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Marco teórico

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Dedicatoria

Dedicatoria

Marco teórico

Hoy en día encontramos una multitud de cosméticos para el cuidado de la piel: sérums, contorno de ojos, tónicos, limpiadores, peelings, cremas. La cosmética tiene una tradición milenaria. La historia nos recuerda a Cleopatra y Nefertiti como grandes expertas en el arte de la belleza pero no fue hasta el siglo XVII que apareció el término «cosmético«, que significa «relativo a la ornamentación». Un cosmético es un producto que se utiliza en la higiene personal o bien, para mejorar la apariencia, especialmente del rostro. Sus funciones varían según su clasificación. Los cosméticos pueden estar destinados a limpiar, perfumar, proteger, modificar, mantener y corregir aspectos corporales.

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En definitiva, los cosméticos hacen referencia a la belleza. Se aplican en el rostro o en otras partes del cuerpo para embellecer y principalmente su uso se destina a mujeres. Los cosméticos se venden en forma de cremas, soluciones, suspensiones, geles, emulsiones en agua o aceite. Entre los que más destacan están las cremas para el cuidado de la piel, productos capilares y productos de higiene.

Sin embargo, fue antes, en el siglo XVI cuando el auge de los cosméticos surgió en Italia, donde los monjes de la Basílica de Santa María Novella crearon el primer laboratorio donde se elaboraron cosméticos y medicinas.

La cosmética en la actualidad

En la actualidad, el mundo de la cosmética ha evolucionado mucho y sigue avanzando a gran velocidad gracias a la implantación de nuevas tecnologías. La cosmética ya no tiene que ver sólo con la estética, la salud de la piel es un factor que cada vez tienen más en cuenta los consumidores a la hora de elegir sus cosméticos.

Las nuevas tendencias obligan a los laboratorios cosméticos a actualizar sus productos para satisfacer los nuevos modelos de belleza y las necesidades de los consumidores, así como mimetizarse con los nuevos estilos de vida. El consumidor actual apuesta por una belleza integral, que no sólo contempla el aspecto físico.

La belleza es holística, externa e interna, lo que implica que las marcas y los productos crezcan y que contemos con numerosos y diferentes productos cosméticos en el mercado, productos que apuestan por la belleza y por la salud de la piel pero también, por la sensorialidad en sus texturas, por la experiencia, el cuidado del medio ambiente y la conciencia social. De ahí, que aparezcan constantemente nuevos productos, tantos, que en muchas ocasiones nos podemos encontrar que no sabemos cuál es su finalidad. No se consideran cosméticos aquellos productos o preparados destinados a la prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades. Tampoco, aquellos destinados a ser ingeridos, inhalados, inyectados o implantados.

El uso de productos cosméticos no está exento de producir efectos adversos. Normalmente compramos uno u otro porque hemos visto un anuncio que nos ha gustado, nos han hablado bien de él o tenemos la recomendación del vendedor del establecimiento en donde se adquiere. Sin embargo, tal y como explica María Jesús Lucero, profesora titular de Dermofarmacia en la Universidad de Sevilla, “el mejor lugar donde puede comprar un cosmético es en la farmacia donde el farmacéutico después de realizar un análisis del tipo y estado de la piel, le aconsejará los productos cosméticos más adecuados para su piel” .

Cuando hablamos de efectos adversos de un cosmético no hablamos de las reacciones que pueden aparecer debido a un mal uso o a la aplicación indebida del mismo, se trata de aquellos que aparecen al usar el cosmético tal y como se especifica en la caja del fabricante.

