AMORES EFÍMEROS EN TIEMPOS POSMODERNOS

ENSAYO DE INVESTIGACIÓN COMUNICACIÓN ESCRITA II

AMORES EFÍMEROS EN TIEMPOS POSMODERNOS: RELACIONES INTERPERSONALES EN LOS ALUMNOS DE LA CARRERA DE COMUNICACIONES DE USIL

INTEGRANTES: CHALCO ROJAS LILIANA NORIEGA BALDASSARI DANIELA TORRES RIVEROS ROSA

PROFESORA: SANDRA BUSTAMANTE PARODI

LIMA, 2020 - 01

AMORES EFÍMEROS EN TIEMPOS POSMODERNOS: RELACIONES INTERPERSONALES EN LOS ALUMNOS DE LA CARRERA DE COMUNICACIONES DE USIL

Abstract En el presente trabajo se expone los diversos cambios por los cuales han atravesado las relaciones interpersonales, en específico las relaciones amorosas, a lo largo del tiempo. Para ello se tienen diversas posturas y perspectivas de las formas en cómo se desarrollaba el amor anteriormente, con sujetos de actitudes diferentes a las actuales y comprobar si esa idea de relaciones interpersonales está presente en los estudiantes de comunicaciones de la Universidad San Ignacio de Loyola. Finalmente, se formula ciertas reflexiones y proyecciones sobre los vínculos amorosos en el futuro.

Keywords Amor, relaciones interpersonales, modernidad líquida, vínculos Afectivos, individualismo.

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Índice

1. Abstract………………………………………………………………...………… 2

2. Contenido

I.

Amor a la antigua: Las relaciones interpersonales en tiempos pasados……………………………………………………… 4

II.

Sentimientos en extinción: El amor en tiempos modernos……………...…………………………………………………. 5

III.

Sin condiciones: La fragilidad de los vínculos o el poder del

individualismo………………...……………………………………………….…. 6

3. Conclusiones……………………………………………………………………. 8 4.

Bibliografía…………………………………….……………………………..… 9

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Amor a la antigua: Las relaciones interpersonales en tiempos pasados

Desde tiempos remotos, el amor ha sido un ente prevalente en la sociedad, mutando y adaptándose a los diferentes contextos de la historia. Según la Real Academia Española (2019), “el amor es considerado un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”. El hecho de que ambos sexos deben estar obligados a relacionarse entre sí, para que el ciclo de vida persista, se ha convertido en una forma de vida, a la que todos, en algún momento vamos a estar sometidos.

Con una mirada al pasado, hasta inicios del siglo XIX, los jóvenes no tenían la posibilidad de elegir a sus parejas, puesto que los padres de cada familia arbitrariamente decidían por ellos, habiendo de por medio intereses propios que los beneficiaran. “Los futuros cónyuges no se conocían sino hasta el momento del matrimonio” (Franco, 1995, citado por Valdez, J., González-Arratia, N., Arce, J., & López M., 2007). Cabe mencionar, sobre todo en el caso de las mujeres, el tener una pareja que las llevaría al altar, significaba un logro para ellas. (Nadales, 2018) señala que, esto suponía “la liberación de un padre estricto y sobre todo para huir de la vida religiosa” (p. 9). Al no tener alternativa y la falta de empoderamiento, debido a la época, la mujer accedía y el hombre se alineaba a las órdenes obligado a mantener la tradición de su familia.

Los matrimonios solían ser estables, duraban años o incluso hasta el último latido del corazón. Sin embargo, el papel de la mujer al contraer nupcias se limitaba a funciones domésticas, mientras ella se dedicaba al cuidado de los hijos, el hombre proveía de sustento al hogar. En ese sentido, al quedar la mujer de alguna forma apartada del mundo externo, el hombre por su lado, separó los lazos de su vida sexual doméstica en busca de placeres fuera del matrimonio (Giddens, p.27 y 39 1998, citado por Rosario Esteinou 2017). Si bien es cierto, prevalecía un fuerte compromiso por mantener una relación sólida, la presión social jugaba un rol fundamental al momento de pensar en un posible divorcio, pues estaba mal vista en aquellos tiempos.

Con respecto a el desarrollo de las relaciones amorosas, en esas épocas, existía un fuerte vínculo entre las parejas, el noviazgo estaba consolidado a partir del respeto mutuo, el cariño, la lealtad y por sobre todo existía una dedicación tanto propia como de pareja. Habitaba un amor romántico, en donde las parejas buscaban crecer y mantener una relación estable y por sobre todo procuraban proteger a la persona que amaban.

