Nervi Centenario

JUAN RICARDO

Homenaje de la Asociación Pampeana de Escritorxs

Ernesto del Viso | Sergio De Matteo | Santiago Echániz | Jorge Etchenique Ana María Lassalle | Edgar Morisoli | Alicia Santillán | Juan Carlos Tedesco

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Juan Ricardo

ERVI CENTENARIO 1921-2021

Ricardo Nervi: a cien años de su nacimiento por Ana María Lassalle

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Un 21 de septiembre de 1957 fui convocada por Ricardo Nervi, por entonces un maravilloso y a la vez combatido Director de Cultura de la Provincia de La Pampa, junto con otros poetas que, como yo, no vivían en Santa Rosa, salvo excepciones. El acto fue presidido por Rosa Blanca de Morán.

icardo Nervi vive en nosotros, los que aún transitamos los caminos de la escritura y de la poesía. No fui su alumna, ni lo traté demasiado pero de alguna manera todos los escritores descendemos de otros y damos a la luz a los nuevos. A él le debo nada menos que mi identidad de escribidora que en los últimos años se convirtió exclusivamente en poeta.

Eran poetas pampeanos venidos desde distintos rumbos y comarcas: Arturo Alberto Cestino y Héctor González Herrero eran de General Pico; José Alejandro y Miguel Ángel Lucero y Néstor ( Perico) Villegas llegaron de Eduardo Castex. Hijos de recordados Maestros Puntanos (no en vano en Santa Rosa existe una calle con ese nombre) abrevaban en los libros desde pequeños, Bustriazo y Lema eran santarroseños, Edgar había cruzado la “travesía”, al comienzo de su vida a la vera del Alto Colorado, en 25 de Mayo, su comarca poética. En cuanto a mí (entregado mi co-

Y en esos poemas retumba seguramente la potente voz que surge de libros como la Gleba y Otra vez la Gleba. Pero cuando tenía unos veinte años no me daba cuenta de que éste sería mi destino. Ocurrió así. Mi padre conocía a Nervi y le escribía a veces. Un buen día, le envió mis poemas ilustrados por él. Sólo un puñado, pasados en su vieja máquina y copiados con el mimeógrafo que tal vez anden en algún cajón de mi atestada biblioteca.

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razón al caldenal) por entonces había dejado Victorica y vivía con mi padre y mis pequeñas hijas en la chacra experimental de Guatraché.

Ese encuentro me cambió para siempre. Me volvió consciente de mi identidad de escritora y me señaló mi pertenencia. Comprendí al mismo tiempo que para mí la escritura y la poesía eran inseparables de la militancia civil. Y aquí otro pantallazo de recuerdos. Nervi en el exilio. Los años que la última dictadura militar lo obligaron a vivir en México y su capacidad increíble de cambiar el exilio por un quehacer creativo y académico irrefrenable.

El músico Delfor Sombra, también allí exiliado, me contó que Ricardo trabajó en México en la Secretaría de Mejoramiento Profesional de Educación Pública, dio clases en la Benemérita Escuela Nacional de Maestros, formó parte del equipo que definió los lineamientos y programas educativos para la fundación de la Universidad Pedagógica Nacional en la que permaneció y trabajó hasta su regreso a la Argentina. Cuando se es un buen docente uno debe mostrarse ante los alumnos como un modelo a seguir. Y él lo fue. No hablaré de su obra escrita literaria y académica pero, para finalizar, quisiera recordar que figuró en las Listas Negras de la Dictadura y es por eso que

la Asociación Pampeana de Escritorxs lo incluyó en la Pared de la Memoria de su sede.

Estoy orgullosa de compartirla con él. █

Nervi: un hombre que marcó el siglo por Sergio De Matteo

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uchas veces las fechas nos sirven para recordar y, a su vez, reponer hechos o figuras destacadas de un lugar. La historia se construye de esa manera, con los acontecimientos que marcan y rotulan una ciudad, una provincia o un país. Esas circunstancias son, han sido y serán, protagonizadas por hombres y mujeres. Bajo su influjo la historia tiene sentido y acumula, como capas geológicas, a cada uno de los actos que la fundan. Es decir, una sociedad se asienta sobre el capital simbólico, de los imaginarios, desde donde irradia una identidad social, una estructura significativa que interrelaciona a todos los segmentos comunitarios junto a las manifestaciones de sus sujetos integrados.

de 1921 en la localidad de Eduardo Castex.

“Tenía, al decir de Jorge Etchenique, un auténtico espíritu renacentista, porque no había campo social o intelectual que no lo atrajera” (solapa de Sonetos estrambóticos, 2012). En ese sentido, desde diferentes ámbitos (Gobierno, Municipalidad, Universidad, Instituciones intermedias) se homenajea y resignifica en estos días su figura señera y fundante de la cultura de La Pampa y, también, su trascendencia en el ámbito nacional e internacional.

Juan Ricardo Nervi comparte una característica esencial, particular, de las y los integrantes del campo intelectual pampeano, y es que conviven en sus trayectorias el desarrollo personal, individual, pero sin perder de perspectiva la grupal, lo colectivo. Por eso no sólo se va a destacar, como Edgar Morisoli, Ana María Lassalle, Escol Prado, Myriam Luce-

Este año se cumple el centenario del nacimiento del poeta, escritor, pedagogo, periodista, dibujante, gestor cultural y deportista Juan Ricardo Nervi, nacido un 19 de agosto 7

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ro, Guillermo Herzel, Basko Inchaurraga, Teresa Pérez, entre otras y otros, por su propio devenir sino que también por su compromiso en la órbita institucional o comunitaria; sea desde la Dirección de Cultura, la Universidad u Organizaciones no gubernamentales. Esos rasgos altruistas y solidarios, más allá de los debates de ideas, las contradicciones y las posiciones dominantes, son los que los convierten en referentes y ejemplos en nuestra historia provincial.

diálogo con el entorno y, también, con la otredad, es decir, con sus producciones simbólicas. En este caso particular, en un territorio que avanzaba embarcado en una lucha por la provincialización y luego sobrevendría el reclamo por los ríos, llegando a su paroxismo de la opresión con la última dictadura cívico militar eclesiástica y comunicacional, donde Nervi debe exiliarse en México.

Dentro de ese marco histórico, es más que lógico que hombres y mujeres marcados por lo que Morisoli denominó “la cultura de la adversidad” supieran, claramente, lo que significa la cultura y la política. Toda manifestación (o enunciado) es social, público, por lo tanto su emisor siempre estará disputando espacios, en el sentido bourdieano (1966), además dicha lectura se asocia a la hegemonía de un grupo o institución, bajo la óptica gramsciana, por lo tanto Nervi y sus colegas integran esa diáspora. Sin embargo, más alla del proyecto de ser reconocido y la producción individual/personal, no estaban obnibulados por el objetivo meramente individualista, al que luego se aggiornaron grandes sectores de la sociedad. Ante ese decálogo impuesto por el fin de la historia y el neoliberalismo, Nervi, Morisoli, Lassalle y demás, respondieron con un mayor compromiso social, comunitario,

Desde esos hitos se reconoce la tradición, la cual representa y refiere la producción simbólica de una región, la que le da sustento en el concierto territorial, nacional, amparada y potenciada desde sus mitos, sus paisajes, sus relaciones interétnicas, los colectivos sociales y artísticos; un sustrato que siempre estará en tensión con las tipologías culturales emergentes. Ese relato inaugural, a la vez que legitima determinado discurso o relato fundante, en la fricción también recompone un circuito de retroalimentación con las novedades de las nuevas generaciones, las cuales revisan y amplían el arraigo ancestral al sumar su cosmovisión a esos cimientos primigenios.

