ASIGNATURA DEPARTAMENTO SEMESTRE PRERREQUISITO CARÁCTER DE LA ASIGNATURA No. CRÉDITOS INTENSIDAD HORARIA CÒDIGO
: ESTÉTICA O FILOSOFIA DEL ARTE : PROGRAMA DE LICENCIATURA EN FILOSOFIA : VIII SEMESTRE : NINGUNO : Teórica :2 : 3 HORAS SEMANALES : 1600001
JUSTIFICACIÓN DE LA UNIDAD DE ESTUDIO Lo primero y fundamental en un estudiante universitario de cualquier nivel es una marcada capacidad de sorpresa, aunada a una cierta inclinación contemplativa, vista como el acercamiento atento, admirado y concienzudo de la multiplicidad de manifestaciones culturales denominadas históricamente «productos del espíritu» (particularmente al arte y la literatura, de la mano de la reflexión crítica y sistemática en torno a ellas, a los artistas, a la sensibilidad y al gusto). Esta premisa cobrar mayor validez tratándose de los estudiantes de Historia, Letras, Humanidades y Artes, pero es doblemente urgente respecto de los estudiantes de Filosofía en particular, máxime si la facultad donde se matriculan se pregona de carácter esencialmente humanístico y en su perfil profesional se encuentran contempladas, no sólo la actividad docente y editorial en estos campos específicos, sino también la crítica artística y literaria. ¿Por qué ocuparse entonces de la belleza o la fealdad? ¿Para qué reflexionar sobre el Arte? ¿Con qué objeto ocuparse de la historia de las teorías estéticas? En la multiplicidad de manifestaciones culturales y «productos del espíritu humano» se encuentran otras formas de conocimiento equiparables al filosófico y al científico (aunque a veces, incluso, los superan). La condición misma del hombre, ser estético por antonomasia, caracterizado por su incompletitud e imperfección, así como por su profunda indigencia existencial (y en la contemporaneidad por el profundo vacío y la marcada carencia de sentido), hace imposible prescindir de la «Estética»: desdeñar la belleza equivale a disociarse del bien y de la verdad; abstraerse de las dimensiones intuitiva, creativa, sensible y afectiva del ser humano equivaldría a desfigurarlo deliberadamente; divorciarse de la reflexión artística equivaldría a mutilar irreparablemente la formación del estudiante. Desechar o minusvalorar la estética, en resumen, equivale a ratificar todavía más al hombre, a castrarlo, a reducirlo al pensar técnico y utilitario, a cerrarse a toda esa rica dimensión interior de la sensibilidad, la afectividad y la contemplación; más aún, echar a un lado la dimensión sensible y artística del hombre equivale exactamente a negar su espíritu y toda trascendencia posible. De otro lado, hoy en día ya nadie medianamente instruido se atrevería a dudar de la necesidad radical de la formación artística y humanística al interior de cualquier Estado, ni de los enormes réditos personales y sociales de la educación estética; así mismo, en todas las sociedades civilizadas se reconoce que el acceso a la pluralidad de manifestaciones culturales (especialmente a las artísticas) y la reflexión en torno a ellas se traduce en la reafirmación de los valores éticos, cívicos y espirituales. Es en ese sentido en el que, a nivel nacional e internacional, todas las facultades de filosofía, historia, artes y letras de primer nivel, que se precian de una formación verdaderamente integral, han destinado sus fuerzas y recursos al fortalecimiento de la educación humanística, enfatizando específicamente el incremento del arte y la literatura en sus currículos, y mediante la inclusión o expansión de las asignaturas correspondientes a la «Estética» y la «Filosofía del Arte». No obstante todo lo anterior, si hubiese de señalarse algún aspecto particularmente desastroso y vergonzoso en el panorama educativo colombiano, de muchos años para acá y a todo nivel, habría que exclamarse, sin duda: la formación humanística en general, la apreciación artística y la formación estética en particular. Y no tanto la actividad artística en su conjunto, sino