Palabra Nro. 60

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Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia -- ASOPRUDEA -- No. 60

Febrero 2018

CARTA ABIERTA A LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA Universidad, Elecciones y liderazgo Por Rafael Rubiano Muñ oz Profesor Titular “La universidad nueva fue el objetivo inal de la Reforma desencadenada por las juventudes de 1918, y sigue siendo el objetivo inal de cuantos aman la libertad y la cultura … Comenzó su camino la Universidad nueva entre escollos y vendavales… El camino quedó sumido en aquella niebla enceguecedora, y la meta comenzó a desdibujarse porque los viandantes que recorrıán la ruta debieron detenerse a cada paso ante el obstá culo imprevisto. La universidad nueva se tornó una esperanza cada vez má s lejana a medida que se apretaban las esposas en las muñ ecas y las mordazas en los labios".1 “La Reforma universitaria y el futuro de la universidad argentina" es el tıt́ulo de un discurso pronunciado el 15 de junio de 1956, por el ampliamente reconocido historiador latinoamericano José Luis Romero y del cual extraemos sus palabras premonitorias. A cien añ os de ocurrida la Reforma Universitaria, que se extendió en nuestro continente, ya ni siquiera es una vergü enza, que hoy todavıá no existe en nuestra universidad, la autonomıá en el gobierno y la democracia universitaria. Só rdido hasta carcomer las entrañ as, el momento actual de la universidad nos pone a re lexionar sobre las relaciones existentes entre universidad, elecciones y liderazgo, ya no por el comú n denominador de amenazas o autoritarismos externos, sino má s bien, por el abuso y el pé r ido modo como se suceden los hechos y acontecimientos que de inen la pró xima rectorıá en nuestra universidad. Si bien es cierto, que universidad y democracia son los referentes que ha de mover la conversació n y la discusió n en nuestros recintos, no es menos cierto, la preocupació n se ciñ e a la imagen, la postura, la vestimenta o el impacto visual de los candidatos. Cuando no las trivialidades, que no viene al caso exponerlas, son del diario acontecer comunicativa de los estamentos. Ahora, no es abrupto, ni exuberante decir que, en lo que se escucha y se dice sobre la elecció n rectoral, prima má s las expectativas de modelos desgastados como la preponderancia de exigir solució n a problemas insulares má s que ın ́ tegros y completos. Democracia y universidad es un tema esencial y de initivo, y postergar su discusió n es un acto má s que criminal. El retroceso no solamente es inaudito y hasta extravagante, que algunos temas sean vedados, sean tabú y hasta ocultados o censurados. Un oprobio al espıŕitu universitario el que la democracia universitaria, genere autocensura en una institució n que lleva ya 215 añ os de existencia. 1 Romero, José Luis. “La Reforma universitaria y el futuro de la universidad argentina” (1956). En:La experiencia argentina y otros ensayos. Buenos Aires. Editorial Belgrano. 1980.p.359.


Como se recordará , despué s de Mayo de 1968, se trastocó la vida cotidiana y en ú ltimas, despué s del levantamiento estudiantil, se produjo la democratizació n de la universidad pú blica, que si derivó en burocracias inamovibles o en clientelismos grupalistas en los estamentos estudiantiles y profesorales, al menos se sacudió de su somnolencia y estatismo, liderados por añ os en rutinas y procesos congelados en el tiempo. Pero, evocando la igura de José Luis Romero, en sus variados escritos sobre la universidad, su papel y rol y sus relaciones con la sociedad, sus relatos re lexivos, constituyen un aliento, un faro y una luz, bajo esta espesa sombra de silencios y autocensuras mutuamente complacientes, de hipocresıás, al in, valores que se han impuesto como fundamentos del funcionamiento social con que vive la universidad colombiana y por extensió n, la latinoamericana.