Esa toma de posición que vascula entre individual y colectiva, conforma la base de una

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partir de una dimensión material y otra simbólica, y se constituye en un escenario de luchas identitarias y políticas” (p. 30-31).

solidario, cuyos valores se asientan en esas batallas culturales e ideológicas. De esa misma forma lo preveé también Gramsci: “organización, disciplina del yo interior, apoderamiento de la personalidad propia, conquista de superior consciencia por la cual se llega a comprender el valor histórico que uno tiene, su función en la vida sus derechos y sus deberes” (Gramsci, Socialismo y Cultura, en Sacristán, 2004:15).

Esas batallas culturales estaban imbuidas por esas microhistorias (provincialización, ríos, militancia) que hacen al acervo politicocultural de la actual provincia de La Pampa, es decir, una identidad (que tendrá su propia dinámica), y la pampeanidad.

El sujeto es parte de la historia, hace la historia, se constituye en historia, por lo tanto participa en esa construcción bajo determinados ideales, sean culturales, políticos o sociales, e integra grupos que, de una u otra manera, componen la arena de disputa de la identidad, la cultura o la ideología.

La lectura académica o epistemológica sopesa los hechos históricos y el funcionamiento simbólico e imaginario de una sociedad, en ese sentido es interesante el planteo que realiza Daniela Bassa (2016) en cuanto a que: “El territorio provincial es concebido como el resultado social e históricamente desarrollado mediante estrategias de diversos actores que se apropian de un espacio y que se encuentran profundamente enraizadas política y culturalmente. Es producido por diversos colectivos sociales, a través de prácticas y representaciones que pujan por imponerse. El territorio pampeano se define, entonces, a 9

Juan Ricardo Nervi Ilustración del libro Plumas y pinceles de La Pampa (1955)

Desde la gleba de los inmigrantes, no se ha olvidado la participación de los criollos y los pueblos originarios, tanto sus escritos poéticos y ensayísticos así lo refractan, así como también sus gestiones en distintas instituciones.

Esa trayectoria se encuentra validada, o legitimada, en los diferentes premios y condecoraciones que ha recibido por los aportes de su obra, en las funciones que ha cumplido, sea en el ámbito estatal, en instituciones civiles, la Universidad o la industria editorial; y también en la publicación de sus producciones simbólicas en las antologías más importantes de la provincia, como Plumas y pinceles de La Pampa (1955), de Blanca Gigena de Morán; Estudios de literatura pampeana (1981), de Teresa Girbal; Textos literarios de autores pampeanos (1986), de Norma Durango y Doris Gonzalo.

Otros valiosos reconocimientos, que sitúan el lugar y el valor de su voz en el contexto local pero que trasciende las fronteras provinciales y nacionales, es la publicación del libro Rastro en la sal (1980) por parte del

Por eso Nervi tiene una activa presencia en diferentes medios, desde la educación y la pedagogía, pensando en la formación de los niños y niñas, pasando por el periodismo, una herramienta que en la provincia ha intervenido en las luchas que enumerábamos anteriormente, la gestión y producción cultural, desde donde se dará curso a las ideas que señalamos respecto a la identidad y a la historia territoriana. Nervi, como muchas y muchos más compañeros de ruta, asentará sus intereses desde los pueblos originarios, los criollos hasta la aldea gringa.

Recorrer su bibliografía es el modo más concreto que justifica y avala dicha matriz de pensamiento y de acción: Canto a La Pampa (1947), Canto lírico al General San Martín (1950), Enfoque lírico de La Pampa (1950), Gleba (1951), Otra vez la gleba (1961), Esbozo histórico de la educación en el ámbito Araucano - Pampa - Ranquel (1966), Tristán y la calandria (1977), Aldea gringa (1983), entre muchísimos textos más.

Nervi ha sido uno de los puntales esenciales en la fundamentación de la pampeanidad, junto a escritores y escritoras, investigadores e investigadoras, y poetas, que han conformado una sólida base en la que se asienta nuestra tradición.

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diario La Arena, con prólogo de Edgar Morisoli (“Umbral”); también una entidad solidaria, tan cara a las luchas de los santarroseños/santarroseñas y que se ha extendido a otras localidades, como la CPE, edita, junto a la Asociación Pampeana de Escritorxs y la Fundación Colegio Médico de La Pampa, el disco Sonetangos estrambóticos (2003), y a través de la editorial Voces (CPE), aparece el libro homónimo en 2012, con ilustraciones de Ricardo Carpani.

como su influencia en el campo intelectual en diversas investigaciones académicas dentro del proyecto “Campos culturales y campos de interlocución: procesos de identificación, tensiones y actores en un espacio regional (La Pampa y Norpatagonia, siglos XX y XXI)”, del que participan Claudia Salomón Tarquini (directora), Paula Laguarda (co-directora), María de los Ángeles Lanzillotta (co-directora), Silvia Spinelli (co-directora).

Investigadores/as: Ana María Romaniuk, Anabela Abbona, Ignacio Roca, Elisabet Rollhauser, Leda García, Florencia Prina, Melina Caraballo, Paula Chiuffo, María Fernanda Díaz, Caterina Muzalski, Maribel Verónica Leturia, Cristina Colombatti. Asistentes de investigación: Marisol Navalesi, Josefina Candia, Elena María Antivero Sánchez, Micaela Oviedo, LucianaAlzuri, Diego Aguirre.

El cancionero tan importante para la cultura pampeana, además de ofrecer las musicalizaciones de poetas como Juan Carlos Bustriazo Ortiz, Edgar Morisoli o Guillermo Herzel, también las poesías de Nervi fueron transpuestas a la canción: “La pampa es un viejo mar”, “Endecha del solitario”, “Flor de cardo”, “Para soñarte”, “Canción para mis manos”, “Soneto en verde”, por Alberto Cortez; “Balada”, “Bichito de luz”, por José Gerardo “Lalo” Molina; “Flor de jarilla amarilla”, “La cancioncilla del pan”, por Ernesto del Viso; entre otras.

Esto evidencia la importancia del pensamiento y las acciones en las que participaba Juan Ricardo Nervi, justamente en el disco citado se refería: “Es uno de los intelectuales de mayor fuste que La Pampa ha dado al país y a Latinoamérica”. Para terminar de sopesar su catadura quisiera resignificar las palabras de otro trabajador indispensable de la cultura pampeana, Ricardo di Nápoli, que en la bellísima reedición del libro de José Escol Prado,

También es incluido en el volumen Biografías pampeanas. 164 historias (2002), de los periodistas Norberto Asquini y Matías Sapegno. Es estudiada y analizada tanto su obra

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El agro en la cultura pampeana (1998), en la introducción titulada “Un libro en mis manos” resalta:

Bibliografía Bassa, Daniela (2016) La “pampeanidad” en debate: discursos y prácticas sobre la identidad provincial, Santa Rosa: EdUNLPam. Di Franco, María Graciela (2021) “Juan Ricardo Nervi. Maestro”, Praxis educativa UNLPam, Vol. 25, N° 1, mayo-septiembre 2021, pp. 1-4.

García, Leda (2013) “Armar una provincia”.

