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TECNOLOGÍA
Henry
Ford fabricó carrocerías de soya en 1941
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Los archivos del Museo Henry Ford en Dearborn, Michigan, establecen que el 13 de agosto de 1941, la Ford Motor Company presentó al público un vehículo cuya carrocería había sido fabricada con polímeros derivados del grano de soya, auto denominado Hemp Body Car o Soybean Car (máquina con estructura de cáñamo o máquina de soya), más ligero que el de metal y alimentado con etanol de cáñamo.
Los inicios
Henry Ford (1863-1947) nació en un rancho cercano a Detroit, Michigan y muy joven trabajó como agricultor y también gran interés por la mecánica, especialmente de relojes y motores de ferrocarril movidos por la fuerza del vapor. Su capacidad de observación para analizar el funcionamiento de las máquinas le llevó a construir un tractor, ya no movido con vapor, sino con gasolina derivada del petróleo y más tarde, ante la escasez del petróleo destinado a la guerra, utilizó etanol de cáñamo como combustible. Familiarizado con la agricultura y la mecánica, años más tarde, Henry Ford revolucionó la industria automotriz para transporte humano y de mercancías. En 1942, en tiempos de la II Guerra Mundial la fábrica de automóviles detuvo su producción para utilizar el metal y las gasolinas de petróleo únicamente para vehículos del gobierno y la industria bélica.
En búsqueda de alternativas
La planta Ford buscó alternativas al uso de metales y petróleo. Contrató a un grupo de ingenieros y científicos que se encargarían de diseñar materiales elaborados con diferentes derivados de plantas, principalmente de soya y de cáñamo. Tal fue así que se descubrió la fórmula para fabricar plásticos y textiles con derivados de soya con los que construirían carrocerías, recubrimientos de los asientos y como combustible, utilizarían combustible a base de etanol de cáñamo. Estos eran los nuevos automóviles Ford de 1942 hasta el fin de la guerra en 1945; aunque, finalmente, por razones económicas y políticas, las tendencias tecnológicas se modificaron. Se utilizarían básicamente gasolinas derivadas del petróleo como combustible.
Con todas sus ventajas y desventajas, el automóvil dio forma y carácter a la civilización del Siglo XX pues logró transformar por completo el ritmo de la vida y las costumbres del ser humano. Las ciudades se transformaron con la modernización de los transportes y las vías de comunicación. Empezaron a participar varias constructoras de vehículos de metal y movidos con gasolina, ya fuera para uso familiar o para el transporte de toda clase de mercancías. Para ello, para que transitaran con seguridad y comodidad se modificaron las calles, las avenidas, las carreteras y toda clase de vías de comunicación para automotores que se pavimentaron y se siguen pavimentando con derivados del petróleo.
Los científicos de Ford, en colaboración con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, encontraron la fórmula para materiales plásticos con una mezcla de polímeros derivados de la proteína de soya y resinas de madera. Las industrias fabricaron toda clase de productos, como refrigeradores, mesas para cocina y baño, tubería para el agua, botones, armazones para anteojos, hebillas, bastones, cubiertas, telas, y por supuesto componentes de los automóviles como las salpicaderas y las defensas, así como también los textiles para los asientos.
Henry Ford fue un visionario no sólo del automóvil, también creía firmemente que la futura prosperidad de Estados Unidos dependía de la industrialización de bienes a partir de productos agrícolas, y en este sentido, la soya era el grano ideal. Y, aunque las aplicaciones tecnológicas que hizo con la soya no prosperaron gran cosa en ese momento, una vez más, Henry Ford tenía razón: en menos de sesenta años la revolución de las oleaginosas siguió su marcha.
El desarrollo de estos nuevos materiales parecía prometedor; sin embargo, después de la guerra en 1945, los derivados del petróleo dominaron el mercado y el cultivo de la soya fue destinado básicamente a la elaboración de aceite, productos alimenticios, pastas oleicas y derivados, situación que prevalece hasta nuestros días; aunque todo indica que, paulatinamente, los vegetales irán sustituyendo los derivados del petróleo, principal emisor de CO2 contaminante de la atmósfera y el calentamiento global. Y, pronto, muy pronto, seguirá la fabricación de autotransportes movidos con combustibles menos contaminantes que el petróleo y el diesel; especialmente con electricidad y gasolinas con etanol. Los materiales con los que Henry Ford construyó las carrocerías, volverán a encontrar la fórmula y otras nuevas, porque por desgracia, los registros de la investigación y de la fórmula para el compuesto desaparecieron en el tiempo y solo quedan algunas fuentes que aseguran que se habían empleado fibras de soya, trigo, linaza, cáñamo y cártamo. Tiempo antes, el ingeniero Lowell E. Overly –ingeniero encargado del proyecto-, aseguró que los materiales para la construcción de carrocerías plástico para el Ford 1941 habían sido resinas fenólicas y formaldehido derivadas del aceite de soya.
Referencias
Esténger Wong, Jorge. ¡Un Ford de Soya! (2021). Excelencias del motor. 23 abril 2021. Garduño Solana, Susana. Henry Ford: Gran promotor de la industrialización de la soya (1998). Revista ANIAME: XII: 6:26. Golbitz, Peter. La soya en la industria (1997). Soytech, Inc. Soy Protein Council. United States/American Soybean Association.

