'Etcétera' #2: Sueños Bizarres

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Diana Sรกchica - Colombia


Dimas Melfi - Argentina


Laura María Rodríguez Esguerra - Colombia


Sebastiรกn Cรกrdenas Maestre - Colombia


Poetastro por Gilberto Bustos A. “Que otros en tu Leteo beban un triste olvido; Yo busco en ti las fiestas del fervor compartido.” (Borges) Creo estar despierto. Dormido o quizás seré un personaje fugitivo de Alejandra. No, de Kafka. No, de Allan Poe. No, de Baudelaire. No…No… Flotando en una burbuja sobre el Jardín de las Delicias. Sobre la playa encantada con tres gracias fluidas. Sobre El Aquerrale. Sobre Irkalla. Sí. Irkalla. Irkalla. Sumergido para siempre en el Aqueronte. No. No. Leteo. Sí. Leteo. Leteo. Olvido. Olvido. Imaginación. Volar. Vagar. Vagar. Vagar. D.C. Muerte. Civitas. Indigencia. Paupérrimo. Poetastro. Vendedor. Marica. Petate. Traficante. Bar. Burdel. Whiskería. Taberna. Café. Grill. Noche. Lluvia. Frío. Soledad. Penumbra. Horas. Vagar. Vagar. Apariencia. Calma. Sosiego. Eternidad. Deambular. Insomnio. Inseguridad. Olvido. Fantasía. Libertinaje. Kirsch. Alucinógenos. Sexo. Féminas. Irrealidad. Evasión. Evasión. Evasión. Vagar. Vagar. Deseo. Olvido. Remembrar. Pasado. Cruz. Fantasma. Carga. Prisión. Depresión. Cicatriz. Retrógrado. Ebriedad. Veguero. Soledad. Soledad. Soledad. Ábrase. MDMA. Cannabis. LSD. Chiva. Lupanar. Luces. Música. Humo. Anisete. Ebrio. Bandida. No. Vendida. Fácil. Negra. Blanca. Rubia. Gorda. No. Flaca. Veterana. Buena. Ruido. Ábrasé. No. Ábrase. Humo. Humareda. Tufo. Mear. Deyección. Punk. Sex Pistols. The Jam. Ramones. The Clash. The Exploited. Nirvana. Ocre. Basura. Sangre. Desaparecer. Sueño. Pesadilla. Pesadilla. Queco. Petate. Pelandusca. Hola. Hola. Chichiguas. Beber. Peldaño. Peldaño. Peldaño. Petate. Oscuridad. Sudor. Kiss me. No. Kiss. Mini skirt. Sí. Peldaño. Peldaño. Acomoclitismo. No. Coprolalia. Flatofilia. Ondinismo. Ábrase. Ábrase. Soledad. Sí Soledad. Petardo. Pusilánime. Rasca. Rasca. Pus. Tusa. Vagar. Vagar. Sangre. Pus. Chichiguas. Luz. Penumbra. Pica. Pica. Libertad. No. Libertinaje. Poetastro. Dicen. Repiten. Neófito. Nada. Si. Nada. Si. Leteo. Leteo… Poetastro. Si. Imaginación. Volar. Mar. Desilusiones. Vagar. Vagar. Leteo. Sí. Leteo. Sí . Leteo. Leteo.


Azul Luna - Abisal Colectivo - Colombia


Juani Navarro - Argentina




Edith Hurtado - Colombia


Poema Feo XVI

Vomitado por Diego Galvis Lo que escribo es un v ó m i t o Cuando mi mano pasa por lo escrito con el lapicero para terminar una pe incompleta se vuelven vómito también Si de pronto me da por rascarme el brazo izquierdo éste -irremediablementetransmuta en esa sustancia multiforme viscosa y si quedo ensordecido exhausto maltrecho y sorprendido por tanta alquimia repentina mi cabeza se deja ir hacia adelante en donde está la hoja con el vómito y mi frente hace salpicar en todas direcciones y mi cabeza como la mano y el lapicero y el brazo se vuelven v ó m i t o bajando por el c u e l l o los hombros el pecho a p m i b e a r s nas Queda contaminado el que contamina Un desecho de sí mismo La exhumación en los pasillos blancos hacia la sala de espera Trasbocar la boca misma y convertirse al tocarlo en el vómito Ser la llaga de los que no saben sentir dolor porque están preocupados por la lactosa Lo que escribo es v ó m i t o o

