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ECLESIALES: Iniciamos la Cuaresma
Iniciamos la Cuaresma
La cuaresma está marcada por la conversión. Se ofrece la oportunidad de convertirse a lo mejor de sí mismo. Es un tiempo propicio para tomar decisiones importantes y actuar en consecuencia. Es conversión de mentalidad y corazón, volvernos a las grandes realidades que nos hacen ser cristianos, seguidores de Jesús en la teoría y en la práctica. Toda la Cuaresma nos enfoca el proyecto apasionante de Jesús.
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La cuaresma tiene un itinerario que empieza el Miércoles de Ceniza. Somos marcados por el signo de la ceniza, que nos indica conversión, de cambio. Es signo de caducidad; que no estamos aquí para siempre y que en este mundo, nos guste o no, estamos de paso, y que por tanto no podemos apegarnos de una forma exagerada a lo que aquí tenemos. Disfrutarlo, sí; pero pensando que esto no es todo.
Se vive la comunión en la comunidad de los creyentes en cuanto comunidad de peregrinos y pecadores, necesitados y llamados al perdón y la reconciliación. Cuaresma es tiempo creador la comunidad, de cohesión y pertenencia. Nos unimos en la celebración comunitaria de la penitencia. Recorremos juntos la dimensión doliente de la vida de Jesús, en la cual descubrimos el sentido de nuestras heridas y dolores. Celebramos juntos la Eucaristía que es el gran sacramento del amor en el que se concentran los signos de la vida cotidiana: la celebración, la comunidad, la palabra, la comida con pan y vino…
La escucha de la Palabra, que en el evangelio según san Mateo (6,16.16-18) tiene una propuesta de vida, tal como la indica Jesús a sus discípulos, que hoy somos nosotros. Esa propuesta es una invitación de Jesús a la sinceridad de vida, a la generosidad en el amor interpersonal y social. Invita a intensificar la oración, no como espectáculo o modo de querer ser o parecer “más religiosos” que los demás. Oración de intimidad y comunidad.
Evangelio del Miércoles de Ceniza:
“Cuiden de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendrán recompensa de su Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad les digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando oren, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad les digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará. Cuando ayunen, no pongan cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad les digo que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará”.
Dra. Miguelina Justo
miguelinajusto@gmail.com
(…) una mujer y un hombre más bellos en el otro ocupan su lugar en la tierra.
Juan Gelman
Definir el amor es una tarea difícil, compleja. Se le ha entendido frecuentemente como un sentimiento poderoso, cuya expresión y comprensión se ven afectadas por los contextos sociales e históricos que rodean al ser humano. Posturas extremas lo asocian al placer, al disfrute, y, en contraste, al dolor y al sufrimiento. Una serie de conductas e intrincadas dinámicas se desprenden de estas dos perspectivas.
Te amo en cuanto me hagas feliz
Al entender el amor como un sentimiento necesariamente placentero, parece que se confunde a menudo con una emoción, es decir, una sensación corporal, efímera, asociada a un estímulo externo. Mientras se experimenten mariposas en el estómago el amor estará presente, junto con la risa y el abrazo. El amor así entendido es una expresión más del hedonismo, que busca todo y sobre todo el placer, y que considera al otro como un medio, alguien que sirve tanto cuanto facilite la consecución de este fin.
Te amo, aunque me duela
Por otro lado, hay quienes entienden el amor como una entrega dolorosa, perspectiva potencialmente destructiva. Desde el miedo a perder el ser amado, la persona que así dice amar corre el riesgo de convertir la relación en un lazo insano de dependencia, en el cual, de una manera soslayada, se ofrece el sacrificio a la persona endiosada para que esta devuelva tiempo y atención. El egoísmo y la culpa se disfrazan de amor, domina la necesidad de ser necesitado y la dificultad a dejar ser y hacer al otro.
En estas dos maneras de entender el amor domina la carencia: amo para que me hagan feliz, amor para dar felicidad, aún a costa de la mía y del bienestar de quien supuestamente amo.