Ritos amorosos. El cortejo y las actitudes afectivas se han flagelado con el tiempo. En la década de los ochenta, “la declaración amorosa solía hacerse por carta, o bien personalmente en ocasión de algún evento social” (Roca, 1996, p. 125). Sin restarle la galantería, que era lo que caracterizaba a un joven enamorado. Por otro lado, la percepción cultural de la época era muy conservadora, ya que “muchas parejas no podían verse sin la presencia de un acompañante y las propuestas de matrimonio se hacían frecuentemente por escrito” (Roca, 1996, p. 125). Muchas veces las salidas clandestinas resultaban ser tesoros de amor.

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Es en el siglo XX, el cual se convierte en la reivindicación de este sentimiento, según Corzo y Arteaga (2018) “se empezaron a desafiar las normas establecidas, criticando la ley, la tradición y los matrimonios arreglados. Fue cuando se empezó a hablar de pareja tal y como hacemos hoy en día”. A partir de esta época, los noviazgos comenzaron a tener una nueva perspectiva, eran lazos que seguían manteniendo ciertas restricciones, pero esta vez, la elección de pareja provenía de uno mismo. Es aquí cuando el enamorarse y casarse con el ser amado se convierte en la nueva visión del amor.

Además de la independización de los vínculos amorosos, los hombres como las mujeres, son reconocidos por igual ante la sociedad, los roles antiguos de género se empiezan a transformar. A su vez, según Barnés (2014) cataloga al siglo XX como la era del sexo, las relaciones sexuales continuas comenzaron a ser aceptadas y normalizadas en la sociedad. Pese a ello, el matrimonio, un acto sagrado y duradero, se viene desestimando cada vez más, el divorcio se convierte en un procedimiento regular entre las parejas.

Sentimientos en extinción: El amor en tiempos posmodernos

Amores del tercer milenio. La llegada del siglo XXI trajo muchos cambios en la sociedad, la libertad, con respecto a los vínculos amorosos, se expandió y atrás quedaron las limitaciones. Nació una juventud mucho más independiente, con valores diversos y con una nueva percepción del amor. No obstante, esa emancipación, trajo consigo alteraciones en las relaciones interpersonales, llevando a que el concepto “Amores Líquidos”, propuesto por el sociólogo Zygmunt Bauman, coincida y refleje la realidad que viven los lazos afectivos. Según Bauman, citado por el psicólogo Xavier Molina (2016), define al concepto de amores líquidos como la fragilidad de los vínculos sentimentales.

Por otro lado, los lazos afectivos de pareja han ido evolucionando con el tiempo, pasando de actuar con cautela y cierta ingenuidad al momento de entablar un cortejo, hasta llegar a los vínculos descartables.

En épocas pasadas, las relaciones de pareja tenían un proceso, mientras que, en la actualidad ocurre un rapidismo1 de intimar con la otra persona que colinda con el instintivismo” (Arboccó de los Heros, 2020). En ese marco, las personas exploran nuevos espacios donde la satisfacción instantánea predomina, desplazando el romanticismo de las antiguas generaciones. En efecto, la sociedad ha ganado facultades en la toma de decisiones de los seres humanos, creando en el inconsciente que las necesidades deben ser atendidas con velocidad, ello aplicado en todos los aspectos.

El psicólogo Arboccó menciona que, se vive en un tiempo donde se ha perdido la privacidad del mundo íntimo, muchas de las cosas que antes representaban un secreto ahora se exponen, debido a que, hay una necesidad de ser reconocido en la sociedad (2020). Es preciso señalar que, la sociedad adopta modas donde el significado del amor de pareja llega a ser cosificado, suscitando que las relaciones sean cada vez más superficiales. Finalmente, el ser humano se ha desapegado de los compromisos, tal y como sucede con los objetos que consumimos como producto de la obsolescencia programada, donde

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Rapidismo: Término utilizado por el entrevistado Manuel Arboccó de los Heros que hace alusión a la rapidez.

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las cosas están diseñadas para tener un tiempo de vida determinado. Lo mismo está sucediendo con las relaciones interpersonales.