Por tocarlo me vuelvo v óóó m i t o El que lo lee se convierte en _v_ó_m_i_t_o_ Los que escuchan ya no demoran en transmutar al ≈≈≈

v ó m i

t

o

Y ya me puedo imaginar una masa amarilla verdosa casi fluorescente Una antropomasa que marcha por las calles haciendo de todo un gran vómito: Vómito-motorizado Un-puente-hecho-de-vómitos, Edificios-vómito, Familias-de-vómito, Generaciones-enteras-de-vómito, Parques-vómito, Iglesias-vómito, Museos-vómito, Escuelas-vómito. El cambio que todos querían (vómito a tres mil la libra) La indigestión de un producto de la sociedad La fiebre acumulada de un día idéntico al anterior por más de dos años Ser el eslabón perdido porque cuando niño nadie fue a buscarlo en el juego del escondite El nombre de una mujer que por obligación pero sobre todo por salud se escribe entre comillas (método infalible de la impermeabilidad) Y voy andando por ahí como esperando el momento, uno tras otro: los sueños vomitados de anden.


Carolina Urbina - Colombia


Javiera Cartes Wรถrner - Chile


Nadies y Ldon+ - Colombia


Kafkiano

por Alberto Sánchez Arguello

Ayer volví a soñar Doctor. Estaba en el bus que me lleva al trabajo y al mirar a los otros ocupantes sentí una repugnancia que casi me hizo vomitar; encontraba horribles sus cabezas insectívoras y los apéndices con los que se sujetaban al transporte. Tomé entonces un hacha que estaba en la parte trasera del vehículo y ejecuté una limpieza sangrienta a lo largo y ancho, sin distingo de sexo o edad. Luego todo se detuvo y la policía -con los mismos rasgos de insecto que me resultaban extraños y desagradables- me llevó directamente a juicio, donde el juez, acusador y defensor tenían los mismos rasgos asquerosos para mí. La defensa logró demostrar que estaba loco ante un jurado de seres reptantes y me llevaron a una cárcel especial para dementes peligrosos. Mi primera noche fue una pesadilla: pasé todo el tiempo escuchando a los otros internos masticar y arrastrar sus múltiples miembros por las paredes gastadas de sus celdas especiales. Al amanecer me acerqué a un espejo metálico que me devolvió un rostro insectoide de largas antenas y mandíbulas extendidas. Entonces desperté Doctor. Me levanté y me tranquilicé viendo a mis larvas descansar en sus nidos; luego regresé al cuarto y abrasé a mi mujer con mis seis patas. Tengo miedo Doctor, creo que me estoy volviendo loco.