Hay relaciones que terminan antes de empezar. La tierra donde pudieron haber crecido flores y frutos quedó baldía. Nadie quiso tomar el azadón, la pala ni el pico. Hay otras relaciones, en cambio, que nunca terminan porque jamás debieron comenzar. El agricultor persiste, insiste, en hacer germinar la semilla estéril. Se agota inútilmente. Nada crecerá.
Comparto el amor que hay en mí
¿Qué pasaría si se definiera el amor como una actitud, como una manera de ver el mundo y a las personas que lo habitan? ¿Qué pasaría si amar fuera un encuentro entre seres enteros, que no se necesitan, pero que eligen, desde esta libertad, el compartir la vida y los sueños? ¿Habría espacio para la negligencia y para la violencia, para la impaciencia y la manipulación?
Fomentar esta visión del amor como una actitud es una tarea titánica, pero no imposible. Supone hacer un esfuerzo general por formar personas, en todo el sentido de la palabra, hombres y mujeres que se conozcan y se acepten a sí mismos, y que sean capaces de beber de la vida que corre libre en la Tierra. Individuos que dan con generosidad, sin desvestir sus santos, y que reciben con agrado lo que le ofrecen, sea poco, sea mucho. El cálculo y la manipulación no están en su vocabulario.
Las emociones son pasajeras, los sentimientos también, sin embargo, las actitudes pueden fomentarse, fortalecerse, generalizarse, y es justo lo que es el amor, una manera de ver la vida, lo demás es solo una parodia pueril y penosa. El mundo necesita esta mirada abierta, solidaria, esforzada, fértil y libre.

El amor, más allá de un sentimiento
Animados del “Espíritu de Fe”
No sé si lo recuerdan, pero aparecieron unos cuantos artículos a propósito de una primera afirmación: 1.- “La motivación nos viene de la misión”. Las “necesidades” existentes en el mundo son una “pro-vocación”, es decir, un “llamado a” poner remedio a tales carencias, indigencias, miserias. Es la experiencia universal de la “vocación”. Ocurre que muchos ni se enteran o no se dan por aludidos, y otros -altruistas y magnánimos- responden decididos. Nosotros interpretamos este urgente llamado desde la fe. Y traducimos la “pro-vocación” por “vocación”: ¡Es Dios quien me llama a esa tarea que siempre es un “ministerio”, un “servicio”, un compromiso “por la vida y dignidad de todas las personas”, en palabras de José María Castillo. En nuestro contexto: la “pro-vocación” nos viene de los niños y los jóvenes alejados de la “salvación”, de la “felicidad”, de la posibilidad de llegar a ser lo que están llamados a ser: ¡hombres y mujeres en plenitud! Y equiparamos “pro-vocación” y “vocación”: Dios me ha elegido, llamado y enviado a colaborar en su proyecto de Felicidad para la Humanidad, en el terreno concreto de la “Educación”. Hay un segundo aspecto: 2.- “La garantía es la consagración”. ¿Qué quiere decir? Que la entrega apasionada a la misión educativa de los niños y jóvenes, especialmente de los más vulnerables, se nos vendrá abajo, a manera de un castillo de naipes si no construimos sobre la “Roca”, o cual hoguera que se apaga y extingue, si el “Fuego” con mayúscula no alimenta nuestros “fueguitos”. La Roca y el Fuego son Dios Amor. Él nos consagra y a Él nos consagramos. Él se entrega a nosotros y a Él nos entregamos. La Educación es la “Obra de Dios” y es también “nuestra Obra”. Dios sin nosotros, no. Nosotros sin Dios, no. Los Educadores necesitamos el “ESPÍRITU DE FE”. Toda vida humana se construye sobre la fe, es decir, sobre la confianza en uno mismo, en los demás y en la vida. En palabras de Erik H. Erikson: “La confianza radical es la piedra angular de una personalidad sana: una actitud hacia uno mismo y hacia el mundo que se remonta a experiencias del primer año de vida”. Esta fe se refuerza y ensancha con la fe religiosa, la confianza inquebrantable en Dios. Abraham nos sirve de paradigma de hombre de fe:

