BUR BUJA Y SUS AVENTU R AS
Había una vez una conejita que vivía en un hermoso y gran jardín. Se llamaba Burbuja.
Burbuja era la única conejita del jardín en el que vivía. Sin embargo, no estaba sola, porque tenía muchos amigos pajaritos. Todos los insectos del jardín querían a la conejita.
Además, por el jardín pasaban a menudo unos seres grandes y juguetones. Se trataba de unos niños a los que les encantaba corretear detrás de la conejita Burbuja.
Un día, la conejita Burbuja decidió salir del jardín a conocer otros lugares. Se despidió de sus amigos y prometió volver pronto por allí.
La conejita Burbuja volvió al jardín. Al verla tan triste, sus amigos pajaritos le preguntaron:
—¿Qué te pasa, Burbuja?
Ella, soltando una lagrimita, les preguntó:
—¿Soy fea?
Los pajaritos dijeron:
—¿Qué dices? ¿Fea tú? ¿De dónde has sacado eso?
Tras unos momentos de confusión, el viejo caracol dijo:
— Siendo sinceros, no nos fijamos en si eras fea o hermosa. Nos agradaste mucho el primer día en que llegaste porque tú eres maravillosa.
Al escuchar esto Burbuja se sintió un poco mejor.
Después de un rato saltando la conejita encontró a unos pajaritos a los que no había visto nunca. Estos tampoco habían visto nunca una conejita, porque se asustaron mucho al ver a Burbuja. Esta se sintió avergonzada por asustarlos y se disculpó:
—Lo siento, amigos. No quería asustaros —dijo la Burbuja
—¡Eres muy fea para aparecer de la nada! No vuelvas a hacerlo y aléjate-le respondieron los pájaros. Y, dando media vuelta, muy enojados, dieron la espalda a la conejita.
Después de unos días, Burbuja volvió a salir del jardín, a explorar. Esta vez encontró a otros conejos, pero no quiso acercarse mucho, pues todavía recordaba lo que le había pasado la última vez.
Pero según se daba la vuelta aparecieron aquellos pájaros que la habían llamado fea. Estos volvieron a gritar del susto al verla. Armaron tal escándalo que los demás conejos fueron a ver qué pasaba.
Cuando Burbuja se dio cuenta de que los demás conejos habían ido hasta allí sintió mucha vergüenza. Sin embargo, estos salieron en su defensa:
—¿Quiénes son ustedes para decirle a esta mariposa si es guapa o fea?
Salgan de aquí antes de que nos enfademos todavía más. Los pájaros se fueron y Burbuja dio las gracias a los demás conejos por ayudarla. Uno de los conejos le dijo:
—Nunca dejes que nadie te diga cosas desagradables. Simplemente, ignóralo. Al fin y al cabo, tú eres mucho más que tu apariencia.
Burbuja volvió al jardín y les contó a sus amigos lo que había pasado. El caracol le dijo:
—A nosotros nos pareces maravillosa, Burbuja. Los otros conejos tienen razón. Si esos pájaros no están dispuestos a conocerte, ellos se lo pierden.
Burbuja siguió explorando, y nunca más se preocupó de si a otros les parecía bonita o fea. Lo único que les preocupaba era ser amable y educada. Y la belleza de Burbuja brillaba con luz propia.