Construir identidad pampeana desde la pluma y la gestión: Juan Ricardo Nervi y Armando Forteza, ponencia en las V Jornadas deHistoria Social de la Patagonia, San Carlos de Bariloche, 07 y 08 de noviembre de 2013.

García, Leda (2013) “El ‘armado de una provincia’ o cómo construir identidad pampeana desde la gestión cultural: Juan Ricardo Nervi”, ponencia en el Workshop "Modernidades periféricas e identidades. Sociedad y cultura en La Pampa,siglos XIX-XX", Santa Rosa, 05 y 06 de diciembre de 2013.

García, Leda (2018) “Juan Ricardo Nervi: Contextos en la formación de un intelectual del interior”, ponencia en las Jornadas de Doctorandos y Becarios, Tandil, UNICEN, 12 y 13 de abril 2018.

Gramsci, Antonio (2004). “Socialismo y Cultura, 29 de enero de 1916”, en Sacristán M., Antología A. Gramsci, Bs. Aires: Siglo XXI.

“No imagino una librería sin amigos, pienso hoy a la distancia y entreverados con las letras en otro lugar. Tampoco imagino el libro sin compañeros.

Precisamente en el nombre de Ricardo Nervi, motor solidario de esta iniciativa, honramos la amistad de todos. Por ellos y gracias a ellos hoy empieza a caminar esta pequeña utopía.

Por eso una editorial” (p. 9).

Referencia implícita a la “Colección Rescate” de Ediciones Amerindia, pero por sobre todo a ese carácter en que lo individual además se asentaba en lo colectivo, en la comunidad. Por eso, parafraseando al “Ruso” di Nápoli, podríamos decir que no es posible imaginar la cultura de la provincia de La Pampa sin la presencia de Juan Ricardo Nervi. █

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García, Leda (2019) “Juan Ricardo Nervi & Lázaro Montes - Seudónimos y/o heterónimos en la producción escrituraria de Juan Ricardo Nervi”, ponencia en XXIV Jornadas de Investigación de la Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de La Pampa.

Santa Rosa, 8, 9 y 10 de octubre de 2019.

García, Leda (2019) “Juan Ricardo Nervi . Su itinerario en Buenos Aires”, ponencia en IV Coloquio La Pampa, La Selva, El Ande. Las vías interiores de la cultura argentina. Salta, 27 a 29 de noviembre de 2019.

Laguarda, Paula y Flavia Fiorucci (Eds.) (2012) Intelectuales, cultura y política en espacios regionales de Argentina (siglo XX), Rosario-SantaRosa: ProhistoriaEdUNLPam. Lanzillotta, María de los Angeles y Andrea Lluch (2015) Debates sobre La Pampa. A cuarenta años de las clases públicas del IER en la UNLPam. Santa Rosa: EdUNLPam. Nervi, Ricardo (2012) Sonetangos estrambóticos, Santa Rosa: Editorial Voces (CPE).

Salomón Tarquini y María de los Angeles Lanzillotta (Eds.) (2016) Redes intelectuales, itinerarios e identidades regionales en Argentina (siglo XX), Rosario-Santa Rosa: Prohistoria-EdUNLPam.

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Raúl Basilio Díaz (1862-1918) Maestro nacido en San Luis.

Gestionó la construcción de 350 escuelas.

Juan Ricardo Nervi: Vivir entre llamas* por Jorge Etchenique

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uan Ricardo Nervi es considerado por muchos un maestro, pero hasta los maestros tienen sus maestros. Nervi tuvo referentes, maestros a los que no conoció en forma directa sino a través de la lectura. Buscó sus raíces en Raúl B. Díaz y luego buscó las raíces de éste. Todos ellos conformaron lo que él llamó un plasma pedagógico. Nervi se formó en ese plasma, es decir en ese clima definido alrededor de la escuela pública, científica y laica.

Una fuente es el trabajo que escribió sobre el ideario pedagógico de Raúl B. Díaz, editado por la Dirección de Cultura de San Luis en 1959. La publicación se realizó con la dirección editorial de José Alejandro Lucero. En la

presentación Lucero aplica sobre Nervi las palabras de un soneto que lo sintetiza: “si todo lo que fui, de nuevo fuera… otra vez entre llamas viviría”. Veamos por qué.

Como ya mencioné, no sólo se identifica con Raúl B. Díaz sino con los maestros de éste. Según Nervi, cupo a Saturnino Camarero, hacedor de la primera geografía de la Pampa Central, “descubrir” las condiciones de Raúl B. Díaz, el que luego retransmitiera su formación a Nervi y tantos otros, para hacer de ese plasma pedagógico un countinium. Asevera Nervi que la formación de Raúl B. Díaz se dio en el trámite de toda una época decisiva para la subsistencia y preeminencia de una educación nacional, popular y progresista […] de acuerdo con una tesitura intelectual que nació, creció y se multiplicó en esa pedagogía

* Trabajo presentado en el Homenaje a Juan Ricardo Nervi, realizado en el Centro Municipal de Cultura de Santa Rosa el 7 de julio de 2005, a un año de su fallecimiento.

Publicado en la revista Museo Salvaje, Año VIII N° 19, Santa Rosa, verano de 2005, pp. 11-12.

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Fotografías de izquierda a derecha: 1) Amadeo Jacques; 2) Paul Groussac; 3) Almafuerte (Pedro Bonifacio Palacios) y 4) Aníbal Ponce.

de la acción que sigue siendo la ley 1420 de Educación Común.

Ese plasma pedagógico, dice Nervi, fue la forja de la docencia territoriana. A Nervi le apasionaba, se nota en su escritura, el heroismo, el martirio pedagógico, el ejemplo de aquellos que remaban contra la corriente y por eso referencia a Amadeo Jacques, quien viviera una odisea pedagógica en Tucumán.

También se identifica con otro francés, Paul Groussac, a los que se agregan Camarero y Almafuerte, otro maestro.

De Díaz destaca lo que éste dijo sobre el mejor maestro: el mejor maestro será el que más busca las dificultades para vencerlas, lo que nos recuerda la frase de vivir entre llamas, sin eludirlas, al contrario, buscarlas.

Claro, a veces el precio es la soledad. Nervi menciona otra frase de Raúl B. Díaz, alguna vez recuperada por Rosa Blanca de Morán: Donde quiera que paro, me encuentro solo.

Pero… ¿Por qué me he de parar? El desierto es grande. Sobre esta frase de Díaz, agrega Nervi: tal es el sentir de estos hombres que van a la vanguardia. Podemos agregar: tal fue el sentir de Nervi.

Entonces, la vida es eso, lucha, esfuerzo, soledad y sin embargo no hubo en él pesimismo alguno, al contrario. En un estudio sobre su admirado José Ingenieros, destaca una frase de éste: todo futuro es mejor y en marcha hacia ese futuro es que ubica su compromiso con la escuela pública.

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Nervi no idealizaba. De Raúl B. Díaz dijo que no llegó a indagar en las causas del atraso y la pobreza. Entonces, Nervi, aún desde su formación liberal, o bien trascendiéndola, llena ese hueco y dice con todas las letras lo que Díaz apenas insinúa. Claramente se refiere a la vía crucis del pueblo trabajador, sumido en la ignorancia, a designio de latifundistas y las diversas especies de explotadores por el regazo del capitalismo.

Por eso Nervi se identifica con Aníbal Ponce, mucho más cercano a su tiempo, en cuanto a las causas del analfabetismo y a la necesidad de una sociedad de nuevo tipo. En una nota en una revista cordobesa de 1958, cita una frase de Aníbal Ponce haciéndola suya: cuando a la cultura se la disfruta como un privilegio, la cultura envilece como el oro.

