Tampoco había que controlar el impulso sexual, sino explotarlo. ¿De qué manera? Hasta donde el goce lo permitiera, lo que implicaba entonces todo tipo de trasgresiones: orgías, incesto, adulterio, etc. Otro de los gnósticos citados por Onfray es Carpócrates, quien consideraba que después de la muerte las almas reencarnaban en otros cuerpos. Antes de llegar a la salvación definitiva, los cuerpos debían experimentar la mayor cantidad de placeres posible. Carpócrates tenía un hijo llamado Epifanio, quien continuó desarrollando sus ideas y creía inadmisible que Dios hubiera entregado deseo y placer a los hombres para luego quitárselos. “Que se use este regalo de Dios para huir de un mundo infestado de Mal”, remarca Onfray respecto de la obra de Epifanio.

LIBRES DE PECADO Ya en la Edad Media convivieron en Europa y Asia las diferentes religiones monoteístas como el catolicismo, el judaísmo y el islam. En este contexto de ideas ascéticas (que se basan en la negación de los placeres), surgió la corriente del Espíritu Libre, un movimiento clandestino que tuvo que soportar la furia de la Inquisición. Sus cultores se llamaban Hermanos y Hermanas, y creían que la crucifixión de Jesús había redimido todos los pecados del mundo. ¿Para qué limitar el placer, entonces? ¿Para qué hacer de éste un mundo de mayor sufrimiento?

Según Onfray, el Espíritu Libre no negaba las condiciones de cielo e infierno, pero sí presentaba sutiles diferencias en la manera de abordarlas. Para ellos, el infierno era una “metáfora de la ignorancia” y el paraíso,la búsqueda de la verdad. La única realidad que importaba era el aquí y ahora, remarca Onfray. Esta corriente, que funcionaba de manera secreta y sectaria, también bregaba por ciertas ideas ascéticas. Por ejemplo, estaban en contra de la posesión de bienes materiales, a la manera de los franciscanos. Como dice Onfray sobre el Espíritu Libre, “dejar de poseer libera el ser y le confiere una espiritualidad superior a la normal”. Aún así, en su comportamiento cotidiano, la libertad era total, ya que comían, dormían o tenían relaciones sexuales cuando querían, sin importar las circunstancias. Hasta tenían códigos secretos para comunicar sus intenciones en cada caso. Desde su manera de ver la sexualidad, la mujer cumplía un rol activo, muy distinto a lo que por entonces pensaba el grueso de la sociedad europea. Con la llegada de la imprenta y posteriormente del Renacimiento, el Cristianismo cedió terreno ante las ciencias humanistas y, por consiguiente, al estudio de los filósofos griegos. Entre ellos estaba Epicuro, quien desarrolló tempranamente el concepto de hedonismo, de donde nace la corriente llamada “epicureísmo”. Sus ideas fueron retomadas por nuevos pensadores como Lorenzo Valla, quien fundó el “epicureísmo cristiano” en el siglo XV. Según Onfray, el pensamiento de Lorenzo Valla pudo haber sacado al cristianismo del “mortífero atrolladero en que se hallaba”. Sin embargo, fue ignorado y hasta acusado de hereje. El ensayo de Michel Onfray corre el riesgo de ser exclusivamente provocador en un contexto en el que la religión y el placer individual muestran cada vez mayores señales de una convivencia pacífica. Aún así, el repaso histórico de estas corrientes permite descifrar la evolución de esta línea de pensamiento hasta nuestros días, lo que de por sí justifica su análisis.


IMPRESIONES #2 x Libertad

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CONVOCATORIA

EL REY DEL QUESO

Si querés escribir para Babel mandanos tu texto por Facebook (babelnosellevo). Podés participar de esta sección o de nuestra sección on-line "Biplano". Recordá que debe tener relación con el tema del próximo número: “Creencias”.

