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Ricardo Andrés Pérez
Docente investigador UT
En este segundo número de la revista EN EL CAMPO TOLIMENSE, se va a tener de primera mano la voz de campesinos(as) que presentan su vida y su trajín diario del arduo trabajo del campo que es vital para todas las personas, porque de allí viene lo que comemos varias veces al día para tener salud física y equilibrio mental. Ellos(as) escriben los textos desde el solaz de reflexión en la finca (propia o arrendada), en la Asociación o desde su lugar de estudio y su desde su rol de cabezas de familia, hijas e hijos que valoran y continúan la tradición de sus antepasados o que felizmente pueden retornar al campo luego de haber tenido que vivir en la urbe.
Esta revista nace del proyecto de regalías denominado “Implementación de un modelo de apropiación social del conocimiento para la optimización de los sistemas productivos de café, aguacate, limón, cacao y arracacha con pequeños productores del departamento del Tolima”, y presenta la visión y los aprendizajes de los productores de alimentos al intercambiar conocimiento y posibilidades de mejora de los sistemas de producción con los profesionales del proyecto de Agrosavia, la Universidad del Tolima y la Universidad Cooperativa de Colombia. Precisamente, para los profesionales del proyecto, ha sido una experiencia gratificante el poder aprender de la vida y de las prácticas de las comunidades campesinas, para ampliar los conocimientos de los saberes del campo y sus cultivos.
En la vida campesina, cada día hay que estar pendiente de la tierra y del desarrollo del cultivo para, por ejemplo, combatir las enfermedades, solucionar la contingencia de los otros seres vivos que afecten las plantaciones o los embates del clima (entre otras vicisitudes); por ello hay que estar con la plena fuerza de trabajo dispuesta para levantar la finca que, muchas veces, ha sido heredada de los padres de manera análoga a como se puede heredar o sino adquirir el amor por el campo y su cultura. Por eso hay que decir que ser campesino o campesina en Colombia es, y debe ser motivo de satisfacción personal, por ser quien está dispuesto a trabajar con ahínco por el fin noble de cuidar y sembrar el alimento que va para el sustento de los coterráneos.
El campesino y campesina como sujeto de derechos y de especial protección, consagrado con justicia en la Constitución política de Colombia desde 2023, ha sufrido a lo largo de la historia del siglo XX y parte del XXI los embates del conflicto y la violencia, que ha llevado a muchas familias al desplazamiento para luego establecerse en otra tierra y, cuando hay fortuna, volver a cultivar con el convencimiento de esta vocación de vida. También por esto es importante que se puedan dar las garantías laborales a quienes se dedican al trabajo de la tierra, para que tengan una remuneración justa, salud, pensión y su pleno bienestar en paz. En la misma búsqueda de paz, igualmente es necesario que se pueda concretar una reforma agraria y un reparto de las tierras justo para las comunidades a las cuales también se les debe proporcionar los medios y generar las condiciones para que los cultivos sean productivos y rentables.
Actualmente en el campo colombiano, ocurre que una parte de la juventud campesina se va hacia otros lugares y otros trabajos, esto se da por los estilos de vida que se promocionan o se tratan de imponer desde otras latitudes a través de los medios masivos y las redes sociales, o por la debilidad de las garantías en el trabajo campesino; sin embargo, muchas personas prefieren o retornan al campo porque comprenden su importancia. Este proyecto también busca darle el lugar que merecen esas comunidades resistentes, que perpetúan la noble labor campesina.
Es por esto que en el vuelo de las abejas, el canto de la tangara, el rugir del tigrillo y en los sonidos y colores de montones de especies diversas, está el clamor por la conservación de una renovada cultura de las asociaciones, comunidades y familias campesinas, que también son conscientes de lo vital que es la protección de la biodiversidad, la conservación de los bosques, los páramos y de las fuentes de agua que posibilitan los cultivos.
La Apropiación Social del Conocimiento que busca este proyecto, es un propósito de vida, para que los investigadores, profesores, campesinos y todas las personas, puedan develar caminos para existir dignamente, cultivar y proteger el planeta para las futuras generaciones.
“La naturaleza es inagotablemente sostenible si cuidamos de ella.” Sylvia Dolson
Fresno, Vereda La Mireya, Finca Soacol.
En este mes inicié la primera sesión de la Escuela de Campo (ECA) en Fresno en mi Finca Soacol, cuando la profesora Jaqueline Chica de la Universidad del Tolima convocó a todos los miembros de la Asociación municipal de beneficiarios de la reforma agraria de Fresno. Sentí que era un espacio para aprender y compartir entre todos y todas alrededor de un tema que nos apasiona : El Café, y no cualquier café, el café tolimense de nuestros cafetales.
Iniciamos a las 7:30 am con un rico y nutritivo desayuno, compartido con todos los participantes. Realizamos un corto recorrido por la parcelay luego Geraldine Mahecha, Rosa Daza, la profe Jaqueline y Jeniffer Rivas realizaron las dinámicas. Ello nos motivó a aprender y poner en práctica todos los nuevos conocimientos de la agricultura. Ejemplo: conocer los resultados de los análisis de suelo de nuestras fincas.
Algunas de esas prácticas y conocimientos que adquirimos para mejorar nuestro café, fueron:
-Para mejorar la calidad del grano hay que beneficiarlo, lavar el café luego de 24 horas de fermentación, día a día hacer este proceso individual y no esperar hasta el día sábado. Hay que lavar la acumulación de los cinco días de recolección en el cafetal de lunes a viernes.
-Practicar constantemente el “Re-Re” para evitar la broca, ya que este es el mejor remedio contra ella.
-Usar un elemento menor o mayor como abono para favorecer el engrosamiento del fruto a su debido tiempo.
-Hay que fertilizar oportuna y completamente con los diecisiete elementos que requiere la planta de café.
-Recolección oportuna y en su punto óptimo de madurez fisiológica. Si es posible medir los grados brix. Tener un plan de manejo de plagas y enfermedades.
-Clasificación de los frutos recolectados
-Calibrar los equipos como la despulpadora.
-Verificar y si es posible medir y llevar análisis de laboratorio. La calidad del agua que se va a emplear para procesar los grupos.
-Saber diferenciar para la degradación del mucílago, qué es oxidación y qué es fermentación, y cuál de las dos es la que se practica.
-Conocer las tres fases del secado del café, implementar antes de realizar la venta, el factor de rendimiento para hacer un comparativo con el análisis que realiza el comprador y que no nos defraude en el peso, ni en el factor de rendimiento.
-Comercializar en lo posible el pergamino en seco, no húmedo.
Día a día adquirimos nuevos conocimientos porque, indistintamente de estar manipulando nuestro café mes a mes, año a año, no reconocemos su calidad. De ahí que la infografía que nos habla de su calidad la estamos empezando a difundir con nuestra gente.
Este mismo mes de abril de 2024 nos enseñaron a utilizar una aplicación para medir nuestras fincas: un GPS. Y el 27 de abril, la ingeniera Geraldine Mahecha tuvo a bien extendernos la invitación al programa radial “La
Universidad y el Campo” de 7 a 8 de la mañana en la 106.9 FM sobre el tema : Efectos del sombrío y sus estrategias para el mejoramiento de la producción cafetera; medidas de establecimientos, regulación y control. En compañía de las estudiantes Mariana Conde y Sara Vásquez, también con Lizeth Ramirez, Juan Campos y Rafael Hernández, quienes nos hablaron sobre la importancia de promoción de consumo del café en el mercado; y lo importante que es consumir nuestro propio café tanto en el ámbito económico como social. Modestia aparte, actualmente ya saqué mi propia marca de café: Café Doña Iso. Con su respectivo registro INVIMA, pero lo más productivo y saludable es que mi familia y yo consumimos nuestro propio café. Tinto agradable a nuestro organismo y saludable a nuestro bolsillo y con el orgullo de que lo producimos en nuestra propia parcela, desde el sembrado hasta la recolección.
