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Kryygi, aunque le llamaron D por Jorge Padula Perkins
La historia es una trama constante de hechos y de tiempos, que se diluye o patentiza en el conjunto social de acuerdo a una multiplicidad de circunstancias, entre ellas la creatividad de las artes. En efecto, el de la expresión artística es uno de los caminos por los cuales la historia se socializa, alcanzando una dimensión humana y emocional de particular valor para los individuos y los grupos que se constituyen en públicos receptores de las obras de distinto tipo. Sin llegar el extremo denunciado por Gimpel (1972) quien afirma que “El fanatismo de los discípulos del arte puede llegar hasta considerar sin horror el bombardeo de Guernica, ya que dio a Picasso ocasión para pintar una inmortal obra maestra”, las obras de arte, en marcos estéticos que les son propios, tienen la capacidad ser portadoras de la historia en sus formas más emocionales, humanas y cotidianas. Es decir, el arte construye un discurso social significativo, en tanto “No existe discurso que no sea generado bajo condiciones sociales determinadas de producción” ni “existe discurso que sea recepcionado fuera de toda condición social de recepción” (de Ipola, 2008), incluyendo el sentido histórico.
para ser transformación en sirvienta y objeto de estudio por parte de la ciencia de su época ha sido motivo de inspiración para diferentes construcciones artísticas que, desde su propia estética, morfología y lenguaje, abordaron las vicisitudes de su vida, de su muerte y de su reencuentro. Sin vinculación previa entre los creadores, una obra de teatrodanza (Damiana. Una historia silenciada), una pieza teatral (Damiana, una niña Aché), una película documental (Damiana Kryygi) y un tema musical en el género de guarania (Kryygi… Kryygimaî), han sido emergentes artísticos y difusores de la historia de la Damiana, prisionera de la sociedad de su tiempo, hoy liberada, más allá de la muerte, en su tierra y con su pueblo, con el nombre de Kryygi. La historia de Kryygi
La cruel historia de Kryygi comienza en septiembre de 1896, hacia el sur del Ybytyruzú, cuando un colono encuentra a su caballo muerto y culpa del La historia de una pequeña niña hecho a gente del pueblo Aché, Aché, arrancada de su familia, su razón por la cual, secundado por lengua, su tierra y su cultura un grupo de hombres armados,
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atacó y dio muerte a tres nativos (dos hombres y una mujer). Al lado de la mujer asesinada, una pequeña (de aproximadamente 2 años de edad) lloraba desconsoladamente. Los mismos colonos blancos que mataron a su familia, se apropiaron de ella, dándole el nombre de Damiana, en virtud de ser entonces el día de San Damián. Más tarde la niña fue entregada a una familia en Argentina, con la que vivía como criada y sirvienta, al tiempo que, en nombre de la ciencia, comenzaba a ser objeto de observaciones, mediciones, estudios y fotografías, por parte de antropólogos vinculados al Museo de La Plata. Llegada a la pubertad, Kryygi comenzó a manifestarse insumisa, razón por la cual, quienes la tenían a su cargo, decidieron encerrarla en un hospital psiquiátrico, en donde murió, cuando tenía una edad estimada de 14 o 15 años, en 1907. Sus restos fueron ingresados en “colecciones” del Museo de La Plata, mientras que su cráneo fue enviado a un investigador en Alemania, donde fue “analizado” y resultó clasificado como