David Angulo de Haro - Claves del Éxito - libro 4

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Qué podemos hacer Las dificultades no dependen tanto de las adversidades en sí, sino de la forma incorrecta en que reaccionamos ante ellas. Conscientes de que nos sobrevendrán adversidades por distintas razones, necesitamos estar preparados mentalmente para reaccionar de forma inteligente y controlada. Lo peor que podemos hacer es angustiarnos más allá de lo normal, pues, necesitamos la mente fría para encontrar la solución. Necesitamos prever, planificar y tener control sobre los aspectos más importantes de nuestra vida para evitar que los problemas tomen cuerpo. Es importante ser lo más autosuficiente posible y depender lo menos posible de los demás. Es fundamental el control de la emociones. Las emociones son reacciones instintivas. Son un mecanismo de supervivencia. Nacen del instinto de conservación y aparecen cuando la persona percibe algo que puede causarle un daño grave. El ser humano percibe el mundo de acuerdo a sus conocimientos y experiencias, pero, sobre todo, de acuerdo a su estado emocional. De aquí la importancia de tener una filosofía positiva de la vida. Las personas emocionalmente equilibradas y sanas, perciben el mundo en positivo y piensan, sienten y actúan en positivo, en consecuencia, les va bien, lo cual incrementa su autoestima y fortalece su estado emocional; mientras que, las personas con problemas emocionales se sienten inseguras y perciben la vida como difícil y peligrosa, por lo cual, viven a la defensiva. Como es lógico, reaccionan mal y les va mal. Existen numerosas clases de emociones. Emociones positivas que nos impulsan al bien, tales como: La alegría, la felicidad, la ilusión, la fe, la esperanza, el amor, la compasión, la solidaridad, el espíritu de superación, etc. y emociones negativas, como la ira, la rabia, el odio, el resentimiento, la frustración, la envidia, numerosos temores (temor al fracaso, al futuro…) Estas emociones desencadenan conductas desadaptadas y destructivas, por lo cual, debemos controlarlas a tiempo. Tanto el control como el descontrol de las emociones son conductas aprendidas especialmente en la infancia. El ser humano recibe estímulos ante los cuales reacciona. Si los estímulos son positivos (afecto, apoyo, valoración, disciplina y motivación) las reacciones serán positivas. Si los estímulos son negativos, las reacciones serán negativas. Con el tiempo estas formas de reaccionar se consolidan y se convierten en hábito; es decir, en forma constante de reaccionar. Las personas pueden aprender y rectificar con el tiempo, pero lo cierto es que cada persona tiene una forma de percibir las cosas y de reaccionar ante las adversidades. Ante cualquier forma de adversidad es importante, tomar conciencia de lo que está ocurriendo y pensar que no es el fin del mundo. De esta forma la emoción pierde energía y queda desactivada. Es importante pensar que, ocurra lo que ocurra, siempre tenemos capacidad para salir adelante. A veces el problema es grave y no vemos luz al final del camino, pero debemos tener fe en que, poco a poco, la mente irá encontrando ideas y soluciones. En las adversidades no todo es negativo. Las adversidades son el crisol que pone a prueba el valor de las personas. Quienes no han tenido que superar adversidades tienen poco valor como persona. Gracias a las adversidades nos hemos visto obligados a reaccionar, a aprender, a encontrar mejores formas de hacer las cosas, a superarnos. Sin embargo, no necesitamos adversidades para evolucionar, podemos hacerlo a través del espíritu de superación. Las adversidades hunden a los hombres débiles en el fracaso y encumbran a los fuertes en el éxito. "No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba" Séneca Por tanto, no temas a las adversidades sino a tu incapacidad para superarlas.

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