Educar en la adolescencia. Sesión 1. Doc. 2

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EDUCAR EN LA ADOLESCENCIA Documento 2. AUTORIDAD, AUTONOMÍA Y LÍMITES EN LA ADOLESCENCIA. CÓMO EJERCER LA AUTORIDAD EN ESTA ETAPA. CÓMO PONER NORMAS A UN ADOLESCENTE: LA NEGOCIACIÓN. CÓMO ACTUAR ANTE UN CONFLICTO CON UN ADOLESCENTE. CÓMO EJERCER LA AUTORIDAD EN ESTA ETAPA Nuestros hijos buscan su identidad y autonomía pero todavía no están formados. En esa búsqueda se oponen a nosotros y a todo lo que representamos: valores, normas… Sería absurdo, mantener las mismas normas que cuando era un niño de 10 años. Las normas y límites deben cambiar con la edad, y permitir el uso de mayor autonomía a mayor maduración. ¿Podemos dejar a nuestro hijo/a adolescente sin normas y límites? Rotundamente, no. Las normas serán más ajustadas, pero serán necesarias para que alcance al fin su autonomía y adquiera responsabilidad.

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Hemos visto cómo debemos relacionarnos y mantener conversaciones para comunicarnos con nuestros hijos. En esta relación deben tratarse las normas que deben cumplir para que la convivencia familiar, su salud y la nuestra, su educación lleguen a buen término. Necesitan normas para sentirse guiados, y límites para saber dónde está el tope que no deben pasar y sentirse seguros. Cuando se transgreden ven que los hechos acarrean consecuencias.

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QUÉ ESTILO DE AUTORIDAD DEBEMOS TENER COMO PADRES. Está demostrado que el estilo de autoridad que ejercemos en los hijos tiene una repercusión en su educación y que los adolescentes, a la hora de alcanzar autonomía manifiestan diferentes comportamientos. Hay cuatro estilos de ejercer la autoridad: Estilo democrático, estilo autoritario, estilo permisivo sobreprotector, estilo permisivo negligente. Un estilo autoritario (quiere controlar todos los actos de su hijo y se pasa la vida dando órdenes) provoca en un adolescente la huída antes de haber alcanzado la madurez. Además, corremos el riesgo de que nos oculten su verdadera manera de actuar, siendo diferentes en casa y con los amigos. Terminarán odiándonos, pues se sienten incomprendidos. Un estilo permisivo, sobreprotector, (concede todo lo que quiera y evita responsabilidades) hace un adolescente inseguro, inmaduro, pues no sabe donde están los límites y no se ve forzado a buscar la autonomía porque no ha sufrido la presión de las normas. Será un joven con poca autonomía y poco acostumbrado al esfuerzo lo que habrá repercutido en sus estudios. Será muy exigente con sus padres y poco consigo mismo. Un estilo permisivo negligente (deja hacer lo que le da la gana a los hijos, pero no les protege y les da afecto, no se ocupa de ellos) hace un adolescente inseguro, inmaduro, que va a buscar en el grupo lo que no encuentra en la familia. Corre riesgos de verse envuelto en grupos organizados que ejercen la violencia y en el consumo de drogas. Generalmente, pues nadie le ha acompañado en los estudios, será un joven con “fracaso escolar” Nosotros debemos tender a adoptar un estilo de autoridad democrático, (pautas de conducta claras y coherentes y asunción de responsabilidad según edad) en el que las relaciones padres- hijos estén fundadas en el respeto y la colaboración, que acepten a sus hijos con sus defectos y virtudes, potenciando sus posibilidades, que den ejemplo, que propicien espacios de libertad para ejercer la responsabilidad y autonomía, que sean firmes y serenos pero flexibles, que sean coherentes en palabra y acción, que sean pacientes y admitan el error como herramienta de aprendizaje, que ayuden a sus hijos a corregir sus acciones con respeto y dando los tiempos y ayudas necesarios. Un estilo que sea más protector y dirigente en la infancia y vaya “aflojando las riendas” según vaya apareciendo autonomía en los hijos en los diferentes aspectos. El estilo democrático hace adolescentes socialmente competentes, responsables y que confían en sí mismos. COMO PONER NORMAS A UN ADOLESCENTE

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En la oposición hacia nosotros se generan conflictos cuyos motivos son generalmente la no aceptación de las normas que habían admitido para vivir en la familia y de otras nuevas que van surgiendo para poner a prueba su autonomía y responsabilidad: la hora de llegada a casa, salir por la noche, no consumir tabaco, alcohol y otras drogas… el aspecto personal, maneras de hablar etc.

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Un adolescente quiere autonomía, quiere una identidad propia y ensaya esa autonomía oponiéndose a la familia y su identidad con el grupo de amigos.


