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OTROS RELATOS Y RITUALES DESDE EL TERRITORIO DEL BÍO BÍO por AOIR Laboratorio Sonoro (Concepción, Chile)

El surgimiento del estallido social a fines de 201 9 en Chile marcó un cambio en nuestro quehacer, el movimiento modificó radicalmente el paisaje sonoro urbano con transformaciones en el ritmo de la vida común. De golpe se expresó el rumor de las multitudes, el fuego y los cacerolazos nocturnos, protestas con sus cantos a coro de consignas, a contrapunto el sonido de la represión; balas, perdigones, palizas, gritos, las señales acústicas producidas por la policía, silbatos, todos ellos generaron un ritual civil que día a día se hizo habitual y cuyos efectos determinaron un permanente estado de alerta. La sobrecarga de información provoca cansancio, fatiga e inestabilidad emocional.

La urgencia de la situación se puso de manifiesto a través de su resonancia que quedó grabado a su vez en la memoria colectiva. Estallido I, Octubre, es una documentación sonora que reúne registros de espacios acústicos urbanos y sus ecos de lucha, conformado colaborativamente y que surge como testimonio del despertar del pueblo chileno para exigir dignidad.

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Este compilado de fonografía social fue convocado a través de AOIR y está alojado en la plataforma web Cartografía Sonora del Biobío.

Especulamos sobre un nuevo estado de silencio, posterior al cierre del comercio y los servicios en las ciudades y la cuarentena voluntaria u obligatoria a la que nos sometemos durante la pandemia. Planeamos habitar un silencio constante y profundo en las calles, y que esa condición nos permitiría encontrar registros sonoros sumamente ricos, a cambio de entregar la protestas y las barricadas.

El confinamiento ha apagado por un momento la manifestación en las calles, está disimulando la desilusión social contenida en un ambiente sonoro vaciado, la acústica de los espacios urbanos y domésticos es otra, no silenciosa, muda. Este encierro parcial nos releva sin embargo un modo de escucha diferente, complementario quizás, a contrapelo de la pesquisa de sonidos realizadas en el afuera, una escucha interior, intensificada por el aislamiento social.

Este nuevo paisaje pone de relieve elementos del entorno sonoro privado que descubrimos por primera vez a través de la práctica de la escucha.

En el ejercicio de focalizar en los eventos que nos rodean, posibilitamos una conexión con nosotras donde el sonido es guía hacia estados de relajación y concentración. El efecto de su registro logra reconocerlos, redefinirlos y aumentar la sensibilidad por las cosas al permanecer en una perspectiva de atención con el universo sonoro. Con cada vibración perceptible por el cuerpo a través de los sentidos hay nuevas composiciones, otros relatos y rituales que refuerzan sentires y memorias activadas por el sonido han encontrado lugar en estos momentos que serán para reorganizar.

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