Luego, para el 28 de mayo del 2024 la segunda sesión de nuestra escuela de campo (ECA) en café, se realizó en la finca “Agro empresa familiar El Recuerdo”, vereda Travesías, corregimiento “el Tablazo” en Fresno Tolima. Llegamos muy temprano y adquirimos conocimientos sobre nuestra profesión de campesinos empresarios. Nos enseñaron qué es un refractómetro y para qué nos sirve. De igual manera la profesora Yenny Rocío Navarrete en el
Si el campo no produce, la ciudad no come
John Patiño
Rovira, vereda San Roque Alto, finca El Abedul
tema de calidad del café nos explicó :
1. Concepto de calidad
2. Factores que intervienen en la calidad
3. Estándares de calidad
4. Aplicaciones de estándares
Para cerrar el mes de mayo en el programa radial “La Universidad y el Campo”, nos hablaron los estudiantes
Yulieth Morales y Miguel Rivera sobre las estrategias de mercadeo de los productos agrícolas en una comunidad cafetera dirigida a la soberanía alimentaria y hacia el desarrollo de los grupos de consumo, conceptos claves para la economía cafetera.
Es para mí un orgullo poder crecer en conocimientos y que mi parcela el día de mañana llegue a ser muy productiva para todos al servicio de los míos.
Para el campesino, la vida ha cambiado enormemente. Hoy, hemos tenido que adaptarnos a nuevos medios de comunicación, comercio y tecnologías que en mis tiempos no imaginábamos. El campo es una bendición de Dios, pero muchos jóvenes no lo valoran. Recuerdo cuando no teníamos electricidad ni carreteras; todo se hacía a pie o en mula, y la comunicación era por cartas. Sin embargo, a pesar de las limitaciones, vivíamos con un sentido de comunidad y tradición que hoy parece haberse desvanecido.
El trabajo de las mujeres era arduo: se levantaban al amanecer, cocinaban a leña y se encargaban de alimentar a la familia y de las labores en el campo. Sin agua corriente ni electrodomésticos, lavar la ropa era un viaje a la quebrada y conservar la comida requería ingenio. Las familias se reunían al final del día alrededor de una lámpara para compartir historias, y el estudio era un lujo reservado para pocos, especialmente los hombres.
Hoy, todo es diferente. Tenemos electrodomésticos, transporte, comunicación moderna, y la agricultura ha cambiado con la industrialización y el uso de químicos, aunque esto también ha desgastado el suelo y sus nutrientes. La educación es más accesible, pero muchos jóvenes no ven futuro en el campo y buscan salir, ya que no perciben apoyo ni valoración por parte del gobierno o la sociedad.
A los jóvenes les digo: no descuiden el campo ni olviden sus raíces. Estudien, profesionalícense, pero recuerden que, si el campo no produce, la ciudad no come.
Laura Solórzano Cardozo
Dolores, vereda San José, finca La Arabia
Soy una joven campesina del municipio de Dolores, Tolima. Allí la vida es hermosa, en las mañanas se oyen los pájaros recibiendo un nuevo día, las montañas se levantan imponentes mostrando la riqueza de sus recursos naturales, los mejores paisajes están pintados en esta tierra y tengo la certeza de que se produce el mejor café y ganadería. Dolores, Tolima es la tierra que me vio nacer, crecer y es el lugar donde más anhelo volver y nuevamente poder estar en medio de este paraíso, rodeada de la naturaleza y viendo el cielo que nos brinda una luz de esperanza. Porque cuando decidí el camino hacia mi futuro, sabía que este me conduciría nuevamente a mi hogar y mi región.
Buscando oportunidades me fui de mi hogar, porque en mi municipio y colegio me enseñaron a ver la finca familiar como una empresa y me enseñaron que en el campo también se puede progresar. Desafortunadamente los jóvenes rurales no tenemos la oportunidad de estudiar una carrera profesional en nuestros territorios. Y es por eso que hoy me encuentro en la ciudad, en medio de personas que no conozco, tratando de entender cómo funciona el campo, el suelo, el clima y todos los factores que influyen para tener una buena cosecha. Acá me enseñan a sembrar, planear, fertilizar y cosechar, pero desde un pupitre, y allá en mi tierra donde puedo practicar y están las personas que realizan estas labores diariamente, a veces, ni las volteamos a mirar y mucho menos se crean espacios de apoyo y acompañamiento
verdadero para mejorar. Aunque este proceso sea difícil, tengo claro que el día que emprendí este viaje lo hice para prepararme y volver con nuevas ideas y transformar la manera de producir, esa que muy pocas veces recibe la recompensa justa.
La distancia entre la ciudad y el campo no solo es de kilómetros, sino también emocional. Extraño el olor a tierra húmeda, ese olor que tanto me gusta, porque me recuerda las bondades que nos ofrece, extraño el abrazo de mis papás, las mañanas tranquilas mientras me tomo un café, la sonrisa de mi mamá cuando ve sus flores en el jardín, los ojos de esperanza de mi papá cuando ve su cafetal y en él encuentra el sustento con el que ha sacado adelante a nuestra familia.
Muchas veces quisiera tener cerca el ejemplo de sacrificio y trabajo duro de mis padres, la risa de mis hermanas, esa que me llena el alma. Alejarme de mi casa, me hace llorar. Sin embargo, sé que cada sacrificio tiene su recompensa y la mía, será volver a mi pueblo para aportar todo lo que he aprendido. Cuando me siento triste y siento que no puedo más, recuerdo que en mi pueblo me espera un sueño. Ese por el que lucho día a día. Y sé que cuando esté lista, allá me recibirán mis papás, mis hermanas y una finca con un hermoso cafetal. Porque crecer en el campo me enseñó el valor del esfuerzo y la belleza de la vida sencilla y por eso allí siempre querré regresar.
“quien siembra un campo, cultiva una flor o planta un árbol, es superior a los demás.”
cultivo de aguacate
Casabianca, vereda El Cardal, finca La Pradera
He dedicado toda mi vida a la labor del agro, tengo 67 años y llevo 25 trabajando con el cultivo de aguacate. También he trabajado con café, plátano y algunos cultivos de pancoger. Vivo en la vereda El Cardal, en el municipio de Casabianca, y trabajo en la agricultura familiar junto con mi familia.
Del proceso que hemos llevado con AGROSAVIA, me ha gustado mucho el trabajo que hemos hecho con los ingenieros y los especialistas que han venido, como los expertos en suelos, que nos han ayudado a corregir las prácticas de fertilización, y los especialistas en podas de árboles y distancia de siembra, entre otros temas. Todo esto nos ha aclarado mucho sobre el manejo adecuado que debemos tener como agricultores. Además, nos han brindado la oportunidad de participar en giras, donde hemos aprendido sobre el manejo del aguacate y nuevas tecnologías. Hemos adquirido un conocimiento invaluable que antes no teníamos, y estoy muy satisfecho con el trabajo que hemos realizado con AGROSAVIA. Me gustaría que este conocimiento llegara a más personas, y por nuestra
parte, hemos intentado compartirlo con los vecinos. Estoy muy contento con todo lo que se ha logrado.
Tuve la fortuna de ser elegido para estudiar con la Universidad Cooperativa en un diplomado y también con la Universidad del Tolima, lo cual ha ayudado a tecnificar los procesos en la finca. Los conceptos relacionados con el trabajo comunitario han sido muy útiles, y todos los instructores nos dejaron conocimientos importantes sobre cómo fortalecer el trabajo comunal, que es precisamente lo que estamos haciendo. Este proceso lo llevamos a cabo en Mariquita, donde recibimos clases tanto presenciales como virtuales.