“Según la legislación de productos cosméticos vigente (RE 1223/2009) existen dos tipos de efectos no deseados. El no deseado, propiamente dicho, que se corresponde con una reacción adversa para la salud humana atribuible a la utilización normal o razonablemente previsible de un producto cosmético; y el grave no deseado, que es un efecto no deseado que produce una incapacidad funcional temporal o permanente, una discapacidad, una hospitalización, anomalías congénitas y/o riesgo inmediato para la vida o la muerte”, explica Lucero, quien señala que es muy raro que se den debido a la estricta vigilancia que realizan las autoridades sanitarias. No obstante, la profesora señala que en los casos en que se producen puede ser por diferentes razones:

Algunos productos cosméticos no cumplen la reglamentación europea y, por tanto, son ilegales: en estos casos los efectos no deseados pueden producirse por múltiples causas, como contener sustancias prohibidas o sustancias restringidas utilizadas en mayor concentración o con fines diferentes a los que están previstos en la legislación, o por no haber sido fabricados en las condiciones adecuadas y no cumplir las normas establecidas de calidad y seguridad. Algunos productos cosméticos contienen sustancias en concentraciones superiores a lo habitual: en estos casos y pese a que han sido autorizados a ser puestos en el mercado, posteriormente se observa que provocan efectos adversos. En estas situaciones es posible que aparezcan efectos no deseados, graves o no, derivados de su uso. Cualquier piel puede sufrir una reacción adversa. Sin embargo, las pieles sensibles o con una alteración dermatológica (diagnosticada o no) son las que pueden padecer estos efectos con más facilidad.

“La mayoría de los efectos adversos son leves, transitorios y no causan daños permanentes. Aunque, como se ha comentado antes, es posible que puedan ser sistémicos y graves. Los no graves se suelen observar en la zona de aplicación y mejoran tras dejar de utilizar el producto cosmético. Los síntomas más frecuentes son: sensación de calor, enrojecimiento, descamación, irritación, presencia de granos o eczema, etc. Los diagnósticos más frecuentes son de dermatitis y urticaria de contacto, acné cosmético, foliculitis e hipo/hiperpigmentación”. Debes de saber que existen diferentes tipos de piel, hay cuatro tipos básicos de piel sana: normal, seca, grasa y mixta. El tipo de piel se determina genéticamente. No obstante, el estado de nuestra piel puede variar considerablemente según los diversos factores internos y externos a los que es sometida. Piel normal: "Normal" es un término utilizado ampliamente para referirse a la piel bien equilibrada. El término científico para la piel sana es eudérmica. Piel seca: "Seca" se utiliza para describir un tipo de piel que produce menos sebo que la piel normal. Como consecuencia de la falta de sebo, la piel seca carece de los lípidos que necesita para retener humedad y formar un escudo protector frente a influencias externas. Piel grasa: "Grasa" se utiliza para describir un tipo de piel con producción acrecentada de sebo. La hiperproducción se conoce como seborrea. Piel mixta: La piel mixta es, como su nombre indica, una piel que consta de una mezcla de tipos de piel.

Al contrario que el tipo de piel, el estado de la piel puede variar considerablemente durante el curso de la vida. Entre los numerosos factores internos y externos que determinan el estado de la piel destacan los siguientes: clima y contaminación, medicación, estrés, factores hereditarios que influyen sobre los niveles de sebo, sudor y factores hidratantes naturales que produce la piel, así como los productos que utiliza y las opciones para el cuidado de la piel que se estén aplicando. Los productos para el cuidado de la piel deben seleccionarse para que se adapten al tipo de piel y traten el estado de la misma. Los dermatólogos y otros expertos en cuidado cutáneo determinan el tipo y el estado de la piel de una persona midiendo diversos factores.

Con el tiempo vamos a ir aprendiendo distintas cosas sobre los distintos componentes de nuestros cosméticos. Leyendo las composiciones de los distintos cosméticos, veras un montón de «potingues» mezclados que a saber para qué funcionan… pues todos ellos se pueden poner en cuatro grupos principales:

Principios activos.

Son los compuestos que realizan la función propiamente dicha del producto. Por sí solos no suelen tener una presentación agradable o útil, por lo que deben mezclarse, de todas formas, con los otros tres grupos de componentes. Además, a menudo son sustancias con posibles efectos secundarios desagradables, por lo que no se suelen poder utilizar más que en pequeñas proporciones fijadas por estándares e incluso leyes.