*Cuando las circunstancias le son favorables confía en Dios: “Deja tu tierra natal… y ve al país que yo te mostraré… Abram partió, el Señor se lo había ordenado” (Gén. 12, 1.4). *Cuando los Proyectos no se cumplen y los sueños se desvanecen: “Mira hacia el cielo y si puedes cuenta las estrellas. Así será tu descendencia” (Gén. 15, 5) Y el hijo de la promesa no llegaba. Sin embargo, Abram confía: “El año que viene, Sará habrá tenido un hijo” (Gén. 18, 14). *Cuando la vida se vuelve absurda, sin sentido, noche oscura e infernal: “Toma a tu único hijo, el que tanto amas, a Isaac, ve a la región de Moria y ofrécelo en holocausto…” (Gén. 22, 2). Y Abram ¡confía!: “Dios proveerá” (Gén. 22, 8) Sea, pues, Maestros y Maestras, el “Espíritu de Fe” nuestra divisa, que nuestra tarea no es “moco de pavo”, nada fácil. Escribe José Antonio Marina: “A los adultos nos invade muchas veces el desaliento ante el futuro, un cierto cansancio de lo porvenir. Entonces deberíamos recordar la figura del maestro, que es el profesional de la esperanza, el incansable, humilde y magnífico cuidador del futuro. Con la misma tenacidad con que el árbol florece en primavera, él volverá a enseñar que dos por dos son cuatro”. A las duras y a las maduras, en bonanza y temporal, en la victoria y la derrota, siempre estaremos al pie del cañón. ¿Qué nos sostendrá? La Fe. “Por la fe, Abraham…” (Hebreos 11). Y San Pablo hace una lista de hombres y mujeres que vivieron por la Fe, y que por la Fe su vida -en medio de las turbulencias- fue significativa. Y añade: “Por lo tanto, ya que estamos rodeamos de una verdadera nube de testigos… corramos resueltamente -Maestros, Maestras- al combate que se nos presenta” (Hebreos 12, 1). ¿Cuál combate? ¡La Enseñanza y la Educación! De la Salle escribe a propósito para nosotros: “El espíritu que debe animar la Comunidad educativa es el espíritu de Fe que debe mover a los que la componen a no mirar nada sino con los ojos de la fe, a no hacer nada sino con la mira en Dios, y a atribuirlo todo a Dios” (Regla) Esta tríada ha sido releída en la actualidad como contemplación, discernimiento y abandono, respectivamente.
“La contemplación nos lleva al silencio, a la observación y a la capacidad para mirar con otros ojos; son ellos, caminos propicios para la espiritualidad y elementos de una necesaria educación de la interioridad. En un mundo plagado de ruido, sí que importa resaltar el valor de la contemplación como la vía para mirar lo esencial, que depende de una mirada desde el alma que trasciende los sentidos.
El discernimiento denota un itinerario que parte de la pregunta por la verdad, por el juicio crítico sobre los hechos, los acontecimientos, la información ingente que llena, que distrae, e implica continuamente la reflexión, el contraste, la rumia mental, el mirar con el corazón.
El abandono consiste en poner en las manos de Dios la vida, los proyectos, las ilusiones; a manera del navegante que se hace a la mar sin velas ni remos. Es la actitud del que espera todo de Dios. Es la fuente de la, profundamente evangélica, virtud de la esperanza.
Esa actitud de contemplar la historia y de encontrar en ella las semillas de la paz, la bondad, y los signos de los tiempos, es la actitud que para el educador cristiano -o de otra religión- se constituye en convicción de que los niños, niñas, jóvenes y adultos, son siempre posibilidad y proyecto, capacidad y sueños, tesoros que se van construyendo en medio de una relación educativa que enriquece, respeta, sueña, transforma el presente, cimienta el futuro y despliega oportunidades”. (Declaración de la misión educativa lasallista)
Amar es cuidar la vida de manera integral
Don Ignacio Miranda
funda.huma.inte@claro.net.do
El 14 de febrero se celebra el “Día del Amor y la Amistad”. En este día se dan algunas cosas. Eso no está mal. Pero lo BUENO es la PRIMACÍA DEL DARSE sobre el dar.
Dar, es parcial; DARSE es integral: es totalidad, excelencia, sostenibilidad, profundidad, espiritualidad. El amor verdadero es raíz del bien común, que contiene al todo y a las partes.