Para conocer acerca de las relaciones interpersonales de los alumnos de la carrera de comunicaciones de la Universidad San Ignacio de Loyola, se realizó una encuesta de preguntas mixtas, de manera aleatoria y anónima a 56 de ellos. Se tuvo un grupo de mujeres que representa el 67.9%, mientras el 32.1% estuvo constituido por hombres, mediante la plataforma de Google. De acuerdo a los resultados, el 28.6% afirma que sus relaciones afectivas duraron de 2 años a más, mientras que el 19.6% revela que su última relación sentimental duro de 1 a 5 meses.

En la misma línea, el 35.7% revela haber tenido solo una relación formal, mientras que el 30.4% sólo dos. Con respecto al contacto de pareja, el 67.6% afirma aceptar todo tipo de caricia y mantener relaciones sexuales. Cabe precisar que, los encuestados tienen entre 18 a 25 años, y el significado de formal se entiende como la presentación de la pareja sentimental a los padres y a su respectivo círculo social. Por otro lado, el 20.8% afirma haber tenido su primera relación a los 15 años, esto resulta ser un paradigma, ya que, con respecto a épocas anteriores, a esa edad se era más inocente y se tenía otra perspectiva de la vida, con más restricciones en el tema del amor.

Según el libro “Amor líquido: Sobre la fragilidad de los vínculos humanos”, manifiesta que: A fin de cuentas, la definición romántica del amor como algo que dura «hasta que la muerte nos separe» está sin duda pasada de moda: ha superado su fecha límite de consumo preferente debido a la radical renovación que han experimentado las estructuras de parentesco a las que servía y de las que extraía su vigor y su importancia. (Bauman, 2003, p. 22)

Muchas personas hoy en día le otorgan más valor a la experiencia actual, buscan tener relaciones más abiertas y no pretenden tener una pareja hasta el fin de sus días, pues quieren un noviazgo sin ataduras, que conlleva menos responsabilidad y en donde predomine, más que el amor, el placer sexual. El matrimonio ha pasado a un segundo plano, las parejas ya no buscan un felices para siempre, sino más bien, vínculos temporales o simplemente aventuras de una sola noche.

Sin condiciones: La fragilidad de los vínculos o el poder del individualismo

Los vínculos amorosos, hoy por hoy, se consideran, más que vínculos, un enlace que en algún momento puede quebrarse. Según Bauman, citado por René Pedroza (2015) plantea a la fragilidad de los vínculos humanos como una aspiración de que los lazos sean compactos y duraderos, y al mismo tiempo, se mantengan débiles. Las personas sienten la necesidad de tener alguien en su vida, convivir y mantener una relación estable, ya que de esa manera todas sus inseguridades se verán camufladas, pero también, perciben temor al vincularse con otra persona, dado que, estar en una relación conlleva una gran responsabilidad y la pérdida de cierta libertad.

Las relaciones interpersonales se han amoldado a los constantes cambios de la globalización y el capitalismo, fenómenos que lideran la era digital en la cual se vive. En tal sentido, los ritmos acelerados 6

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de la tecnología arrastran al ser humano y lo adaptan, dejándose llevar por las modas impuestas en la sociedad postmoderna. Así pues, las personas temen pasar desapercibidas, tienen un deseo incansable de ser miradas ante el público, debido al propio egocentrismo que hoy se vuelve cada vez más dominante por su carácter. Tal como menciona Arboccó, el pseudo amor se ha degradado con el tiempo, es decir la forma en cómo entendemos el amor (2020). La razón, el individualismo gobernado por ese ser imperante, ha reformulado el concepto del amor.

El futuro es incierto, pero predecible. De acuerdo con la encuesta realizada a un grupo de estudiantes de la Universidad San Ignacio de Loyola, el 69,6% afirmó estar soltero, mientras el 28.6% dijo estar en una relación. Si comparamos estos resultados con el tema del individualismo, podrían surgir muchas hipótesis. Una de ellas, respecto a la idealización suprema de la pareja. Las nuevas generaciones podrían recaer en un empoderamiento mal sobrellevado a consecuencia de las industrias, la publicidad y la tecnología que está presente en su entorno. De tal manera, se puede predecir que ellos esperan encontrar su prototipo de pareja ideal, mientras tanto se refugian en el individualismo, donde pueden tener una vida sexual activa, y no importarle los sentimientos.

Sin embargo, la forma en la que las personas, en la actualidad, establecen relaciones, puede ser visto de diversas maneras por las generaciones predecesoras. El proceso por el cual se dan los vínculos amorosos se ha alterado, existen nuevas formas de tener pareja, la duración varía, la composición es distinta, el matrimonio ya no es una obligación y la distancia ya no es una excusa. No obstante, lo que no se ha modificado a lo largo de la trayectoria, es el amor como sentimiento, el deseo, la atracción y el cariño son criterios que permanecen en la sociedad y que seguirán a pesar de la constante evolución de los lazos amorosos.