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De modo paralelo, no parece extrañ o, que el debate pú blico por la democracia en la universidad venga amparado por un show mediá tico, por un espectá culo de iguraciones y de entretenimientos insulsos, en la que la elecció n rectoral es un juego de mentiras donde se legitima la ya deslegitimada elecció n rectoral. Si al in y al cabo, la decisió n de la rectorıá es asumida por un consejo, que a su vez, recibe por orden, un mandato de lıd ́ eres o liderazgos polıt́icos regionales o nacionales, o por intereses personales, que se imponen a las de los estudiantes, los profesores y otros estamentos de la universidad, qué sentido tiene la participació n en una consulta o la participació n en un espacio o escenario pú blico. Como dirıá Marx: "la impiedad no consiste en destruir a los dioses de la muchedumbre, sino en adjudicar a los dioses las ideas de la muchedumbre". Des-idolatrar y quitar el monopolio a las iguras endiosadas es una tarea urgente de la universidad moderna, ilustrada y humana. Sin voto vinculante, menos aú n sin decisió n o consecuencia polıt́ica en nuestros criterios de decisió n, que alternativa real y sustancial tiene la universidad. ¿Quié n alcance el galardó n para regir nuestros destinos en los pró ximos añ os, có mo asumirá los restos resolviendo problemas microparciales? Pero ¿Para qué desean tanto el Galardó n? ¿Con qué objetivos y expectativas? Galardones por lo demá s de privilegios y de prestigios, de adulaciones y de sometimientos, má s que de independencia, criterios propios o solventes principios y convicciones. Liderazgos que se suman a la cadena de mandados que se dictan por fuera de la universidad. Es incomprensible que despué s de arduas y preté ritas luchas por la democracia y por democratizar la sociedad, la universidad ruede por fuera de la historia de esas demandas, cristalizada bajo una imagen de progreso (imagen como el barroco), estancada en muchas de sus realidades institucionales y misionales. Paralelo a este retroprogresismo, es inentendible, que el debate pú blico se aniquile y el valor del espacio pú blico y de la opinió n se sepulte literalmente en ingir o en prestarse a validar un proceso viciado, que es má s, un reality, pero que no tiene nada de fundamento y validez para lo que requiere y signi ica una universidad moderna de cara a las exigencias y retos en el siglo XXI ¿Qué quedará de esta universidad para las pró ximas generaciones? Atados a formas de poder ajeno, sin empoderamiento, la universidad experimenta la habitual crisis y desinstitucionalizació n que soportan otras entidades sociales, por eso el avance de las universidades privadas o de garaje. Má s allá del proceso electoral y de la iguració n en pantallas, escenarios, medios y redes, la relació n universidad y democracia tiene nexos con asuntos mucho má s de fondo que se viven en ella; por ejemplo, los modelos pedagó gicos de cara a nuevas generaciones que ni llegan a los veinte añ os ¿Có mo responder al reto de educar en qué a esas nuevas generaciones?; el deterioro cada vez má s frecuente de la estabilidad laboral del profesor, pero lo má s horroroso, el dominio cada vez má s extendido del profesor por salario que por vocació n ¿Có mo afrontar el desajuste generacional de los reemplazos docentes en dé cadas?; una universidad cada vez má s masi icada y con menos espacio e infraestructura ¿Hacinamiento, recorte de presupuesto y recursos con mayor cobertura estudiantil?; una universidad que hace un llamado a conectarse al mundo y cada vez má s encerrada en su localismo o provincialismo: ¿Dó nde está n los estudios comparados, los vın ́ culos con universidades latinoamericanas o extranjeras pero con proyecció n y plani icació n?, ¿Es que estar conectados ya internacionalizó la universidad (y las mentalidades)? ¿Simplemente turismo cientı́ ico? ¿Cuá les son las imá genes o los rostros por construir de nuestra universidad, si las condiciones, o las propuestas son tan fragmentadas como parciales, y no existe un dialogo, ni intenció n de pensarla en su totalidad? El problema del liderazgo o de liderar una institució n universitaria no es un asunto estricta o exclusivamente polıt́ico, es necesario un talento que exige saber (no solamente té cnico) humano; una mayor solidez cientı́ ica e intelectual, apuestas en lo é tico y en la responsabilidad social, principios y