EL ÚLTIMO COLECTIVO DE LA NOCHE x Lucho Bauzá

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ospecho que fue en invierno y hace mucho, esperando en un barrio desolado el último colectivo de la noche, cuando me asaltó la revelación disfrazada de pregunta sarcástica “¿Todavía esperás algo de la noche?”, y un escupitajo resentido al pavimento.) A ver usted, pibe: ¿Todavía espera algo de la noche? ¿Sabe lo que puede llegar a sentir en el amanecer de un domingo si es que el día anterior su cuadro ganó, comió rico con la patrona y durmieron abrazados tras ver una película? Déjese de joder con eso de la gira y escuche a este gil, así se deja de gastar pólvora en chimangos... Porque es abrir los ojos y recibir el íntimo saludo del rey milenario, venga maestro que lo estaba esperando. A ella, mirarla como se debe mirar a las deidades; agradecer que respira. Unos besos, no muchos, como para no despertarla; si hubo noche dulce, una caricia, un te quiero que nunca está de más. Recién ahí los trapos, el rosario, la boina, el acomodar las bolas. Pongo la pava de los verdes al fuego, fumo un cigarrito en silencio y me voy a comprar el diario y las facturas. Huelo el diario, siento antes que todos el olor a pesto que le hemos dado a esos bosteros. ¡Mire, pero mire usted cómo llora la gorilada! No, déjeme de hinchar las bolas.

Me vuelvo a mi casa envuelto en los sonidos de una orquesta natural de calandrias y jilgueros mientras suenan las campanas de la iglesia. Seriamente llego a creer, en ese momento de cielo azul y ángeles andando en bicicleta, que ya está, que ya he llegado nomás al paraíso. Pero no. Pero sí: estoy en mi casa cebándome los primeros mates espumosos, y como hace frío prendí la salamandra. Comienzo a sentir el crujir de las hojas del diario y me dejo llevar, me pierdo en ese humilde éxtasis de saber que las cosas marchan como lo hubiese querido el General. Y no se olvide: prendo la radio, que Pugliese siempre está en el éter dispuesto a acompañarme. Al rato le empiezo a preparar el desayuno a la doña (esto es un paréntesis: el galán que sabe hacer tostadas duerme siempre sin frazadas), pispeo en el cultural que siempre hay un lindo cuentito, y voy diagramando mentalmente, como un mariscal de campo antes de una batalla crucial, el asado del mediodía: si pechito o vacío, si hoy las brasas atacarán desde los flancos al centro o al revés. Cuando llegue el convoy de chorizos estará todo listo. Y precisamente yo estoy en eso -esta mañana manejando alternativas para asaltar una tropa de chinchulines-, pero debo interrumpirlo porque escucho ruidos en la puerta de calle.

Me asomo por la ventana. Lo estoy viendo subido a un auto repleto de gente, despidiéndose de la colorada; linda piba se ha agenciado, lo felicito. Baja medio arqueado del auto y comienza a rumbear para acá, zigzagueando un poco y canturreando no menos; al parecer ha habido comparsa, tiene papel picado en los rulos y nubes de espuma en la camisa manchada de rouge y qué cacho de sonrisa. -Tomá que te compré el diario, fijate lo que dijo el Beto de la hinchada en la conferencia, llevate una medialuna que te despierto con el asado en la mesa. De nada, pibe. Y duerma tranquilo, que de su colectivo todavía ni noticias.


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Adela x Ángeles Barcia y Sofía Petronio

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cá estoy, sentada en el patio de casa, esperando que Claudia me traiga el mate cocido de las cinco de la tarde. Me gusta mucho cómo lo hace. Hierve el agua, la deja enfriar en la pava y la vuelve a calentar. Así, dos veces. Tiene la obsesión de matar bien matados los gérmenes de la canilla y yo la dejo con su maña. Una vez que el agua está a punto, vierte chorritos en la taza, apretando el saquito con el hilo que enrosca en la cuchara. Dos gotas de edulcorante y estamos. Extraño acompañar mi mate cocido con las galletas de grasa de la panadería del Cholo, pero está bien, desde que el médico se fijó en mi vesícula tuve que abandonar varias exquisiteces. Tengo una vida tranquila, muy poco movida, como dicen ahora, pero placentera para mi edad. Duermo, como, sesteo, charlo por teléfono con mis amigas, paseo lento hacia cada esquina de casa con mis nietas, vuelvo a la puerta, y así… De vez en cuando mi nieta mayor me busca en el Renault 12 de su madre y me lleva como tiro por la veinticinco hacia la costanera, el puerto, el parque y me trae de vuelta a casa. Va señalando cada lugar por el que pasamos, me mira cada vez que lo hace y yo ruego temblando que vuelva la vista hacia delante. La próxima le voy a decir que no. Últimamente me mareo mucho en sus paseos, pero lo hago porque me recuerda a mi juventud. En aquellas épocas llegaba de la escuela, dejaba la mochila y ni bien mi padre me autorizaba, agarraba el Citroën 2CV y buscaba a mis amigos para dar vueltas y desembocar en el parque, donde frenábamos a tomar unos mates. Cuando voy con mi nieta veo cuánto cambió el lugar con el tiempo. Antes, el parque no estaba tan organizado como ahora. No estaba delimitado

