Síndrome Post-aborto

SÍNDROME POST-ABORTO Investigación documental Bioética en el inicio de la vida Dr. Antonio Muñoz Torres Maestría en Bioética Tercer trimestre

Anabel Aranda Estrada Alumna

Síndrome Post-Aborto Del embarazo al aborto Para cualquier mujer el descubrir que ha concebido genera una serie de reacciones, positivas en el mejor de los casos; pero muchas veces también negativas, más aún en el contexto actual donde la maternidad está sumamente desvalorizada y se ve al “producto de la gestación” como un inminente peligro para la vida -profesional, social, económica- de la mujer.

En estos casos se despliega en su mente un proceso decisional, colmado de emociones y falto de razonamientos objetivos. Antes incluso de las dudad el cuerpo de la mujer ha puesto ya manos a la obra para embarcarse en la “aventura” de la maternidad; su cerebro comienza a cambiar funcional como estructuralmente, para dar respuesta a las señales básicas que recibe del feto.

Instintivamente el cuerpo se aboca al cuidado y la protección de su descendencia generando lazos afectivos. Además, por un diálogo molecular entre la madre y el hijo se genera una tolerancia inmunológica dando lugar a una simbiosis entre ambos. Además de las modificaciones en el sistema nervioso de la gestante que fortalecen el nexo afectivo-emocional, es decir, el vínculo materno-filial. (Sánchez Camps, 2015) El cuerpo humano, desarrolla sus procesos biológicos sin preguntarle a la mujer si el embarazo es deseado o no, los cambios en la mujer, los vínculos, la simbiosis están dadas sin importar la percepción anímica que ella pueda tener de su situación. Cortar violentamente lo que está tan profundamente unido en todos los aspectos, no puede más que generar un profundo daño.

Tomar la decisión de abortar un hecho histórico irreparable por su gravedad e irreversibilidad, Sánchez Camps reconoce que los factores que influyen en esta decisión pueden ser agrupados en 3 etapas, dependiendo de su relevancia y frecuencia de ocurrencia: 1. Factores personales y/o familiares, 2. Factores provenientes del contexto social, el miedo a escándalos y rechazo, 3. Falta de información adecuada en relación con el embarazo y con las ayudas y prestaciones que puede obtener. (Sánchez Camps, 2015) La mayoría de los factores que orillan a una mujer a tomar esa terrible decisión, no son propios, son externos. Esto lo comprueban Gurpeguia & Jurado, que aseguran que las mujeres con embarazos deseados que abortan por presión de terceros constituyen entre 20 y el 60% de todos los abortos. (Gurpeguia & Jurado, 2009) Pero, ¿una vez consumado el aborto se acaba el problema? Para muchos la respuesta parece ser una alegre afirmación pero numerosos testimonios e importantes estudios nos demuestran lo contrario.

¿Qué es el síndrome post aborto?

Se entiendo por síndrome el conjunto de signos y síntomas que configuran una enfermedad (Aznar & Cerdá, 2014), por lo tanto podríamos decir que el síndrome post aborto se configura por un conjunto de síntomas y signos que se manifiestan en mayor o menor grado en las personas que han estado relacionadas con un aborto, de manera especial, la mujer que ha abortado.

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Para algunos el aborto es visto como una complicación psiquiátrica, que se entiende como una alteración que ocurre como desenlace precipitado, o al menos favorecido, por un evento previo, en este caso hablaríamos de un aborto. Y según Gurpeguia & Jurado (2009) puede consistir en la aparición de conductas perturbadoras o emociones negativas; actuaciones autodestructivas, especialmente intento de suicidio o suicidio consumado; reactivación de trastornos psiquiátricos previos; y aparición de algún nuevo trastorno psiquiátrico. Esta definición nos ayuda a visualizar lo que concierne a dicho síndrome.

