Enciclopedic Noticiari Nº 38 2013

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8.chomsky ALBEROLA:enc 38 04/04/13 18:31 Página 24

No, no es posible excusarle de haberse prestado a tal bufonada porque no es la única que justifica con la “excusa” de que hay “elementos positivos...” ¿Cómo olvidar su efusivo apretón de manos con Fidel Castro a finales de 2003? Apenas seis meses después del fusilamiento sumario de tres jóvenes negros habaneros que habían intentado secuestrar una lancha costera de transporte de pasajeros para escapar de la isla. Uno de los peores crímenes en la historia de la Revolución cubana. Y ello a pesar de que había firmado un documento público de protesta por el asesinato de esos jóvenes, que no habían matado ni siquiera herido a nadie.

El Chomsky “anarquista”… El problema, con Chomsky, es que no para, en estos últimos años, de dar una de cal y otra de arena. Como si no se diera cuenta de las contradicciones en las que cae frecuentemente. Contradicciones que tanto ha reprochado y reprocha a los intelectuales que se meten en el bolsillo la objetividad y la dignidad cuando se trata de juzgar conductas de afines ideológicos. Lo curioso es que haya olvidado lo que escribió sobre la subordinación intelectual: “Los intelectuales están en condiciones de exponer las mentiras de los gobiernos, de analizar las causas y motivos de los hechos, y a menudo sus intenciones ocultas. Al menos en el mundo occidental tienen el poder que les da la libertad política, el acceso a la información y la libertad de expresión” (7). Pues, si siguiese pensando cómo pensaba entonces, eso es lo que debería haber hecho en Cuba y en Venezuela y no pronunciarse en la “perspectiva” del Poder, como lo hicieron entonces y lo siguen haciendo todos intelectuales que no se atreven a exponer “las mentiras de los gobiernos”. Además, eso es lo que debería haber hecho un intelectual que se ha pronunciado durante casi toda su vida contra la autoridad, la jerarquía y la dominación, y que lo ha explicado así: “El anarquismo me atrajo desde que era un joven adolescente, apenas empecé a pensar sobre el mundo más allá de límites bastante estrechos, y desde entonces no he hallado mayores razones para revisar esas actitudes tempranas. Pienso que sólo tiene sentido buscar e identificar estructuras de autoridad, jerarquía, y dominación en todos los aspectos de la vida, y desafiarlas. A menos que hubiera justificación para ellas, son ilegítimas, y deben desmantelarse para incrementar el alcance de la libertad humana. Eso incluye el poder político, propiedad y dirección, las relaciones entre hombres y mujeres, padres y niños, nuestro control sobre el destino de generaciones futuras (el imperativo moral básico subyacente al movimiento medioambiental, en mi opinión), y mucho más. Naturalmente esto significa un desafío de coerción y control de 24

las grandes instituciones: el estado, las inexplicables tiranías privadas que controlan la mayor parte de la economía doméstica e internacional, y así sucesivamente. Pero no sólo esto. Lo que yo siempre he entendido como esencia del anarquismo es la convicción de que se debe plantear a la autoridad una prueba de asunción de responsabilidad, y que ésta [la autoridad] debe desmantelarse si no puede lograr esa asunción de responsabilidad. A veces se puede lograr la asunción de responsabilidad.” (8) Claro que eso lo decía en 1995; pero quince años después no dice otra cosa en la entrevista que le hace Ferrero; pues en ningún momento hay una puesta en causa de lo que había dicho antes sobre el anarquismo. Así, a la pregunta “¿Cuál es la vigencia del anarquismo en el siglo XXI?”, Chomsky responde: “La actualidad será lo que hagamos con ella. Las oportunidades existen. Si se aprovecharán y se desarrollarán o no, es una cuestión de voluntad, elección y compromiso.”

El Chomsky anarquista “sincero” y reformista... Así pues, si Chomsky continúa considerando vigente la propuesta anarquista, ¿por qué en estos últimos tiempos ha caucionado (por acción o inacción) propuestas y experiencias autoritarias descaradamente totalitarias? ¿Cómo es posible que después de haber denunciado la falta de objetividad de los medios de información occidentales y haber escrito que estos deberían tener “la obligación de descubrir la verdad e informar de ella, y no reflejar pura y simplemente la percepción del mundo que desearían los grupos de poder” (9), se haya prestado a ser instrumentalizado por medios que están al servicio de gobiernos totalitarios o meramente burocráticos? ¿Cómo ha podido conciliar su defensa de “la verdad e informar de ella” con el respaldo emocionado a Jefes de gobierno que la censuran y persiguen a cuantos informan de ella? (10) Es verdad que ya en 1976 precisaba: “Yo no me considero verdaderamente como un pensador anarquista. Digamos que soy una especie de compañero de ruta” (11). Y que más recientemente se ha pronunciado -como se lo recuerda Ferrero- por un “reforzamiento de ciertos aspectos de la autoridad del Estado” y hecho suyo un slogan de los campesinos sin tierra brasileños que dice: “debemos agrandar la caja hasta que podamos romper los barrotes” (12). Es decir: que Chomsky se sitúa él mismo en una perspectiva de realismo político: “El ideal anarquista, sea cual sea su forma, ha tendido siempre, por definición, hacia un desmantelamiento del poder estatal. Yo comparto este ideal. No obstante, muy frecuentemente éste entra en conflicto directo con mis objetivos inmediatos, que son defender, ENCICLOPÈDIC - 2013 - NÚM.38


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