Coloca esta idea en la senda de José Carlos Mariátegui y está bien.

Sobre el tema de la responsabilidad del Estado en la educación, Nervi tomó nota de que Raúl B. Díaz, haciendo honor al laicismo, advertía a las autoridades en qué medida se despreocupaba el Estado de sus escuelas, en tanto que presta su incondicional apoyo a la enseñanza religiosa. Sobre la misma responsabilidad Estatal, Nervi agregó lo suyo. En “Educación Popular”, un periódico que codiri-

gió, daba cuenta, ya en 1963, de la segregación del sistema educativo, término que en los 90 fue reemplazado en la bibliografía educativa por segmentación para referir a esa desigual distribución del conocimiento, la misma que legalizó la Ley Federal de Educación.

Con todas estas citas quiero significar que Nervi no escondió las definiciones. No fue el suyo un camino sinuoso. Se sumergió en las conflictividades de todos los tiempos (clericismo vs. Enseñanza laica; dogma vs. Ciencia; lo viejo vs. Lo nuevo; segmentación vs.

Escuela igualitaria para todos).

Por ese mismo compromiso es que puede aplicársele nuestra frase inicial: Si todo lo que fui, de nuevo fuera… otra vez entre llamas viviría. █ José Carlos Mariátegui

Juan Ricardo Nervi: pasión por el conocimiento por Juan Carlos Tedesco

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mucho más la pasión por el conocimiento que el conocimiento mismo. Con este espíritu fue profesor de la Escuela Normal Nacional de San Justo y de Santa Rosa, docente del Instituto Bernasconi, profesor de Didáctica en la carrera de Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, infatigable difusor de conocimientos pedagógicos a través de libros, enciclopedias y colecciones en las más clásicas editoriales argentinas en las décadas de los años 50 y 60 y militante activo de la causa de la educación popular.

Por esa causa formó parte, como muchos otros, del exilio intelectual durante el proceso militar. México fue su destino y allí dejó una fuerte herencia en la Universidad Pedagógica Nacional, donde el recuerdo de su paso es aun muy intenso.

a fallecido Juan Ricardo Nervi, un pedagogo argentino, pampeano, formador de maestros, que tuvo la inusual virtud de acompañar su vocación de educador con una fecunda actividad en la literatura y en la pintura. Ya hace varios años que una de las peores enfermedades que puede sufrir un pensador lo privó (y nos privó) de su aporte intelectual y humano. Quizá las nuevas generaciones de educadores no lo conozcan, pero sería muy ingrato que su muerte pasara inadvertida.

Juan Ricardo Nervi fue uno de esos maestros que enseñan tanto con su obra teórica como con su generosidad personal. La articulación entre pedagogía, literatura y pintura lo convirtió en un humanista capaz de transmitir

La obra de Nervi incluye desde largos ensayos tratando de describir las pautas educati-

* Publicado en el diario Página 12, 10 de julio de 2004. ** Director IIPE-Unesco Buenos Aires.

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vas de las tribus indígenas que habitaron el territorio pampeano hasta ediciones cuidadosamente anotadas de los libros de Pestalozzi.

No tendría sentido hacer ahora una evocación de sus libros y artículos, de sus cuadros, poemas y cuentos. Nervi nunca se preocupó demasiado por sistematizar su obra. Era demasiado generoso para eso.

Su trabajo más fecundo fue, sin embargo, la formación de maestros. Luchando contra su tendencia natural a la espontaneidad, intentó sistematizar su tarea en este campo en uno de sus libros más difundidos: La práctica docente y sus fundamentos psicodidácticos.

Allí se recogen los resultados de su experiencia, pero Nervi nos advierte que ese texto no es más que un frío documento, expresión de lo que ha quedado de las experiencias llevadas a cabo en tenaces jornadas de trabajo intelectual.

Johann y Anna Pestalozzi durante las lecciones en la institución educativa Neuhof.

Conrad Ermisch, grabado en madera de 1882.

“Lo que no queda —dice Nervi— es lo que pasó.” Y eso que pasó se refiere a la conversación posterior a la clase, al consejo afectuoso, a la anécdota justa, al cuento apropiado.

Los que tuvimos el privilegio de recibir todo eso no podremos olvidarlo. █

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Algunas notas sobre Juan Ricardo Nervi: pedagogo pampeano por Alicia Santillán

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eleyendo artículos de Juan Ricardo Nervi para la conmemoración y homenaje por los 100 años de su natalicio, el día 19 de agosto del corriente, me detengo en uno particular de la Serie de Memorias de un normalista pampeano. “Pedradas” (1), de 1980, donde el eje que aborda es la evaluación.

Gran tema generador de debates permanentes entre decisores políticos, teóricos, técnicos y docentes y con importantes implicancias sociales y educativas en la trayectoria de vida de estudiantes y en las preocupaciones familiares.

Del mencionado artículo tomo algunas citas que a continuación transcribo: “El problema de las calificaciones (y las promociones al curso inmediato) sigue siendo ‘la espada de Damocles’ de los alumnos.

Liberado a la decisión profesional [...] Claro está no es menos patética la situación de los docentes honestos cuando se trata de ser ecuánimes respecto a la nota que merece a los educandos”. “¿Sobre qué catarbones calificaban los profesores? […] ¿hasta cuándo persistirá esta modalidad medieval, nefasta para la formación del alumno, competitiva y muchas veces fraudulenta?”.

“Fue en aquellas reuniones formales, taxidérmicas, jurídicas, en las que aprendí hasta qué punto el educando puede ser insectificado [...] ¿A quién interesaba la etapa por la que atravesaba aquel adolescente en su crisis

1. Nervi, Juan Ricardo. “Memorias de un normalista pampeano”.

Práxis Educativa, vol. 20, núm. 3, setiembre-diciembre, 2016, pp.

63-65. Universidad Nacional de La Pampa, Argentina. Disponible en h ps://www.redalyc.org/pdf/1531/153149743009.pdf El texto había sido publicado en el diario La Arena, 20 de junio de 1980.

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● En relación a la justicia curricular, que tenga en cuenta los intereses de las personas menos favorecidas, que se identifique con procesos democráticos y constructores de ciudadanía y a pensar en la igualdad como un proceso recursivo, de mejora continua de los aprendizajes y de mayor inclusión. Hacer consciente que la evaluación necesita ser comprendida como un sistema de distribución de poder y control social. ● Interpelada por la nueva reconfiguración socio cultural que implica la incorporación de las TIC a los procesos de enseñanza y de aprendizaje.

existencial? ¿Quién preguntaba si el traje estaba manchado porque era el único que tenía... y no podía pagar su limpieza al tintorero?”. “¿Por qué, a remolque de las calificaciones y su problemática, traigo a colación ‘esto’ de los conceptos? Sencillamente porque en el concepto se asienta la evaluación por excelencia, y [...] se parece más a una punición gratuita que a un comedido juicio de valor”.

Estas reflexiones realizada por J. R. Nervi en 1980 pone en eje cuestiones, que imagino aún se debaten y están vigentes, dentro de la formación docente.

Desde mi formación y de mi condición actual de jubilada, podría ensayar algunas especulaciones complementarias con sus cuestionamientos e interrogantes, por ejemplo, que la evaluación se concibe o debería concebirse: ● Como proceso marcado por un contexto histórico político y cultural particular, donde la tensión de una escuela para todos y la desigualdad y la exclusión son ejes que no debieran perderse en los vaivenes de la política, sino sostenerse como políticas de estado. Esta tensión debería actuar como espejo donde se refleje la práctica educativa en el más profundo sentido político y ético.

