NOTA DE TAPA LA PRENSA ESPECIALIZADA LA ACLAMA COMO UNA JOVEN PROMESA DEL DISEÑO DE INDUMENTARIA DE VANGUARDIA.
AUNQUE SU EMPRESA SÓLO FACTURA
$ 4 MILLONES AL AÑO,
SUS CREACIONES SE LUCEN EN LAS TIENDAS TOP DE
PARÍS,
NUEVA YORK Y MILÁN. VIVIÓ EN MIAMI, TIENE UN HIJO ADOLESCENTE Y ACABA DE FIRMAR UN CONTRATO PARA VENDER SUS MODELOS EN JAPÓN.
ESTA ES LA HISTORIA DE UNA EMPRESARIA INTUITIVA QUE SE SALE DEL MOLDE
Texto: Andrea del Río Entrevista: Andrea del Río y Ernesto Nimcowicz Fotos: Antonio Pinta
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Es un atardecer de calor bochornoso en Buenos Aires. Y una repentina tormenta veraniega, tan intensa como breve, basta para complicar aun más el tránsito porteño. Habrá que esperar, entonces, que Jessica Trosman llegue a su local en Patio Bullrich sin dejarse ganar ella también por los nubarrones. Mientras tanto, se hace irresistible husmear entre los percheros: ¿qué secretos esconden esas prendas que hacen las delicias de los consumidores del designer clothing? La primera impresión es cromática: violeta, mandarina, verde agua, rosa pálido, azul eléctrico y coral definen la paleta de colores del universo Trosman. Inmediatamente después, asombran las formas, los volúmenes, las texturas... Todo debe llevarse abuchonado, fruncido, superpuesto. La mezcla de géneros y la asimetría son un imán para cada mujer que se aventura en el local. Para una madre e hija francesas, la relación entre la calidad de la confección y el precio de las prendas es insuperable; en tanto, un grupo de estadounidenses aprueba las múltiples maneras en que se pueden combinar las prendas. Las argentinas, en tanto, aplauden la originalidad aunque –casi en susurros– son varias las que confiesan que no se comprarían las piezas más raras sino alguna básica para darle un toque “extravagante y divertido” a un conjunto clásico. De pronto, irrumpe el torbellino Trosman. Y, como en sus diseños, hace un culto de la simultaneidad. Saluda, se inhibe ante el despliegue de equipos del fotógrafo, nos consulta sobre el look más conveniente para las tomas, pregunta a sus asistentes por un llamado desde
no me interesaba estudiar algo que me salía naturalmente. Si hoy tuviera que empezar de cero, tampoco estudiaría diseño porque sólo enseñan a usar la computadora. No se puede separar la creación, de la producción, del armado de colecciones, de la búsqueda comercial”. Actualmente, Jessica Trosman tiene peso propio en la liga mayor de los diseñadores argentinos de vanguardia. Atrás quedaron los tiempos de la alianza creativa con Martín Churba cuando –con la etiqueta TrosmanChurba– revolucionaron el mercado con su concepción del arte textil como negocio. La ruptura llegó con el nuevo siglo: “Teníamos dos visiones totalmente diferentes. Martín se fue volcando a la investigación y a la experimentación; yo quería jugar en la Primera A de la moda internacional y, si bien puedo ser transgresora, también quiero ser rentable”. Desde entonces, y en su afán de profesionalizar su emprendimiento, Trosman apostó a rodearse de especialistas en management y administración: “Es difícil hacer del negocio una empresa, y para eso busqué gente con conocimientos e iniciativa. Incorporé a una CEO que se formó en el exterior y que tiene una visión internacional del negocio de la moda. A veces, me cuesta solventarla, pero es una inversión necesaria. Si pudiera, incluso contrataría al CEO de Gucci”. DE LA PATERNAL A JAPÓN Desde 2002, con su apellido como insignia, Trosman inició un camino individual de expansión internacional que quita el aliento. Sus diseños exclusivos ya se venden en los showro-
Jessica Trosman “ P u e d o s e r t r a n s g r e s o r a , p e r o t a m b i é n q u i e r o s e r r e n t a b l e ” Estados Unidos, saluda a sus empleadas, hace una casi imperceptible inspección visual del local, se cambia de ropa, posa con docilidad, invita con un café. Y justo cuando parece a punto de serenarse, desgrana su historia de diseñadora autodidacta con un frenesí aun mayor. Y corre, Jessica, corre. A PURA INTUICIÓN Con jóvenes 38 años, Trosman es el típico caso de la entrepreneur que combinó talento con visión empresaria a espaldas de la capacitación formal. Cuando tenía cerca de 10 años, su madre –recién separada– se instaló en Miami, buscando para sus hijos un futuro más promisorio que el que ofrecía la Argentina de los años 70. Jessica apenas había completado el college y preparaba su ingreso a la carrera de Diseño cuando quedó embarazada y eligió a Buenos Aires como el lugar para ser madre. “Lo poco que vi de la carrera, en el curso introductorio, me encantó. Cuando volví al país, hice una colección que rápidamente me compró Ona Saez. Desde entonces, soy una autodidacta del diseño y puedo decir que la carrera no es mejor que empezar en la calle. Para tranquilizar a mis padres, que querían que tuviera una educación formal, me recibí de traductora pública. Pero no completé la carrera de Diseño porque 22
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Clase Ejecutiva
oms más exclusivos de Nueva York, Milán y París, donde comparte espacio con diseñadores top como Sharon Wachob, Victor & Rolf, Hussein Chalayan y Clements Ribeiro. Aunque sus números son mucho más modestos: su empresa factura $ 4 millones al año, exporta el 50% de su producción, emplea a 30 personas y funciona en un antiguo taller del barrio de La Paternal. Allí nacieron las colecciones que sedujeron al holding Onward Kashiyama, con el cual acaba de firmar un acuerdo para el desarrollo integral de la marca, que implica un plan de comunicación, producción y distribución exclusiva. El grupo, especializado en el posicionamiento de marcas de lujo, posee 18 locales propios en todo Japón, 5 de los cuales están en Tokio. “Hasta ahora, sentía que entrenaba para las Olimpíadas pero nunca llegaba a competir. Y aunque veía buenos resultados de ventas, no lograba imponer mi visión. Onward compra la colección pero también los diseños, y se hacen cargo de producir la línea para el mercado japonés. No significa que pueden fabricar todo, porque hay ítem que fueron desarrollados en mi empresa con procesos textiles que no les interesa implementar”. Para Trosman hubo un factor clave en la negociación con el grupo japonés: asegurar la continuidad de trabajo para la mano de obra local para mantener