convicciones, ası ́mismo, entender, bajo qué resortes se mueve la polıt́ica y lo polıt́ico en nuestro entorno. A un mayor nivel de ilustració n y de comprensió n, a un mayor nivel de conocimiento y de saber cientı́ ico, las exigencias morales son mayores en la opinió n, en la discusió n y en ú ltimas en las decisiones. Los liderazgos fragmentados o en extremos son no solamente perversos, tambié n son catastró icos. Romero recuerda en sus textos que en sociedades tan desagregadas y fragmentadas, tan parcializadas y má s aú n, tan bochornosamente lideradas por personalismos polıt́icos, es imposible una renovació n creativa de la universidad y recomponer ese diá logo, de la universidad hacia adentro y de la universidad hacia afuera es tarea de cualquier liderazgo universitario. Uno de los má s adelantados y destacados soció logos polıt́icos del siglo XX, Robert Mitchels, admitió que a una mayor masi icació n de la sociedad es imprescindible una mayor injerencia del liderazgo, no solo en la habilidad polıt́ica, sino igualmente en la comprensió n social. De modo, que bajo esos criterios analıt́icos, en nuestro retroprogresismo universitario, estamos perdidos y a la deriva. El problema del liderazgo no es la pantalla, la vocinglerıá, la apariencia y el buen registro, por el contrario, solidez analıt́ica, comprensió n social y polıt́ica, re lexividad y ante todo, calidad en la opinió n y en la argumentació n, en ú ltimas talento para unir lo administrativo con lo cientı́ ico, lo humano con lo té cnico, lo teó rico con lo prá ctico. Pero no es fá cil en una sociedad que para ganar audiencias y para ganar pú blicos se esperan otros valores como esperpentos de actitudes: simulació n y mucha negociació n polıt́ica. ¿Có mo apreciar lo vano de lo fú til? El liderazgo entonces no es un problema de registros, menos aú n de tıt́ulos, es de la omnicomprensió n de lo alcanzado en má s de dos siglos por la universidad y de la capacidad de sın ́ tesis que si bien se ejecuta en unos añ os, logra un proceso de cambio y de transformació n, en medio de la degradació n por la hegemonıá del tiempo, lo corrosivo de la velocidad y la falta de pausa, quietud y contemplació n.

Serıá decoroso y al menos, de pundonor, que el tema fuera abierto desde la administració n central, los candidatos a la rectorıá, las fuerzas polıt́icas internas y externas, todos los estudiantes, los profesores, asociaciones y estamentos de la universidad, todos aportarıán a una actitud que recompensarıá los cien añ os que se conmemoran a propó sito de la Reforma de Có rdoba. Romero señ aló que la deuda generacional que en su é poca, la comunidad universitaria tenıá con el levantamiento de los estudiantes de Có rdoba era impostergable, requerıá su saldo y al menos su postulació n y divulgació n pú blica. ¿Saldaremos despué s de cien añ os esa deuda en la Universidad de Antioquia, que cumplirá 215? Como muy pocos saben o rememoran - no por nostalgia - por evocació n y emulació n, la Reforma tuvo entre otras realizaciones: alentó la des-feudalizació n de los saberes y conocimientos, la desmonopolizació n de las decisiones universitarias en castas o grupos clasistas y burocratizados, ası ́mismo potenció una universidad auté nticamente pensada para el pueblo y al servicio de lo pú blico. Como podrá n notar quienes lean esos escritos de Romero, en esa serie de publicaciones - narradas o escritas - auguraba, los retos, pero igualmente los compromisos que la comunidad universitaria debıá asumir, en un tiempo de caudillos, violencias, dictaduras y personalismos polıt́icos en el llamado cono sur. El liderazgo no era una cuestió n de habilidades polıt́icas o una suerte de amparos polıt́icos por patronazgo o patrimonialismo, es decir, el liderazgo se ejercıá por conocimiento de las condiciones de la universidad y ante todo, por una larga re lexió n en los problemas sociales, polıt́icos y culturales, que má s allá de la estadıśticas y los datos, requieren al menos comprender los cambios de mentalidad, de costumbres, de há bitos y de formas de relació n o de sociabilidades. No obstante, lo anterior, una norma o muchas, unas leyes o muchas, una polıt́ica o muchas, unas decisiones o muchas, no