con pequeños troncos, no tenía las calles asfaltadas. Era como una gran quinta pública. Ibas, estacionabas el auto o la bici, te tirabas bajo la sombra de un árbol a charlar, a cantar con la guitarra, a prenderte un cigarro tranquilo. Para nosotros, lo importante era estar al lado del río y escuchar el ruido de los árboles. Teníamos el privilegio de poder hacerlo en los tiempos libres, aunque fueran pequeños. Entre el turno de la mañana y la tarde, durante la siesta. La naturaleza está a mano en Gualeguaychú. Nos costó mucho dejar la ciudad y migrar a Buenos Aires para estudiar. Extrañábamos la tranquilidad de nuestro pueblo, los saludos en la calle, las bicicleteadas por la costanera. Era imposible venirse cada fin de semana, como hacen ahora los chicos, porque no existían los puentes. El viaje era interminable. Con balsa de por medio, podíamos tardar entre diez y doce horas en llegar. Hoy es más fácil y puedo disfrutar de mis nietos y toda la juventud que llena la ciudad cada fin de semana.


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guro iremos a verla al corsódromo. Recuerdo que hasta hace unos años las carrozas desfilaban por el balcón de mi casa. Con reposeras, unos pebetes y varios abrigos pasábamos una linda noche viendo el trabajo de los estudiantes. El corso, el desfile infantil, las bombitas, la espuma, todo pasaba por debajo de nuestro balcón. Hace ocho años que Héctor ya no está conmigo. Lo extraño mucho, pero lo recuerdo en cada rincón de esta ciudad. Las costumbres de Gualeguaychú me lo traen de vuelta cada día, entre ellas mi mate cocido de las cinco. Gracias, Claudia. La idea de retornar cuando termináramos de estudiar era fija. Pero yo tenía una razón más fuerte. A Héctor lo conocí caminando por la veinticinco. En aquellos tiempos no era peatonal como ahora, pero la vuelta al perro era la misma. Cuando comenzamos a salir, mis padres no me dejaban hacerlo sola. Tenía que venir Carlos, mi hermano mayor. Carlos odiaba tener que hacerlo, pero siempre lo negociaba por una salida a Tutankamón con sus amigos. Cómo les gustaba esa confitería, en 25 de Mayo entre Italia y Montevideo, era la joda, como dicen ahora. Luego se transformó en la confitería París, el clásico para nosotros. Después de casarnos, comencé a trabajar con él en su óptica. Pasábamos todo el día juntos. Por suerte, nunca tuvimos problemas con eso. Estar toda la semana trabajando y encerrados en el negocio hacía que esperáramos los domingos con más entusiasmo. Cada domingo amanecíamos con mate cocido y galletas, luego nos preparábamos un termo con agua, y salíamos en las bicis hacia la costanera. Tardes enteras viendo el río. Simplemente eso.

Lo repetimos hasta llevar en el canasto a nuestro tercer hijo. Pero desde que nació Martín, los domingos fueron del club, ellos tenían amigos y jugaban hasta agotarse, y Héctor y yo nos reuníamos con nuestras parejas amigas y disfrutábamos de la tarde al sol. A pesar del paso del tiempo, hay cosas que mis hijos, nietos, sus hijos, sus nietos, nunca van a dejar de hacer en esta cálida ciudad. Sol, la más chica de Ricardo, está en cuarto año del colegio. No disfruta tanto de la ida al parque, pero cómo le gusta pasarse las tardes en los galpones del puerto haciendo su tan ansiada carroza. Este año se-


ENTREVISTA A NELSON LUTY

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x Mercedes Krause

El Director de Arte y Diseñador de Fondos de la película Metegol rescata anécdotas de su trabajo y nos contagia su amor por el cine de animación.