Una diferencia importante que encuentro entre las capacitaciones de AGROSAVIA y las que he recibido de otras entidades es que con AGROSAVIA la participación es muy dinámica y en doble vía. Nosotros, como agricultores, tenemos mucha participación y ellos complementan con su tecnología. “Ellos escuchan mucho al agricultor; en otras capacitaciones, el agricultor
solo escucha, como una piedra”, pero con AGROSAVIA participamos y debatimos. Lo más relevante es la unión de tres componentes: AGROSAVIA como entidad de investigación, la universidad como fuente de cátedra, y el productor con su experiencia. Esta combinación es clave para que las cosas funcionen mejor en el campo, algo muy importante para el agro colombiano. Creo que ha sido un verdadero acierto por parte de AGROSAVIA.
Tengo una experiencia que quiero compartir. Nos decían que debíamos dejar de usar agrotóxicos, pero un amigo ingeniero, hace tiempo, nos había dicho lo contrario, que teníamos que usarlos. Eso nos dejó un poco confundidos. Antes, los ingenieros agrónomos decían que había que utilizarlos, y ahora nos dicen que no. Mi amigo expresó su confusión. A partir de ahí, comenzamos a buscar productos orgánicos, nos organizamos, e invitamos a un experto de Fresno para que nos capacitara. Él nos enseñó fórmulas para preparar estos productos, y
quienes los han usado están muy contentos. Sabemos que son productos orgánicos naturales, y aunque nosotros apenas estamos empezando a utilizarlos, los vemos con mucha proyección.
Mi opinión sobre el proyecto es de gratitud total por todos los conocimientos que nos han traído. Agradezco a AGROSAVIA como institución y a todas las personas que han venido a brindarnos su saber. La gente está muy contenta y, si hay más proyectos en los que nos puedan vincular, estaremos atentos. Ojalá estos proyectos lleguen a más personas y se amplíe el acceso a estos conocimientos. La gente ha expresado mucha alegría al participar en las ECAS, y todos quedaron muy satisfechos con la calidad humana y el tejido social que se formó. En varias actividades participaron personas de diferentes regiones, y ahora somos amigos, compartimos muchos conocimientos y nos sentimos muy agradecidos por ello.
El desarrollo del sector agropecuario: mirada de una joven
Paula Andrea Latorre
Mariquita, vereda La Albania, finca Bosque Dorado
Soy una joven de 17 años, estudiante de la universidad de Caldas, actualmente cursando segundo semestre en ingeniería agronómica. En primer lugar quisiera contarles que desde muy pequeña he sentido un inmenso gusto por la naturaleza, observar los verdes paisajes, las fuentes de agua, ver el lento crecimiento de una planta sembrada con semillas de amor, dedicación y esperanza, recolectar sus frutos, cada uno con distintos sabores, aromas y colores, adoro escuchar el canto de las aves, descubrir infinidades de especies animales que se encuentran en ella, se puede hacer una gran diferencia entre el estrés de la ciudad y la tranquilidad que genera el campo.
Hace tres años mi familia adquirió una finca en Mariquita, vereda Albania y yo como estaba estudiando en Ibagué solo podía viajar en vacaciones y así disfrutar en familia del campo de las labores y aprendiendo a desarrollarlas.
Después de cursar el grado once, decidí estudiar ingeniería agronómica, pues considero que la preparación y el desarrollo de habilidades son fundamentales para ser productivos en todos los campos.
Todo inicia con el deseo de querer aprender y ayudar a mejorar la producción agrícola familiar y poder hacer réplica de los conocimientos en otras fincas y contribuyendo al cuidado del medio ambiente. Les confieso que cada día que pasa valoro más mi vida en el campo, sé que con gran esfuerzo las personas siembran y buscan obtener buena cantidad y calidad en sus productos, pero no es fácil, este requiere de mucha dedicación y compromiso.
Por eso, cuando supe que darían capacitaciones sobre el cacao, que se desarrollarían en nuestra vereda, me interesé por asistir, y la verdad me ha gustado. estoy muy contenta porque AGROSAVIA me ha dado la oportunidad de participar en los encuentros, donde todos intercambiamos conocimientos, diferentes prácticas y exponemos nuestras inquietudes, aprendemos teoría y lo llevamos a la práctica, obteniendo un aprendizaje significativo.
Con AGROSAVIA hemos aprendido a diferenciar los distintos tipos de suelo, para esto realizamos una calicata
donde encontramos tres capas: en su primera capa pudimos observar una tierra de color negro y suave, este tipo de tierra se conoce como arenoso, en la segunda capa encontramos un suelo limoso, que es neutro, es decir, menos negro y un poco compactado y en la última capa un suelo arcilloso con una tonalidad amarilla.
También hemos aprendido sobre las deficiencias de nutrientes y cómo se ven reflejados en las hojas, además nos han explicado la importancia de realizar podas correctamente (la poda de formación, poda de mantenimiento y saneamiento), los distintos tipos de cacao como el criollo, CCN51, ICS95, entre otros. En otras secciones hablamos sobre las enfermedades, cómo se transmiten, qué plagas atacan al fruto y a la planta de cacao y cómo tener un correcto (MIPE) manejo integrado de plagas y enfermedades.
La última capacitación fue en nuestra parcela (El Bosque Dorado), estuvo muy interesante ya que varios participamos injertando y podando diferentes plantas de cacao, nos explicaron la diferencia entre un chupón bajero y un chupón basal, el cual también se puede injertar.
Todas estas capacitaciones, nos han ayudado a tomar conciencia sobre los métodos que debemos ir implementando para mejorar en nuestro cultivo, como desinfectar las herramientas con limón, alcohol o hipoclorito de sodio rebajado con agua, ser juiciosos con las podas, fertilizante con materia orgánica y evitar utilizar químicos.
Transformando las fincas de Dolores, Tolima: un modelo
Diana Carolina González
Dolores, vereda San Pedro, finca La Esperanza
La Universidad del Tolima y ASC Tolima, han unido esfuerzos para transformar las fincas del municipio de Dolores, mejorando significativamente las unidades productivas. Gracias a un enfoque integral que incluye capacitación, días de campo, biofábricas y segmentación de suelos, esta colaboración se ha convertido en un ejemplo de progreso agrícola sostenible en la región.
Uno de los pilares fundamentales ha sido la capacitación constante, brindándonos a los productores conocimientos en técnicas agrícolas modernas, gestión eficiente de recursos y prácticas sostenibles. Estos cursos no solo han mejorado nuestras habilidades técnicas, sino que también han promovido una mentalidad innovadora en cuanto a sostenibilidad.
Los días de campo han sido espacios clave para intercambiar conocimientos y experiencias. Nos han permitido conocer nuevas tecnologías, interactuar con expertos y entender de manera práctica cómo abordar los desafíos agrícolas. Esta interacción ha sido vital para aplicar los conceptos aprendidos en nuestras fincas.
El desarrollo de biofábricas ha sido otro componente esencial del proyecto. Estas promueven la producción de insumos biológicos y fomentan una agricultura más respetuosa con el medio ambiente, mejorando la salud del suelo y reduciendo el uso de productos químicos.
La segmentación de suelos, implementada con el apoyo técnico de la Universidad del Tolima y la Asociación Café Frutos del Bosque, ha permitido una gestión más eficiente de los recursos. Al conocer las características específicas del terreno, hemos podido aplicar insumos y tratamientos de manera más precisa, mejorando la productividad y sostenibilidad de nuestras fincas.
En resumen, la colaboración entre la Universidad del Tolima, ASC y las organizaciones sin ánimo de lucro
ha sido clave para el éxito de las fincas en Dolores. Las iniciativas de capacitación, los días de campo, el desarrollo de biofábricas y la segmentación de suelos han transformado nuestras prácticas, haciendo que nuestras fincas se conviertan en modelos de desarrollo agrícola sostenible para la región.
