Blues del Perro de Pavlov

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Arnulfo Rubio Ríos

ENCORE

Camino a casa. La diferencia consiste en que no habrá mujer esperándome; ni habrá cama tibia, ni muslos suaves y cálidos enroscándose alrededor de mis piernas para darme calor. Tal vez sólo esté otra mosca. O la misma. ¡Qué importa! No habrá una presencia, ni indicios de ella, desperdigados por ese espacio, para darme claves, la certeza, de que alguien comparte el territorio. No habrá otro olor flotando entre los cuartos, ni de una persona, ni de café o perfume. Habrá paz. Soledad y frío, pero también tranquilidad a cambio. La balanza de pagos a veces se desajusta. Está bien. I’m goin’ home. Conozco dos versiones: la de los Stones y la de Ten Years After. Ambas estupendas. Los dos, Jagger y Lee, tienen su pacto. Ciudad casi desierta, Guadalajara. ¿Dónde será la próxima ejecución? En dos años no he visto una pelea callejera, ni siquiera por motivos de tránsito. ¿Dónde está el jaleo, la acción? ¡Tal vez mis correrías son tan inocuas, tan alejadas del mundo verdadero! Pavlov me ordena encender la radio.

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