Investigadores y estudiantes de universidades del país expusieron sus problemática y propuestas en tres áreas: I. Crisis alimentaria: escasez de alimentos y alternativas con el Ing. Luis Fernando Haro Encinas; II. Nutrición y salud: buena alimentación con la Dra. Astrid Ruíz Margáin, y III. Alimentos procesados: conservación de alimentos a cargo del Lic. Jonás Murillo González. que prevalece en México en relación con los alimentos; aunado a las ideas y propuestas de jóvenes estudiantes de varias instituciones educativas del país.
En este ciclo de conferencias organizado por la Cámara Nacional de Fabricantes de Envases Metálicos (CANAFEM) -26 octubre 2021-, diferentes investigadores analizaron la situación En tiempos de pandemia y cambio climático, la producción y distribución de alimentos se hizo difícil. Fenómenos climáticos extremos perjudicaron las cosechas de muchos cultivos; en
consecuencia, se han presentado situaciones de escasez y mala distribución.
“Existen algunas estrategias para superar estos obstáculos y lograr una alimentación sustentable, sugirió el Ing. Luis Fernando Haro Encinas. En primer lugar iniciar ciclos agrícolas con las tecnologías más avanzadas, siempre asociadas con los pronósticos climáticos que los científicos transmiten vía internet a los agricultores, y que les permite sembrar en las fechas más oportunas, la protección al medio ambiente, conservación de los recursos naturales, el agua y la biodiversidad en el menor tiempo posible”; sostuvo el Ing. Luis Fernando Haro Encinas, Director General del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), durante el Congreso virtual: Cambio de paradigma: Hacia una alimentación sustentable, con participación de expertos en varias ramas de la investigación agrícola y las propuestas de jóvenes estudiantes de las carreras de nutrición y tecnología de alimentos: tres áreas fundamentales para lograr una mejor alimentación para todos, accesible, inocua y con mayor vida de anaquel.
De acuerdo con Haro Encinas, “la crisis alimentaria se define cuando un país o personas no logran satisfacer sus necesidades alimentarias básicas. Hay datos alarmantes emitidos por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), entre los que destacan los casi 900 millones de personas en todo el mundo que padecen desnutrición, en contraste con enormes porcentajes de personas con sobrepeso y obesidad: situación que hay que combatir disminuyendo los niveles de pobreza, sobre-alimentación y mala distribución de los recursos alimenticios ya sea por región o grupos de personas. La meta de la FAO para el 2030 es lograr hambrecero, pero para ello tenemos que contar en el 2050 con alimentos suficientes para 10,000 millones de habitantes en el planeta; concentrados básicamente en China y en la India”.
A la par del crecimiento de la población mundial hay una mayor demanda de alimentos y problemas asociados; por ejemplo, las migraciones y cambios en los hábitos de consumo. De acuerdo con la FAO es necesario aumentar la productividad de la tierra cultivable sin abrir nuevas tierras y conservar áreas naturales, todo ello frente al cambio climático: con sequías, inundaciones, incendios, huracanes y otros fenómenos que afectan la producción y distribución de alimentos; aunado a la escasez de recursos y agua. “Es importante disminuir el desperdicio de alimentos en toda la cadena de producción, almacenamiento y distribución con mejores tecnologías como son los nuevos empaques y envases”, señaló Haro Encinas.
“Todos tenemos estar conscientes de esta situación, porque la alimentación es un derecho que tiene cada uno de los seres humanos de no padecer hambre. Derecho a contar con alimentos nutritivos, adecuados, inocuos y suficientes”, prosiguió Haro Encinas. ¿Cómo? En primer lugar, hay que incrementar la investigación científica y tecnología para aumentar la productividad agrícola, digitalización de datos y comunicación; por ejemplo, mapas, alertas meteorológicas, políticas públicas más claras: “Tenemos que hacer más por menos”, señaló Haro Encinas y promover la educación y la comunicación, mayor inversión en almacenes, cadenas de frío y distribución.
Propuestas de los jóvenes
José de Jesús Rivera, estudiante de la Universidad de Guadalajara sostiene que a la par del aumento de población se incrementa el riesgo de escasez de alimentos y propicia la migración, el desempleo, la desigualdad y la pobreza. Una alternativa es disminuir el desperdicio e incrementar la investigación para mejorar las tecnologías tendientes a la conservación de alimentos, tomando en cuenta el diseño de empaques y envases ecológicos, con mayor vida de anaquel y reciclables.
Por su parte Gehovana Humarán Ontiveros, estudiante de la Universidad Politécnica de Sinaloa, habló de la escasez, mala distribución y falta de tecnologías para la conservación de alimentos con dos ejemplos: aguacate y limón que fundamentalmente se producen en Michoacán. Señaló que es necesario incrementar la investigación en biotecnología, cultivos ahorradores de agua y mejor adaptados a las sequias, sistemas de limpieza de recursos hídricos, así como empaques y envases que permitan transporte más eficiente con menos pérdidas, vida de anaquel más prolongada y que permita consumo constante todo el año.
Jesús Carrera Domínguez estudiante de la Universidad Autónoma de Puebla, se refirió al problema de cultivos con pérdidas por cambio climático que en su mayoría son fenómenos imprevistos. ¿Cómo enfrentarlos? Con diagnóstico físico para disminuir las pérdidas y mermas; también
realizar análisis químico de los productos siniestrados para tener la seguridad que el producto todavía es apto para su procesamiento y consumo de acuerdo a diferentes tecnologías.