La espiritualidad del amor se encarna en las palabras y las obras de todo humanista cristiano. Basta asimilar unas pocas palabras del capítulo 15 del Evangelio según San Juan: “Nadie tiene amor más grande por los amigos que uno que da la vida por ellos”; esta enseñanza la amplía en el capítulo 4 de su primera Carta: “Dios es amor”.
Mensaje de Paz
Como expresión de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), durante 54 años ininterrumpidos, cada 1º de Enero, los papas han publicado un MENSAJE PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ.
Este año 2021, el Papa Francisco escogió el tema: “La cultura del cuidado como camino de paz”, una propuesta “para erradicar la cultura de la indiferencia, del rechazo y de la confrontación, que suele prevalecer hoy día”
Invito a los lectores de Amigo del Hogar, especialmente a los conductores de la sociedad, a estudiar este Mensaje, que creo de gran utilidad, siempre; especialmente en las actuales circunstancias. Presento, como un estímulo, algunas líneas.
“En su compasión, Cristo se acercaba a los enfermos del cuerpo y del espíritu y los curaba… Los cristianos de la primera generación compartían lo que tenían para que nadie entre ellos pasara hambre”.
“Cada aspecto de la vida social, política y económica encuentra su realización cuando está al servicio del bien común… La promoción de la cultura del cuidado requiere un proceso educativo”.
“La cultura del cuidado, como compromiso común, solidario y participativo para proteger y promover la dignidad y el bien de todos, como una disposición al cuidado, a la atención, a la compasión, a la reconciliación y a la recuperación, al respeto y a la aceptación mutuos, es un camino privilegiado para construir la paz”.
LA COMUNIDAD FAMILIAR es el fundamento de la sociedad. Es deber de todo dirigente, defenderla y procurar elevar calidad de vida de sus integrantes con excelencia y sostenibilidad.
A fines del siglo XVIII, Thomas Robert Malthus, eminente intelectual y religioso anglicano inglés, escribió “Ensayo sobre el principio de la población” planteando que ésta crece en progresión geométrica; y los medios para satisfacer sus necesidades en progresión aritmética.
El maltusianismo es un error científico, partiendo de una economía primaria de cultivo extensivo, ignorando la evolución al cultivo intensivo y la industrialización.
El neoliberalismo, fundamento del neomaltusianismo, pudiendo corregir este error, al contrario, lo incrementó, valorando la persona según la utilidad para los sectores de poder.
La Sociología, al margen de intereses particulares, rechaza el neomaltusianismo, que conduce al aborto, homosexualismo, eutanasia y una robótica que pretende mecanizar al ser humano.
EN RESUMEN. Invito a los estudiosos de la Ecología Integral, que es la defensa de todo ser viviente, a practicar el desarrollo de la existencia de una planta, desde la siembra de una semilla hasta el final de su existencia. De niño me divertía viendo crecer algunas plántulas, hasta de un día para otro. Eso me ha llevado a ensayar la Teoría de producir saludables alimentos para el cuerpo y el alma con sentido de excelencia y sostenibilidad.
De La Altagracia al 27 de Febrero, a través de Duarte

Nuestro País tiene la oportunidad de salir de las crisis en que nos encontramos si pone su fe y esperanza en el Amor Social, que nos permite unir a todos en torno a las familias dominicanas, como un homenaje post navideño a la Familia de Nazaret, que podemos ver en el magnífico cuadro de Nuestra Señora de la Altagracia, cuya fiesta celebramos el 21 de enero de cada año. Solo la solidaridad y el amor pueden ser las soluciones a las situaciones que estamos viviendo.
Este año de 2021 lo iniciamos recordando fechas religiosas y patrióticas muy memorables para todos los dominicanos, nuestras familias y que confirman nuestros orígenes y tradiciones cristianas, personificadas en un hombre singular: Juan Pablo Duarte y Diez, gestor y promotor principal de la In-
dependencia Nacional del 27 de febrero
del 1844. Las fiestas de Nuestra Señora de la Altagracia y la conmemoración del natalicio de Duarte las celebramos en el mes de enero y en febrero la Independencia Nacional.