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No obstante, claridad y transparencia, é tica y responsabilidad juegan su suerte, ante el peso de las clientelas, la corrupció n, la adulació n, la competencia y el egocentrismo que en lucha individualizada, hace de la universidad, cada vez menos, el recinto de futuros promisorios, para arrojarla a decadencias y a actitudes conformistas. En medio de un proceso polıt́ico má s en el paıś, la universidad deberıá asumir el reto de repensar la democracia, no avalar con la desfachatez de eventos arti iciosos y arti iciales, procesos que de ante mano, ya vienen viciados, como se insiste, con una elecció n rectoral que no le corresponde a los estamentos, si no a fuerzas que está n por fuera de ella.


cambiará n el trato o el modo en que nos venimos relacionando en la universidad: competencias vs colegajes; rivalidades vs consensos; enemistades vs cooperació n, en in, muchas otras formas de vinculació n que niegan la esencia y los valores de la universidad pú blica. Pluralismo, convivir con la diferencia, disenso, polé mica, y cuali icar la opinió n y el debate pú blico han de estar en el horizonte, en la esperanza y expectativas de una nueva universidad pensada en un proceso electoral y bajo nuevos liderazgos. En ú ltimas, los relatos dejados por Romero, rinden homenaje y cubren el saldo con la generació n estudiantil argentina de Có rdoba, aparecidos en su libro La Experiencia Argentina. En una universidad plagada por lo ornamental de la discusió n y los procesos, por la presió n de efectismo mediá tico y el espectá culo, por el rumor, el chisme y el comentario de pasillo, en in, por re lexiones de corrillo, plantearnos las relaciones entre universidad, elecciones y liderazgo, en un momento en que está pró ximo a decidirse la elecció n de un nuevo rector o la continuidad del que rige nuestros destinos acadé micos, resulta tan oportuno como pertinente, no es insulso y menos impertinente.

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Ası,́ no es una casualidad que Romero fuera nombrado como rector de la Universidad de Buenos Aires en 1955, porque contaba con dos cualidades que hacıán parte del liderazgo universitario de su tiempo; por un lado como maestro e intelectual, unıá a un mismo tiempo, compromiso polıt́ico con los asuntos sociales y populares de su paıś; por otro lado, su amplia y reconocida trayectoria productiva en los estudios sociales e histó ricos de Latinoamé rica y el mundo le daban autoridad en una labor docente de má s de 30 añ os de enseñ anza-aprendizaje, con lo cual podıá afrontar la deriva y redireccionar la marcha de la universidad argentina. En el anterior sentido, Romero como ningú n otro personaje que haya liderado una universidad pú blica, reunıá en su momento, experticia cientı́ ica con responsabilidad é tica y polıt́ica. Comprendió como ningú n otro, las complejas relaciones entre academia y administració n universitaria. Ademá s, como "maestro", unıá al mismo tiempo, la autoridad de la igura intelectual y un activismo polıt́ico que le permitıá pensar la universidad, ya no desde los vaivenes clientelares de los acuerdos o las negociaciones polıt́icas, para alcanzar altos cargos pú blicos, sino por el contrario, porque su responsabilidad y é tica como educador le exigıá tender un puente con la realidad social de su paıś, con su entorno inmediato, hacer un diá logo efectivo - no imaginado y supuesto - entre la universidad y la sociedad. En su escrito inalizaba con la siguiente re lexió n: "La Universidad, como la cultura, se nos aparece como algo concreto: sus edi icios, sus laboratorios y bibliotecas, sus alumnos y sus profesores. Es tambié n un cierto caudal de saber que discurre entre ellos, cierto sistema de pensamiento, cierta imagen del mundo, todo lo cual anida en los espıŕitus, y preside las relaciones entre los hombres. Pero todo eso no constituye sino una de las facetas de la Universidad, la que vive en el mundo de los hechos, la que hemos heredado. Má s la universidad no es só lo eso. Mucho má s que eso, es tambié n la universidad que queremos hacer para que acoja el saber que vamos creando, saber nuestro, irrenunciable e intransferible, saber entrañ able nuestro y no heredado, sino creado con la efusió n de nuestro espıŕitu y con el que quedan comprometidas nuestras vidas" .2

