Manual de formación Civico Politico

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Y en el caso de Guatemala, a partir de que cumplimos los 18 años, somos considerados mayores de edad, es el tiempo de sacar nuestra cédula y ser considerados legalmente como ciudadanas y ciudadanos. Podemos entonces votar en las elecciones para presidente, diputados y corporaciones municipales. También la justicia se aplica hacia nosotras y nosotros como adultos. Pero, aunque en Guatemala a partir de los 18 años ya somos mayores de edad, nosotras y nosotros pensamos que también se debe considerar que somos adultos jóvenes, pues por nuestra edad, tenemos formas propias de pensar y de vivir. Según las Naciones Unidas somos jóvenes hasta los 24 años, aunque en muchos países se habla que se es joven es hasta los 30 años o incluso hasta los 35 años. Sin embargo, en diferentes momentos de la historia, en diferentes partes y en diferentes culturas, la idea de niñez y juventud es distinta y cambia. Por ejemplo, en la mayoría de comunidades rurales e indígenas, el cambio principal es cuando una persona se casa o se une con otra para formar una familia; entonces entra al mundo de los adultos. Incluso, desde la cultura maya, una persona mayor que no se ha casado se considera que, aunque ya no sea joven, no es aún una persona completa, pues le falta su complemento. También en los países pobres, la mayoría de las veces, desde pequeños asumimos responsabilidades de adultos, pues debemos cuidar a nuestras hermanas y hermanos menores y debemos trabajar para contribuir a los ingresos económicos de nuestra familia. En la cultura en que vivimos, la sociedad es adultocéntrica, es decir, centrada y dominada por los adultos, quienes ejercen un control sobre quienes no lo son. De allí que la visión dominante es la de que se nos considere a las niños, niñas, adolescentes y jóvenes como objetos de protección. Se considera que nosotras y nosotros “somos chiquitos”, aún no somos personas completas, somos inmaduros, irresponsables e incapaces y, por lo tanto, que no sabemos lo que queremos y no podemos ni debemos meternos en cosas de “los grandes”. Se nos considera que no somos personas completas y por lo tanto que las y los adultos deben completar aquello que nos falta. O bien, nos ven como peligrosos, porque se piensa que somos rebeldes, violentos, ladrones y delincuentes. Es lo que se ha llamado la cirminalización de la infancia, adolescencia y juventud, es decir, vernos como criminales; por ser jóvenes, nos ven como posibles delincuentes. En otras palabras, las niñas, niños, discriminación por nuestra edad.

adolescentes

y

jóvenes

sufrimos

una

Otra forma de vernos es de la manera que nos ven los grandes empresarios, que nos consideran posibles “consumidoras y consumidores”, es decir, posibles compradores de sus productos. A ellos les interesa vender sus productos, no importa si sirven o no, pues esa es la forma en que ellos sacan ganancia y se enriquecen más. Desde esa visión, no les interesa que nosotras y nosotros pensemos con nuestra propia cabeza, sino que sigamos las modas y las formas de vida que el sistema nos hace creer que es la mejor forma de vivir. En esa forma de pensar, las personas valen no por lo que

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