Antonio Ă lvarez - Colombia


Cindy Katherine Monroy - Colombia


Francisco Enríquez Muñoz - México


Gardenia Carnívora

por Juan Sebastian Buendía

“Come de mi, come de mi carne… A José Buenclima le gusta esa sensación de bipolaridad térmica entre las sabanas frías y el caliente cuerpo de Gardenia, son dos los cuerpos que se mezclan tibios pero son cinco las bocas, veinte las piernas y en si entre José Buenclima y Gardenia se ha formado una orgía, una orgía de sentimientos en Gardenia siempre sensible, una orgía de pensamientos en José que solo le funciona la mente cuando es la sangre la que por el debería hablar. Las piernas se enroscan venenosas como serpientes, las bocas ciegas se encuentran y se reconocen, y los brazos se mueven como avispas buscando que picar, entonces una boca ha cobrado vida y es la boca de Gardenia que con dientes y con lengua se clava en el hombro de José Buenclima pero el piensa que esta bien, la boca empieza a presionar, a desgarrar, a remover y José no grita, no lo evita, lo ignora. La boca destruye, se alimenta y los ojos de Gardenia brillan mientras el hombro y el hombre sangran, José Buenclima furioso contrataca, pero la boca de Gardenia se adelanta y se posa calma en el labio inferior de José y esta vez despedaza más rápido, Gardenia sigue besando la boca de José que cuelga entre sus dientes, José Buenclima sigue haciendo el amor mientras Gardenia hace la guerra, o bien podría ser al contrario. Gardenia bebe la sangre que cae de la boca de José y ataca ahora el labio superior, ahora la lengua y uno por uno va dulcemente derrumbando los dientes, este es el juego de Gardenia y él está desarmado. Gardenia como una hormiga laboriosa ha vuelto al brazo de José, regresa al hombro herido y empieza a devorar en un delirio nunca antes reflejado en los verdes ojos de Gardenia, José Buenclima no opone resistencia y pronto la sangre lo ahoga, pero José Buenclima no muere, cierra los ojos más por comodidad que por resignación, José Buenclima sigue haciendo el amor, hace el amor mientras tiene con qué hacerlo, Gardenia sigue devorando pero ya no tiene ningún orden y su boca cae frágil y aleatoriamente sobre el cuerpo de José si es que a este conjunto de tiras de carne aún se le puede llamar cuerpo. José es ahora un esqueleto rojo aun enredado entre Gardenia y todo alrededor es rojo pero no mas rojo que su boca y los labiales de Gardenia. José Buenclima ya no está y no hay más que devorar. Empieza a amanecer y Gardenia se ha mordido un seno. …tómate el tiempo en desmenuzarme”.


Ojo-en-blanco - Argentina


Camila Barrales - Abrazo Ediciones - Chile


Giovanni Clavijo Castillo - Colombia


Sueño #79

por Camilo Fernández Otálora

La próxima vez que entres a la ducha cubre completamente tus orejas con tus manos y escucha el golpear de las gotas sobre tu cabeza, escucha lo calmado y profundo de tu respiración. Eso era lo que él escuchaba, no había más que oscuridad, el sonido de las gotas cayendo y su respiración, tranquila, expectante. No había nada y eso era todo, aunque él no era nada. No sabía lo que era y lo único que podía hacer era esperar. Comenzó a contar las gotas, a ponerles nombre. Catco, Nompo, Aubnem, Tremi, Zaipo, Longte, Menrua, Xolenda… Eran tantas... Su respiración comenzó a agitarse, ese sonido profundo se hundía y subía más rápido cada vez y las gotas comenzaron a dibujarlo dentro de la oscuridad. Su cuerpo era largo y terminaba en punta al frente y por detrás. Tenía una larga extremidad a cada lado, eran como las velas de un buque perdido en el mar hace cientos de años. Su color era negro, no había más que oscuridad, el sonido de las gotas, su respiración y esa forma extraña que de alguna u otra forma era él sin saber qué era. Comenzó a buscar en las sombras y se dio cuenta que tenía ojos. Subían y bajaban, buscaban. A lo lejos apareció una luz amarilla, una luz borrosa. Trató de acercarse pero no pudo, tenía el cuerpo pegado a sí mismo. Era como si una fuerza mayor que él lo controlara, lo detuviera, no lo dejara escapar. ¿Quería escapar? ¿De qué? ¿Hacia dónde iría? Sólo quería llegar a esa luz. Había oscuridad, las gotas de lluvia, su respiración agitada y su cuerpo agitándose en medio del caos. Y una luz. Sus brazos se despegaron de sí para darse cuenta que no eran brazos, tenía un par de alas que lo invitaban a volar, que lo excitaban. Las agitó con fuerza hasta que sus pies -también tenía pies- se despegaron del suelo. En ese momento supo que no había fuerza que le impidiera llegar hasta su luz, una luz borrosa y amarilla que se hacía más borrosa y más amarilla mientras más se acercaba a ella. Una luz que lo llamaba y escapaba de él. Cuando despertó descubrió que era un cuervo, un cuervo gigante con cuatro piernas y una mujer con el pelo rojo enredado en las plumas de sus alas que luchaban por mantenerla pegada a su pecho. Una mujer que gritaba por la desgracia de amar a un cuervo, una mujer que lloraba por el amor que sentía, por no saber volar, una mujer que en un simple sueño lo había perdido todo. Una mujer que sólo quería escapar.