Por ejemplo son inocuos el aloe vera, la baba de caracol, pero otros son más peliagudos como por ejemplo los ácidos de las cremas despigmentantes.

Excipientes.

Son los compuestos que funcionarán como vehículo de los principios activos. Además, tienen la particularidad de que definen la «forma» del cosmético; es decir, son los que deciden si será un gel, una crema, un sérum, una pomada… o lo que sea.

Por ejemplo, el agua (el más frecuente) o la glicerina.

Aditivos.

Se añaden a la composición para mejorar su preservación (conservantes como los parabenos), su presentación (colorantes como los óxidos de hierro) o su perfume (por ejemplo aceites esenciales).

Correctores.

Como su nombre precisamente indica, «corrigen defectos» que tendría la mezcla de componentes si no los añadieras. Mejoran su acidez, su espesor, su olor o su homogeneidad. Por ejemplo, los espesantes.

De todas formas, es interesante saber que un mismo ingrediente puede funcionar a la vez en varios de estos grupos. Por ejemplo, la glicerina suele utilizarse principalmente como excipiente; pero también tiene funciones

propias de los principios activos, ya que suele reconocerse como agente hidratante e incluso según algunas fuentes como blanqueante.

¿Cómo y dónde debemos notificar un efecto adverso?

Si tras la utilización del producto cosmético aparecen síntomas y se comprueba que se deben a uso habitual, tanto los profesionales sanitarios como los consumidores pueden notificar el problema en la página de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps).

De hecho, la experta señala que un efecto no deseado es recomendable notificarlo, mientras que un efecto grave no deseado es obligatorio. “Para cualquiera de los dos casos, existen un formulario de notificación independientes”, apostilla antes de reiterar la importancia de completarlos para mejorar la seguridad. Muchas veces, por pereza o porque se nos olvida, no retiramos el maquillaje de nuestro rostro, lo que puede tener algunas consecuencias para la piel. En la página de Mejor con Salud explican algunos de estos efectos perjudiciales:

 Sequedad en la piel.  Pérdida de brillo al acumularse las células muertas en la superficie de la piel.  Inflamación de los tejidos cutáneos debido a la acumulación de sustancias químicas, toxinas y suciedad.  Desarrollo de acné y puntos negros por la falta de oxigenación y limpieza natural.  Aumento del riesgo de infecciones en los labios.  Deterioro prematuro del colágeno y la elastina, lo que conllevaría a la aparición prematura de arrugas.

PRODUCTOS COSMÉTICOS PARA LA PIEL

1. Rubores 2. Polvos faciales 3. Base de maquillaje (liquido cremoso) 4. Correctores faciales 5. Productos para piernas y cuerpo 6. Cremas faciales 7. Lociones faciales 8. Cremas para manos y cuerpo 9. Talcos para los pies 10. Mascaras faciales 11. Otros productos cosméticos para la piel

Una vez que tengamos claro qué productos debemos utilizar, hay que saber cómo usar correctamente los cosméticos y de forma segura. Lee la etiqueta del producto. Solemos cometer el error de ignorar este paso y es fundamental no hacerlo. En el etiquetado figura el modo de empleo, las contraindicaciones, precauciones y advertencias. Cada cosmético tiene su función. No lo utilices para otro fin diferente al que ha previsto el fabricante. Los cosméticos también caducan. Respeta las fechas de uso que aparecen en el envase. Una vez abiertos, los cosméticos tienen un periodo de tiempo limitado para mantener sus condiciones originales y eficacia. A partir de ese momento, el producto podría resultar perjudicial para la piel, causando irritación, picor y/o reacciones alérgicas. Consérvalos bien. Es importante mantener los productos en las condiciones que indica el fabricante para no alterar su estado. Ciérralos bien después de usarlos y evita su exposición a la luz solar o a cambios de temperatura elevados. La higiene es fundamental. Lávate las manos antes y después de utilizar cada cosmético para no contaminarlo. No compartas. Este es un error común entre los más jóvenes y puede dar lugar a infecciones cutáneas y oculares. Por ello, nunca se deben compartir los cosméticos, especialmente aquellos que entran en contacto con las mucosas y los ojos, como el rímel o el lápiz de ojos. Evita las mezclas. No alteres la composición del producto añadiendo agua o cualquier otro elemento, perderá su eficacia y podría, incluso, dañar tu piel. No cambies el recipiente. Evita el trasvase del producto a otro recipiente no contemplado por el fabricante.