Guadalupe Celaya estudiante de la Universidad de Sonora propuso algunas alternativas, como aumento de oportunidades para el productor agrícola y las empresas agropecuarias; selección de productos, organización de campañas de orientación hacia un consumo más equitativo, y propiciar la comercialización o procesamiento de productos que ya no están en óptimas condiciones. En casa, comprar únicamente los productos que se van a consumir para evitar que se pierdan y disminuir pérdida de dinero y espacio.
Luz Elena Medrano Segura estudiante de la carrera de Ingeniería Agrícola de la UNAM propuso fomentar el cultivo de plantas comestibles locales y de temporada, incluyendo cultivos de traspatio o en terrenos pequeños y que puedan comercializar en mercados locales y urbanos; por ejemplo: maíz, frijol, calabaza y quelites (vegetales y hierbas asociados con la milpa). Propuso una mejor coordinación y comunicación entre el sector público y privado, para contar con una nutrición más adecuada y balanceada, sin caer en distorsiones y contradicciones. Medrano propuso también incrementar cultivos de exportación en terrenos agrícolas pequeños como son las llamadas “berries”, así como la economía circular; es decir, aprovechar alimentos para transformaros en productos de valor agregado.
Tema 2. Nutrición y salud: La buena alimentación
La Dra. Astrid Ruíz Margáin, investigadora en el Instituto de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán en la Ciudad de México, tuvo a su cargo la coordinación de este tema con la participación de jóvenes estudiantes.
La Dra. Ruíz Margáin se refirió a la problemática en salud derivada de la pandemia COVID-19 con datos que se reflejan en la Encuesta de Nutrición 2020 para después abordar el tema de una dieta equilibrada.
¿Cuáles fueron los principales padecimientos en el área de nutrición durante la pandemia Covid-19?
Los principales padecimientos relacionados con la nutrición atendidos en el sector salud fueron los siguientes: enfermedades agudas, crónicas, programas de prevención, hígado graso no alcohólico y no infeccioso, salud mental y otros.
¿En qué gastó la población por grupo alimenticio en este periodo de pandemia?
En la encuesta de Salud y Nutrición 2020, se notifica que la mayoría de las personas gastaron un promedio mensual de $1,500.00 en: cereales, carne (pollo), lácteos (leche, queso), vegetales y frutas, bebidas, alimentos azucarados (galletas, pastelillos); botanas (frituras de papa y maíz); antojitos (tacos, quesadillas, tortas), comida rápida (hamburguesas, pizas). Estas preferencias demuestran cierta “inseguridad alimentaria”, dieta sin balance nutritivo, especialmente en zonas urbanas en donde ha aumentado la prevalencia de sobrepeso y obesidad en población infantil y juvenil.
¿Cuáles son los principales padecimientos de los mexicanos en el campo de la nutrición?
La encuesta registra aumento en las dislipidemias, hipertensión arterial, diabetes. De acuerdo con la Dra. Astrid Ruíz Margáin, en resumen, la encuesta señala que las principales causas de esta situación en relación con las dietas durante el COVID-19 es el aumento del sedentarismo, inseguridad alimentaria (por pérdida del empleo), tipo de alimentos disponibles, todo lo cual dio como resultado alteraciones metabólicas.
Propuestas de jóvenes estudiantes
Yazmín Castillo Flores. Estudiante de gastronomía. Afirmó que en México la causa principal del sobrepeso y la obesidad respon,de fundamentalmente a malos hábitos alimenticios con exceso en carbohidratos (tortillas, pan) azúcares (barras de cereales, dulces, golosinas, refrescos), alimentos con exceso de sal (botanas, “antojitos”, jamón, embutidos, salchichas).
Muchos de los consumidores mexicanos compran alimentos en respuesta a la apariencia, publicidad, precio, accesibilidad, comodidad. En el imaginario mexicano, “buena apariencia”, significa que tiene buen sabor, apariencia, al gusto del consumidor, y con frecuencia se dice: “es un gustito”.
El consumidor de las ciudades gusta comprar comida rápida o corrida, muchas veces sin tomar en cuenta la higiene porque
son alimentos que se preparan en la calle, o en restaurantes donde no se guardan las medidas de higiene necesarias.
Carlos R. Villalpando, estudiante de gastronomía señaló que atender a la población afectada por estos padecimientos, a la vez de realizar programas de difusión y comunicación con recomendaciones para llevar una dieta variada y nutritiva. Fomentar un cambio de actitud con un mayor consumo de frutas, vegetales y leguminosas (frijol, lenteja, haba).
Juan Diego Fernández Gutiérrez, Estudiante de la Universidad de Guadalajara señaló que la obesidad en México es un padecimiento crónico, respuesta a factores genéticos y ambientales. Existen muchos factores que con buena orientación nutricional pueden ser una gran ayuda para disminuir la obesidad; entre los que destacan los factores ambientales (influencia social, publicidad, etc.), psicológicos y sociales, y exceso en el consumo de grasas saturadas de origen animal; por lo que es necesario cambiar este tipo de grasas por aceites vegetales y vegetales.
Uno de los factores físico-patológicos destaca el desbalance energético en la dieta de muchos mexicanos. Exceso de carbohidratos que al digerirse se convierten en azúcares de alto valor energético que propicia el aumento los ácidos grasos y los triglicéridos que se almacenan en los tejidos adiposos, e incluso pueden acumularse en el hígado y generar hiperlipidemias, hipertensión y diabetes.
