Mensaje de Navidad 2012

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MENSAJE DE NAVIDAD 2012 DE SU EXCELENCIA MONSEÑOR LEOPOLDO JOSÉ BRENES SOLORZANO ARZOBISPO DE MANAGUA

A Mons. Silvio José Báez, mi Obispo Auxiliar A mis Vicarios Episcopales, Foráneos y Sacerdotes, A los Fieles Católicos y a los Hombres y Mujeres de Buena Voluntad. Todo un ambiente festivo hemos vivido con la celebración en honor a nuestra Madre la Santísima Virgen María, ella la Madre del cielo fue el centro de la vida familiar, el centro de la actividad de nuestros lugares de trabajo, pues nos unimos para celebrarla, cantarle y elevar nuestras oraciones, por nuestra patria, nuestra familias y nuestras propias personas. Desde el 16 de diciembre, hemos iniciado un nuevo período espiritual para celebrar el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, nacido de una Virgen. Desde muy tempranas horas de la mañana, las campanas de nuestros templos han sonado para invitarnos a encontrarnos junto al pesebre, celebrar la Eucaristía y rezar la novena en honor al Niño Dios. Que hermosa experiencia sentimos en esta época, hay fiesta, hay alegría, hay gozo, saludos efusivos deseándonos una feliz navidad y un venturoso año nuevo, son expresiones constantes que nos dirigimos los unos a los otros con la expresión de felicidad grabada en nuestros rostros. Todo este ambiente en que vivimos deja una huella en nuestras personas, y es que sólo hay alguien que es capaz que esto sea una experiencia única, y ese es Cristo el Señor, por eso que hermoso que podamos vivirla intensamente, superando lo meramente superficial y ahondemos nuestra cercanía con la persona de Jesús, haciendo de esta época, de estos momentos una experiencia íntima, como parte de un encuentro personal y comunitario con Él. Quisiera invitarles con aquellas palabras que el ángel dirige a los pastores: “no tengan miedo”, si mis buenos hijos, no tengamos miedo de abrir en este tiempo, nuestro corazón al Señor que viene a traernos la paz, vamos a su encuentro sin temor alguno, tal como lo hicieron aquellos humildes pastores, que tomaron una firme decisión: “Vayamos a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado”. Cuando llegaron al lugar, “encontraron a María, a José y al recién nacido acostado en un pesebre”. No encontraron algo que los deslumbrara, algo totalmente fuera de serie, encontraron una escena normal, sencilla, una pareja atendiendo a su hijo recién nacido. Vamos hoy también igual que los pastores al


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