El futuro del ceremonial de estado

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en portada / El futuro del ceremonial de Estado

Nuevos tiempos para el protocolo oficial

Cojín sobre el que se exhibió la corona y el centro real durante la proclamación y en el que no hubo ni rastro del crucifijo.

ANA A. PALENZUELA Son muchas las personas anónimas y los profesionales de diferentes ámbitos que en los últimos tiempos han demandado de forma pública la necesidad de adaptar el protocolo oficial a la realidad que vivimos en el S.XXI. Los tiempos han cambiado y con ello determinados usos y costumbres pueden llegar a perder su razón de ser.

FELIPE VI INICIA EL RETO DE ADAPTAR EL CEREMONIAL DE ESTADO AL SIGLO XXI. LA AUSENCIA DE SÍMBOLOS RELIGIOSOS Y LA RELAJACIÓN DE LA ETIQUETA SON DOS MUESTRAS QUE EVIDENCIAN ESTA RENOVACIÓN Toma de posesión del nuevo magistrado del Tribunal Constitucional, Antonio Narváez Rodríguez.

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No solo lo dicen los expertos, también los periodistas (como publicamos en el tema de Portada del pasado número de REVISTA PROTOCOLO) e incluso la sociedad. Hasta la fecha ningún responsable de protocolo de las principales instituciones del Estado se ha atrevido a dar un paso al frente en cuestiones relativas a la presencia de símbolos religiosos en determinadas ceremonias, a la etiqueta o al listado de invitados a los actos. Ha sido el propio Rey Felipe VI quien, en la ceremonia de proclamación del pasado día 19, ha dejado entrever las líneas maestras que regirán el ceremonial de Estado de ahora en adelante. Cabe preguntarse una cuestión: ¿seguirá el resto de instituciones su ejemplo? ¿se encuentra el protocolo oficial en su punto de inflexión?

SÍMBOLOS RELIGIOSOS Es sin duda uno de los aspectos más controvertidos. La Constitución de 1978 define a España como un estado aconfesional. Sin embargo, la tradición católica ha llevado a las instituciones a exhibir símbolos religiosos en sus sedes y en los actos que organizan. Tanto el Presidente del Gobierno, como sus ministros y representantes de los poderes del Estado han jurado o prometido sus cargos ante un ejemplar de la Biblia y un crucifijo en un acto celebrado en el Salón de Audiencias del Palacio de La Zarzuela. Bien es cierto que el Real Decreto 707/1979 de 5 abril, que regula la toma de posesión de cargos o funciones públicas, contempla la opción de prometer ante la Constitución, como hizo en su momento el expresidente José Luis Rodríguez


Primer plano de los Reyes en el que se aprecia el vestido corto que lució doña Letizia.

Zapatero, aunque eso no exime de la presencia de símbolos religiosos. Han tenido que pasar 35 años para que comience a vislumbrarse un protocolo de Estado aconfesional, acorde a lo que establece la Carta Magna. Nadie mejor que un Rey que en su discurso ante las Cortes Generales promete renovar la institución y defender la unidad y diversidad de los ciudadanos para abanderar esta transformación. Consciente de la importancia del protocolo como herramienta para escenificar mensajes y reforzar así el significado de las pala-

Han tenido que pasar 35 años para que comience a vislumbrarse un protocolo de Estado aconfesional acorde a lo que establece la Carta Magna bras, Felipe VI ha eliminado todo símbolo religioso de su proclamación. Ni rastro del crucifijo que fue testigo del juramento de su padre, el cojín situado en un lugar destacado de la presidencia del Congreso se reservó única y exclusivamente al cetro y la corona real. Aún hay más. También se sustituyó el tradicional Te Deum en la iglesia de Los Jerónimos que acompaña al comienzo de un reinado por una misa privada en el palacio de La Zarzuela. La presencia de autoridades religiosas en las diferentes ceremonias fue testimonial, limitándose al presidente de la Conferencia Episcopal, Mons. Ricardo Blázquez; al cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela y a representantes del arzobispado castrense, con Mons. Juan del Río Martín al frente. Lógicamente esta apuesta por el protocolo aconfesional no se ha

quedado simplemente en una declaración de intenciones por parte del nuevo Rey. Tres semanas después de la proclamación, en la primera toma de posesión que ha presidido en La Zarzuela en calidad de Jefe de Estado,

ha dado libertad para elegir los símbolos que acompañan al juramento o promesa, siendo el representante institucional quien decida, de acuerdo a sus creencias. El primero en hacerlo ha sido el magistrado del TribuEn su primera visita como Reyes al Vaticano, la Reina vistió de blanco pero no llevó mantilla.