El Lic. Jonás Murillo González. Director general de la Cámara Nacional de la Industria de Conservas Alimenticia (CANAINCA) señaló que desde que el ser humano empezó a ser más sedentario, empezó también a procesar sus alimentos. Buscó la manera de conservarlos el mayor tiempo posible; por ejemplo, a partir de cocimiento con fuego, salándolos, ahumándolos o secándolos. Con los siglos, los procedimientos y el interés del ser humano por conservar los alimentos con objeto de tenerlos disponibles en tiempos de escasez cada vez aumentaron con el descubrimiento de tecnologías y procesos más sofisticados y eficientes, por ejemplo, los sistemas de frío y congelación y enlatado. En la actualidad, la biotecnología es una técnica muy eficiente para la conservación de alimentos. Hoy existen bio-conservadores para enlatados, envasados y empacados muy eficientes, inertes e inocuos, que permiten una mayor vida de anaquel.
Con el aumento de la población hay necesidad de diseñar nuevos sistemas de conservación que faciliten el transporte, almacenamiento, distribución y mantengan la accesibilidad y el precio estable, señaló Murillo González, especialmente tener cuidado con alimentos susceptibles a generar bacterias y sustancias tóxicas y acidez, como la leche, queso, pollo, carne; o bien diseñar empaques más herméticos por ejemplo para alimentos con grasas como lácteos, aderezos, cremas, y las semillas que se oxidan y se degradan en alimentos rancios.
Propuestas de jóvenes estudiantes
Alexia-Joana López, estudiante de tecnología de alimentos inició su propuesta con una pregunta: ¿Cuáles son los beneficios de los alimentos en conserva? Sugiere que, en primer lugar, esta tecnología protege los alimentos de los efectos nocivos del medio ambiente y el deterioro, de tal manera que se transforman en alimentos saludables en beneficio de la vida.
Nayeli Daniela Arroyo Souza, estudiante de tecnología de alimentos sugiere que México, tierra de contrastes en poco tiempo ha transformado sus hábitos de consumo, en parte por los mensajes de comunicación y mensajes que con frecuencia fomentan la desinformación. La solución debe ser multifactorial generada desde la academia y no a nivel popular, con el objeto de crear diversos criterios con argumentos razonados y coherentes.
Nayeli Arroyo señaló que la conservación de alimentos y sus diversas técnicas tienen como objeto principal mantener las propiedades de los alimentos y vida de anaquel más prolongada que permita una mejor absorción de nutrimentos y, en consecuencia, mejor digestión. Además, la conservación permite transportar los alimentos con mayor facilidad y pueden estar disponibles todo el año.
Como conclusión general, los investigadores y estudiante resumieron este ciclo de conferencias con el siguiente pensamiento: “La ciencia en todas sus vertientes y aplicaciones está ligada a la alimentación”
¿Qué cambios experimentó un grupo de estudiantes durante el primer confinamiento COVID-19?
En estudio, publicado en Appetite Journal de agosto de 2021, se reportan los resultados de los cambios experimentados por un grupo de estudiantes alemanes durante el primer confinamiento de la pandemia COVID-19 del 22 de marzo al 4 de mayo de 2020, en sus hábitos de vida, dieta y peso corporal, utilizando una encuesta en línea y las opiniones de un total de 827 participantes
Introducción
Las crisis pueden propiciar cambios en la conducta de los individuos, ya sea de carácter físico, anímico o psicológico, o causar una mala salud. Estos factores, pueden, a su vez, transformar el estilo de vida y la dieta durante y después de este periodo que para nadie pasó inadvertido, ya que para algunos fue insoportable, mientras que para otros fue una oportunidad para fomentar actividades de creatividad.
En 2019 surgieron informes de una posible epidemia por la presencia de un nuevo coronavirus en Wuhan, China y que rápidamente se difundía por varias regiones del mundo. Para el 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud de la ONU reportó que la enfermedad se había extendido a 114 países y se consideraba una pandemia.
La naturaleza de la enfermedad, incluido el método de transmisión, provocó muchos “confinamientos” regionales o nacionales, que se manifestaron de manera diferente en cada lugar. Alemania entró en un período de confinamiento inicial desde el 22 de marzo de 2020 hasta el 4 de mayo 2020. Durante este tiempo, las tiendas, restaurantes, deportivos, teatros, escuelas guarderías y universidades se cerraron. Se alentó a los residentes a no reunirse con personas fuera de su

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hogar, a lavarse las manos con agua y jabón en forma constante y a utilizar en lugares públicos cubre-boca y gel antibacterial.
Un año después
La pandemia de coronavirus y la respuesta al confinamiento generaron informes de estrés, especialmente en estudiantes y trabajadores de la salud. Estrés y aislamiento que podría atribuirse a la obligación de mantener el confinamiento, aunado al miedo al contagio y a la incertidumbre por la soledad obligada; aunque las razones y efectos pueden variar en diferentes grupos.
La investigación realizada hasta ahora sobre los cambios en el estilo de vida durante los confinamientos se ha llevado a cabo también en múltiples países, incluyendo México, con diversas muestras, pero con efectos muy similares. En este estudio se reportan los resultados encontrados en una amplia muestra de estudiantes alemanes, tanto favorables como desfavorables en
los hábitos de vida, la dieta y cambios en el peso corporal. En cuanto a la dieta, se encontró un aumento en la frecuencia del consumo de botanas, dulces y alimentos salados; pero también mayor frecuencia de cocina casera y un mayor consumo de productos frescos.