2 Romero, José Luis. “La Reforma universitaria y el futuro de la universidad argentina” (1956). En:La experiencia argentina y otros ensayos. Buenos Aires. Editorial Belgrano. 1980.p.359.


(in) QUIETUD UNIVERSITARIA Por: Jaime Rafael Nieto López. Una de las asignaturas pendientes en la Universidad de Antioquia respecto del ejercicio de la autonomıá universitaria es la que tiene que ver con el derecho de los universitarios a darse su propio gobierno, en particular el derecho de los universitarios a elegir democrá ticamente el Rector; este derecho ha sido hasta ahora burlado por las directivas universitarias, especialmente por el Consejo Superior Universitario (CSU), quien se ha amparado en la "letra" de lo que sobre la materia establece la ley 30 de 1992 en el sentido de que el Rector es designado por el CSU previa realizació n de una consulta universitaria que no es vinculante, es decir, que no decide. En efecto, esta "letra" de la ley 30 de 1992, en su Artıćulo 62, dice: "La direcció n de las universidades estatales u o iciales corresponde al Consejo Superior Universitario, al Consejo Acadé mico y al Rector". Y el Artıćulo 64 de la misma ley precisa: "El Consejo Superior Universitario es el má ximo ó rgano de direcció n y gobierno de la universidad y estará integrado por: a) El Ministro de Educació n Nacional o su delegado, quien lo presidirá en el caso de las instituciones de orden nacional. b) El Gobernador, quien preside en las universidades departamentales. c) Un miembro designado por el Presidente de la Repú blica, que haya tenido vın ́ culos con el sector universitario. d) Un representante de las directivas acadé micas, uno de los docentes, uno de los egresados, uno de los estudiantes, uno del sector productivo y un ex-rector universitario. e) El Rector de la institució n con voz y sin voto". Y en cuanto al Rector de las universidades estatales, el Artıćulo 66 de la misma ley establece: "El Rector es el representante legal y la primera autoridad ejecutiva de la universidad estatal u o icial y será designado por el Consejo Superior Universitario. Su designació n, requisitos y calidades se reglamentará n en los respectivos estatutos" (é nfasis mıo ́ ).

Sin embargo, de cara a lo establecido por la Constitució n Polıt́ica de Colombia y artıćulos precedentes de la misma ley 30 de 1992; los artıćulos antes citados, esto es, la "letra" que invocan las directivas universitarias para negar el cará cter vinculante de las consultas universitarias, representan una contradicció n en los té rminos. Dice el Artıćulo 69 de la Constitució n Polıt́ica de Colombia: "Se garantiza la autonomıá universitaria. Las universidades podrá n darse sus directivas y regirse por sus propios estatutos, de acuerdo con la ley". Y la Ley 30 de 1992 en el capıt́ulo VI, Autonomıá de las instituciones de educació n superior, el Artıćulo 28 establece: "La autonomıá universitaria consagrada en la Constitució n Polıt́ica de Colombia y de conformidad con la presente ley, reconoce a las universidades el derecho a darse y modi icar sus estatutos, designar sus autoridades acadé micas y administrativas, crear, organizar, y desarrollar sus programas acadé micos…". (é nfasis mıo ́ ) ¿Corresponde la "letra" que invocan las directivas universitarias con lo establecido por la Constitució n y la ley? ¿La designació n del Rector por el CSU se corresponde con los preceptos de la autonomıá universitaria consagrados por é stas? Si hay algo en lo que concuerdan todos los candidatos actuales al cargo de Rector de la Universidad de Antioquia es en negar el derecho de los universitarios a elegir democrá ticamente a sus directivas universitarias, particularmente al Rector de la Universidad. En uno de los pocos foros con los candidatos a la rectorıá, hubo incluso un candidato que en su sabidurıá marco idelista expresaba su complacencia con la vigencia de un "ré gimen parlamentario" en la universidad para oponerlo al "ré gimen de democracia directa" que supuestamente estarıá en la base de quienes reclaman el cará cter vinculante de las consultas universitarias. ¿Ré gimen parlamentario en la universidad? Un cuerpo meramente corporativo, tal como lo es el CSU, ni siquiera alcanza a compararse con las Cortes de Castilla o de Leó n durante los siglos XII y XIII de la Españ a medieval