La Virgen María, por su parte, es la Madre de la Solidaridad, tal y como lo demuestran algunas de las estrofas de su conocido MAGNIFICAT, en que propugna por la suerte de los humildes y de los pobres. En su advocación de Nuestra Señora de la Altagracia, cariñosamente llamada Tatica por muchos católicos sencillos, es la verdadera Madre y Protectora de los excluidos y desechados del Pueblo Dominicano.
En el 1838, Duarte fundó la sociedad patriótica La Trinitaria, influenciado por su amor y reconocimiento de la Santísima Trinidad Divina, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, con el especial propósito de independizarnos y liberarnos de Haití, para fundar la República Dominicana, bajo el amparo y la protección de Dios, afianzar y asentar una Nación sobre los pilares inconmovibles de Patria y Liber-
tad, que junto con Dios representan la Trinitaria Dominicana.
Nuestra Bandera y nuestro Escudo deberán tener una Cruz Blanca, el Libro de las Sagradas Escrituras abierto en las palabras de Juan 8, 32 “y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”, entre cuartos alternados encarnados y azules. Somos el único País del Mundo fundado sobre elementos claros, distintivos e inequívocamente cristianos y religiosos, por lo que este nuevo intento de declararnos una nación, país y república laicos no tiene ningún asidero real ni histórico. Luego entramos en el 27 de Febrero de 1844, fecha que nos trajo la Independencia, la Libertad, la Separación y la Formación de la República Dominicana, Estado Soberano, bajo la dirección y el liderazgo de Duarte y La Trinitaria, cuyos Miembros habían hecho el Juramento Trinitario. Sin embargo, en esta categoría que estamos contemplando no hemos podido avanzar de la forma y con la solidez que hemos debido hacerlo, ya que desde un principio y, lamentablemente hasta hoy, nos hemos separado mucho de las esencias del Pensamiento de Duarte.
Ahora, hoy, la Administración es indispensable para el uso correcto, oportuno y óptimo de los recursos disponibles. La política tiene que estar empapada de los valores cristianos y humanos que nos caracterizan y definen desde el mismo inicio de nuestra vida republicana. Y la religión tiene que estar fundamentada en Comunidades de Vecinos que se unen en torno a un eje central que es una persona, Cristo Jesús, para llevar a cabo el Proyecto del Reino de Dios, y montadas sobre los cimientos firmes de La Altagracia, Duarte y el 27 de Febrero. Amor, Justicia y Paz
para todos.
El sacramento de la unción responde y corresponde a un aspecto esencial de la condición humana al que ninguno de nosotros habrá de escapar, como lo es: el padecimiento de la enfermedad y la amenaza de la muerte. Así lo afirma Bernard Sesboüé, Esta doble condición expresa la preocupación innata de las personas por discernir el sentido de toda experiencia vivida. Es por ello, que, ante la enfermedad la reacción inmediata es buscar la cura. Se habla incluso de terapias o remedios encaminados a la salud total. series de recomendaciones y se explica de forma detallada el sentido de la unción.

Partiendo de esta realidad, la Iglesia propone la unción de los enfermos como uno de los elementos que pueden formar parte de esta situación. Esa propuesta va dirigida a los enfermos que se encuentran en cri-
sis existencial. La postura común es el apoyo a estas personas y ayudarles en su conjunto a mirar la enfermedad y el sufrimiento no como el punto final, sino como una transformación de la vida.
Los relatos de los Evangelios (cfr. Mc 6,12-13; Mt10,8) nos muestran a Jesús curando a muchos enfermos “de todas dolencias físicas” (Mt 20,34). Sobre estos fundamentos del Evangelio, la Iglesia primitiva, institucionalizó la práctica de pronunciar una oración y administrar este sacramento a la comunidad. Otro texto utilizado es Santiago 5,14-16, en él se dan unas En ese mismo orden, cabe destacar, que este sacramento fue adquiriendo diversas figuras a lo largo de la historia. En Oriente, en un principio fue llamado “el óleo”, “el santo óleo” o “el óleo de la oración”. En Occidente, se ha llamado “el santo óleo”, “el óleo de la crismación”, “la santa unción” y “el óleo de los enfermos”. El rito como tal se ha celebrado en casas, en las iglesias y en los hospitales, administrado propiamente por el sacerdote o el obispo con el óleo consagrado el Jueves Santo en la misa crismal. El destinatario siempre ha sido el enfermo.