Curiosamente, el consumo de alcohol, tabaco, teléfono celular y actividad física parecen haber aumentado en algunos países y disminuido en otros. Los diferentes hallazgos pueden reflejar la fuerza de las restricciones o el impacto del virus en cada ubicación, así como el estatus socio-económico, las diferencias culturales y otras características de los grupos de población investigados.
Las modificaciones en el peso por efecto del confinamiento también fueron reportadas en el estudio. El estrés puede haber sido una de las razones del aumento de peso durante el confinamiento, así como los cambios en los tipos de alimentos consumidos: entre los que destacan las botanas y la “comida rápida”. Los factores individuales, por ejemplo, el sobrepeso y la obesidad prevaleciente antes del estudio también jugaron un papel importante.
Si bien la pandemia de coronavirus afectó a todas las personas de diferente forma, este estudio se centra en los estudiantes porque, en tiempos habituales sin grandes crisis sociales, generalmente entran en un período crítico en la vida mientras hacen la transición de la escuela secundaria a la universidad. En sus primeros años, los estudiantes están comúnmente expuestos a una variedad de nuevas experiencias que pueden influir en su comportamiento de salud y peso corporal, por ejemplo, cambios en el entorno de vida, hábitos alimenticios, actividad física, responsabilidad financiera y niveles de estrés por presiones académicas como fue la necesidad de adaptarse a clases virtuales, lo que llevó al aprendizaje de nuevos métodos, aislamiento y dificultad para consultar o preguntar a sus compañeros durante el tiempo de clase. Esta disminución en la socialización, incluidos los cierres de gimnasios y los deportes grupales, así como las condiciones de vida de los estudiantes, contribuyeron al estrés producido por el confinamiento.
En tiempos normales, el comportamiento alimentario de los estudiantes parece particularmente vulnerable a las fluctuaciones de peso y los comportamientos dietéticos inapropiados. Estudios recientes en poblaciones estudiantiles revelaron mayores tasas de atracones, restricción dietética y uso problemático de alcohol y tabaco durante el período de confinamiento y la pandemia. Sin embargo, las consecuencias de la pandemia y los consiguientes confinamientos en las diferencias situacionales y la probable falta de experiencias de vida importantes para los estudiantes solo se pueden especular.

Amplia gama de factores propició el cambio
Para investigar más a fondo la influencia de una amplia gama de factores, como los cambios en la elección de alimentos, el estilo de vida, el riesgo y las medidas de protección al contagio, las preocupaciones, la convivencia frecuente y cercana, a veces en espacios reducidos con todos los integrantes de la familia, las condiciones económicas y psico-sociales de las relaciones humanas en la familia y la lejanía con los amigos y compañeros, entre otros factores, propiciaron cambios en la dieta y en el peso corporal durante el primer confinamiento por COVID-19 entre los estudiantes.
En el estudio se planteó la hipótesis de que los cambios desfavorables por el confinamiento propiciarían cambios en los hábitos alimenticios, aunado a cambios en la elección de alimentos y restricción de la actividad social, cultural y deportiva, todo lo cual conduciría a cambios en el peso corporal. Además, se esperaba aumento en el consumo de alcohol y tabaco, más horas dedicadas a los electrónicos, asociados con las preocupaciones y ansiedad.
Resultados
Tres cuartas partes de la muestra (829 estudiantes de un total de más de 3,000 que contestaron en su totalidad la encuesta), el 75.2% eran mujeres y 56.1% menores de 24 años; el 15.2% ya estaba por encima del peso normal en el momento de la encuesta. Más de un tercio 35.2% conocía a alguien que había tenido una prueba positiva de COVID-19 o de parientes y conocidos fallecidos por esta causa, y el 78% se puso en cuarentena. Alrededor de un tercio se mudó de residencia temporal o permanentemente, y el 22.9% experimentó la pérdida de empleo o la reducción de las horas de trabajo.
La mitad de la muestra 50.7% no experimentó ningún cambio de peso, el 27.5% ganó peso y el 21.9 perdió peso. La cantidad media de peso perdido fue de 3.7 ± 1.8Kg. De los participantes que estaban por encima del Índice de Masa Corporal (IMC) normal antes del confinamiento, el 71.2% cambió de peso, el 31.4% ganó peso y el 39.8% perdió peso. De los participantes con un IMC dentro del rango normal, el 45.4% cambió de peso. De los individuos de peso normal, el 25.8% ganó peso y el 19.6% perdió peso. Estar por encima del IMC normal modificó las probabilidades de cambiar de peso durante el confinamiento en 2.97 veces (IC del 95%: 1.93.4.56).