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en portada / El futuro del ceremonial de Estado nal Constitucional, Antonio Narváez Rodríguez. Eso sí, en una puesta en escena que ha presentando pocas variaciones respecto a las presididas por don Juan Carlos, pues en su caso el hasta la fecha teniente fiscal del Tribunal Supremo ha optado por la opción del juramento.

go con profesionalidad siempre a la sombra de su esposo. Lo ha demostrado en sus primeros actos oficiales como Reina, entre los que destaca su viaje al Vaticano para asistir a una audiencia con el Papa Francisco en el marco de la gira de presentación que están realizando

Hasta la fecha ningún responsable de protocolo de las principales instituciones del Estado se ha atrevido a dar un paso al frente en cuestiones relativas a la presencia de símbolos religiosos El presidente de la Generalitat, Artur Mas, saluda a don Felipe con un simple apretón de manos.

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ETIQUETA Cuando la mayoría de los expertos en protocolo apostaba porque la Reina vistiera de largo en un día histórico, Doña Letizia nos sorprendía con un vestido corto en blanco roto de su diseñador de cabecera, Felipe Varela. A pesar de que Don Felipe lució el uniforme de Gran Etiqueta del Ejército de Tierra, al que equivaldría el traje largo para señoras, la Reina optó por relajar la etiqueta. Mucho se ha hablado en las últimas semanas sobre este asunto y las opiniones son muy dispares. Mientras que los más conservadores no han dudado en criticar una actitud que consideran una auténtica falta de respeto, la gran mayoría ha aplaudido el gesto. Lo que está claro es que doña Letizia se ha propuesto adaptar su nueva condición a lo que ella considera que debería ser una reina del S.XXI. Ni joyas ostentosas ni vestidos de alta costura, su meta pasa por desempeñar su car-

como nuevos Reyes. Para la ocasión, doña Letizia lució un traje de chaqueta blanco, color reservado a las reinas de monarquías católicas; sin embargo, no llevó mantilla como hiciera en su momento la Reina Sofía o más recientemente la princesa Charlene de Mónaco. Todo apunta a que esta será la tónica de esta nueva etapa como reina consorte, en la que la gran etiqueta se limitará a ocasiones especiales como la Pascua Militar o a las recepciones a personalidades extranjeras en el Palacio Real.

SALUDO EN LUGAR DE BESAMANOS Basta con hacer un repaso a la recepción posterior a la proclamación en el Palacio Real para darse cuenta de que las genuflexiones e inclinaciones de cabeza forman parte ya de la historia. En pleno S.XXI se tiende a simplificar este tipo de atenciones,

más aún cuando es el propio Rey quien reconoce que la monarquía debe estar próxima a la sociedad. Por tanto, mejor emplear el término saludo en lugar del de besamanos.

INVITADOS No han sido pocas las ocasiones en las que se ha criticado el hecho de que siempre se vean las mismas caras en las recepciones ofrecidas por las altas instituciones. Los Reyes han tratado de hacer un guiño, invitando a representantes de la sociedad. Por el Salón del Trono hemos visto autoridades y políticos, pero también periodistas, deportistas y artistas. Un gran paso.

CAMBIOS TAMBIÉN EN LA MONCLOA Se da la circunstancia de que todos estos cambios coinciden en el tiempo con el nombramiento del coronel Andrés Costilludo (Consuegra, 1953) como director de Protocolo de la Presidencia del Gobierno, en sustitución de Bernardo de Sicart, designado embajador de España en la Confederación Suiza. Se desconoce si el relevo está motivado por esta nueva etapa que se abre para el protocolo oficial o si simplemente responde a una cuestión interna de La Moncloa. Sea como fuere, el responsable de la Unidad de Apoyo del Comité Organizador de la Cumbre Iberoamericana de Cádiz se enfrenta al reto, junto al resto de jefes de protocolo de los poderes del Estado y de la Casa de Su Majestad, de renovar el ceremonial con el objeto de acercarlo a la sociedad, acabando así con la creencia general de que se trata de una disciplina rancia y anacrónica. Los expertos en protocolo y organización de eventos que participaron en la cobertura de la proclamación de Felipe VI han facilitado el camino a la hora de conseguir este objetivo; sin embargo el do de pecho deben darlo los responsables de actos como el 12 de Octubre o el Día de la Constitución, que son los que centran la atención mediática. El cambio de rumbo emprendido por el Rey nos hace ser optimistas, no obstante en este tipo de circunstancias conviene ser cauto, ya sabe: “Las cosas de palacio van despacio”. ❐


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