Las normas deben adecuarse a la nueva edad y situación pero son necesarias para evitar situaciones de riesgo innecesario, para proteger la salud del adolescente, para asegurarnos de su educación, para que exista buena convivencia en la familia, para asegurarnos de que desarrolle su autoestima y autocontrol etc. Las normas en la adolescencia no deben ser arbitrarias, deben ser razonables y no deben imponerse, deben razonarse dialogando con los hijos adolescentes y llegar a acuerdos, cediendo en unos aspectos menos importantes para ganar en otros (negociación) y dando al hijo oportunidades de ensayar su comportamiento responsable cuando no exista un verdadero riesgo. DE LA IMPOSICIÓN A LA NEGOCIACIÓN. Si tenemos que ayudar a nuestros hijos a que tomen sus propias decisiones y sean responsables de sus actos es necesario que aprendamos a relacionarnos con ellos dándoles ocasiones de actuar libre y responsablemente: ― Hacerles participar en la elaboración de las normas necesarias para que toda la familia se sienta satisfecha. ― Si la norma se incumple se procede a poner en práctica la consecuencia prevista. Así fortalecemos su autonomía. ― Toda negociación supone ceder por las dos partes. Si ven que nosotros lo hacemos en algunos aspectos ellos aprenderán a hacerlo y aceptarán ceder en otros. ― Tenemos que asumir que habrá que aceptar algunos riesgos, aquellos que por sentido común creamos que pueden asumir por madurez y edad. No hay normas para la negociación. Tenemos que tener en cuenta lo que nos jugamos: es muy importante, el diálogo razonado para explicar nuestra situación. Así empatizará con nosotros y comprenderá, aunque no la acepte, nuestra posición como adecuada a nuestra edad, papel, cultura, etc. no como una lucha de valores en la que pretendemos ganar. COMO ACTUAR ANTE UN CONFLICTO CON TU HIJO/A ADOLESCENTE

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Si la comunicación con un adolescente genera casi siempre un conflicto. Debemos saber cómo nos portamos las personas ante los conflictos y la mejor manera de hacerlo para que seamos capaces de salir bien de la situación. Si de pronto nos sentimos agredidos por nuestro hijo. ¿Cuál sería nuestra reacción? ― Pensar por qué ha podido actuar así. (+ +) (Yo soy OK y tú, hijo eres OK) ― Cuando reaccionamos devolvemos “el golpe” (+ -) (Yo soy OK y tú, hijo no eres OK) ― Le damos vueltas y nos sentimos mal. (- +) (Yo no soy OK y tú, hijo eres OK) ― No vale la pena. Prefiero no contestar. (- -) (Yo no soy OK y tú, hijo no eres OK)

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Vamos a analizar cada postura: Yo soy OK y tú, hijo/a eres OK (+ +) ― Me acepto como persona valiosa y tú, hijo/a también lo eres. (Me gusto)) ― Ante los conflictos contigo hijo/a busco la cooperación para resolverlos. Es la postura a la que debemos tender, la más positiva. Serías un padre agradable, que confías en ti y en tus hijos, crees en una buena relación y te esfuerzas por que reine la armonía en la familia. Yo soy OK y tú, hijo /a no eres OK (+ -) ― Yo soy mil veces mejor que tú, hijo y tú, hijo no eres nadie.(Me gusto) ― Ante el conflicto quiero imponer mi criterio, que es el bueno, y es difícil que pueda llegar a acuerdos contigo hijo/a. Eres un padre/madre engreído/a, que no soporta no llevar la razón. Sí algo sale bien es gracias a ti y si sale mal por culpa de tus hijos. Difícilmente te soporta alguien que no seas tú. Yo no soy OK y tú, hijo/a eres OK (- +) ― Yo soy una persona poco valiosa al lado de ti, hijo /a (No me gusto) ― Ante el conflicto, espero que tú, hijo/a y los demás lo solucionen todo y que carguen con las responsabilidades. Eres un padre que se siente inferior a tus hijos y demás personas que te rodean por lo que no te responsabilizas. Acomodas tus opiniones a las de ellos. Intentas gustar continuamente. Yo no soy OK y tú, hijo/a no eres OK (- -) ― Yo soy una persona poco valiosa y tú, hijo te pareces a mí. (No me gusto) ― Soy pesimista y fatalista, No acepto responsabilidades. Eres un padre rendido y amargado que piensa que piensas que tu hijo/a no tiene remedio.

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Una vez que sabemos cuál sería nuestra postura más utilizada, tenemos que trabajar para tender a la postura más positiva (++) la de pensar que tu hijo adolescente es alguien que quiere buscar soluciones igual que tú.

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INTERVENIR SIN HERIR: LA REGLA DEL “YO” DE THOMAS GORDON Generalmente, un adolescente nos hace perder los nervios y terminamos arrojándole a la cara una serie de improperios e insultos que hieren su autoestima. “Eres un vago, un sinvergüenza, un egoísta que sólo piensas en ti…” (Postura del tú) Esta postura nos hace dar un paso atrás en comunicación y cierra toda posibilidad de diálogo posterior. No debemos atacar a la persona, sino a la acción realizada. Lo más difícil es mantenernos en una postura positiva si tenemos que decir a nuestros hijos adolescentes que no nos gusta lo que hacen sin hacer que estalle la tormenta y la comunicación se rompa. Pero se puede hacer utilizando la regla del “Yo” de Thomas Gordon, especialista en psicología de la comunicación. Consta de cinco pasos: 1. 2. 3. 4. 5.

Nombrar el comportamiento inaceptable. Nombrar el sentimiento que se siente por causa de ese comportamiento. Nombrar el problema que se deriva. Nombrar el comportamiento pensado para sustituir al anterior. Nombrar el objetivo positivo que se quiere alcanzar.

El esquema base sería algo así: Cuándo hacéis (comportamiento inaceptable) me siento (sentimiento que provoca en ti) porque (problema que causa) si (comportamiento positivo que queráis que sustituya al anterior) ahora (objetivo positivo que se pretende conseguir).

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(Actividad práctica de comunicación asertiva. Ver Anexo sesión 1b).

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