En su artículo, J. R. Nervi también nos señala su clara posición como educador y militante activo de la causa de la educación popular, cuando afirma que no puede ser cómplice de algunos delitos de “lesa pedagogía”. En el contexto de su discurso, creo que nos señala un camino: hacer un salto profundamente profesional para pensar la inclusión y la justicia curricular desde la práctica y desde la calidad de la enseñanza: “Cada profesor tiene la obligación que le demandan su responsabilidad profesional y su ética docente, toda vez que está en juego algo tan sutil y a la vez complejo como la personalidad de los futuros profesionales”.

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Y continúa: “Podría asegurar que un gran porcentaje de docentes, ignora cómo es la personalidad del alumno sometido a ese enjuiciamiento donde lo peyorativo prevalece sobre lo poco o mucho de positivo que éste posea. Y porque, además, cada profesor tiene la obligación que le demandan su responsabilidad profesional y su ética docente…”.

Entonces opino que hoy tenemos que pensar en tiempos pedagógicos que permitan invertir la ecuación y repensar que en “esa generalidad” que denominamos estudiantes, hay una diversidad de saberes, condiciones, capacidades, emociones, sentimientos, vida…, tiempos para reflexionar en cómo hacer que la moneda caiga del lado de la enseñanza. En este sentido, Nervi reivindicaría la importancia de la Didáctica entre las Ciencias de la Educación.

Por lo tanto, en el contexto actual el acto de enseñar supone, entre otras cuestiones, problematizar la evaluación en clave didáctica.

Derribar las barreras epistemológicas en el sentido que lo plantea la Dra. Alicia Camilloni (1997), para dejar de lado la inercia y avanzar en el saber y saber hacer, dudar de las naturalizaciones y poner en tela de juicio las rutinas profesionales.

Retomo la primera cita que enuncié en este artículo, “El problema de las calificaciones (y

las promociones al curso inmediato) sigue siendo ‘la espada de Damocles’ de los alumnos. Liberado a la decisión profesional…”.

Tal afirmación, invita a bucear sobre los conceptos de “educación y evaluación poderosa” (Maggio, 2012). La enseñanza y la evaluación poderosa remiten a las decisiones sobre qué instrumentos usamos, qué criterios se formulan para evaluar los aprendizajes, pero fundamentalmente a considerarlos en relación a qué sentidos se otorgan a la evaluación: como un momento estático y de cierre de un proceso, de creación de jerarquías de excelencia (Perrenoud, 1987), o por el contrario, como un proceso dinámico como el propio acto de conocer, siempre constante, innovador y creativo. Potencia que se revela ya no

Dra. Alicia Camilloni

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Juan Carlos Tedesco Ministro de Educación de Argentina (2007–2009).

como un proceso individual, sino grupal y social donde el conocimiento se construye. Especialmente a es a través de los procesos de retroalimentación (comunicación con los estudiantes) se incita a hacer posible la continuidad, a despojarnos de los aspectos institucionales normativos de la evaluación y hacer de ella un espacio formativo permanente, porque siempre será posible el aprendizaje.

tros que enseñan tanto con su obra teórica como con su generosidad personal. La articulación entre pedagogía, literatura y pintura lo convirtió en un humanista capaz de transmitir mucho más la pasión por el conocimiento que el conocimiento mismo”. Como humanista, creo sin temor a equivocarme, que J. R. Nervi hoy suscribiría a la idea de la igualdad como una construcción histórica, móvil dinámica y cultural. Construcción hecha de trabajo, imaginación, contradicciones, fantasmas, prejuicios, deseos, afectos… siempre profundamente humana, como lo es la profesión docente: constante y comprometida en sostener y reconocer los saberes y los interrogantes de nuestros estudiantes con nuestras mejores cavilaciones y dudas, algunas pocas certezas y mucha confianza en las posibilidades de aprendizaje.

Dice Juan Carlos Tedesco en una nota de opinión en Página 12 de julio de 2004 (2): “Juan Ricardo Nervi fue uno de esos maes-

2. Tedesco, Juan Carlos. “Pasión por el Conocimiento”. Página 12, sábado 10 de julio de 2004. Disponible en www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/1-37832-2004-0710.html

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Por último, me asalta la idea de una “posdata interrogativa”. ¿Qué hubiera opinado y conceptualizado Juan Ricardo Nervi sobre el actual panorama de la educación en pandemia? ¿Qué aspectos de su conocimiento pedagógico habría priorizado para difundir?

Supongo, no arbitrariamente, que hubiera retomado su posición teórica y ética y profundamente humana sobre la educación en la virtualidad, en la no presencialidad o en tiempos diacrónicos signados por el distanciamiento.

Además, habría reflexionado sobre la vorágine y los obstáculos para la profesionalización con los nuevos desafíos de la práctica docente en pandemia; sobre la lucha de las organizaciones sindicales por sostener la educación pública y fundamentalmente sobre las vivencias personales de los alumnos sobre el aprendizaje y la evaluación, que tienen un alto valor identitario, que los configuran como sujetos.

Estoy convencida de que si indagamos en su obra encontraremos muchos caminos para repensar, debatir y encontrar respuestas, que a mi criterio siempre serán transitorias, pues, como proponía Nervi, la educación debería ir a la par de los cambios sociales, científicos y técnicos en un sentido progresivo. █ Santa Rosa, 2021.

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Juan Ricardo Nervi: Umbral por Edgar Morisoli “… su provincia le duele como una matadura, le canta por la sangre como calandria overa”.

Luciano Agüero

D

esde lejos, sobre dos mil leguas de la inmensa y castigada piel de Améri ca, llegaron a La Pampa estos poemas de J. Ricardo Nervi. Más que llegar, regresaron. O acaso, en recto sentido, nunca se fueron de su suelo natal, de este terrón nutricio al que su poesía, aún cuando se lanza al rescate de los más sutiles o tensos espacios interiores, cuando afronta el tránsito por las zonas secretas y llagadas del ser, tiene siempre presente, siempre vivo. Regresa hecho palabra, labrado en canto y trascendido en canto, todo lo que la provincia esencial aquella que subyace y perdura más allá de las contingencias que tratan de menguar su destino, le dio por presencia y ausencia, desde la infancia hasta la madurez: en emoción, en pensamiento, en ese estilo humano inconfundible que es la pampeanidad. Una manera de ser

y sentir, hecha de llaneza y hondura amasada con mucho silencio y una serena voluntad de afirmación creadora; cordial en la doble vertiente del vocablo. Una cosmovisión, en fin, que la matriz bravía del Mamül Mapú fue troquelando, lenta pero firmemente, sobre el alma de los hombres venidos de tantos rumbos, y cuya progenie de confluencia encarnó en definitiva al pampeano actual. Pampeanidad: un diálogo con la tierra que no cesa jamás, que no se ahoga nunca; una metafísica de la planicie, tejida en sentimiento y reflexión, cuyo “tempo” lo marca tal vez el pausado ofertorio, la rueda fraterna del mate, y cuya trascendencia debe filiarse, en suma, a esa corriente imperecedera de sabiduría-en-la24

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sangre (las “mesmas vivas aguas de la vida”, como decía Teresa de Ávila), que vela y custodia la memoria del pueblo.

