Vida Académica
Palabras del diplomático y alumno de intercambio argentino Sr. Francisco Franco
La Academia Diplomática de Chile “Andrés Bello” me ha brindado la posibilidad de vivir una privilegiada experiencia dentro del majestuoso Palacio Edwards: cursar una diversificada malla curricular que, abarcando enfoques políticos, jurídicos, económicos, culturales e históricos, me ha permitido desarrollar un mayor conocimiento de las relaciones internacionales en general y de la política exterior de Chile en particular. La experiencia ha sido extraordinariamente gratificante, desde lo profesional y desde lo personal. En el primer sentido por cuanto la excelencia de los profesores, el profesionalismo de todos los funcionarios, autoridades y personal de la ACADE, así como la sólida formación académica y la calidez humana de los futuros diplomáticos chilenos (generaciones 2015 y 2016), me han brindado inestimables herramientas que procuraré emplear en el desempeño de mi profesión como diplomático. Desde el punto de vista personal, mi experiencia en la Academia Diplomática ha sido tan gratificante como la académica. En este sentido, no puedo dejar de expresar mi más profundo agradecimiento y afecto a todos los profe-
Academia Diplomática de Chile “Andrés Bello”
sionales en formación de la generación 2016 que, desde el primer momento, me incorporaron al grupo como un compañero más de su promoción. De cada uno de ellos he aprendido muchísimo y me llevo innumerables recuerdos grabados a fuego en mi mente y en mi corazón. Un año de cursado en la querida “Acade” me permitió experimentar la profunda hospitalidad y amabilidad del pueblo chileno y comprender acabadamente la frase que proclama que “en Chile quieren al amigo cuando es forastero”, frase que –por otro lado- aprendí en el marco de una inolvidable celebración de las fechas patrias chilenas, realizada en la “Acade”, entre medio de payadas, cuecas, asados, terremotos, pebre y de delicadas pero indestructibles y gigantescas banderas de globo. Luego de mi gran experiencia profesional y personal, este año he reafirmado una gran convicción: el hecho de que Chile y Argentina están destinados a reforzar el lazo de hermandad que, con hito fundacional en el histórico abrazo de Maipú en 1818, ha sabido consolidarse a lo largo de dos siglos por la existencia de valores compartidos, vecindad
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