Johann Cardenas Falla - Colombia


Ingrid Lorena Cajamarca DĂ­az - Colombia


Goghi&Goghi - Italia


Apolo por K”

Una explosión en la oscuridad delata el deseo de que pase algo, comienza el movimiento de mi galaxia seguido por la colisión de asteroides contra mi mundo. Despierto en un sueño estrellado, firmamento de ilusiones y tormentos; camino por un terreno en llamas, estoy atado a él por su gravedad, atado a ese momento. De una altanera y violenta llamarada proveniente de aquel Sol donde camino, aparece una mujer candente, se contonea al frente mío como si quisiese seducirme con su danza y poco a poco lo logra. Me acerco a ella para hablarle sobre algo y su sola presencia me consume. –Ahora sí que estoy en llamas- pienso mientras me incinero. Devorado por el fuego, hecho cenizas, me doy cuenta de lo versátil de mi cuerpo y me acerco a ella, la rodeo en mi nueva forma y le pregunto qué se siente vivir en el astro más brillante del sistema, le confieso que ya la había visto antes, que su luz me libra de mis espectros. Ella no me habla, sólo sigue bailando. Paso de la devoción al resentimiento y le doy la espalda para alejarme, ignorándola por completo, pero ella parece enfurecer y me provoca un colosal miedo, salgo a correr despavorido. Mi velocidad es desmedida y doy la vuelta a la esfera, paso al lado de ella sin tocarla. Nace una idea en mi interior y, en vez de criticar lo inútil de mi intento, acelero más y más. Mi cuerpo se descompone, me vuelvo luz y salgo disparado de aquella estrella. Paso tres años moviéndome curvado por varios planetas hasta que decido detenerme en la mitad de la nada. Retorcido por el frío y los recuerdos me pongo a deliberar sobre mi destino. Ciertas consideraciones sobre el tiempo me persuaden para ir hacia algún planeta. Me detengo en un satélite natural a observar la creación de un hoyo negro y el paso de uno que otro cometa. Tengo la oportunidad de observar el choque de dos galaxias y entre el destello y la energía salgo de nuevo disparado sin rumbo. Llego a otro Sol un poco más opaco y de nombre “Némesis”. Ahí, entre el sublime caos de una tormenta solar, aparece de nuevo una mujer. Se queda observándome y yo a ella, totalmente inamovibles, estáticos y eternos. La vida de aquel Sol se escapa con el paso de milenios y aquella dama de fuego se desvanece. Como si mi realidad fuera plana, me observo la espalda a lo lejos, a mí, ahí, mirando algo que está aún más lejos. Es como si el tiempo o las dimensiones tuvieran forma rectangular, unidas por la altura; como si yo fuera un fotograma en una cinta de cine y tuviera el poder de observar el fotograma anterior. Un juego de espejos. Una luz ajena tras un movimiento extraño extingue todo rasgo de mi ilusión y en ese momento despierto.