Esta investigación, y en general la mayoría de la literatura científica relacionada con dicho síndrome, se enfoca a los síntomas presentados por la mujer que es la principal afectada por dicha situación, sin embargo es importante reconocer que las secuelas de un aborto son sufridas también por el padre del niño abortado, los otros hijos (si los hay), los niños que sobreviven al aborto, familiares o personas cercanas a la madre, incluso el personal médico que participa del procedimiento. (Castañeda, 1997) Entonces, el síndrome post aborto puede ser entendido, siguiendo a Adolfo Castañeda, como el conjunto de síntomas patológicos de orden psicológico y espiritual que manifiestan las personas relacionadas con un aborto (Castañeda, 1997). Gómez Sanint y Arango Restrepo (2012) recuperan algunas definiciones como las siguientes: 

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Condición que debilita tanto física como emocionalmente, y que puede disminuir el funcionamiento y el bienestar de la mujer como individuo, en la sociedad y dentro de su familia.

Una negación de la pena y el luto que una mujer tiene que reconocer y expresar por su hijo abortado.

Un conflicto que otros miembros de la familia también experimentan en sus respectivos roles después del aborto.

Un tipo de estrés post traumático con síntomas como ansiedad, conducta agresiva, pesadillas, pensamientos o actos suicidas, bulimia, anorexia, abuso de alcohol y drogas y ruptura de relaciones de pareja.

(Gómez Sanint & Arango Restrepo, 2012)

A pesar de que no hay un consenso, la literatura científica que trata el tema es amplia y cada investigación aporta luces a esta problemática que más allá de ser del ámbito psiquiátrico y psicológico tiene fuertes implicaciones sociales, tanto en el debate político del tema como en las consecuencias familiares y sociales que conlleva. Y esto se agrava si tomamos en cuenta que el número de las mujeres que abortan está en aumento.

El síndrome post aborto ¿es reconocido como un padecimiento?

A nivel internacional, en cuestiones de psiquiatría y psicología la autoridad la tiene la American Psychological Association (APA), misma que no ha reconocido la existencia de del síndrome.

La APA es la responsable de publicar el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (en inglés Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, DSM). En su tercera versión del año1987, el aborto se consideraba como un acontecimiento que podría ser potencialmente traumático y por tanto el desencadenante de un trastorno por estrés postraumático. No obstante, en su posterior revisión en 1994 (DSM-IV) se excluyó el aborto

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como uno los eventos potencialmente traumáticos (no sin cierta polémica y con la sospecha de intereses partidistas) LA versión vigente corresponde al DSM-5, y tampoco se incluye el aborto como evento potencialmente traumático. (Sánchez Camps, 2015) Fue en el año de 2008 cuando la APA publicó la Task Force on Mental Heatlh and Abortion en la que reconoció que no habían estudios lo suficientemente rigurosos como para establecer una asociación directa entre alteraciones de salud mental y aborto, ya que el riesgo relativo de padecer trastornos de salud mental, después de una interrupción voluntaria del embarazo que ocurra en el primer trimestre, no era superior al que puede darse en las mujeres que dan a luz. Sin embargo, sí sugieren que se detectaron situaciones de soledad, pena, tristeza, depresión o ansiedad en algunas mujeres que abortaron. (Sánchez Camps, 2015) A pesar de sus conclusiones su estudio recogía la existencia de evidencias de que el aborto inducido es un alto factor de riesgo para: (a) las mujeres con múltiples abortos, (b) las mujeres que no desean abortar y lo hacen por presión de terceros, (c) las menores que abortan y (d) las mujeres que han sufrido problemas previos de salud mental, ya que el aborto puede precipitar o agravar los problemas.(Sánchez Camps, 2015) Otras investigaciones como la revisión sistemática Charles et al argumentan que no se puede establecer de manera evidente que existiera una relación causal entre desarrollar problemas de salud mental tardíamente en las mujeres que habían abortado, debido a que los estudios de mayor calidad muestran lo contrario. (Sánchez Camps, 2015) Por su parte, Aznar & Cerdá (2014: 194) arguyen que es necesario precisar el concepto de síndrome y que de acuerdo a éste no se puede evidenciar que después del aborto exista un conjunto de síntomas y signos que constituyan una enfermedad para la mujer que ha abortado, sin embargo se puede hablar de trastornos psicológicos sí.

Incidencia en pacientes que han abortado de manera inducida A pesar de la falta de reconocimiento por las autoridades en la materia, la realidad indica algo diferente, y muchos estudios lo sustentan y estos lo hacen desde diferentes perspectivas, en esta investigación retomaremos principalmente el hecho por Priscilla Coleman y el de Fergusson y colaboradores, recuperados en la tesis de Sánchez Camps.