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Ya lo hemos dicho en otras oportunidades con ocasió n de la designació n cada tres añ os del Rector de la Universidad por el CSU: se trata, por un lado, de un CSU que de todo tiene menos de universitario, pues por su composició n la mayorıá de sus miembros son agentes extrañ os a la Universidad; mientras que, por otro lado, el Rector no es elegido democrá ticamente por los propios universitarios, sino designado por el CSU.

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Como el derecho no es unıv́oco y la interpretació n de la ley, esto es, el sentido de la misma, no es só lo un ejercicio de hermené utica jurıd ́ ica, sino tambié n de relaciones de fuerza entre actores por la disputa del sentido, este oximoró n contenido por la misma normatividad, seguirá prevaleciendo en los rincones altos y bajos de la Universidad, desde luego, mientras no haya un cambio en esa relació n de fuerzas. Entre tanto la "letra" normativa de las Directivas Universitarias seguirá siendo tambié n la de la legalidad antidemocrá tica que niega la mayorıá de edad acadé mica y polıt́ica de los universitarios. Sin embargo, el oximoró n no es paralizante; no aquieta, aunque inquieta. No es quietud sino inquietud. El Artıćulo 69 constitucional y el Artıćulo 28 de la ley 30, tampoco está n ahı ́de adornos, cumplen esa funció n simbó lica de "hacer creer", que ha destacado Garcıá Villegas respecto de aquellas normas destinadas a producir e icacia simbó lica en sus destinarios y de sucedá nea a la e icacia instrumental contenida en las mismas; para nuestro caso "hacer creer" que en efecto se garantiza la autonomıá y la democracia universitarias (la separació n entre "las palabras y las cosas"). Siendo ası:́ ¿Tiene sentido la pregunta a los candidatos a la rectorıá acerca de si se comprometen, quien quiera que sea designado Rector de la Universidad para los pró ximos tres añ os, con la presentació n y aprobació n ante el CSU de un proyecto de Acuerdo Superior que haga realidad el cará cter vinculante de la consulta universitaria en la designació n del Rector? ¿Tiene sentido preguntarles, por ejemplo, si se comprometen con que este Acuerdo Superior establezca como norma para la designació n del Rector que lo sea aquel o aquella candidata que resulte ganador o ganadora en la consulta universitaria? ¿O, por ejemplo, que el CSU designe al Rector entre los dos candidatos que mayor votació n hayan obtenido en la consulta universitaria? Má s todavıá: ¿Tienen sentido los foros con los candidatos y la consulta universitaria misma? Lo tienen, sin duda, en funció n de la puesta en escena de la farsa. ¿No serıá acaso má s coherente con esa "letra" de la ley de las directivas universitarias, que en las pró ximas designaciones de Rector, en vez de escuchar a los candidatos, escuchemos en foros pú blicos a los miembros del CSU, decisores reales del Rector, que nos expliquen y sustenten cuá l es el per il del Rector que quieren designar segú n sus expectativas de Universidad? Podrıá ser, por lo menos mientras la inquietud toma forma.

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Medellın ́ , 20 de febrero de 2017. Jaime Rafael Nieto Ló pez Departamento de Sociologıá Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, UdeA


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