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PROVERBIOS JAPONESES
La gente se arregla todos los días el cabello. ¿Por qué no el corazón?
Las grandes almas tienen voluntades; las débiles tan solo deseos.
No puedes evitar que el pájaro de la tristeza vuele sobre tu cabeza, pero sí puedes evitar que anide en tu cabellera.
Cuando bebas agua, recuerda la fuente.
El que teme sufrir, ya sufre el temor.
Es más fácil variar el curso de un río que el carácter de un hombre.
Si no quieres que se sepa, no lo hagas.
La puerta mejor cerrada es aquella que puede dejarse abierta.
Es fácil esquivar la lanza, mas no el puñal oculto.
Excava el pozo antes de que tengas sed.
El sabio no dice lo que sabe, y el necio no sabe lo que dice.
Todos los ríos van al mar, pero el mar no se desborda.
No hay manjar que no empalague, ni vicio que no enfade.
Pregunta al hombre con experiencia, no al hombre con estudios.
Un viaje de diez mil kilómetros empieza por un solo paso.
El amor no se mendiga, se merece.
Antes de ser un dragón, hay que sufrir como una hormiga.
Cuando tres marchan juntos tiene que haber uno que mande.
El agua hace flotar el barco, pero también puede hundirlo.
El dragón inmóvil en las aguas profundas se convierte en presa de los cangrejos.
El que hace el bien de los demás, hace el suyo.
El tiempo discurre como el río: no vuelve.
La medicina solo puede curar enfermedades curables.
El que ha desplazado la montaña es el que comenzó por quitar las pequeñas piedras.
El que de joven no es acucioso, llegado a viejo en vano se lamentará. <<