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unca dejen de soñar porque es la única manera de conseguir lo que uno quiere y anhela" versa en su blog Nelson Luty, un ilustrador argentino de 47 años que soñaba con trabajar en una gran producción y terminó siendo Director de Arte de la película de Juan José Campanella. Estudió Bellas Artes algunos años, pero se fue dando un portazo cuando el profesor de pintura le discutió que las historietas no son arte. Y así se fue autoformando. Trabajó con Caloi en Ánima Buenos Aires, diseñó naves espaciales y universos para X-Men de Marvel, y continuó su carrera con El Ratón Pérez 1 y 2, El Arca y hasta Looney Tunes.

Babel: Mucha gente se lamenta todos los días por trabajar en algo aburrido, degradante, físicamente dañino… ¿qué significa para vos trabajar en algo que te da placer?

Logró recuperarse de una enfermedad que lo dejó ciego durante un año y medio y, finalmente, cumplió el sueño de trabajar en una película nacional “hecha a niveles increíbles”.

Pero, aunque no lo creas, yo también me quejo y me enojo con mi oficio. A veces siento que no soy feliz con lo que hago. Sobre todo cuando me va mal y no gano guita, pienso

Nelson Luty: Amo verdaderamente mi trabajo cuando me siento en mi tablero o compu y las cosas comienzan a salir. Saber que yo me puedo divertir con lo que hago, que puedo viajar mentalmente a otros lugares cuando dibujo o pinto, o que puedo satisfacer a un director logrando la imagen que desea si tan solo me narra lo que quiere... todo eso me hace muy afortunado y feliz.

en dedicarme a otra cosa. Pero no sé hacer otra cosa más que esto. Y es por lo que me esforcé. Así que me hago cargo y continúo. Me da risa cuando la gente me dice “vos sí que la pasás bien, estás en tu casa haciendo dibujitos”. Si bien me da satisfacciones, no es un trabajo muy sano [risas]. Trabajo hasta altas horas de la noche porque es cuando normalmente se me prenden las luces y esto hace que duerma muy poco: a pesar ser infantil e inmaduro, tengo responsabilidades en la mañana [risas]. Me levanto muy temprano, como a las 6, voy a buscar a mis hijos a la casa de la madre y los llevo a la escuela. Cuando vuelvo, hago fierros, desayuno y sigo laburando con mucho café de por medio. Mientras trabajo, dormito de a ratos. ¡Incluso a veces veo rayones no planeados porque plancho arriba de mis dibujos! No sé cuánto más van a aguantar mi cabeza y mi cuerpo.


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Babel: Cuando te preguntan por el miedo a la hoja en blanco, solés decir que empezás por algunas primeras líneas, y que una cosa te va llevando a la otra. Teniendo en cuenta que también sos músico, ¿qué encontrás en común a la hora de componer, ya sea una escena o un tema? NL: A veces veo el papel en blanco y me da miedo el no saber por dónde empezar. Pero luego, cuando tengo en claro la imagen que quiero o me pidieron, comienzo a componer realmente. Es como hacer música. Sobre todo lo veo en mi hijo mayor, Lucas, que es un gran guitarrista. Desde afuera, veo cómo él va a donde sus notas lo llevan. En ilustración, unas líneas me llevan a otras y es algo así como viajar por un túnel a gran velocidad. Uno se concentra y se deja llevar, y casi sin darse cuenta, está ahí donde quiere estar.

De alguna manera, te dejás llevar a otro lugar por esa sintonía, hasta que llegás a un punto que es tan solo disfrutar de lo que hacés.