Y así nos adentramos en este poemario: denso, abarcador, maduro. Con nuevos tonos y actitudes expresivas: con una intencionada estructura de alternancias formales; y, lo que es más importante, con una cernidura del lenguaje poético rico y austero a la vez, que sublimado la etapa adánica, “nombradora” del paisaje, trasmina sus esencias, busca sus llaves sagradas. Pero también, en esta continuidad renovada, está presente la coherencia humana, el derrotero íntimo de una conducta vertical que identifica al poeta de Agreste, Gleba y Otra vez la gleba, con las voces de esta alta fronda apasionada que es su canto de ahora. Sin embargo, creemos que en este libro se manifiesta, además, otro hecho de especial significación para el poeta. En las propuestas juveniles de su “Enfoque lírico de La Pampa”, formuladas hace ya treinta años, Nervi pulsó, en rica sintonía la doble dimensión de lo pampeano: la realidad geográfica y su correlato o recreación emocional, “lo físico y lo metafísico” para usar sus palabras de entonces, configurando en el presunto dualismo ese misterio de la llanura tantas veces aludido y bastardeado por retóricos de turno, pero que él percibió como la clave última, palpable,

del devenir y el hacer del hombre en esta tierra. Y lo intuyó, porque compartió la peripecia cotidiana y el mundo anímico del agonista popular del paisaje.

Pensamos que después, por años J. Ricardo Nervi llegó a vivir como dimensiones casi antagónicas, en dolorosa lucha muchas veces, lo sensible y lo filosófico. El “abordaje sentimental de la realidad” como él gusta calificar a la poesía, frente al quehacer conceptual que analiza e intenta racionalizar impulsos motivaciones y razones existenciales. (Ya Antonio Machado en las “Notas sobre la Poesía” recogidas en Los Complementarios, nos habló de esto con fino discernimiento, advirtiendo que: “… el poeta, cuyo pensar es más hondo que el del mero filósofo especulativo…”). Por momentos a Nervi se le bifurcaban, casi se le oponían como opciones, los dos caminos de conocimiento que en aquel trabajo de 1949 aparecían dialécticamente integrados: anverso y reverso de una misma actitud creadora. En la lucha, sin duda, fue ganando gradualmente el poeta hasta imponerse. Y hoy en Rastro en la Sal, ambos cauces de su aventura vital vuelven a confluir, a ensamblarse naturalmente, como sístole y diástole de un único corazón luminoso.

Como el “Rabdomante” de su poema homónimo figura nítida de infancia que ya co-

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nocimos en los relatos de Tristán y la calandria el poeta, con su estremecida horqueta de durazno o sauce entre las manos, recorre en la memoria y en el sueño a través de la un tenue, dolido aire de nostalgia, la dimensión territorial de su amor, la Pampa total de su vida.

Buscador de aguas soterradas, esquivas, las rastrea en alternancia de angustia y de ternura: del paisaje a su ánima, por y ésta a la propia. A veces en símbolo y alegoría “Caranchos”, “Penitentes”, otras, en descarnada o patética palabra de padecimiento: “Cristo Hachador”, “A veces oigo voces”. Así el poeta canta a su tierra en tono libre y gozoso, celebrante y sabio de inocencia, como en “Flor de jarilla, amarilla”, “La medalla y el niño”, “Bichitos de luz”. O rescata, el eco dormido en las rastrilladas y las viejas oquedades salamanqueras, perfiles de leyenda y de historia íntimamente unidos a esta tierra y ya tierra también, que sin embargo esconden o transparentan una carga simbólica reveladora. Es el caso de la “saga” integrada por los poemas “Lihué-Calel”, “Delachaux, 1910”, “Tinguiricas”, “Urre Lauquen” (e inclusive el titulado: “Pasan los blancos de Villegas”), puerta de entrada a una dimensión mágica muy nuestra, sureña y americana: el Desierto, su universo mitológico, su acervo profético, tremendo desafío y respuesta pareja a tal desa-

fío, que transitó y aún transita, con callado coraje, el hombre de las planicies confineras, el aparcero del gran silencio bardino.

Pero mientras La Pampa caminada, sufrida y soñada, la tangible, va abriendo sus rumbos a la voz de poeta, por ella y a través de ella otra otra llanura-en-el-tiempo se dilata y se ahonda. Allí el poeta-rabdomante, enfrentado a sí mismo, desnuda e interroga a las raíces de su ser, las esperanzas logradas y los sueños rotos, sus ocultos talismanes de vida. La vara sensible busca ahora pecho adentro, sin sostén de paisaje alguno, en el bagaje del amor: la mujer “Balada”; las ausencias mayores, empobrecedoras “Esta jornada que andaremos juntos”; aquello rostros de la infancia agraria que devinieron arquetipos de la epopeya anónima: “Hay otros héroes”. Todo, en fin, lo que hoy lo sostiene, lo define y lo defiende, tan lejos de su tierra, unido a ella y a una inclaudicable vocación de destino.

La rama hechizada se estremece, aún sobre la dolorosa llaga de ese Rastro en la sal e indaga en los días y las noches de ese “duro oficio” al que cantó Nazim Hikmet, allí donde la lejanía, como en el desierto, finge brillazones y aguadas ilusorias, desdobla figuras, agiganta los menores detalles las cosas. Pero donde también, como en el desierto, la materia se concentra y se aguza hasta lo esencial,

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sabia flor de nuestras Travesías. El poeta está solo, y una lucidez visionaria, una luz cruda inmisericorde a ratos ilumina con claror de relámpago los rincones más recónditos de su alma: “Cuita del ermitaño”; “El otro”; “Pervivencia de las cosas”; Aleixandre y repetimos con él: “Si, poeta, el amor y el dolor son tu reino”. La tensión lírica, la marca del corazón monta alto al influjo de una luna grávida (¿color sangre, color trigo maduro?), y sobre coordenadas de desolada introspección rompe finalmente el canto de “La calandria azul”, el nido y el trino que aguarda “El Árbol Solo”. Tal vez como en ninguno de sus libros, sentimos que aquí Nervi ha transitado la poesía como “una vía de conocimiento”, y al cerrar sus páginas comprendemos en qué tremenda, inefable medida, el poeta nos ayuda a vivir. █

El artículo precedente corresponde al prólogo que hiciera el poeta y ensayista Edgar Morisoli para el libro Rastro en la Sal, de Juan Ricardo Nervi, publicado por la editorial La Arena, en Santa Rosa (La Pampa) en 1980.

El arte de tapa es un grabado de María del Carmen Pérez Sola y las ilustraciones del interior del libro estuvieron a cargo de Myrna D’Atri de Depetris, Osmar Sombra y Liliana Martín.

Santa Rosa, 1979

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J. Ricardo Nervi: y su relación con la “canción infantil” por Ernesto del Viso

A

pocos le cupo mejor aquello de Maestro, docente, profesor, que a Ricardo y a ese Juan que se le antepone, pero que solo es una J. Él era Ricardo NERVI, para La Pampa, Mendoza, San Pedro, Misiones, México y ni que hablar para Eduardo Castex, donde nació hace cien años.

rrollo, lo lleva a superar con hidalguía todos los escollos que el ámbito y el idioma, en ocasiones, le imponen límites, porque parecen como infranqueables. Para el joven maestro nada ofrece resistencia tan grave que no fuera vencible.