Muchos estudiantes reportaron pocas experiencias positivas
Cuando se les preguntó sobre posibles cambios positivos debido a la pandemia, el 17.4% de los participantes señalaron no haber experimentado ninguna experiencia positiva en sus vidas durante el confinamiento: (= 1 en una escala de seis puntos); El 82.6% reportó, al menos, algunos cambios positivos, pero sólo el 4.2% entre ellos reportó “gran cantidad de cambios positivos” (=6) como resultado de la situación de COVID-19 (media = 3.24 ± 1.44). Muchos participantes informaron cambios en los tipos de alimentos que fueron de su elección. Por ejemplo, casi una cuarta parte de los participantes (22.3% informó un consumo menos frecuente de carne y embutidos, y casi una quinta parte informó un consumo menos frecuente de comidas preparadas congeladas (18.0%) durante el confinamiento. Inversamente, se reportó un aumento en el consumo de dulces y pasteles por casi la mitad de los participantes (49.0% y de café por un tercio de los participantes (32.2%).
El análisis de regresión mostró que los cambios de consumo de frutas, vegetales, pan y panadería, pasta, carnes y embutidos, dulces, pasteles y bocadillos salados se asociaron con el cambio de peso percibido. Se registró también un mayor consumo de frutas y vegetales frescos fue un cambio que se asoció con la reducción de peso. El aumento del consumo de pasta, carne y salchichas, dulces y pasteles, así como de botanas saladas y comida rápida, asoció con el aumento de peso. La comparación de los coeficientes de regresión para los cambios de consumo, por ejemplo alimentos dulces y el consumo de pasteles son los indicadores más importantes para el cambio de peso. Otros coeficientes de regresión significativos para las variables de cambio de consumo varían en valor absoluto para carnes y embutidos, así como para productos de pasta.
Cambios en el estilo de vida
Los aumentos reportados más comunes en las actividades relacionadas con la preparación de comidas fueron: probar nuevas recetas y nuevos ingredientes (64.9%), seguido de cocinar con alimentos frescos (56.7%) y pedir comida ‘para llevar’ en algún restaurante (41,4%), Las actividades en las que los encuestados participaron con menos frecuencia incluyeron comidas preparadas (24.9%) y pedir comida rápida ‘para llevar’. El único cambio en el estilo de vida que se asoció significativamente con una reducción en el peso fue el de la preparación de alimentos en casa y con ingredientes frescos.
La actividad física general aumentó en el 37.2% de los estudiantes encuestados, pero disminuyó en el 46.9%. El aumento del ejercicio fue reportado por el 44.2% de los participantes y la reducción del ejercicio fue reportada por el 27.2%. Se informó que la calidad promedio del sueño fue muy malo durante el confinamiento (2.48% ± 2.00, de 1= ‘muy bueno’

a 6 = ‘muy malo’) en comparación con tiempos anteriores al confinamiento (2.33 ± 2.00), y no mejoró después del confinamiento (2.54 ± 2.00).
Los factores protectores como hacer deporte o actividad física en general, y los factores de riesgo, como fumar y beber alcohol, son predictivos del cambio de peso, mientras que el cambio en la calidad del sueño no pareció tener ningún impacto en el cambio de peso. Un mayor tiempo de actividad deportiva, y también del tabaquismo se asociaron con la pérdida de peso, beber más alcohol se asoció con el aumento de peso. En todos los factores de riesgo y protección, fumar mostró la asociación más fuerte con el cambio de peso.
Datos socio-demográficos
Finalmente, también se estudiaron algunos datos socio-demográficos esenciales. El análisis de regresión muestra que ni la edad, ni el género, ni el arreglo personal o la situación laboral se asociaron significativamente con el cambio de peso percibido. Solo el peso inicial antes de confinamiento ayudó a explicar el cambio de peso durante el confinamiento. Cuanto mayor era el IMC antes del confinamiento, mayor fue el aumento de peso durante el confinamiento.
Conclusiones
Este estudio contribuye a las investigaciones que ya se han realizado en otros países y regiones con diferentes poblaciones sobre los efectos de la crisis por el coronavirus, en los comportamientos de estilo de vida, la dieta y el cambio de peso. Estos hallazgos muestran que los estudiantes en Alemania tenían probabilidades de experimentar cambios en el estilo de vida y de peso durante el confinamiento. Se reportaron tanto aumento de peso corporal como disminución. Los factores relacionados con el cambio de peso percibido parecen deberse principalmente a transformaciones en el comportamiento. La comparación de los coeficientes de regresión estandarizados entre todas las variables en el modelo optimizado reveló que, de los productos alimenticios consumidos durante el confinamiento, los de consumo de dulces y pasteles exhibieron la mayor asociación con el aumento de peso. Además, de los alimentos, los comportamientos de riesgo y protección parecen ser los contribuyentes más importantes a la ganancia en el peso. En el modelo de esta investigación, las preocupaciones no parecen haber influido demasiado con el peso corporal.
En general, la ingesta de alimentos registro modificaciones en toda la muestra durante el confinamiento con menos consumo de carne y embutidos y menos comidas preparadas. Encuestas anteriores en Alemania han confirmado los hallazgos actuales
de un menor consumo de carne y un aumento de la preparación de alimentos en el hogar y con ingredientes naturales. Esto también es similar con datos que se han registrado en otros países con estudios en el comportamiento nutricional, psicológico, social y físico experimentado por otras poblaciones durante el confinamiento por COVID-19. Hay muchas posibles razones positivas para los tipos de alimentos consumidos, la forma de prepararlos y si se siguen normas de conservación de los recursos naturales, el agua y la biodiversidad.