Elegir con la ayuda de un dermatólogo los productos que debemos incluir en nuestra rutina de belleza y cuidados faciales y saber cómo usar correctamente los cosméticos es fundamental para prevenir problemas cutáneos. En la mayoría de casos hablamos de reacciones leves, como dermatitis o acné, pero también pueden darse reacciones alérgicas más graves. Estas son algunas de las consecuencias del mal uso de los cosméticos en la piel más frecuentes:  Brotes de acné y obstrucción de los poros.  Manchas faciales.  Sequedad, irritación y picazón.  Reacciones alérgicas, dermatitis y sensibilidad.  Pueden contribuir al envejecimiento prematuro de la piel.  Pueden agravar enfermedades previas como la rosácea o la psoriasis.

Perspectivas de la industria cosmética en México

Pese a la adversidad económica y al confinamiento derivado de la pandemia, la industria cosmética mexicana aún ocupa el tercer lugar en términos de producción de cosméticos a nivel mundial, sólo superada por Estados Unidos y Brasil, de acuerdo a cifras de la Secretaría de Economía. La industria cosmética en México, aporta el 0.7% de lo que se produce en la industria manufacturera y el 4.2% del Producto Interno Bruto de la industria química. Según el informe de la página de internet consultada https://es.statista.com, el gasto por persona en México en productos cosméticos en 2017, ascendió a 176 pesos frente a los 162 pesos en 2016, y se estimó que para el 2020, el gasto anual promedio en este tipo de productos creció a 6,373 pesos. Aunado a lo anterior, la venta de productos cosméticos y de cuidado personal, en línea, tuvo in incremento significativo, según datos de la Asociación Mexicana de Ventas de Productos Online (AMVO), que afirma que el interés por adquirir productos cosméticos y de cuidado personal, en línea, aumentó un 11% durante la pandemia.

Instituciones que agrupan a la industria cosmética en México

La CANIPEC está conformada por la Cámara Nacional de la Industria de Productos Cosméticos y por la Asociación Nacional de la Industria de Productos del Cuidado Personal y del Hogar A.C. que agrupa a las principales compañías productoras y distribuidoras en México representando así por parte de la Cámara, un 80% del mercado formal y un 50% por parte de la Asociación. La CANIPEC tiene como misión impulsar el bienestar de las personas, uniendo a la industria que les brinda productos de cuidado personal y del hogar, para que ésta pueda atender sus necesidades de hoy y mañana.

Leyes y Normas que regulan a la industria cosmética en México.

En 2014 se promovió en México un proyecto de ley denominado NORMA OFICIAL MEXICANA PROY-NOM259-SSA1-2014, PRODUCTOS Y SERVICIOS, BUENAS PRÁCTICAS DE FABRICACIÓN EN PRODUCTOS COSMÉTICOS, el cual fue publicado en el Diario Oficial de la Federación el 20 de enero de 2015. Esta Norma establece los requisitos mínimos necesarios de las buenas prácticas del proceso de fabricación de productos cosméticos, así como las Buenas Prácticas de Fabricación, relativas al conjunto de lineamientos y actividades relacionadas entre sí, destinadas a garantizar que los productos cosméticos elaborados tengan y mantengan las características de calidad requeridas para su uso. El mercado de belleza y cuidado personal en México alcanzará en el 2022 un valor de USD10. 649 millones, 13% más que su nivel actual, ante el impulso de la venta de productos para el hombre, estimó Euromonitor International.

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