REFLEXIONES PEDAGÓGICAS
resa Araya González, y orientador, Fernando Araya Barahona. Para elaborar un nuevo reglamento interno, con la participación de toda la comunidad educativa, principalmente los estudiantes, se realizó una actividad de dos días con todos los alumnos desde 7º básico a cuarto medio, los que alcanzan a más de 800 estudiantes. “Ese día —narra la directora— se pararon las clases y se trabajó en cada curso con el reglamento antiguo. Ellos iban artículo por artículo haciendo todo un trabajo de taller primero, después plenario, para, finalmente, responder en otro documento que se les entregó, qué artículos dejaban y qué transformaban”. Este trabajo fue apoyado en cada curso por los respectivos profesores jefes, en algunos casos con el apoyo de otros docentes que no tenían jefatura y contó con la supervisión y respaldo del equipo directivo. Luego las propuestas de los estudiantes fueron discutidas en diversos consejos de profesores, hasta dar a luz las “Normas de Convivencia del Liceo Horacio Aravena Andaur”. Uno de los puntos más conflictivos o que causó mayor polémica en este proceso, fue la sugerencia de los alumnos de contar con el derecho a hacer descargos por escrito frente a una anotación negativa. Muchos profesores no estuvieron de acuerdo con esta propuesta, por lo que fue necesario conversarla y analizarla hasta llegar a un consenso. Finalmente, quedó integrada en el artículo 7º, con las especificaciones de procedimiento que emergieron del proceso de discusión. Quedó establecido que estos descargos sólo se realizarían por escrito y frente a las anotaciones negativas, de modo que esto no se convirtiera en una simple instancia de desahogo, sino que los descargos se formularan fundamentadamente y frente a situaciones que habían sido consignadas en el libro de clases. Algo que preocupó a los maestros fue el alcance que este libro de descargos tendría, por lo que se determinó que bajo ninguna circunstancia, éste iba a salir del colegio ni se iba a prestar como instrumento para una eventual situación sumarial o para las calificaciones. A pesar de estas limitantes, según cuentan los directivos, se insistió en incluir este artículo, por cuanto, para elevar la autoestima del alumnado y fortalecer su confianza en sí mismo, era importante que ellos sintieran que tenían el derecho a hacer una réplica por escrito, expresando formalmente sus opiniones cuando perciben que la anotación ha sido injusta. Aspectos más puntuales y menos polémicos que se incluyeron en el nuevo reglamento a partir de las sugerencias del alumnado, dicen relación con la apariencia personal. Se mantuvo la obligatoriedad y rigurosidad en el uniforme, pero se estableció la tolerancia hacia cierto tipo de peinados, el largo de pelo de los hombres (pueden usarlo largo, pero tomado), el uso de aros en los varones y el maquillaje en las niñas. El proyecto incluyó otras iniciativas tendientes a generar diversas instancias de recreación participativa, en que se expresara la voz y la creatividad de los jóvenes (festivales de la voz, taller de teatro, un muro que ellos pueden pintar con spray, entre otras). En general, se pensó que el fortalecimiento de la autoestima estaba directamente ligado a la participación y a las posibilidades de expresión del alumnado. La directora comenta al respecto: “Yo creo que cuando el alumno siente que puede expresarse, entonces desarrollará mayor confianza en sí mismo y será más responsable de sus actos. Por ejemplo, el muro
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en que ellos rayan libremente —es un muro enorme de largo—, la idea es que no rayen ni los baños, ni sus cuadernos ni sus bancos, sino que vayan ahí y expresen sus opiniones. Lo único que les pedimos es que no sean ofensivos, ni entre ellos ni hacia los profesores, y eso lo hemos conseguido”. Además, se creó una hora de orientación en el plan básico, que se agregó a la de consejo de curso. Para los profesores, incorporarse al espíritu que sustenta esta iniciativa ha sido un proceso conjunto de la comunidad educativa. Se ha ido generando una mística de la que los docentes se han apropiado. Comenta la directora que “el profesor ha ido cambiando su mentalidad, dándose cuenta que se pueden hacer otras cosas, ir más a la conversación, ir más al compromiso con el joven”. Los padres y madres, por su parte, han tenido más dificultades para incorporarse, pero tampoco han puesto obstáculos. Al momento de evaluar la experiencia, los directivos señalan que los propósitos de elevar la autoestima y disminuir la deserción y la repitencia, están siendo logrados, así lo indican las cifras. Además, especifica la directora, esto se percibe también en el clima del liceo: “lo vemos en el quehacer diario, la observación directa, los niños son muy cariñosos, todos somos los tíos, las tías, las auxiliares son tratadas con mucha delicadeza, la niña que saca la fotocopia, las tías del almuerzo”. Sin embargo, creen preciso destacar que la consecución de estos logros, además del profesionalismo de los educadores, se ha debido también a la posibilidad de haber contado con respaldo económico a través del PME. El orientador es claro en señalar: “Si se han hecho cosas acá es porque ha habido plata para hacerlo. El profesionalismo no basta. Por eso, es fundamental que el gobierno invierta recursos en educación, de otro modo, será muy difícil llevar a buen éxito iniciativas como la nuestra”.
SIÓN PROFE N T E DOCE
INTENSIFICACIÓN
EL TRABAJO DE LOS PROFESORES, ¿MEJOR O PEOR?1 La profesionalización docente, ha sido una temática que ha estado presente en el actual debate educativo. Para el Colegio de Profesores, la distribución de la carga horaria docente se ha constituido en un tema de gran importancia si se pretende avanzar en crear condiciones básicas para que como profesionales de la educación podamos asumir los desafíos que nos demandan los cambios sociales y las reformas educativas. En este sentido, Docencia comparte el capítulo VI del libro “Profesorado, cultura y postmodernidad”, del académico canadiense Andy Hargreaves, que si bien aborda la problemática desde la realidad de la enseñanza básica en Canadá, aporta investigaciones y análisis que permiten mirar la realidad compleja del quehacer docente en nuestro país.
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Este artículo corresponde al capítulo VI del libro “Profesorado, cultura y postmodernidad. Cambian los tiempos, cambia el profesorado” de Andy Hargreaves. Ediciones Morata S.L. Madrid. 1996. Reproducido con la autorización del autor y del editor.
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