En Occidente este sacramento se convirtió en la unción dada en el hecho de muerte, a la cual Trento le llamó “la extremaunción”. El concilio no reserva la unción a los moribundo, sostiene que debe administrase a los enfermos y a quienes llegan al final de sus días.
Más adelante, el concilio Vaticano II ha restituido el nombre por “unción de los enfermos” (SC 73). Se enfatiza, además, que el efecto del sacramento es “conferir la gracia del Espíritu Santo, remitir los pecados, aliviar y fortalecer a los enfermos”. La unción, por tanto, favorece la iniciación del cristiano a la gloria del encuentro con Dios (cfr. Sesboüé, 2009, pp.288-327).
La viña de Nabot un ejemplo de corrupción en la Biblia
P. William Arias
wilarias4@hotmail.com
En estos días en que entre nosotros ha vuelto a ser tema de conversación la corrupción estatal, debido a los juicios y acusaciones que se comienzan a ventilar contra antiguos funcionarios y beneficiarios de la pasada administración gubernamental, recordé un ejemplo de corrupción parecida, que se dio en el antiguo Israel, el cual la Biblia relata en el capítulo 21 de I de Reyes, conocido como la Viña de Nabot.

Resumiendo el relato, se habla de un tal Nabot que tiene una viña (entre nosotros sería una pequeña finquita), al lado de la casa del rey, que era Ajad (874-853 a. C.), él cual pretende comprársela, a lo que Nabot dice que no, pues era la herencia suya, usualmente el israelita conservaba por generaciones el patrimonio familiar, ya que fundamentaba sus derechos ciudadanos, y con frecuencia ahí estaba la tumba de sus ancestros. El rey se entristece y su esposa Jezabel, quien fomenta la idolatría en Israel, a la cual se opone frontalmente el profeta Elías, argulle un plan malvado para quitarle la viña a Nabot, el plan consiste en proclamar un ayuno y buscar a dos sinvergüenzas que testifiquen que Nabot no cumplió el ayuno, para condenarle a morir lapidado y así el rey obtener la viña.
Con esto queda expuesto este caso celebre de injusticia y de abuso de poder en Israel, el justo Nabot es víctima de las artimañas de la reina para que el rey tome lo que quiere de manera incorrecta y abusiva, el poder político se vuelca contra el inocente, pero nada pasa desapercibido ante los ojos de Dios y hará su justicia. Elías el mensajero y profeta de Yahvé, se encargará de denunciar lo ocurrido y de anunciar el castigo, la justicia de Dios para lo hecho por la reina y aceptado sin más por el rey, lo cual va a repercutir incluso en su descendencia. Los que detentan el poder a lo largo de la historia se han servido de él para realizar sus deseos, aunque vayan en perjurio de los que están de una u otra forma subordinados a ellos, todavía la injusticia hace sus estragos entre nosotros, sobre todo en los más pobres, pues son los que nada tienen con que defenderse ante la envestida de un poderoso ante lo que ellos tienen o les pertenece, por eso su única vía de vindicación siempre es Dios, por eso oran a él, le imploran, que ante la negativa e imposibilidad de la justicia se haga posible por las mediaciones de Dios en este mundo o por su propias manos en su momento, sobre todo aquel en el cual nos presentaremos tarde o temprano ante él.
Los Nabot siguen presentes entre nosotros, en nuestra sociedad, de igual forma los Ajab caprichosos y los Jezabel truculentos y desalmados, que no les importa la moral y la vergüenza, que solo usan el poder para beneficio propio, que siempre encontrarán canallas para destruir al inocente y lograr sus burdos propósitos o los deseos viles y corruptos de a quienes le sirven. El poder debe traducirse en medio de nuestro pueblo en servicio, no en beneficiarse maquiavélicamente de lo que es del otro o es de todo, no se puede ascender a manejar los bienes del Estado con una mentalidad mercantilista y narcisista, como si fuera una finca propia o con mentalidad antojadiza de lo que le corresponde a todos, pues tal vez se podría por un tiempo burlar la justicia de los hombres, pero nunca nos podremos burlar de Dios, que siempre está ahí, conoce de nuestros actos y rechaza todo tipo de inmoralidad y de corrupción.