Yo siempre pensé en cómo lograr esa inspiración, y no me daba cuenta. Hasta que un día, en el estudio de grabación de Daniel Tarrab y Andrés Goldstein, Daniel me lo hizo ver. Le pedí que me mostrara y tarareara las partituras que había compuesto para el corto que estamos haciendo, Arroz y fósforos. Él puso su dedo índice sobre el pentagrama y comenzó. Ahí lo vi. Por un momento cerró los ojos, se dejó llevar y continuó tarareando la melodía. Me emocionó. Y es así. Cuando hacés arte, pasa eso. De alguna manera, te dejás llevar a otro lugar por esa sintonía, hasta que llegás a un punto que es tan solo disfrutar de lo que hacés. La música, como la pintura, la danza o cualquier tipo de arte es tan sólo eso: dejarse llevar.

NL: Sí, vuelvo siempre al tablero, a los lápices, pinturas, pasteles, pinceles, óleos. Para mí no hay mayor placer que sentir el olor de las pinturas y el recuerdo de cuando era chico y daba mis primeros pasos en esto.

Babel: ¿Te considerás un artista en un sentido integral?

NL: Sí, definitivamente. Mucha gente, y sobre todo muchos artistas, se dieron cuenta de que se puede hacer animación en Argentina o en Latinoamérica.

NL: Hace algunos años no me consideraba artista. Hoy creo que sí. No sé si soy bueno o malo, pero expreso lo que me gusta, lo que siento y me emociona. Y si le llega a aquel que ve mis obras –o mis sobras [risas] –, si a alguien le gusta realmente lo que hago, eso me hace feliz. Babel: En una época en la que todo proyecto se está subiendo a la nube y desarrollando digitalmente, ¿volvés de vez en cuando a la carbonilla, al acrílico o al óleo?

Sin embargo, me tuve que adaptar a la digitalización. Hoy, con el lápiz óptico, se rinde muy bien, pero no significa que sea más fácil, es también artesanal en algún punto. Lo único que hago es pasarme del papel a la tableta. El resultado es el mismo. ¡Siempre hay que trabajar! Babel: ¿Qué podes decir de la animación argentina? ¿Crees que hay un antes y un después desde Metegol?

Es el momento de intentar hacer cosas con calidad. El tema es conseguir inversores, o conseguir un gran director como Juan José Campanella, a quien admiro y quiero mucho. Porque si vas a hacer una peli, y los productores te dicen “esta va a ser la mejor peli hecha en el país”, pero ves de ante mano que la planilla de números y sueldos no cierra, entonces te aseguro que no va a ser la mejor peli. La preproducción es la clave para que esto funcione bien, para que luego muchos departamentos puedan desarrollar su área como corresponde para llegar bien a la punta de la pirámide. Esa es la clave y es lo que marca la diferencia entre una producción como la de Metegol y otras producciones en las que trabajé antes. Volver a igualar a Metegol va a ser todo un desafío. Fue dura la película, fue terrible. Pero soy un fanático de lo que hago y la amo. Obvio, después vendrán otras películas y las amaré también.


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C I N E

Y P O RC I Ó N D E M UZ Z A TODO LO QUE USTED SIEMPRE QUISO SABER SOBRE EL CINE PERO NO SE ATREVIÓ A COMER, POR EL RUIDO. x Alejandro Turano

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l salir del cine, muchas veces tenemos la sensación de estar re-encajando en la realidad. Si la película fue muy buena, por un momento ni siquiera querremos volver a esa realidad que nos llevará a trabajar o estudiar al día siguiente; en cambio, querremos regresar al mundo del filme. O mejor dicho, abstraer nuestra mente en ese otro mundo. Como espectadores, volveremos a ver películas para continuar experimentando una y otra vez esa felicidad, el placer de la experiencia ilusoria. Disfrutamos al ser testigos de personajes que concretan sus deseos, besos apasionados y uniones eternas, la vuelta a casa del héroe después de la guerra, o la derrota del villano. Que Hollywood ha vivido de ese sistema, es parte de otra nota. Sin embargo, que mirar y vivir las experiencias de los personajes causa placer y saciedad, es sin dudas el tema de hoy.

