Lo primero que hay que decir de este patrimonio es que no constituye un patrimonio inerte, no es obsolescencia técnica o social, no es monumento, no es arte y, por supuesto, no es etnografía (siendo dialécticamente todo lo que hemos negado con anterioridad). ¿Cómo podemos definir este patrimonio sin incurrir en anacronías y tergiversaciones que nos alejan del significado real? Bueno hay varios caminos y, con riesgo de equivocarme, tomaré uno de los posibles trayectos. Aquél que nos permita utilizar esos testimonios materiales o inmateriales como un sistema de conocimiento para intentar llegar a una estación de destino rotulada con el título de: lectura integral del pasado, en este caso, ferroviario.