Sin embargo, la reducción observada en el consumo de carne y el aumento de la preparación de comidas en casa, también podrían reflejar una reducción en los ingresos, a través de la posible pérdida de empleos a tiempo parcial o el apoyo financiero familiar. De hecho, más del 20% de los participantes reportaron pérdida de trabajo personal o reducción de horas de trabajo remuneradas. El consumo también puede cambiar debido a las preocupaciones sobre la seguridad alimentaria o una mayor facilidad para cocinar en casa mientras se estudia. Otra posible explicación podría ser el hecho de que las personas tienden a consumir carne con más frecuencia fuera de su hogar en restaurantes y otros establecimientos. Al no tener opción de hacerlo, el consumo de carne disminuyó.
Se preguntó a los participantes sobre sus motivaciones para los cambios en los hábitos de compra de alimentos. Algunos productos (pasta, arroz y leguminosas) se compraron más porque tienen una larga vida útil y, otros por sus beneficios percibidos para la salud (vegetales, frutas, cítricos) o para mejorar el estado de ánimo (queso, chocolate, nueces). El alto precio y la dificultad para encontrar alimentos estuvieron entre las razones por las que algunos artículos no se compraron, al igual que los problemas de salud. Una investigación similar podría explicar mejor los motivos detrás de los cambios en los patrones de consumo durante el confinamiento en Alemania; sin embargo, está fuera del alcance de esta encuesta determinar las razones particulares para consumir más o menos ciertos grupos de alimentos como dulces y pasteles.
Alimentos “reconfortantes”
Un aumento en el consumo de los llamados “alimentos reconfortantes”, alimentos que a menudo son altos en azúcar y grasa y consumidos por personas que enfrentan eventos estresantes de la vida (a los que también se les conoce como “consumidores de alimentos emocionales”) podría ser otra explicación para el cambio en los patrones de consumo observados en la muestra. Investigaciones recientes parecen indicar que las personas que comen de manera emocional o compulsiva parecen haber comido más alimentos reconfortantes durante la pandemia de coronavirus.
Los cambios en los patrones de consumo no solo parecen explicar los cambios en el peso corporal, sino que los factores de riesgo conductuales como el tabaquismo, consumo de alcohol y horas frente a dispositivos electrónicos; también parecen desempeñar un papel en el peso reportado entre los estudiantes. Mientras que fumar se utiliza a menudo como una estrategia para afrontar el estrés y el aburrimiento, también se sabe que la sensación de ansiedad, explica la asociación negativa del tabaquismo y el peso corporal. Del mismo modo, también se ha informado que el consumo de alcohol se asocia con el estrés y el aburrimiento, pero el aumento del consumo se relaciona más a menudo con el aumento de peso que con la pérdida de peso. Por otro lado, se ha demostrado que la actividad física está relacionada tanto con la liberación de estrés como con la pérdida de peso.
Dada la continua crisis debido a la COVID-19 y los confinamientos recurrentes en muchos países del mundo, podría ser el momento de profundizar un enfoque especializado en la prevención de comportamientos poco saludables que pueden causar cambios de peso durante el aislamiento social, particularmente en los jóvenes. Esto requeriría fomentar la actividad física que reduce el tabaquismo, el consumo de alcohol y horas destinadas a los dispositivos electrónicos, y se aconseja sobre la ingesta de alimentos saludables, de una manera que pueda llegar a este grupo de población de estudiantes y tener en cuenta sus desafíos particulares.
Los estudiantes son un grupo de población crucial para el futuro y su capacidad para hacer frente a eventos drásticos de la vida sin dañar su salud debe ser un asunto de alta prioridad para los profesionales de la salud.
*R. Palmer, A. Bschaden N. Stroebele-Benschop
Instituto de Medicina Nutricional. Universidad de Hohenhein, Fruwirthstr. Stuttgart, Alemania. Appetite Journal. Elsevier. agosto, 2021.
Los beneficios de la agrobiodiversidad
• La producción de alimentos, es decir, la agricultura, pesca, ganadería, dependen de los servicios ambientales (suelos fértiles, agua, nutrientes, semillas, polinizadores, ciclos químicos, entre otros) para funcionar adecuadamente. La biodiversidad y los servicios ambientales son la base del desarrollo económico y social 2. • La biodiversidad es la diversidad de todos los seres vivos, incluyendo al ser humano. Incluye la diversidad genética y los distintos ecosistemas donde interaccionas las distintas especies9.
La agrobiodiversidad o diversidad
agrícola es el conjunto de especies de plantas y animales, cultivadas y domesticadas, para la alimentación y otros usos, así como sus parientes silvestres 5. • Incluye a los componentes que sostienen a los sistemas de producción agrícola (microorganismos del suelo, depredadores, polinizadores, etc.). En ambos casos la agrobiodiversidad incluye la diversidad a nivel ecosistema, especie y genes. • En México se concentra un porcentaje alto de la biodiversidad mundial. Es el 2º lugar en reptiles, 3er lugar en mamíferos y 4º lugar en anfibios y plantas 6. • En México se identifican parientes silvestres del frijol, de la calabaza, chile, vainilla, papas, tomates y aguacates3. De las 64 razas de maíz que se reportan para México, 59 se pueden considerar nativas 7. • Se han identificado, al menos en México, 600 formas de preparar el maíz en la alimentación 8.