“La primera y más respetable de las artes es la agricultura”
Edna Díaz
Ibagué, vereda Ramos y Astilleros, finca La Estrella
En la zona rural de Ibagué, en una humilde casa rodeada de vegetación, nació Edna, la mayor de cinco hermanos. Desde pequeña, exploró los campos y ríos cercanos, llenándose de amor por la naturaleza y sus sonidos. Edna supo desde joven que pertenecía a la tercera generación de mujeres campesinas, gracias a las historias de su abuela, quien dejó su tierra natal en busca de mejores oportunidades.
Recuerda con cariño los tiempos pasados, cuando la vida era más sencilla y la familia estaba unida. Las memorias de su abuela cosiendo en su antigua máquina o cultivando verduras en la despensa, le enseñaron los valores del trabajo y la amabilidad.
Con el tiempo, Edna se convirtió en una mujer consciente de la importancia del trabajo comunitario y la diversificación del sector. Se capacitó para promover prácticas sostenibles y el cuidado del medio ambiente, convirtiéndose en un símbolo de unidad e inspiración en su comunidad.
Su amor por el campo la llevó a descubrir su pasión por el café, aprendiendo de su abuela que “el café no es solo una bebida, sino una forma de conectar y compartir historias”. Así nació su emprendimiento, Abril Díaz Café Sostenible, donde visibiliza su amor por el café y el ser campesina. Cada proceso, desde el lote hasta la taza, refleja su compromiso y respeto por el campesino que trabaja la tierra.
Tener su emprendimiento ha sido reconfortante; siente la responsabilidad de brindar valores y fortaleza a su comunidad, reflejando la vida de muchas mujeres en el país. Cada decisión que toma, honra su legado familiar, mientras forja su propio destino, prometiéndose evolucionar sin miedo a lo desconocido.
Agradece a las instituciones que le han brindado espacios de calidad para su aprendizaje, donde ha creado lazos de amistad y desarrollado habilidades que le permitirán progresar tanto personal como profesionalmente.
“El campo son los pies que sostienen a la nación” Tomás Moro
Mauricio Garzón
Perseverancia, paciencia y resistencia es lo que hay que tener en la agricultura; no es fácil salir todos los días a ponerle la espalda al sol, pero es un trabajo que realizamos con amor.
La mayor parte de mi vida la he dedicado a la agricultura, desde niño mi padre me enseñó a trabajar y fue así donde nació el amor por lo que hago. Al cumplir mis 14 años alternaba mis estudios con las actividades del campo, edad en que inicié a trabajar. Por esta zona lo que más se sembraba era café, sin embargo las crisis en el sector cafetero, nos hicieron reflexionar que el cultivo de café no llenaba las expectativas y no era para nada rentable, entonces optamos por buscar alternativas que pudieran mejorar los ingresos familiares. Hace aproximadamente 20 años, iniciamos un nuevo proyecto productivo con semillas de aguacate y de cacao, el cual ha sido una gran experiencia hasta el momento. Inicialmente por desconocimiento de muchas prácticas en manejo y preparación de dichos cultivos, se cometieron muchos errores en cuestiones de podas, de siembras, manejos de plagas y enfermedades, planes de fertilización, entre otras actividades específicas del campo. Sin embargo, esos errores han dado paso a buscar soluciones y abrir la mente al conocimiento con el único propósito de ir mejorando y seguir aprendiendo cada día más.
Actualmente el Ministerio de Agricultura junto a las alcaldías iniciaron planes de acción, brindando capacitaciones para tener más conocimientos en las prácticas de los cultivos. Posteriormente llega AGROSAVIA a brindar gran apoyo con todo el conocimiento científico y el gran equipo humano, para la realización de Escuelas de Campo. Las cuales han sido una gran experiencia de compartir conocimiento teórico y práctico. Han realizado un excelente trabajo mostrando todos los procesos de los cultivos de cacao y de aguacate, permitiendo ampliar el conocimiento desde los viveros, los manejos en podas, el reconocimiento de enfermedades y plagas, las características físicas y químicas de los suelos y el proceso final en plantas de
producción. Así mismo conocer el proceso de exportación en aguacate y de transformación en ambos cultivos, subproductos de aguacate y la elaboración de chocolatería, permitiéndonos a nosotros como productores evidenciar y tomar conciencia que la finalidad de nuestros productos es llegar a la mesa de muchas personas tanto en Colombia como en el mundo; lo cual nos hace sentir orgullosos de nuestro trabajo y ponerle más empeño para mejorar la calidad cada día y que reconozcan a Colombia como un excelente productor en Aguacate y Cacao.
Finalmente extender la invitación a AGROSAVIA a que siga apoyando las labores de los agricultores con nuevas enseñanzas , el uso de los laboratorios para seguir haciendo análisis a nuestras muestras; y las giras que en realidad son muy importantes porque abren las puertas para compartir enseñanzas con agricultores que tienen mucho conocimiento y nos permiten socializar, aprender cosas nuevas y aplicarlas en nuestra región. Así mismo poder compartir lo aprendido con nuestras familias, vecinos y amigos para el aprovechamiento de las experiencias vividas y aplicarlos en nuestras prácticas diarias.
“Los árboles son poemas que la tierra escribe en el cielo”
Marian Rojas
Palocabildo, vereda Asturias, finca El Encanto
Trabajar en el campo ha sido una experiencia que transforma tanto a nivel personal como profesional. Nunca imaginé que el cultivo y la agricultura llegarían a formar parte de mi vida, pero las experiencias diarias en la finca han renovado mi perspectiva y me han llenado de anécdotas y aprendizajes que quedarán para siempre.
Mi familia siempre ha sido de raíces campesinas, con una profunda conexión al campo. Mi padre, en especial, es un hombre trabajador y apasionado por su finca. Su deseo más grande es que sus hijos amen el campo tanto como él, y que veamos en la tierra no solo una fuente de sustento, sino un futuro lleno de oportunidades. Durante años vivimos en la ciudad, pero él no cambiaría el campo por nada.
Aunque su pasión siempre ha sido el café, con el tiempo decidió diversificar los cultivos, añadiendo plátano, aguacate y, más recientemente, cacao. El camino no fue fácil; enfrentaron sequías y desafíos en la siembra. Sin embargo, la oportunidad de aprender sobre el cultivo del cacao llegó gracias a AGROSAVIA. Esta institución, con su enfoque en ciencia, tecnología e innovación, ha sido clave para nuestro crecimiento como productores, brindándonos capacitación desde el día uno.
Con cada sesión de Escuela de Campo (ECA), hemos adquirido conocimientos valiosos sobre el cultivo del cacao. Desde diagnósticos de las plantas y análisis de suelos, hasta técnicas de poda y injertación, cada lección ha sido fundamental para mejorar nuestras prácticas agrícolas. También hemos aprendido a identificar enfermedades en las plantas, a optimizar los procesos de fertilización y, lo más importante, a llevar a cabo una postcosecha que asegure un producto de alta calidad.
completo de transformación del cacao. Aprendimos a hacer desde bombones hasta trufas, lo que nos abrió la mente hacia nuevos emprendimientos y nos hizo valorar aún más el potencial del cacao. Además, participamos en una gira a una región productora de cacao, donde conocimos a emprendedores y vimos de cerca el impacto que puede tener la unión comunitaria en el éxito agrícola.
Hoy, gracias a todo lo aprendido, hemos logrado posicionarnos como productores de cacao de calidad. Mi familia ha sido mi mayor apoyo en este camino, y juntos hemos crecido y aprendido. Este proyecto no solo nos ha permitido avanzar en nuestras fincas, sino que también nos ha unido como familia, compartiendo conocimientos y sueños.