Esa cercanía con la niñez popular y la férrea claridad de afianzar nuestra identidad nacional en el punto geográfico del país que fuere, donde lo regional queda despojado de todo prejuicio de cosa “chiquita” y sin importancia, lo ponen a Nervi a desembarcar en el puerto de la “poesía infantil”.

Una vez que obtuvo el título de “Maestro Normalista” no lo abandona jamás, ni aún en los últimos días de sus ensueños, de los vuelos mágicos; en ese prepararse para elevarse a la nueva dimensión.

Antes que Profesor fue todo un Maestro.

Cada paso que daba era un enseñar y aprender. La selva misionera, de pronto, lo enfrenta con su juventud, con lo menguado de su experiencia y una lengua que no conoce: el guaraní. Pero su corazón inmenso, ese darse al semejante y comprenderlo hacia el futuro desa-

Allí surge, entonces, la imperiosa necesidad en que el docente, o el Maestro NERVI, le piden al poeta RICARDO, “Cancioncillas”.

Son breviarios para hablar del Pan, o enseñar el ciclo del agua en apenas tres estrofas, o citar la permanencia casual del viento en el mar, 28

NERVI CENTENARIO

en las sierras, en nuestra pampa seca, el Pampero, tan nuestro:

además, sirve de estribillo en la canción, tal lo ha dispuesto el compositor musical:

“Recorre la tierra seca igual que un puma sediento, y el campesino pregunta ¿por qué no descansa el viento?” (1)

“Humilde como su dueña, amarillita, amarilla.

En su planta de jarilla, la flor de jarilla sueña”. (2) El prolongado tiempo de permanecer junto a niños y niñas como docente lo hace conocer, como testigo privilegiado de primera fila, el ademán más libre y sincero de cada una/o de ellas/os. Lo percibe en la ingenuidad de su estatura y lo encuentra maravillado, por ejemplo, ante el titilar nocturno de esos bichitos que derraman luz sobre sus pequeños ojos; esos “farolitos volando” que nos decía el poeta tucumano Juan Eduardo Piatelli, los cuales asombran con la fugacidad de sus destellos, aquí o allá:

Flor de Jarilla amarilla Cancioncilla para hablar de la flora pampa como la Jarilla. En la brevedad de sus estrofas nos cuenta de su plurifuncionalidad (planta tintórea que ayuda a dar color a las matras que crean nuestros artesanos del oeste), de aromar jabones de tocador, en la construcción de viviendas, o como forjadora del rústico asador del puestero oestino: “la Cancana”. A su vez nos ubica en el territorio de la sed, donde es ama y señora; en ese sitio alejado de humedales (“…jamás conoció la orilla/ de su comarca fluvial”).

La síntesis total de la Jarilla lo logra al inicio de su “Flor de Jarilla amarilla” que,

“…en luces de desvelo, fugaz, estallas, y en fuegos de artificios, te desparramas”. (3)

2 . “Flor de jarilla amarilla”, milonga de J. Ricardo Nervi y Ernesto del Viso.

3. “Bichito de luz”, milonga de J. Ricardo Nervi y José Gerardo “Lalo” Molina Larrazabal.

1. “Cancioncilla del viento”, guajira de J. Ricardo Nervi y Oscar García.

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Ricardo tiene claridad en que la letra busca cobijo y protagonismo sin egos en la música, para que resulte, realmente, Cancioncilla. Sabe que ella es algo más que una melodía, un ritmo. La canción resulta para el niño, o la niña, toda una historia que surge con posibilidad luminosa de narración y, entonces, puedan expresarla con mímicas o hasta dramatizarla; por supuesto, también cantarla.

para que se pose en aquellas “tablas” donde otros niños y niñas sientan menguado este pábulo, o decididamente esté ausente (4 y 5):

Cancioncilla del Pan Nervi, poeta o letrista, nunca utiliza el diminutivo con que muchas piezas del repertorio infantil tratan a su receptor (niño/a), poco que menos que a un necio o necia. Al contrario, la suya es una “letra” para el aprendizaje, la reflexión y hasta la concientización.

Una de tantas que podrían citarse y observarse, en la “Cancioncilla del Pan” sólo tres sextinas bastan para enseñar la receta de elaboración de ese alimento que debiera ser infaltable en la dieta diaria de la mesa familiar: “Con agua y harina/ y un poco de sal…”; pero también para promover en la niña (o niño) que la canta, que la recita, que la lee o que la escucha, simplemente, el sentido del compromiso y solidaridad para con el semejante. La idea de hacer un Pan universal y “grandote”

4. “Cancioncilla del Pan”, canción de J. Ricardo Nervi y José Gerardo “Lalo” Molina Larrazabal.

5. Texto e ilustración de Poemas de Arcobaleno, Colección “La Pampa lee”, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnologia, 2005.

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Una letra que posee una fuerza ideológica que hace pié en lo social, pues plantea subsanar la falta de equidad y justicia con aquellos niños/as empobrecidos/as, que no tienen la mínima posibilidad de alimentarse con un trozo de Pan. Estamos ante un Nervi que, en una canción infantil, expone y revela su pensamiento en forma bien resuelta. Lo hace sabiendo que esas voces blancas que la cantarán, resultan ser el canal más propicio y digno para manifestar al planeta: “hay que terminar con el hambre”.

Gran parte de este repertorio para las infancias lo podemos hallar en su último libro editado en La Pampa, Arcobaleno (F.E.P., 2002), que, al igual que aquel hortelano piamontés, en plena pampa, el “Peila”, una vez concluida la lluvia invitaba a todos los pequeños y pequeñas a “caminar sobre el arco iris (arcobaleno)” en busca de su cima y descubrir los tesoros escondidos.

J. Ricardo Nervi nos invita a todos y todas, grandes y chicos, a revelar un erario real en donde cohabitan profundos valores identitarios con la fantasía que hace soñar con mundos ciertos. █

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La Pampa (sensu Juan Ricardo Nervi) por Santiago Echaniz

La Pampa es rica en paisajes, muchas veces banalizados en coloridos almanaques y postales.

Detenerse, mirar y escuchar (sentir) la magia, hace que algunos rincones “de áspera piel” cobren una belleza particular.

“La Pampa es un viejo mar donde navega el silencio” Juan Ricardo Nervi

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http://www.echaniz-vignatti.com/sys65741/la-pampa-sensu-juan-ricardo-nervi-en-construccion/

Mínima antología de poemas por Juan Ricardo Nervi

Cielo Pampeano

Tierra seca

No tu claro metal, zinc invariable dilatado en la sólida estructura que bruñe el horizonte indescifrable cárdeno y tenso sobre la llanura.

Nadie probó mi soledad y empero soy esta prieta soledad cativo: cuándo nació la muerte donde muero…? dónde murió la vida con que vivo…?

No tu esmaltado añil, no la impalpable Arena que oscurece tu tersura.

Ni tu luz sideral, la innumerable Gama que vibra con tu investidura.

Quiebra mi ser un horizonte esquivo donde el pausado atardecer espero; entre surco de sangre me desvivo para vivir la vida que no quiero…

Fuera de mí y en ti ya circunscrito Busco tu intacta esencia de infinito.

Y asido a tu sublime transparencia,

Sobre mi voz de tiempo fugitivo, desde mi propia soledad inquiero —¿dónde murió la vida con que vivo?—

Trepo por tu raíz desmesurada…

Cielo pampeano, fuga iluminada Para el gastado tul de la existencia.

