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EL VIAJE INAUGURAL
El 10 de abril de 1912, el Titanic zarpó del puerto inglés de Southampton en su viaje inaugural hacia Nueva York.
Lo que habría de ser un viaje histórico por la grandeza del barco y la ingeniería humana terminó pasando a la historia como una de los hundimientos más famosos jamás ocurrido.
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Al mando de la nave estaba el capitán Edward Smith, un veterano de la White Star Line. Este fue elegido tanto porque ya había capitaneado el transatlántico Olympic, que a nivel técnico era muy parecido al Titanic y llevaba un año haciendo la misma ruta, como por su popularidad entre los pasajeros recurrentes en este tipo de travesías.
Este iba a ser su último viaje antes de jubilarse, un premio para terminar su carrera por todo lo alto… aunque terminó siendo todo lo contrario.
Antes de adentrarse en el océano Atlántico, el Titanic hizo escala en Cherburgo (Francia) el mismo día y en Queenstown (actual Cobh, Irlanda) al día siguiente para recoger a todos los pasajeros que habían adquirido su pasaje.
El viaje prometía ser una travesía tranquila, por la aparente seguridad del barco y porque se tomaron medidas de precaución considerables.
El capitán Smith tomó una ruta más al sur de lo habitual para evitar el peligro de los icebergs y durante la noche se cerraban todas las aperturas en el castillo de proa para no entorpecer la visión de los vigías.