Kahlil Gibran
Una de las experiencias más enriquecedoras fue visitar el SENA en Espinal, donde nos enseñaron el proceso
Mariquita, vereda La Albania, finca Bosque Dorado
A raíz de la pandemia en 2021, nuestra familia decidió dejar la vida en Bogotá para construir un nuevo proyecto en el campo. Buscábamos tranquilidad, naturaleza y un espacio que nos ofreciera la posibilidad de trabajar juntos. Así, llegamos a un terreno en la vereda Albania, San Sebastián de Mariquita, un lugar que nos cautivó por su biodiversidad y su clima. Aunque la finca tenía cultivos de aguacate, plátano y yuca, el cacao despertó en nosotros un interés especial, con su diversidad de colores y formas.
Sin experiencia previa en este cultivo, aceptamos el reto de aprender desde cero. Gracias a la invitación de la comunidad local, nos unimos a la asociación “Aprofuorganicas” y conocimos el proyecto de Apropiación Social del Conocimiento de Agrosavia.
Participar en las escuelas de campo fue una experiencia transformadora. Aprendimos prácticas esenciales como análisis de suelos, fertilización adecuada, podas, y procesos de cosecha, fermentación y secado, siempre con un enfoque en la agricultura orgánica y sostenible.
Lo más valioso de este proceso ha sido no solo el conocimiento adquirido, sino también la forma en que hemos crecido como familia. Las capacitaciones nos enseñaron a planificar actividades juntos, integrando nuestras ideas y esfuerzos para mejorar el cultivo. Ahora, no solo producimos un cacao de calidad, sino que también compartimos un proyecto que nos une, fortaleciendo nuestros lazos familiares mientras cuidamos el campo y sus recursos.
“Quiero que mis hijos crezcan pensando que un agricultor es un superhéroe”
Christian F. Puglisi
Cajamarca,
Soy Jorge Vega, agricultor dedicado principalmente al cultivo de arracacha, actividad que llevo desarrollando por casi 30 años. A lo largo de este tiempo, también he sembrado tomate de guiso, fríjol y arveja, pero actualmente me enfoco únicamente en la arracacha por su buena retribución económica. En la finca trabajo junto a mi esposa y mis cuatro hijos, distribuyéndonos las actividades diarias para sacar adelante la producción.
Desde hace aproximadamente un año, participo en el proyecto de Apropiación Social del Conocimiento con AGROSAVIA , en el cual incluso tuvimos la oportunidad de realizar una sesión de Escuela de Campo en mi finca. Ha sido una experiencia muy enriquecedora, ya que he aprendido mucho sobre el manejo de fumigaciones, abonos y suelos, lo que me motiva a seguir comprometido con el proyecto.
En la finca hemos implementado un experimento interesante: manejamos dos lotes de arracacha bajo prácticas diferentes. Uno con manejo convencional, utilizando insumos químicos como abonos y fungicidas en cantidades moderadas, y otro lote con manejo orgánico, empleando únicamente abonos naturales. Hasta ahora,
el lote convencional ha mostrado mejores resultados en cuanto a producción, ya que las plantas cargan más rápidamente. Por otro lado, el lote orgánico requiere más tiempo; las plantas están saludables, pero aún necesitan al menos un mes más para alcanzar el punto de cosecha.
Uno de los aprendizajes más valiosos del proyecto ha sido identificar insectos y otros organismos en las plantas, ya que esto permite aplicar un manejo más adecuado y sostenible al cultivo. Además, las reuniones con AGROSAVIA han sido un espacio para compartir conocimientos con amigos y vecinos de la vereda, quienes me preguntan sobre las prácticas que implementamos. Les explico las diferencias entre el manejo convencional y el orgánico, y los animo a aprender y probar nuevos métodos para mejorar sus cultivos.
Me siento muy agradecido con AGROSAVIA y el proyecto de Apropiación Social del Conocimiento por brindarme esta oportunidad de aprendizaje y acompañamiento. Gracias a esta experiencia, he compartido conocimiento con mi comunidad y fortalecido mi amor por la agricultura.
“La naturaleza no hace nada en vano ni hace nada incompleto” Aristóteles.
Berónica Ramírez
Fresno, vereda El Alto del Águila, finca El Bosque
Resiliencia y sudor en el campo. Entre las montañas del Tolima, donde los cafetales bailan con la suave brisa y el duro trabajo de campesinos y campesinas, se da a luz la morada de muchas familias. El campo es duro, pero es aquí donde la resiliencia y el sudor son recompensados. Con el paso de los años, hemos visto cómo se ha transformado el funcionamiento de las tierras según las exigencias que traerá consigo el nuevo milenio. Pero los desafíos que estamos enfrentando en estas tierras requieren que se encuentren realmente soluciones y, sobre todo, un verdadero compromiso por parte del gobierno, la sociedad y nosotros, los agricultores.
Uno de los problemas más candentes es el de la reforma agraria. El reparto de tierras es un paso necesario pero no suficiente. Como saben bien los campesinos, ¿de qué sirve la tierra si no disponemos de los medios para trabajarla de manera productiva y rentable? Las mujeres en el campo, históricamente invisibilizadas, son las que soportan sobre sus espaldas buena parte del quehacer
en las fincas. Además de cuidar a sus propias familias, también son líderes en la producción de alimentos, en la preservación de tecnologías agrícolas tradicionales y en la adopción de una agricultura sostenible que conserve el medio ambiente. La reforma agraria debe reconocer el papel de las mujeres y asegurar que tengan acceso a la tierra y a los recursos de una manera que aumente sus oportunidades para prosperar.
En este sentido, es crítico invertir en infraestructura, créditos concesionales y asistencia técnica. No solo para hombres, sino también para mujeres que trabajan silenciosamente arando y cosechando con nosotros. Aquí en Tolima, uno tiene la oportunidad de ver a las mujeres campesinas levantarse antes de que salga el sol, con la esperanza de trabajar la tierra. Muchas de ellas están practicando la agroecología para permitir y apoyar la conservación del suelo y la responsabilidad en la utilización de recursos como el agua
Un buen ejemplo es la finca autosuficiente, que es el futuro mismo de la agricultura en Colombia. Este es un esfuerzo continuo, tanto de granjas masculinas como femeninas, para preservar el medio ambiente a través de un equilibrio con la producción agrícola. Desde la reforestación y las prácticas agroecológicas hasta el uso de fertilizantes orgánicos, estos esfuerzos conservan no solo la biodiversidad de nuestra tierra, sino que también aumentan el valor de los productos que cosechamos. Pero para que todas estas explotaciones sean una realidad en todo el país, necesitamos más apoyo técnico y financiero.
Se dice que los jóvenes se están yendo del campo, pero ¿cómo no lo harían si no hay oportunidades para ellos allí? Los programas de educación rural son pocos y no se vinculan a las necesidades reales del campo. Para empeorar las cosas, las mujeres jóvenes tienen una doble barrera en forma de la reducción de la capacidad para recibir capacitación técnica, y las normas y expectativas sociales que las limitan a hacer el trabajo doméstico o trabajar sacrificadamente en granjas. Debemos asegurarnos de que tanto las jóvenes como los jóvenes reciban una buena educación que les permita innovar en sus granjas, participar en el comercio global y llevar una vida digna sin tener que huir a las ciudades si queremos realmente que este sector crezca.
