Sin embargo para Woody Allen no fue suficiente un salto en el tiempo y el protagonista ahora acompañado de su amante en un típico café parisino perciben la llegada de un carruaje, del cual descienden dos personas que los invitan a acompañarlos llegando hasta el Moulin Rouge en la Belle Époque, esta es la época preferida por Adriana y notamos un salto en los anteriores elementos resaltados, los vestuarios ahora de 1900, ahora notamos que los hombres utilizan un frac el traje más formal masculino y en el caso femenino los vestidos con faldas anchas y cintura ceñida, el corsé ajustado permite marcar la cintura, adelantar el busto y retrasar la cola formando esa forma en “S”. Alli se encuentran con Henri de Toulouse-Lautrec, Pau Gauguin y Edgar Degas, quienes sostienen una charla acerca de que a
su época le falta imaginación y preferiría haber vivido en el Renacimiento, es allí donde el protagonista entra en razón puesto que había decidido quedarse en su edad de oro, los años 20’ y descubre que cualquier época es aburrida y carente de sentido comparado con el mundo de nuestro imaginario, que pertenece al siglo XXI por decadente que esto le resulte. La película en general maneja una argumento sencillo y es que quien no se ha encaminado en un viaje hacia el pasado buscando codearse con sus ídolos de época, sin embargo el autor propone unos giros hábiles como la manera en la que Gil se entera de la infidelidad de su prometida, o como el protagonista intenta hacer entrar en razón a Adriana siendo esta la máxima conclusión para sí mismo, no es de valientes escudarse y anhelar el pasado pues este se convertirá en su presente y enton-
ces deseara otra época pues siempre resultara monótono y aburrido, y por supuesto el salto al pasado del detective nos deja con una grata experiencia entre la comedia y lo romántico de la época que quizá nosotros desearíamos vivir igual. Medianoche en Paris es loca y apasionada cuyo deseo en realidad es que cada cual tome las riendas de su vida, dejando de vivir del pasada y más bien soñando y fantaseando a partir del presente que es el único tiempo que nos permite construir algo.