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Erídano Suplemento de Alfa Eridiani nº 23 La colmena y sus alrededores. Cuentos de un futuro próximo.

no lo habían impresionado. Su récord para desollar un animal era de ocho minutos, desde el primer corte bajo la garganta hasta el último en la unión del cuerpo con la cola. Había ganado un premio de producción por esa velocidad y tenía el diploma colgado en su sala, sobre la chimenea eléctrica. Con aquel espécimen en particular de rata de los Apeninos que había observado, se podría fabricar un hermoso diván de tres asientos en piel verdadera. Medía un metro veinte de altura hasta el lomo, por cuatro metros abundantes de largo, comprendida la cola. Los cazadores profesionales que arriesgaban su vida recorriendo las montañas y buscando esas bestias, se harían pagar muchísimo dinero por una presa similar. Por desgracia, Julio no era uno de esos cazadores. —OK, belleza... —la lisonjeó—. Tengo otros asuntos en qué pensar. Ahora, yo me voy por mi camino y quedamos tan amigos como antes. Dio un paso adelante. La rata rugió: —¡SQUIIIT! Julio se puso a correr. El animal tenía hambre y no se dejó sorprender. Desfondó el revestimiento de resina de vidrio del cobertizo como si fuera de cartón y lo siguió. Las garras no se afirmaron bien sobre el asfalto, permitiendo que el fugitivo ganara diez metros de ventaja. La rata tenía los pulmones entrenados y en una carrera de medio fondo se lo habría tragado, por lo que Julio decidió descartar el camino a su izquierda, y entró por un estrecho sendero en bajada. La bestia, detrás de él, resbaló en el declive, rodó y perdió otros quince segundos. —¡Lo puedo hacer! ¡Lo puedo hacer! ¡Lo puedo hacer! —se incitó Julio a sí mismo, corriendo sin aliento. Giró por un recodo del sendero sin salida y se topó con una nidada de ratitas recién nacidas, pero grandes como dobermans. ¡Recto a la madriguera! La rata madre le llegó por la espalda. Se alzó sobre sus patas posteriores, husmeando el aire con insistencia. Chilló con dulzura y los cachorros la imitaron levantándose. Primera lección a su prole: enseñanza elemental para la degustación de un ser humano. Julio sacó el cuchillo, se golpeó el muslo con una mano y la desafió: —¡Adelante, veamos cuál es la especie dominante! Hora 23:00 —Antonio, cuando lleguemos cerca de la parada obligatoria, ve despacio y basta. Daremos una mirada alrededor para ver si ha llegado el tipo de esta mañana, tanto Página 110


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