Pero la mayor amenaza que enfrentamos no es una de tecnología o de recursos; es una amenaza a la cohesión. Las comunidades rurales, en su mayor parte segmentadas por la guerra y el aislamiento, necesitan trabajar en la cohesión. Allí, en los senderos del Tolima, las mujeres han demostrado actuar estratégicamente en la construcción de redes de solidaridad comunitaria. Con asociaciones y cooperativas, muchos han podido mejorar la comercialización de productos como café, cacao, y arracacha, asegurando que sus propias familias se beneficien de un precio justo por el trabajo que realizan. Es muy importante que las políticas públicas acojan y apoyen aún más los esfuerzos de tales asociaciones campesinas, especialmente aquellas dirigidas por mujeres.
Finalmente, es necesario afirmar que la sostenibilidad es un tema no apenas verde, sino marrón. A menos que desarrollemos nuestras comunidades rurales, a menos
que apoyemos a los trabajadores de la tierra que cuidan la tierra con devoción y ternura diariamente, no seremos capaces de avanzar hacia un futuro más igualitario y solidario. Queremos políticas que reconozcan y valoren el trabajo de los campesinos, no solo como productores de alimentos, sino como protectores del medio ambiente y del campo.
Para nosotros, los del Tolima, el campo es la fuente de nuestra identidad, y sus campesinos, hombres y mujeres, nuestra esperanza para el mañana. Tenemos que trabajar juntos para asegurar la igualdad en la reforma agraria, la sostenibilidad y la educación para todos, sin ninguna discriminación de género. Si la agricultura está mejorando, entonces todos nos beneficiamos.
Líderes y mediadores rurales, a conquistar el campo tolimense
Eros Castaño
El pasado domingo 24 de noviembre. En la finca Villa Flórez a pocos metros del centro urbano de Villa restrepo. Se llevó a cabo la ceremonia de clausura del diplomado “Líderes y mediadores rurales”. cincuenta productoras y productores campesinos recibieron un certificado de reconocimiento por haber completado satisfactoriamente el módulo 1, titulado “Generación de actitudes para la asociatividad y la gerencia para la toma de decisiones” Un curso que busca generar impacto desde la identificación de liderazgo en las comunidades campesinas.
El evento inició con palabras de bienvenida por parte de la maestra de ceremonias Jeniffer Rivas, quien resaltó la importancia de la labor del campesinado hacia una apropiación social del conocimiento. Posteriormente, las palabras de dos destacados líderes graduandos acerca de su perspectiva y su experiencia en el curso. la señora Mabel Gil, expresó “elevemos nuestras voces y seamos replicadores de todo lo aprendido” y el señor Rhonald Silva: cerró su intervención citando a un líder campesino
célebre: “la historia será escrita por aquellos que trabajen para hacerla”. Después, la docente Jaqueline Chica y el docente Félix Moreno ofrecieron sus palabras de felicitación por el esfuerzo, señalando también la relevancia de los conocimientos adquiridos para los desafíos del campo. También invitándoles a continuar la comunicación en los diferentes canales creados para el diplomado. “que el bien germine ya, y en cada uno de ustedes”. -concluye el profesor Félix-.
Posteriormente, se rodó una emotiva video reseña con fotos y videos de algunos momentos vividos en el curso. El material fue realizado por Jorge Gamboa, miembro del equipo UT. Enseguida fueron llamados al frente uno por uno para recibir su certificado y sacarse una foto de recuerdo. La ceremonia concluyó con un brindis y un compartir entre los asistentes. Fue un momento de celebración y esperanza, que marcó no solo el fin de un capítulo, sino el inicio de nuevas proyecciones y sueños por alcanzar.
“El café huele a cielo recién molido”
“Son mejores las flores en la mesa que los diamantes en el cuello”
Fresno, vereda La Estrella, finca Villa Santander
Emma Goldman
A comienzos del siglo XX, desde una de las lomas más altas de su propiedad, un orgulloso campesino observaba los montes con árboles centenarios, humedales repletos de patos y chorros de aguas cristalinas, evidencia de la exuberante vegetación poco intervenida. Con su guabina en mano, imitaba el canto de los toches mientras transitaba el monte espeso lleno de fauna diversa. Este hombre era don Indalecio Zambrano, quien, como mediano propietario, ayudó a dar nombre a la vereda Calichana, por los depósitos de caliche encontrados en los arroyos, supuestamente custodiados por serpientes con cabellos.
El camino real que unía el vecindario se transformó en carretera interveredal, facilitando la conexión hacia el Cañón del Chicamocha y las provincias vecinas de Santander. Sin herederos cercanos, Don Indalecio cedió parte de sus tierras a su ahijada, Socorro Arias Zambrano, quien, junto a su esposo y sus hijos, inició el sueño de convertir ese regalo en un sustento para la familia.
La familia eligió un lugar estratégico para construir la casa: alejada de los cauces de agua, pero con acceso suficiente para el hogar. Levantaron paredes de tapia pisada bajo la sombra de un bosque frondoso. Al poco tiempo, encontraron en el cultivo del fique una fuente económica estable, y también comenzaron a sembrar caña de azúcar, variedades que hoy resurgen en Mogotes, la capital panelera de Santander.
En esos días, Radio Sutatenza influía en las comunidades campesinas, promoviendo prácticas agrícolas más responsables para evitar la deforestación y el agotamiento de humedales. La familia adoptó estas ideas mientras seguía dependiendo del fique, cuya producción les proporcionaba ingresos constantes.
Mi madre, preocupada por mi futuro como el menor de 15 hermanos, insistió en que buscara educación fuera del entorno rural. Así llegaron la escuela, el colegio y la universidad, ampliando mis horizontes.
Años después, gracias al SENA de Puerto Boyacá, descubrí el cacao como alternativa económica frente a los cultivos ilícitos. Desde entonces, este cultivo se convirtió en una pasión. Como rector del Colegio San Pedro Claver en Puerto Boyacá, participé en recorridos por plantaciones de cacao en Santander, experiencia que marcó mi vida profesional. Testimonio de ese interés es el árbol de cacao plantado en el patio del colegio, que creció seis metros y simbolizaba el impacto de esta cultura agrícola.
En 2004, adquirí una parcela en Fresno, Tolima, ideal para el cultivo del cacao. Con el apoyo de Corpoica (ahora Agrosavia), obtuve 600 plantas injertadas que se convirtieron en la base de un huerto clonal en mi finca, Villa Santander. Este espacio se ha dedicado a experimentar con materiales genéticos y compartir conocimientos con otros productores.
Liseth Eliana Hernández Suárez
Agrosavia ha sido clave en transformar la visión de los agricultores, promoviendo prácticas sostenibles y fortaleciendo la asociatividad. Las Escuelas de Campo (ECAS) han fomentado relaciones interpersonales positivas y motivado a los campesinos a reorganizar sus fincas para producir con calidad, siempre bajo criterios de sostenibilidad ambiental.
Hoy, muchos productores reconocen que sus fincas son fuentes de progreso personal y familiar gracias a la apropiación de conocimientos promovida por Agrosavia. Cambiar paradigmas lleva tiempo, pero el impacto de estas acciones es evidente en el desarrollo de comunidades rurales que abrazan el futuro sin olvidar sus raíces.
Mi nombre es Liseth Eliana Hernández Suarez, he vivido la mayor parte de mi vida en mi natal Cajamarca, tengo tengo 33 años. sin embargo, viví también en la ciudad de Armenia porque tuve la oportunidad de estudiar
Biología en la Universidad del Quindío; también he vivido en zona rural de Cali y en el municipio de Tenjo Cundinamarca. Soy de una familia pequeña: mis padres y una hermana. Nuestros antecesores llegaron de Antioquia y del altiplano cundiboyacense. Mis padres siempre han vivido en zona urbana del municipio, aunque su actividad está muy cercana al sector rural.
Actualmente vivo en la vereda “Recreo bajo” con mi pareja, tres perritas y una gata. Habitamos en la finca
“El Jardín” hace cerca de cinco años motivados por buscar un poco la soberanía alimentaria y también por la tranquilidad que da el campo para vivir.