Como espectadores, volveremos a ver películas para continuar experimentando una y otra vez esa felicidad, el placer de la experiencia ilusoria. Hubo una famosa noche en la historia del cine en que Vincent Vega (John Travolta) sacó a pasear a Mia Wallace (Uma Thurman), la mujer de su jefe en Pulp Fiction (Tiempos violentos). ¡Qué peligro estar en el mismo lugar en que bailan magníficamente! Su goce se convierte en el nuestro, contemplando esos cuerpos sueltos poseídos por la danza de las miradas y la tensión de lo prohibido. ¨Girl, you´ll be a woman soon¨ (Chica, serás una mujer… pronto) canta Neil Diamond en la canción que pone Mia y a los pocos minutos entra en sobredosis. El señor Vega la revive con una inyección de adrenalina. Somos partícipes de una sobredosis y una resurrección. Tarantino nos preparó para una cita perfecta y nos mos-

tró de cerca una tragedia en lugar del sexo. Podemos hablar de una manipulación del placer, un volantazo narrativo en el cual esperamos tal vez un desenfreno sexual pero, sin embargo, sucede algo terrible. Quentin Tarantino es un director que construye la trampa hacia lo inesperado. Sabe colocarnos en situaciones en las cuales, si el villano descubre la verdad, la cosa se va a la mierda. Domina la tensión en el diálogo. Sirve la mesa con varios personajes a su alrededor, uno o más son hijos de puta, el resto esconde alguna verdad. En Inglourious Basterds (Bastardos sin gloria), por ejemplo, tenemos al Coronel Hans Landa –en una reveladora actuación del austríaco Christoph Waltz– visitando la casa de campo del granjero francés Perrier LaPadite. Éste esconde a una familia de judíos en el sótano. Y allí estamos, sentados en la mesa, casi en la piel de Perrier, con toda la historia del nazismo concentrada en Hans Landa. Sabemos lo que él no sabe, somos partícipes de un interrogatorio en medio del campo, donde nada ni nadie podrá salvarnos. Y allí estamos nosotros, callando, y la tensión es avasallante.

de sus íconos: al igual que James Stewart, no participamos más que mirando, pero ese mirar es suficiente para transferirnos la experiencia del voyeur. Mirar es un placer y ya desde la configuración espacial, el cine nos propone un salón oscuro aislando a los espectadores entre sí, potenciando la experiencia voyeurística de espiar a otros. Estamos ante el placer de mirar ligado a la fascinación con la forma humana. Nos fascina la idea de ver lo privado. Esa ilusión de poder ver el búnker de Hitler en La caída o el detrás de bambalinas de Nicole Kidman, nada menos que una estrella muriendo en Moulin Rouge!, de Baz Luhrman. El cine nos brinda un goce hacia un mirar placentero. En esa oscuridad nos convertimos en mirada, las imágenes y el espectador se hacen uno, la identificación permite experimentar un sabor a enamoramiento y, a veces, a incomodidad. Así, una película puede despertar emociones de todo tipo: nostalgia, repulsión o asco, melancolía, calentura y hasta esa suerte de asombro metafísico con alguna buena película de ciencia ficción, como, por ejemplo, la primera vez que vimos a los dinosaurios de Steven Spielberg en Jurassic Park.

Alfred Hitchcock fue uno de los pioneros en jugar con esta tensión de darle al espectador un conocimiento que lo involucra con el protagonista, lo obliga a identificarse y a sufrir con él. La ventana indiscreta es, sin dudas, uno

Dentro del cine, ese cúmulo de sensaciones nos complace. Más aún, nos hace olvidar del mundo, nos hace polvo la idea de quiénes éramos y dónde estábamos. Ese es, sin más, uno de los placeres de mirar.


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Chiflete x Juan Nadalino

Copitas x Paio

PLACER... CON HUMOR

fb: ni単o antena

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DEL EPICUREÍSMO A SAN AGUSTÍN

MÚSICA = PLACER ABSTRACTO ¿Alguna vez te encontraste con alguien a quien no le guste la música? ¿Nunca te preguntaste cómo es posible? La relación entre la música y el placer es más intensa de lo que pensamos y es eso mismo lo que nos hace fanáticos de ella. Escuchar música provoca en el cerebro la secreción de dopamina, un neurotransmisor que también se libera ante placeres más concretos como el sexo, la comida o el dinero. Pero además de afectar nuestro cerebro a nivel químico, la música disminuye el dolor, el nivel de ansiedad, incrementa el optimismo y las habilidades comunicativas, la creatividad y la felicidad. No te

