Revista ieo nº 24

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Especial oceanografía operacional

El avión P-3 Orión durante la misión de calibración de CryoSat. NASA.

terminar la órbita del satélite, con una precisión de milímetros, lo que en este caso es esencial para poder, a su vez, medir con precisión la altura de la superficie del hielo. La misión utiliza dos técnicas diferentes para mejorar la visión del altímetro de CryoSat-2, una mejora la precisión del altímetro en la dirección longitudinal de su desplazamiento y la segunda las medidas realizadas en dirección transversal. Tras su puesta en órbita comenzó un duro trabajo para validar los datos de la misión. Para ello fue necesario la realización de una campaña sobre el terreno, una expedición al Ártico que duraría un mes y en la que científicos de la ESA, la NASA y varias organizaciones internacionales más se enfrentaron a temperaturas de hasta -30°C para recoger datos en el interior de Groenlandia, en el archipiélago de Svalbard, en el estrecho del Fram y en la isla de Devon, así como en mar abierto frente a las costas de Alert, en la isla canadiense de Ellesmere. Para garantizar la precisión de la información adquirida por CryoSat, también se tomaron datos del hielo y de la nieve sobre el terreno y desde el aire. Estas mediciones in situ fueron comparadas con los datos recogidos por CryoSat desde el espacio, lo que permitió calibrar sus instrumentos y asegurar que la misión proporcionara resultados con la calidad esperada. Como parte de la colaboración entre la NASA y la ESA, uno de los aviones P-3 Orión de la agencia americana participó en esta campaña de validación, volando junto a los 36 ieo

aviones de la ESA al mismo tiempo que CryoSat sobrevolaba su ruta, tomando medidas simultáneas del hielo ártico. Después del largo trabajo y del fracaso del primer satélite, los datos generados por CryoSat-2 están permitiendo comprender mejor la dinámica de las masas de hielo. En mayo de 2015, científicos del Centro para la Observación y Modelización Polar del Reino Unido, han publicado un trabajo en Geophysical Research Letters en el que aseguran que la capa de hielo de la Antártida pierde 159.000 millones de toneladas de hielo cada año; el doble de lo calculado en la última estimación, que abarcaba los cinco años anteriores. Este dato lo facilitó la Agencia Espacial Europea (ESA), a partir de las observaciones de CryoSat-2 desde 2010 hasta 2013. Además, el trabajo asegura que estas pérdidas de hielo son suficientes, por sí solas, para elevar el nivel del mar en 0,45 milímetros por año. LA SALINIDAD

Desde febrero de 2010 tenemos registros por teledetección de una variable fundamental en oceanografía, la cual resulta complicado imaginar cómo puede medirse desde un satélite a más de 700 kilómetros de altura. Se trata de la salinidad y su medición es posible gracias al satélite SMOS de la ESA. El IEO ha participado también en esta acción a través, por ejemplo, del proyecto de la Agencia Espacial Europea SMOS-AO-4675: Remote sensing of salinity in the northern polar seas: phytoplankton and climate research que lideró García Soto.


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