El viejo pescador
Lic. Juan Rafael Pacheco
casadeluzjn812@gmail.com
Mi amigo vivía hace años en Baltimore frente al Hospital Johns Hopkins. Ocupaba la primera planta y arriba alquilaba habitaciones. “Una noche alguien tocó. Era un hombre de apariencia desagradable, casi enano. Su cara, muy hinchada. Su voz, agradable.
‘Buenas noches. ¿Tendrá habitación disponible? Vine desde la costa y ya no hay transporte. He buscado un cuarto y nada. Debe ser por mi cara. Dice el doctor que con tratamientos adicionales…’
Sus próximas palabras me convencieron: ‘Puedo dormir en esta mecedora. Mi autobús sale tempranito.’ Le ofrecí hacerle espacio. Preparé la cena y lo invité. ‘No gracias, tengo la mía’, enseñándome la funda en que la traía.
Luego conversamos. Tenía un corazón extra grande aprisionado en aquel pequeñísimo cuerpo. Era pescador. Mantenía su hija, su esposo ya inválido y sus cinco hijos.
En cada frase daba gracias a Dios por sus bendiciones. Su enfermedad, cáncer de piel, no era dolorosa y mantenía su vigor para continuar luchando.
Lo acomodé con mis hijos. Al levantarme, sus sábanas nítidamente dobladas y el hombrecillo en la galería. No quiso desayunar. Al despedirse, me preguntó si podría volver. ‘Sus hijos me hicieron sentir como en casa. A los adultos les molesta mi cara pero a los niños no’. Le dije que siempre sería bienvenido.
La próxima vez llegó a eso de las siete, trayéndome un gran pescado y las ostras más grandes que haya visto, recogidas ese mismo día. Su autobús había salido a las cuatro, por lo que casi no habría dormido. En años siguientes, traía pescado, ostras o vegetales de su huerto.
En ocasiones, recibíamos pescado y ostras empacadas en una caja de espinacas frescas. El regalo era doblemente valioso pues caminaba tres millas para enviarlo y era poco el dinero que producía. Entonces recordaba el comentario del vecino aquella vez que lo vio irse de casa: ‘¿Y ustedes aceptaron ese hombre? Yo si no. ¡Se pierden clientes alojando gente así!’
Es posible. Conocida su enfermedad, no habría obstáculo. Nosotros agradeceremos su amistad por siempre. De él aprendimos a aceptar lo malo sin quejas y lo bueno con gratitud.
Recientemente, visitando una amiga que tiene invernadero, admiré el más precioso crisantemo. Estaba en una lata vieja y oxidada. Pensé: ‘¡Si fuera mío, lo tendría en el tarro mas precioso!’
Mi amiga me hizo cambiar de idea. ‘Me quedé sin cacharros. Sabiendo cuán hermosa sería esta planta, sabía que no le importaría empezar en esta vieja olla. No sería por mucho tiempo, tan sólo hasta replantarla.’
Me reí con todas mis ganas, imaginándome una escena similar en el cielo. ‘Esta es especialmente bella’, diría Dios al crear el alma del viejo pescador. ‘No le importará empezar en ese cuerpo tan pequeño’.
Esto sucedió hace mucho tiempo, y ahora, en el jardín del Señor, ¡cuán esbelta y hermosa debe estar su alma!” concluyó mi amigo.
Dios no se fija en las cosas que se fija el hombre. El hombre mira las apariencias; el Señor mira el corazón.
Los amigos son algo muy especial. Te hacen reír y te estimulan a que triunfes. Abren sus oídos a cuanto les dices y siempre tienen palabras de elogio. Muéstrales cuánto los aprecias.
Y nunca mires a nadie como si lo hicieras desde un quinto piso… a menos que sea para ayudarlo subir.

Bendiciones y paz.