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Rubén Contreras Reyes

Personaje de muchas facetas, empresario exitoso, filántropo, personaje imprescindible en su comunidad y sobre todo llantero de gran trayectoria.

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Este empresario poblano ha estado ligado a la Industria Llantera desde su niñez. Su padre Porfirio Contreras inició un negocio de llantas en el año de 1934 en las calles del centro de Puebla.

En su trayectoria al frente de las llanteras ha sido distribuidor de marcas de llantas como: Goodyear, Tornel y Bridgestone. En 1975 fue electo Presidente de La Asociación Nacional de Distribuidores de Llantas, Andellac.

Durante la Presidencia de Rubén Contreras se compró el edificio que albergó por muchos años las instalaciones de Andellac. También durante su periodo entró en operación el Instituto de Capacitación de Andellac. Opina Rubén Contreras: “He asistido durante toda la vida a nuestras convenciones, hemos habido Presidentes de todo, pero lo positivo de esto es que Andellac sigue ahí, que tiene vida, que está dispuesta y está puesta”.

Al referirse a la situación de la Industria Llantera, Rubén Contreras comenta: “Todo cambia y la venta de llantas también. Para algunos de nosotros fue una suerte estar en épocas muy buenas, cuando había seis marcas de llantas. Hoy con la presencia en el mercado de muchas marcas, el negocio de las llantas es totalmente distinto. Algunos distribuidores que se pensaba imposible que desaparecieran, hoy ya no participan en el mercado”.

Para Rubén Contreras el éxito se alcanza siendo constante en la vida. “La constancia es hoy, mañana, el año que entra y la vida completa. Con constancia se logran los sueños. He visto muchas personas que tienen ideas maravillosas, pero al día siguiente les da flojera empezar a hacerlas, las platican toda su vida, llegan a viejos y siguen platicando sus ideas. No se necesita ser inteligente para ser el más exitoso, es la constancia lo que da el éxito, el trabajo y la honradez”.

Rubén Contreras piensa que la pobreza es una tragedia. Que solamente se abate con trabajo, capacitación, cultura y educación. Siempre hay alguien a quien le podemos tender la mano, no para regalarle, sino para enseñarle.

Este México maravilloso necesita de nosotros; que pensemos más en él país, en nuestras familias, pero al mismo tiempo en sus desigualdades. Debemos ponernos a trabajar en algo adicional que no sea sólo nuestras actividades cotidianas y apoyar a la sociedad.

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