Un nuevo mundo y el renacimiento de una ilusión, la concepción de los vínculos amorosos ha traído consigo muchos cambios positivos en aquellos nacidos en el siglo pasado. Un ejemplo son las personas de edad avanzada, ellas tenían una idea de amor más conservadora, se creía en un matrimonio sólido, planes a futuro y vivir toda una vida juntos. Sin embargo, con la llegada del cambio, muchos de ellos vieron que también pueden enamorarse de alguien más, que pueden separarse y rehacer su vida, experimentar y ya no planificar un futuro, sino, vivir cada momento como si este fuese el último.

Es evidente que, la era de la información ha llegado para quedarse, y no existe verdad absoluta de lo que viene en el futuro. Por un lado, los nuevos medios de comunicación acercan a las personas y por el otro lado las alejan, esa es la paradoja de la era digital. Lo cierto es que, la revolución de las social networks y el consumismo exacerbado en el que habitamos, convierte a las personas en seres individualistas, preocupados por satisfacer necesidades de manera inmediata y que ponen como prioridad la elevación del yo. Aun así, gracias a la tecnología muchos hombres y mujeres han encontrado nuevas oportunidades para volver a ilusionarse y creer en el amor. Saber si estos lazos permanecerán en el tiempo, es algo complejo de predecir, lo cierto es que, las nuevas generaciones han creado sus propias reglas en el amor.

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Conclusión La evolución por la cual ha atravesado el amor es evidente. Los tiempos han cambiado y eso conlleva a que este sentimiento también se vea afectado con relación a su significado y en la forma en que se da acabo. Las épocas antiguas exhibieron el desarrollo de vínculos amorosos donde predominaban los sentimientos, más que otra cosa; el matrimonio y el cortejo eran indispensables en el proceso de establecer relaciones, las actitudes de los involucrados demostraban que estaban comprometidos con sus parejas y con su noviazgo.

No obstante, la llegada del nuevo milenio trajo consigo una transición para el amor, la libertad fue el factor que promulgo el cambio. Los jóvenes de ahora, son más superficiales con respecto a las relaciones amorosas, y estas, actualmente son catalogadas como "usar y botar" lo que antes era un vínculo profundo, se convirtió en una mera conexión de un solo momento. En consecuencia, los alumnos de la carrera de Comunicaciones de la Universidad San Ignacio de Loyola reflejan una leve inestabilidad con respecto a sus relaciones amorosas por mantener vínculos líquidos a diferencia de tiempos pasados.

En ese sentido, los estudiantes de la universidad en mención, al estar en tiempos líquidos y ser producto de una cultura materialista y consumista, ocasiona que se moldeen fácilmente a la sociedad actual. Las redes sociales juegan un papel vital en las nuevas modalidades de los nexos afectivos, transformando las formas de amar. En efecto, las interacciones en las plataformas digitales, se han convertido en la nueva tendencia de establecer relaciones íntimas, desplazando las conexiones tradicionales. Dentro de este marco, un perfil de Facebook o Instagram se vuelve una carta de presentación “oficial”.

Los individuos, observan detrás de un dispositivo ciertos atributos de su interés, si hay reciprocidad de gustos, se dará inicio al coqueteo digital. Lo cierto es que, si bien, los vínculos nacen desde una pantalla, “el contacto físico siempre será primordial para las personas en el amor y la sexualidad” (Bonavitta, 2015, pág. 200). Sin embargo, la realidad muestra que, estos lazos pueden ser tan frágiles como los smartphones más sofisticados.

Finalmente, este cambio afecta a todos sin distinción de edad, debido a la globalización. Las relaciones evolucionan y las personas se adaptan a esos moldes que exige la era digital para no quedar en el olvido. Lo cierto es que, el concepto de amor tradicional de épocas pasadas se ha ido extinguiendo, sin embargo, aún queda algo de su esencia. Pero sin duda, las personas disfrutan más de una interacción digital, un “me encanta” en redes sociales ahora funciona más que dedicar un bolero. En definitiva, está en manos del individuo encontrar el camino que logre equilibrar y mirar desde una óptica más crítica como se va moviendo el mundo. Las personas son escultores de sus propias vidas.

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