Chantaje en Carnaval

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XIII

LUNES, 24 DE FEBRERO

A las diez en punto estaba el grupo reunido, preparado para recoger el dinero que creían merecer después del sábado de esfuerzo y sudor. Dentro de unos cuerpos quebrantados, todavía se estaban recuperando como podían de las agujetas. A Jairo le dolía la espalda en la parte baja, sobre todo en los músculos lumbares. Amelia llevaba muñequeras porque tenía las manos inservibles para coger lo más liviano, cualquier movimiento le recordaba que las articulaciones tienen demasiados elementos que nunca había reparado en ellos. Sol tenía todo el cuerpo derrengado y era incapaz de señalar qué parte le dolía más. Aunque Mara intentaba no quejarse para no bajar la moral de la tropa, llevaba con resignación el estropicio generalizado por todo el cuerpo, sobre todo en músculos y articulaciones. El corazón les palpitó más de prisa cuando a las diez y diez sonó el teléfono de Mara. La orden es que tenían que ir al café situado en la planta baja del centro comercial donde solían reunirse. -Ya estamos donde nos dijiste. -Os sentáis los cuatro juntos con un café cada uno. Se os acercará un punto con la pasta. La cogerás tú, Mara, y vas al baño a contar los billetes. ¡Cuéntalos bien, eh! Desde allí me llamas para decirme lo que hay. Mientras tanto, los otros tres se quedan con el julay para que no se mueva del sitio. Cuando me digas la cantidad, ya te doy las órdenes siguientes. ¿Vale? -¡Hostias, qué fuerte! ¿Y no tenemos que ir a ningún banco? -No, nada de eso, olvidaos de los bancos, que se quedan con la mitad, así, por el morro.

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