Ilustración 1: Riesgo comparado de manifestar algún trastorno mental según Fergusson et al. (Gurpeguia & Jurado, 2009: 389)

El estudio de Priscilla Coleman evaluó la evidencia de trastornos psíquicos en las mujeres que habían abortado, comparándola con la de mujeres que no lo habían hecho, llegando a la conclusión

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de que había un 81% más de probabilidades de desarrollar problemas mentales en las mujeres que habían abortado que en aquellas que no lo habían hecho, y cerca de un 10 % de la incidencia de estos problemas se demostró ser directamente atribuible al aborto. Se encontraron evidencias de que para las mujeres que habían abortado existe un mayor riesgo de consumir sustancias adictivas y de ideación suicida, en comparación con las que habían llevado el embarazo a término y habían dado a luz. Además la probabilidad de padecer problemas de ansiedad 34% mayor y 37% mayor la de sufrir depresión.(Sánchez Camps, 2015) Encontraron también una asociación estadísticamente significativa del aborto inducido con diferentes trastornos psiquiátricos como sigue: trastorno de pánico=2,1; agorafobia=1,9; trastorno de estrés posttraumático=1,6: trastorno bipolar I=2,7; primer episodio de manía=1,7; depresión=2,4; dependencia de alcohol=2,4; dependencia de alguna droga ilegal=2,3. (Gurpeguia & Jurado, 2009) En el caso de la investigación realizada por Fergusson et al se realizó un seguimiento longitudinal de un grupo de 534 mujeres, de las que nacieron 1265 niños, y fue realizado desde el nacimiento hasta que cumplieron 30 años. Concluyendo que el aborto inducido se asoció con un aumento de problemas mentales, entre 1,86 y 7,08 veces, cuando se comparó con las mujeres que no habían abortado. (Sánchez Camps, 2015) En otro trabajo los mismos autores confirmaron que “el 85% de las mujeres que abortaron sufrían, por lo menos, alguna reacción negativa, tales como tristeza, culpabilidad, pena, decepción o remordimiento y un 34,6% sufrían cinco o más reacciones negativas.” (Sánchez Camps, 2015) Sin embargo, otros de sus resultados demostraron que el 59,6% mostraban una o más de estas reacciones positivas, como sensación de felicidad, calma o satisfacción y alrededor del 90% de las mujeres que habían abortado pensaban que su decisión fue apropiada, sólo un 2% pensó que su decisión fue incorrecta. (Sánchez Camps, 2015)

Ilustración 2: Mención de síntomas del SPA en investigaciones (Gómez Sanint & Arango Restrepo, 2012: 13-14)

Respecto a estos mismos estudios Gurpeguia & Jurado (2009) sintetizan en un cuadro los resultados comparados entre los grupos involucrados en la investigación, midiendo el riesgo comparado de manifestar algún trastorno mental, mismo que se

aprecia en la ilustración 1.

En cuanto a los síntomas que presenta dicho síndrome, Gómez Sanint y Arango Restrepo (2012) en su artículo titulado ¿Qué dice la literatura acerca de la existencia, consecuencias y efectos del SPA? hacen un interesante recuento de la regularidad con la que estudios desde la década del 70 hasta 2005 han mencionado la presencia de cada síntoma relacionado con el síndrome post aborto, y observaron que el 69% de los documentos mencionan la existencia de depresión, 54% ideas o intento de suicidio, ira en 46% y otros en menor escala. (Gómez Sanint & Arango Restrepo, 2012) En la ilustración 2 se presenta completa la tabla que ofrecen los autores.

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¿El aborto legal reconoce el síndrome post aborto?

Los promotores del aborto legal lo hacen esgrimiendo la bandera del derecho de la mujer y su mayor beneficencia, bajo estos supuestos sería contradictorio aceptar la existencia de una patología capaz de trascender en décadas al momento histórico del aborto.