Me ocupo en varias actividades, una de ellas es el cultivo de la huerta para la producción de alimentos básicos para nuestro consumo, otra actividad que realizo es
la redacción y escritura de proyectos para procesos culturales y otros asociativos, por lo cual hago parte de organizaciones sociales que dentro del territorio hacen una labor importante. Una de ellas es la Alianza de Mujeres Campesinas de Cajamarca y Anaime, en la que transformamos productos agrícolas de la zona, para así fortalecer la economía de las mujeres; también hago parte una organización cultural.
Nosotros llegamos al campo con la idea de vivir de una manera más sustentable y más amigable con el medio ambiente y con nuestro propio cuerpo: lo que buscábamos en un principio era cultivar nuestros alimentos. Empezamos con una huerta con los productos básicos para nuestra alimentación, como cebollas, lechugas, ajos, zanahorias, tomates, maíz; iniciamos con este proyecto, y en la actualidad seguimos con la huerta medianamente nutrida. Una vez estábamos aquí en la finca El Jardín, apareció por relaciones interpersonales una idea de negocio de cultivar tomate de guiso (tomate chonto) en invernadero. Accedimos a este negocio, empezamos con este cultivo,
“La tierra no nos pertenece, nosotros pertenecemos a la tierra.”
Jefe Seattle
tuvimos una experiencia muy enriquecedora, pero esta experiencia me hace pensar que el tomate es uno de los cultivos más invasivos en términos de uso de productos químicos. Es claro que se puede cultivar el tomate sin tanta dependencia química, pero a menor escala. no estuvimos tanto tiempo con la producción de tomate de guiso porque demandaba mucha dedicación para el manejo del cultivo, así como la cantidad de productos químicos que se utilizan para producirlo. Procesos así no concuerdan con nuestro ideal de vida.
Luego de tener el cultivo de tomate, iniciamos con el cultivo de arracacha en la vereda El Águila con unos lotes en alquiler. Para iniciar con el cultivo de arracacha preparamos la tierra con la siembra de maíz, un cultivo que es muy atacado por las loras, lo que lo hace complejo sembrar en grandes o medianas extensiones; por esta razón se ha dejado de cultivar en Cajamarca.
Como pareja y hogar, actualmente continuamos con nuestros cultivos de arracacha en la vereda El Águila; sin embargo, para estos tiempos de mediados de 2024, el cultivo de arracacha está complejo debido a los factores climáticos, porque estamos pasando unas olas de calor muy fuerte. Aunque arracacha “La 22” es una semilla que puede resultar más resistente que la arracacha común, debido a sus condiciones de manejo genético logra adaptarse mejor a las condiciones adversas; otro factor que hace que el panorama de la arracacha no sea tan positivo en estos tiempos es el precio ya que la arracacha se está vendiendo a un precio de $50.000 la carga y por este valor no es rentable, porque solamente un jornal para el proceso de preparación del terreno tiene un valor de $100.000.
un intermediario que se lleva la mayor parte de las ganancias. Esa manera de comerciar hay que cambiarla, y siendo AGROSAVIA una entidad del gobierno, sería muy interesante que pudiese llevar estos sentires y también las vivencias del sector campesino.
En términos generales mi experiencia con el cultivo de arracacha ha sido satisfactoria, porque no requiere de tanta inversión de productos químicos y de tiempo; también el control de las plagas se hace mucho más fácil y a nivel de rentabilidad suele ser bueno.
Sin embargo, otro factor que afecta es que la producción en otros departamentos se está elevando, y el municipio de Cajamarca, considero que puede estar cometiendo un error, ya que siempre se ha dedicado a la producción en grandes cantidades de arracacha y no se hace una rotación de cultivos que también es una actividad que favorece a los suelos del municipio que probablemente ya estén desgastados.
No he tenido la oportunidad de participar en otras experiencias con entidades que impulsen el agro en Colombia, solo he participado en Escuelas de Campo con AGROSAVIA, y me parece que las dinámicas que manejan son buenas para la población campesina porque en su mayoría, la gente que cultiva la tierra tiene un nivel académico básico y trabajan y aprenden de manera empírica. Por ello me parece que las metodologías que se utilizan a través de las Escuelas de Campo son buenas y claras.
Yo quise adentrarme en esta experiencia de ser agricultora y producir alimento, porque siempre viví en este municipio donde se produce muchísima comida y me parece un orgullo poder alimentar a mucha gente. Por esta razón no lo pensé dos veces para volver a vivir en el campo, sin embargo es una labor que no ofrece las mejores condiciones, es complejo porque no hay garantías para la venta de los productos, siempre hay
Las mujeres estamos asistiendo en buen número a estos procesos de aprendizaje, porque la mujer del campo también se ocupa de los cultivos y debe hacer todo para mejorarlos con procesos que sean más sanos para la tierra. Somos unos cultivadores jóvenes, y la gente a veces se sorprende porque ahora pasa mucho que la gente joven ya no quiere estar en el campo y cultivar la tierra, pero hay muchos que sí lo hacemos y seguimos aumentando.
“Los que mejor pintan el mar, los campos y la nieve son los niños. Porque la nieve puede ser verde y el campo blanquear como las canas de un anciano campesino”
Herveo, vereda La Esperanza, finca Guaimaral
Manuel Rivas
Mi nombre es Yahira Corrales Méndez. Soy estudiante de Ingeniería Agronómica en la Universidad de Caldas e hija de Nelson Corrales y Nidia Méndez, agricultores del municipio de Herveo, Tolima. En nuestra unidad productiva, el principal cultivo es el aguacate Hass, que tiene gran relevancia económica en la región, ya que es el sustento de muchas familias. Proyectos como el de AGROSAVIA han sido fundamentales para mejorar la sostenibilidad y la calidad de la producción, lo que también fortalece la competitividad de los productores locales en el mercado.
Desde el inicio del proyecto en el municipio, me pareció muy valiosa la mesa de diálogo establecida, en la que participaron tanto profesionales como productores. En estos espacios se identificaron las necesidades y problemáticas puntuales de los cultivos de la zona, lo que permitió optimizar las labores y plantear actividades realmente necesarias. El apoyo y acompañamiento del equipo de profesionales ha sido clave para el fortalecimiento de nuestros cultivos.
Muchos agricultores aún realizan prácticas ancestrales que han pasado de generación en generación. Aunque estas prácticas funcionan, es necesario implementar técnicas nuevas que permitan obtener mejores
resultados con menor esfuerzo y uso de recursos. Estos encuentros nos han ayudado a corregir prácticas que no beneficiaban nuestros cultivos, y a adoptar otras como el análisis de suelo, monitoreos preventivos y planes de manejo integrado de plagas (MIPE) y de arvenses (MIA).
De las actividades realizadas, la gira técnica fue una de las más enriquecedoras. Tuvimos la oportunidad de conocer otros cultivos en diferentes climas y aprender de manejos distintos que podemos aplicar en nuestras fincas. Además, identificamos errores comunes desde las etapas iniciales del establecimiento del cultivo. Otro momento destacado fue la visita al apiario en la hacienda San Bernardo, en Fresno, donde aprendimos sobre la importancia de la apicultura y cómo integrarla en nuestras unidades productivas para mejorar los cultivos y beneficiar a las abejas.
Finalmente, todos estos encuentros han sido un gran aporte para mi formación académica. He podido afianzar conocimientos, aprender cosas nuevas y compartir experiencias con otros productores, identificando juntos las necesidades que enfrenta nuestro territorio.
Mauricio Chavarro
Fresno, vereda El Espejo, finca Las Margaritas
Mi historia se remonta a mediados del 2012 cuando en Bogotá, yo trabajaba para una de las empresas más exitosas en desarrollo de software y aunque me sentía muy bien y progresaba rápidamente, con mi esposa decidimos pasar unos días en la finca en Fresno, norte del Tolima.