Cuando el epicureísmo alcanzaba su mayor difusión durante los primeros siglos del cristianismo, atrajo la atención de grandes pensadores cristianos, y entre ellos, San Agustín. Así es, la filosofía del más grande de los Padres y teólogos de la Iglesia católica es una filosofía personal, basada en sus experiencias y esfuerzos por dominar sus sentimientos y placeres. La particularidad que surge de su ley cristiana es que no debe cumplirse a causa de una amenaza externa sino por una elección que se impone al sujeto desde su interior, persiguiendo sus pensamientos tanto como sus actos. Sus “Confesiones” se utilizan hoy para estudiar las concepciones fundantes de la religión cristiana.

UNA GUÍA PARA EL PLACER

El Kamasutra es sin dudas la más famosa guía para el placer sexual. Escrito hace aproximadamente mil quinientos años, comúnmente es considerado un glosario de posturas y técnicas de disfrute. Sin embargo, su autor de origen

El tema de nuestro próximo número es “Creencias”. Te invitamos a que nos mandes tus comentarios, sugerencias, expectativas a nuestro e-mail: babel@diarioelargentino.com.ar o a nuestro facebook: www.facebook.com/babelnosellevo. Seguinos en Twitter: www.twitter.com/loquebabel

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Si me terminaste de leer por favor ¡no me tires! ¡No me aplastes en esa enorme pila de diarios! Regalame a un amigo o pariente o simplemente dejame sobre la mesa del bar para que mi ciclo de vida continúe en las manos de mi próximo lector. ¡Él y yo te lo agradecemos!

pierdas de esto y comenzá con este disco: Into the wild (2007), primer álbum como solista de Eddie Vedder, vocalista y lider de Pearl Jam, que realizó como banda sonora para la pelicula de Sean Penn.

hindú, Vatsyayana Mallanaga, estaba interesado en la unión profunda y espiritual que se puede alcanzar a través del erotismo. Etimológicamente, su nombre proviene del sánscrito kāma (placer sexual) y sūtra (frase corta), con lo cual su significado suele interpretarse como “aforismos sobre la sexualidad”.

LA FIESTA QUE TERMINA

Barro Calchaquí es un encuentro nacional de ceramistas que se lleva a cabo cada dos años en San Carlos, un pueblo ubicado en los Valles Calchaquíes, en la provincia de Salta. Este año se realizará del 14 al 19 de Julio. Como siempre, además de haber charlas, talleres, exposiciones y espectáculos, un grupo de 30 ceramistas trabajaran a la vista del público durante cada jornada y el viernes 18 se culminará con la quema de las piezas durante toda la noche en distintos hornos construidos comunitariamente. Todas las charlas, talleres y demás actividades son abiertas y gratuitas para toda la comunidad. Los interesados en participar trabajando como ceramistas pueden consultar las bases en www.barrocalchaqui.blogspot.com o www.facebook.com/barrocalchaqui/info

En Estados Unidos se conoce como yuppies a los corredores de bolsa que amasan fortunas trabajando en Wall Street. Este es el trabajo del protagonista de La Hoguera de las Vanidades, la novela de Tom Wolfe llevada al cine por Brian de Palma en 1990. Sherman McCoy tiene mucha plata y la disfruta yendo a restaurantes caros, pasando los fines de semana en clubes exclusivos y viviendo en una ostentosa casa de Park Avenue, la zona más cara de Nueva York. Pero esa vida llena de placeres se pone en riesgo por un accidente en el que está implicada su amante. Una historia de ascenso y caída como cualquier otra, con el agregado de que Tom Wolfe nos enseña los pormenores de los submundos neoyorquinos: tribunales, oficinas, fiestas, barrios bajos, y demás…


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Este suplemento cuenta con el apoyo de:

Dr. Carlos Alberto Petronio M.P. 6137 Médico Especialista en Cardiología Ex-Residente Fundación Favaloro-Güemes Ex-Presidente del Distrito Uruguay de la Sociedad Argentina de Cardiologia (SAC) Médico Recertificado en Cardiología S.A.C. Bolivar 720 - PREMED - 03446 432598

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