Y un silencio de nervio prisionero tiembla su eco carnal de pie furtivo: —¿cuándo nació la muerte donde muero?— de Gleba (1951) 34

NERVI CENTENARIO

Tierra de promisión I En el principio del verbo tiñó su ejecutoria y el arte ardió en campanas de repicar bravío.

La democracia, arisca, nació en Mayo [a la historia; primero fue la sangre y más tarde fue el brío.

Limpia y definitiva como la trayectoria de los pueblos que marchan sin prisa [y sin desvío, la Independencia puso su signo en la memoria primero fue el velamen y después el navío.

Desde la pampa virgen de surcos y labranzas, y frente al mar, rielado de viejas esperanzas, el Hombre abrió sus brazos, nuevo [a la eternidad.

Primero fue la idea, y después la garganta para plasmar en himno lo que la vida canta en el viril acento de un grito: ¡Libertad!

II Con la quilla en fecunda vocación de llanura abierta al espejismo de la visión remota el gringo trajo un sueño de reja y singladura primero fue el albatros, y después la gaviota.

Tenaz, pecho al pampero, la blusa azul [por cota, agigantando el predio de lenta agrimensura, se transfundió en el barro del surco, gota [a gota: primero fue la gleba y después su estatura.

Y junto al pez y el árbol, plural [como las reses, ondeó —bandera rubia— su latitud de mieses en mástiles viajeros y en puertos sin edad…

Primero fue el cansancio, y después [ el camino trazado en la quimera rural de su destino ¡para sembrar de panes toda la Humanidad!

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NERVI CENTENARIO

III De pie sobre mi Tiempo, labrador y testigo, con ojo innumerable mido tu lejanía.

Ya se expande tu aurora de pezuña y de trigo: primero fue el mangrullo y después el vigía.

Y caigo desde el verso para asumir contigo la proyección intacta de tu soberanía.

Hacia el crisol del Hombre tu plasma [va conmigo: primero fue el conflicto y después la armonía.

Un horario de pernos tiembla el músculo vivo, y la estirpe labriega del laurel y el olivo renace en el escudo fabril de la ciudad.

Primero fue el tañido y más tarde el badajo, para sumar el ritmo sonoro del trabajo ¡el cósmico latido de la argentinidad! de Otra vez la gleba (1961)

Martín Viñes Ilustración del libro Textos literarios de autores pampeanos (1995)

NERVI CENTENARIO

Tinguiricas* Cuando cierra la noche comienza aquí el espanto de las salamancas. ¡Furia de aquelarre!

De cueva en cueva, el eco se repite, y sus médanos cósmicos van esparciendo la luna en la montaña.

Son un volcán las voces.

Baladros, alaridos del color de la bilis que desborda en el cráter como lava.

Los tinguiricas salen de sus nichos, se meten en las grutas, trepan por los peñascos ¡danzan!

En las rocas de pórfido juegan al sube y baja, y así, noctívagas, las piedras en un vaivén de hamacas, se mueven, no descansan.

Los hombrecillos beben en calabazas, la sangre humeante del gamul sagrado.

Ingieren las pócimas amargas de los cactos, se embriagan vociferan, se proclaman engendros de Hualichu, inhumanas criaturas del Infierno Cíclopes diminutos con un ojo nocturno Ominosos

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guardianes de las cavernas mágicas.

Carceleros del Sueño: son las almas de un desvelado purgatorio rojo la excrecencia maldita de los hombres.

Iracundo enanos, tinguiricas, verdugos sin sosiego: muere con ellos toda la Esperanza

*Tinguiricas o Tinguiriricas. Legendarios y deformes habitantes de las salamancas. Guardianes nocturnos del oro, el cobre de los socavones y las piedras movedizas de Lihué Calel. Se los considera aliados de Hualichu, deidad perversa de los mapuches. Holmberg, en su poema “LinCalel” (1910) hace referencia a ellos.

NERVI CENTENARIO

Pasan los blancos de Villegas* I Tal vez son las imágenes de un repetido sueño pero los veo: pasan, piafantes, prisioneros de tanta libertad .

Ariscos, treman por los ollares y el relincho es como un lago tajo en las tinieblas.

Yo los siento pasar, revuelta la crinera, apurando el galope pampa al sur, en esta taquicardia que me desgarra el pecho.

Noche a noche los veo en la sombra fantástica de un friso que recorta la luna cuando en tropel

alado, sobre un cultrún reseco, en redoblar de cascos pasan, pasan pasan…

II Era un silbo en cadena, la posta, el testimonio de un antiguo llamado. ¿Cómo iba a detenerlos el sargento Carranza?

Ellos solo escuchan la magia del susurro en la oreja, la leve, persuasiva, apenas musitada palabra del indio que sabía pronunciarla, decirla con las manos en la caricia exacta sobre la cruz del cuello, 38

pausada y sabia. ¡Cómo iba a sofrenarlos el sargento Carranza, si los que aquella noche abrieron la tranquera, eran almas en pena, furtivas ánimas…!

III ¡Ese Villegas toro! ¡Caray, este Villegas, qué agallas…!

Cuando rugió Con rabia: ¡Tráiganlos!

Los milicos temblaban.

Y aquel oficialito (“¿Sosa, se llama…?”) se los trajo al galope, a rompe y raja. ¿Cómo explicar que lo hizo por una rastrillada llena de estrellas, blanca como la Vía Láctea…?

El coronel Villegas se acarició la barba.

Dejó el mate.

Sonrió.

Pensaba en el fiero Pincén “¡Qué chasco pa’ la indiada…! ¡Pucha, con el Mayor! ¿Sosa se llama?

Pues… ¡casi nada!

Se trajo a los seiscientos ¡ninguno falta!”.

IV Los ojos sin su brillo.

La testa gacha.

Humillados.

Vencidos.

La crin ráfaga helada el espejuelo

roto.

Grisácea el anca, en sus fríos corrales de palo a pique, estacas la caña y la cerneja, inmóviles, estáticas, las bestias sudorosas son seiscientas estatuas.

Carranza desde el cepo, las mira y se calla.

Nadie le creería si lo contara “¡Caballos en el cielo? ¿Potros con alas…?”

Esos, los del potrero —pelambre opaca— son otros.

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Los seiscientos de raza cruzan la pampa, y en las noches de luna, piafantes pasan… pasan… pasan. de Rastro en la sal (1980)

*El episodio de “los blancos de Villegas” ha sido registrado por cronistas e historiadores de la conquista del desierto.

Fotografía (selección): Ñorquin. Regimiento Nro. 3 en formación. Foto de Pedro Morelli.

En Tomo II del Album de Encina, Moreno y cía. Vistas fotográficas del Territorio Nacional del Limay y Neuquén, 1883.

NERVI CENTENARIO

Aquí me quedo Me quedo, si, los ojos atrapados por ésta soledad y éste silencio: mi cielo es la nostalgia de éste cielo.

Me basta caminar por éstas calles, quedarme aquí, sintiendo que todo pasa menos lo que siento.

Y de pronto soy árbol. Mis raíces son garfios en el sueño, y es savia la que corre por mi cuerpo.

A qué partir, si no se llega nunca, si el viaje es hacia adentro en busca de la luz, igual que un ciego. Ésta magia pueril de ser el mismo —adolescente, niño, joven, viejo— es mi manera de vencer al Tiempo.

Y no me voy. Aunque me vaya siempre para siempre me quedo en la remota orilla del recuerdo… de Aldea gringa (1983)

N

Juan Ricardo

ERVI CENTENARIO 1921-2021