Bajo esta idea se entiende perfectamente por qué la APA no acepta la existencia de dicho padecimiento, sin embargo, el Royal College of Psychiatrists británico corrigió en marzo de 2008 su consenso de 1994, para recomendar que las hojas informativas incluyan detalles sobre los riesgos de depresión tras el aborto, para que el consentimiento se base en información apropiada.(Gurpeguia & Jurado, 2009) ¿Cuál es el caso en tierras mexicanas? En el Distrito Federal, desde 2007, el aborto es legal en cualquier supuesto, hasta la semana 12 de gestación. A la usuaria del servicio se le ofrece para su firma un formato de consentimiento informado (ilustración 3) mismo que no contineneninguna explicación del procedimiento o de sus consecuencias médicas o psicológicas, mucho menos habla de la posibilidad de ocurrencia del síndrome post aborto. Obliga Ilustración 3: Consentimiento informado para usuarias de la ILE a asegurar a la “usuaria” que ha recibido la información completa del procedimiento y sus posibles consecuencias, pero al no especificarlas en realidad deslinda a la institución de toda responsabilidad. (DF, 2008)

Conclusión En temas tan polémicos como lo es el aborto parece difícil hablar de objetividad científica cuando se ve tanto desacuerdo, pero si nos remitimos a los datos más que a las conclusiones, todas las investigaciones en el tema se topan con la realidad de síntomas que demuestran que no es lo mismo vivir con la historia de un aborto que nunca haberlo cometido Los autores de los estudios que recopilan diferentes investigaciones (Gurpeguia & Jurado, 2009 y Sánchez Camps, 2015) coinciden en que si bien no hay un consenso entre los diferentes estudios no investigación que concluya que hay efectos favorables, psicológicamente hablando, para la mujer que aborta, todos coinciden en que hay secuelas negativas en mayor menor medida.

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Ante esta realidad, ¿Por qué seguir argumentando que el aborto es para el bien psicológico de la mujer si todas las investigaciones demuestran lo contrario? Quizá no sea la mujer la que en realidad les interese. Como señala el mismo Fergusson et al, de ninguna manera puede invocarse, sobre bases empíricas, razones de salud mental de la embarazada para inducir el aborto, a pesar de que así se haga en la mayoría de los casos en España y en algunos otros países. (Gurpeguia & Jurado, 2009) Algunos concluyen que los síntomas no pueden atribuirse sólo al aborto, diciendo que cualquier desenlace psiquiátrico es de origen multifactorial y que el impacto de los acontecimientos depende de cómo son percibidos (Gurpeguia & Jurado, 2009), sin embargo esto nos hablaría de la necesidad de apoyo que tienen las mujeres antes de someterse a un procedimiento de esta naturaleza, porque quizá las que lleguen a este difícil trance son las que tienen una mayor vulnerabilidad psicológica y por lo tanto mayor posibilidad de desarrollar el síndrome.

En segundo lugar afirman que el impacto del aborto depende de cómo perciba, éticamente hablando, la mujer el hecho de abortar; sin embargo no se pueden negar los procesos psíquicos y biológicos que se desencadenan desde la fecundación y que hacen que este suceso inevitablemente tenga un efecto negativo en la mujer.

Por último, lo más importante de reconocer la existencia de este síndrome es que da la oportunidad de ayudar a quienes lo padecen, no podemos negar su existencia ante tantos estudios y testimonios que nos hablan de un terrible sufrimiento pero también de una posible sanación.

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Bibliografía Aznar, J., & Cerdá, G. (2014). Aborto y salud mental de la mujer. Acta bioethica, 20(2), 189195.

Castañeda, A. J. (1997). ¡Vale la pena vivir! Hay alternativas al aborto (V. H. Internacional Ed.).

DF, S. d. S. d. (2008). Manual de procedimientos para la interrupción legal del embarazo en unidades médicas de la Secretaría de Salud del Distrito Federal. Distrito Federal: Secretaria de Salud del DF. Gurpeguia, M., & Jurado, D. (2009). Complicaciones psiquiátricas del aborto. Cuadernos de Bioética, 20(70), 381-392.

Gómez Sanint, G. H., & Arango Restrepo, P. (2012). ¿ Qué dice la literatura acerca de la existencia, consecuencias y efectos del SPA? Stanford-Rue, S. (1999). El síndrome post-aborto. Pensamiento y Cultura, 2(1).

Sánchez Camps, M. L. (2015). Interrupción voluntaria del embarazo y alteraciones psicológicas: análisis de factores de riesgo.