Señor, no solo eres el Pan vivo que me alimenta, eres mi refugio, mi esperanza, mi fortaleza, mi consuelo ¡Bendito y alabado seas, Señor!
Boletín N° 11 • Año • 14 junio 2020
Corpus Christi: tiempo de profundizar sobre nuestra identidad en Cristo Por: Pbro. Roberto Carlos Durán, S.J.
Celebrar Corpus Christi significa también responder con un corazón generoso para amar y compartir con el que más necesita. Hace una semana celebramos la presencia de Dios en el mundo, en tres personas diferentes, tres maneras de manifestarse de un Dios cercano que camina con nosotros y vive en nosotros. Este domingo celebramos la
presencia real de Cristo Resucitado en el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre, presencia de Dios hecho hombre, quien nos hace partícipes de su misión salvadora en el mundo. Esta celebración nos invita a profundizar sobre su significado y a examinar nuestra vida a la luz de la misión que Cristo nos encomienda al entrar en comunión con su Cuerpo y Sangre: ser ofrenda permanente de su amor y su entrega para nuestro prójimo. Nuestra misión de cada día es permanecer en Su amor, que nos hace seres humanos plenos. La perfección que buscamos es amar como Dios ama, lo cual requiere la constante dinámica de la conversión, es decir, el ejercicio diario de buscar el verdadero camino cuando por nuestras faltas nos extraviamos.
Tiempo para afirmar nuestra identidad cristiana. Comer el Cuerpo de Cristo y beber su Sangre significa dejar que su espíritu actúe en nosotros, que nuestra identidad se configure a su persona, como lo expresa San Pablo en su carta a los gálatas cuando afirma: “ya no vivo yo, es Cristo que vive en mi” (Gal. 2, 20). La presencia de Cristo resucitado trasciende tiempo y lugar, es decir, nos acompaña siempre. Vivir animados por el espíritu Santo significa vivir nuestras tradiciones litúrgicas buscando siempre profundizar su significado para nuestra propia vida espiritual y comunitaria. (Continúa en página siguiente)