Biodiversidad histórica
• La Agro-biodiversidad también incluye la diversidad histórica y las aportaciones culturales, que han permitido domesticar plantas para la alimentación de la humanidad, como el maíz, el trigo, la soya y el arroz. • La pérdida de biodiversidad afecta el funcionamiento de los ecosistemas y este impacto en la agricultura es tan grande como el del calentamiento global10. • Es importante implementar buenas prácticas agrícolas que respeten el medio ambiente, no pongan en peligro la disponibilidad de los servicios ambientales y garanticen la productividad a largo plazo y la disponibilidad de alimentos para las futuras generaciones3.
Implica la integración de los servicios ecosistémicos en una estrategia para ayudar a las personas a adaptarse a los efectos adversos del cambio climático11. Es importante generar y difundir información y datos que demuestren la importancia de la biodiversidad y los servicios ambientales para enfrentar impactos del cambio climático e integrar estos valores en decisiones y políticas del sector.
Los retos de los sistemas agroalimentarios en un contexto de cambio climático:
-Alimentar a 10 mil millones de personas de aquí al año 2050 -Garantizar la seguridad alimentaria en todas sus dimensiones - Emplear a más de 1500 millones de personas 1. - Fortalecer a las comunidades rurales y adaptarse a los impactos del cambio climático. - La agrobiodiversidad es la base de la subsistencia de una gran parte de la población y van de la mano con las visiones y expresiones culturales que configuran la riqueza biocultural de México. -Hacer frente al aumento en frecuencia e intensidad de los eventos climáticos extremos, como tormentas e inundaciones, así como procesos lentos de cambios, como el aumento del nivel del mar y la desertificación 2 - Presupuestar y redistribuir recursos financieros que garanticen la conservación y productividad, así como la adaptación al cambio climático de las comunidades más vulnerables 3.
Soluciones al cambio
climático benefician la salud
Cada vez son más las evidencias científicas que demuestran la relación que existe entre los efectos del cambio climático en la calidad de los alimentos y sus repercusiones en la salud humana.
La doble injusticia del cambio climático
El cambio climático no solo es aumento de las temperaturas del planeta; sus efectos se expresan en cambios hasta ahora desconocidos y de gran intensidad como las inundaciones, sequías, incendios, aumento en el nivel del mar, derretimiento de glaciares, y otros fenómenos naturales que afectan la vida del planeta. El aumento en la temperatura global propicia la proliferación de gérmenes y bacterias que afectan la agricultura y la salud de los individuos, como ha señalado reciente estudio la revista The Lancet Countdown estudio que reporta El País, España. Los datos señalan que entre otros fenómenos naturales, existe una mayor propagación de enfermedades infecciosas en todos los rincones del planeta, afectando sobre todo a las poblaciones que habitan en países pobres sin que ningún indicador permita pensar en una tendencia descendente. Los países en desarrollo sufrirán las mayores consecuencias y, a consecuencia de la pobreza y la desnutrición son poblaciones más propensas a padecer enfermedades gastrointestinales e infecciosas. “Pese a que tienen mucha menos responsabilidad en la emisión de gases efecto invernadero, -señala El País- presentan mayores dificultades para adaptarse a sus consecuencias por falta de tecnología o financiación, entre otros factores. Es lo que se conoce como la doble injusticia del cambio climático”.

Importante reforzar la información científica y acciones de prevención
En este contexto sigue siendo insuficiente la información y la prevención en gran parte de los países más afectados. Un efecto de esa desigualdad lo demuestra la acción de los gobiernos frente a la pandemia, ya que pese a que la OMS enfatizó la importancia de los sistemas sanitarios, solo 45 de los 91 países encuestados por la OMS en 2021 declararon haber realizado una evaluación de su vulnerabilidad al cambio climático en términos de salud.
Hasta aquí, el diagnóstico
Si la ciencia señala la incidencia que el cambio climático tiene sobre la nutrición y la salud humana, también enfatiza los instrumentos para afrontar ese desafío. Lejos de adoptar una actitud derrotista, los investigadores señalan con acierto que cualquier disminución en el incremento a la temperatura del planeta equivale a salvar en el futuro millones de vidas. De lo que en verdad se trata es que siga siendo posible la vida tal como la conocemos. La salud del planeta es
nuestra. (El País. Opinión. Combatir el cambio climático salva vidas. 26 octubre 2021)
La magia de la lente

Un ritual que privilegia el recuerdo sobre el olvido
1 y 2 de noviembre, Día de Todos los Santos o el vuelo de las ánimas de los niños ángeles; Día de Muertos o recorrido de las ánimas de todos los difuntos rumbo al Mictlán, el lugar mítico en donde gozarán de la vida eterna. Días sumamente importantes para los mexicanos y arraigados en las costumbres y tradiciones del sincretismo indígena y católico. Altares como el que se muestra en esta foto anónima publicada en el diario El Universal, expuesto en San Ángel de la Ciudad de México.
Fotografía impregnada en los misterios de la vida y la muerte envueltos en la penumbra. Y, aunque no son visibles muchos elementos; por ejemplo, papel picado, calaveritas de dulce, alimentos, agua y bebidas; de manera armónica, aparecen los más importantes y simbólicos: el crucifijo de madera al centro, pan de muertos, dos incensarios de copal y blancas veladoras prendidas, un esqueleto, un ataúd con la imagen de una calavera, cempasúchil fresco, flores secas, jarros de barro vidriado, textiles en blanco y negro. Todo ello colocado en dos niveles o escalones que simbolizan el mundo superior y el inframundo. Una tradición milenaria que vive entre los mexicanos.