cuentos cortos

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Osc a r Wilde

Cuentos cortos

principal, con sus leones de bronce dorado y sus peldaños de brillante pórfido, e iba de salón en salón y de galería en galería, como si buscara en la belleza un lenitivo al dolor, una especie de tónico contra alguna enfermedad. En estos viajes de exploración, como él los llamaba —y, realmente, eran para él verdaderos viajes a través de un país maravilloso—, iba a veces acompañado por los esbeltos y rubios pajes de la Corte, de capas flotantes y gayas cintas revoladoras; pero, más a menudo, iba solo, sintiendo instintivamente, casi adivinándolo, que los secretos del arte se aprenden mejor en secreto, y que la belleza, como la sabiduría, ama al adorador solitario. Contábanse de su vida en aquel tiempo una porción de anécdotas. Se dijo que un obeso Burgomaestre, venido a espetarle un florido discurso en nombre de sus conciudadanos, le había sorprendido arrodillado en verdadera adoración ante un gran lienzo recién traído de Venecia y que parecía anunciar el culto de nuevas divinidades. En otra ocasión fue echado de menos durante varias horas y, después de prolongadas pesquisas, se le encontró en uno de los torreones septentrionales de Palacio contemplando, extasiado, un camafeo griego con la figura de Adonis. Y hasta se contaba haberle visto imprimiendo sus labios ardorosos sobre la frente marmórea de una estatua antigua, descubierta en el lecho del río cuando se construyó el puente de piedra; estatua que llevaba inscrito el nombre del esclavo bitinio de Adriano. Y una noche entera se había pasado estudiando los efectos de la luz lunar sobre una imagen de plata que representaba a Endimión. Todas las materias raras y costosas ejercían, indudablemente, una gran fascinación sobre él, y en su afán de procurársela había enviado a todas partes innumerables mercaderes; unos, a traficar por ámbar con los rudos pescadores de los mares septentrionales; otros a Egipto, en busca de esa curiosa turquesa verde que únicamente se encuentra en las tumbas de los reyes y que dicen poseer propiedades mágicas; otros a Persia, por tapices de seda y cerámica policromada, y otros a la India, a comprar gasas y marfil teñido, selenitas y brazaletes de jade, madera de sándalo y esmaltes azulados y chales de lana fina.

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