De las naves del período calcolítico de la cueva de la Laja Alta (Jimena de la Frontera), a las trirremes griegas del siglo V a.C., como origen ancestral de las galeras mediterráneas de la edad moderna. Naves mixtas obligadas a evolucionar tecnológicamente para extinguirse definitivamente en el siglo XIX, modelando durante centurias el paisaje de las ciudades portuarias, acogiendo diestros maestros y aprendices de atarazanas, bravos infantes, curtidos marineros e infelices galeotes.
Preferidas por piratas despiadados, las galeras formaron parte importante de la flota de los estados mediterráneos, y en particular de las guardias costeras y armadas de los reinos islámicos y cristianos de la península ibérica, jugando Málaga un sobresaliente papel logístico, de refugio e invernada, destino destacado de embarque de galeotes, por donde anduvo aquel pescador perchelero de la novela cervantina Persiles.