Me pareció sencillamente un paraíso, sin estrés, el contacto con la naturaleza nos enamoró y decidimos dejarlo todo y venirnos a vivir a Fresno. Cambiamos todo un estilo de vida urbano por la tranquilidad, el aire puro y las labores propias del campo.
Es así, como hace 12 años vivimos en la vereda El Espejo, a escasos 5 Km de Fresno, y tenemos una finca de 6 Ha. Con cultivos de aguacate, plátano, banano, y bocadillo, varios frutales, y lo que se convirtió en la mejor oportunidad económica: el cacao.
Desde hace 3 años, empezamos con la producción de cacao, con la siembra de 300 matas de la variedad CCN51 y a la fecha contamos con 1.300 matas sembradas, de las cuales 900 están en plena producción y debido a la coyuntura que vive el cacao a nivel mundial, se convirtió en una verdadera oportunidad de negocio para los agricultores colombianos.
Es por esto que ahora lidero CACAOFRESTOL, la asociación de cacaocultores de Fresno-Tolima, y con la ayuda de instituciones como AGROSAVIA y el SENA estamos haciendo un trabajo de fortalecimiento de la asociatividad, con capacitación permanente que hace que los agricultores se empoderen de sus cultivos, se motiven a seguir sembrando, todo de la mano de la asociación y las instituciones que la apoyan.
CACAOFRESTOL es beneficiaria de un proyecto muy bien diseñado por AGROSAVIA que nos permite reunir a los asociados una vez al mes en las sesiones de Escuelas de Campo (ECA) que aportan conocimiento
e intercambio de información con los participantes, fortaleciendo el espíritu asociativo y mejorando la calidad de vida de los agricultores.
El SENA también nos aporta conocimiento en diferentes aspectos como el técnico y el administrativo, estamos seguros de que con el aporte de todos, podemos convertir el cultivo de Cacao en una oportunidad de negocio que mejore la calidad de vida de los agricultores por la situación actual de la producción mundial de cacao.
El cultivo de cacao se convirtió en la oportunidad que los agricultores colombianos estábamos esperando. En lo que va del 2024, el precio del Cacao ha aumentado más de un 83%, debido a una importante reducción en la cosecha de cacao que se esperaba de África, específicamente de países como Costa de Marfil y Ghana, a causa de plagas y enfermedades proliferadas por las lluvias extremas del 2023 y sequías que han dañado la producción y han provocado preocupación por una posible escasez del producto a nivel mundial.
“Si sirves a la Naturaleza, ella te servirá a ti.”
Palocabildo, vereda Asturias, finca Las Brisas
Mi nombre es Juan David Rojas Ramírez. Nací en Soacha, Cundinamarca, pero hace 24 años mis padres me trajeron siendo muy pequeño a la finca de mi abuelo en Palocabildo, Tolima. Aquí crecí hasta los 10 años, cuando regresamos a Soacha, donde terminé mis estudios y me gradué de bachiller. Hace seis años, volví al norte del Tolima, y desde entonces mi amor por el campo no ha dejado de crecer. Siempre he contado con el apoyo de mi familia para quedarme y trabajar en la finca.
Mi abuelo fue quien inició el proyecto de siembra de cacao. Recientemente, comencé a asistir a las Escuelas de Campo (ECAs) de AGROSAVIA, en el marco del proyecto de Apropiación Social del Conocimiento. En estas capacitaciones, me han interesado mucho temas como las podas y la injertación, y siempre procuro aplicar lo aprendido en nuestras labores. Además, disfruto conocer a otros productores de la región, ya que intercambiar ideas fortalece mi visión del campo.
Antes de regresar a Palocabildo, me inscribí en el SENA, pero al recibir la notificación de que había sido aceptado, ya estaba establecido nuevamente en la finca y decidí no irme. A pesar de ello, sigo soñando con estudiar Agronomía. Espero tener la oportunidad de graduarme y aplicar ese conocimiento en la finca, que actualmente manejo en ausencia de mi padre, Luciano Rojas López, quien trabaja como conductor.
En la finca cultivamos café, aguacate, yuca, maíz, cacao, plátano, fríjol, mandarina y banano, entre otros. Mi mayor sueño es tener una finca propia, con mis cultivos, y permanecer siempre en el campo. Mi infancia aquí fue maravillosa: caminar hasta la escuela con mis amigos y disfrutar de la libertad del entorno rural. La ciudad, por el contrario, fue una experiencia difícil, encerrado entre cuatro paredes. Estoy convencido de que el campo es el futuro que deseo, donde también espero formar una familia.
El trabajo en el campo requiere esfuerzo y paciencia, pues los resultados toman tiempo en llegar. Sin embargo, veo un futuro prometedor en él. Gracias a las oportunidades de aprendizaje que nos brinda Agrosavia con el proyecto ASC, tengo expectativas muy positivas para mi vida en el campo. Aquí recobré la alegría y la esperanza, y estoy seguro de que este es el lugar donde quiero estar siempre.
“La naturaleza no se apresura, pero todo lo logra.”
Luis Alberto Posada
La producción de café es una de las principales fuentes de ingreso para miles de familias en Colombia y debemos tener en cuenta que detrás de cada taza de café hay un trabajador que lucha día a día, de sol a sol por un trabajo digno.
El café más que un producto es una forma de vida para muchos, sin embargo, la falta de pago justo y condiciones laborales seguras amenazan la sostenibilidad de esta industria y la dignidad de quienes la sostienen. He tenido la oportunidad de trabajar como recolector de café en algunas de las fincas productoras y he escuchado algunos comentarios e inconformidades que suelen hacer los campesinos:
• Salarios bajos: reciben salarios reducidos por lo que no permiten cubrir sus necesidades.
• Jornadas extenuantes: las jornadas laborales son largas y sin respeto por los límites.
• Falta de beneficio: los trabajadores no tienen acceso a beneficios como seguro de salud.
• Explotación laboral: la falta de supervisión permite la explotación laboral en algunas fincas.
Algunas soluciones ante las posibles problemáticas serían:
• Aumento del salario mínimo: Establecer un salario mínimo justo y equitativo para los trabajadores caficultores.
• Regulación laboral: Fortalecer la regulación y supervisión laboral para prevenir la explotación.
• Beneficios laborales: Proporcionar beneficios básicos como seguro de salud y pensión.
• Formación y capacitación: Ofrecer programas de formación y capacitación para mejorar las habilidades y productividad de los trabajadores.
Para concluir pienso que es hora de reconocer el valor y la dignidad del trabajo de los caficultores. Un pago justo y condiciones laborales decentes son fundamentales para garantizar la sostenibilidad y la equidad en la industria caficultora. Es responsabilidad de todos, desde los productores hasta los consumidores, exigir y promover prácticas laborales justas y sostenibles.
4. Las partículas del suelo son: arena, limo y...
5. Claras las cuentas y espeso el ...
6. Se sienten orgullosos de ser lo que son sin ellos, no habría ciudad.
10. Esposa del caballo
11. Representa una ventaja competitiva como forma de aglomeración frente a los retos de productividad
12. Chips, sopa y chicha. Es amarillita y sucia ...
13. Las mazorcas del cacao, se ponen enfermitas por este villano
14. El manganeso, el zinc y el boro hacen parte del grupo de los micro ...
1. Es la variedad de café más sembrada en Colombia
2. Es el nutriente encargado de favorecer la resistencia a la sequía
3. Con cal, agua y sulfato de cobre, a los hongos este caldo vencerá.
7. Sin este proceso, ayudado por un par de alitas, no habría café, ni cacao, ni aguacate ni tampoco limón.
8. hongo Hemileia vastatrix
9. variedad de aguacate