TierraBoca Art - Colombia


Emmanuel Lafont - Espa単a


Toxo - Colombia


Debajo de la cama

por Jorge Quiñones

Debajo de tu cama hay un monstruo horrible que te odia y te quiere matar, piensa, escucha Andreíta, y de súbito pierde el sueño. Se quita la frazada y se levanta lentamente hasta quedar sentada en la cama. Traga una roca de saliva. Hace poco su madre la regañó por andar creyendo tonterías, y, aunque le cumplió el capricho de dejar la luz encendida y agacharse a ver que no hubiese nada debajo de su cama, Andreíta está segura de que sí hay algo, solo que no va a manifestarse con otra que no sea ella. Porque la cosa es contigo, le explica Beto cada vez que ella lo repele diciéndole que su mamá busca todas las noches y nunca encuentra nada. Angustiada, Andreíta repta hasta el borde de su cama y se asoma para ver que nada esté saliendo de abajo. A pesar de que no encuentra indicios extraños, incrédula, se baja pensando que en cualquier momento va a salir el monstruo que la quiere matar. Y, convencida de su existencia, temerosa, Andreíta se agacha y remanga la frazada para poder ver debajo de la cama. No hay nada, salvo sus pantuflas; es un espacio oscuro que tampoco despide olores ni sonidos de ningún tipo. Empero, Andreíta necesita convencerse totalmente, así que empieza a reptar y va metiéndose debajo de la cama, poquito a poquito, la respiración agitada, la mirada pendiente hacia todos lados, hasta que logra ingresar por completo. Tras un buen tramo de sigiloso serpenteo, en medio de la oscuridad absoluta, Andreíta se detiene porque alguien susurra su nombre. Asustada, se para y pregunta quién está ahí, pero no obtiene respuesta, solo escucha su nombre una y otra vez. Cuando intenta voltearse para correr, aquella voz le susurra que la va a matar. Andreíta se despierta sobresaltada, llorosa, lanzando un grito de terror. Inmediatamente, su madre irrumpe en el cuarto y va a abrazarla. La consuela diciéndole que ha sido una pesadilla, acaricia su cabello, le da besitos. En eso, las dos escuchan una voz que pregunta qué ha pasado. Extrañadas, voltean a ver. Es Beto, que se ha asomado por la puerta, el gesto burlón. La madre lo regaña por andar asustando a su hermanita con sonseras de monstruos debajo de la cama. No es mi hermana, reniega Beto, ofendido. Molesta, la madre le ordena que se vaya a dormir y le prohíbe que vuelva a decir eso, sobre todo cuando el papá de la niña regrese de viaje. Rumbo a su cuarto, sobre un jarrón decorativo del pasillo, Beto encuentra una muñeca gigante de Andreíta. Una niña blonda mitad plástico y mitad trapo que dice quererte mucho cuando le oprimen el pecho. Andreíta, le susurra Beto, una y otra vez. Cegado de odio, le rebana la cabeza con el cuchillo de cocina que trae escondido entre la manga de su piyama. Suelta los restos con desprecio. Retoma su camino preguntándose si su madre se quedará acompañando a Andreíta toda la noche.


Buitsi - Colombia


Amarilla - Colombia


Guillem Font - Espa単a


Ensoñar el amanecer por Joaquín Rueda

La mirada es un hilo tendido hacía arriba cual un bejuco en imperceptibles silencios de espacios. El delirio de aquel tejido es la constante reelaboración que vive la realidad con cada parpadeo, inevitable es el cansancio. La duermevela se extingue y su luz es transfigurada entre vacíos que se abren unos en otros cual si florecieran espirales de ensoñación. Entonces fue el cuerpo: aquel conjunto que, en esta diminuta perspectiva del sueño, llamaría universo o huevo de luz y tejido abismal de percepciones que cubre las múltiples burbujas de realidad onírica, tela de cristal, oleaje de espejos, un cero fractal. Aquella masa, a la cual por costumbre adhiero mi existencia, se bifurcaba como sujeto y espacio a un mismo notiempo, cáscara de agua en esta diminuta espuma de fantasía en que mi ombligo se amplifica y deviene en un gigantesco hongo cuando descansa mi visión, aquel espectro de identidad en la negación del espacio, errática semilla de ensoñación que relampaguea en el movimiento y fricción de posibilidades en un caleidoscopio de palpitaciones y pensamientos. De repente la mirada se volvió a tensar en un hilo que parecía iluminar el vacío, me hallaba en mi ombligo-amanita contemplando un vasto bosque cuyas lagunas se balanceaban en las copas de los árboles, un goteo de cera en la luz de la savia. De entre una hoja se acercó una enorme caracola que arrullaba mi visión en la presencia de un sol cercano, sus ojos como dos estrellas se acercaron y casi tocaron mi frente; sentí despertar en el sueño. Un silbido sacudió la perspectiva y de entre la grieta surgió un gran cuervo escarlata que en un vuelo espiral tejió una nube roja con el viento; luego cayó en picada y agarrando la caracola se metió en la hendedura del espejo alucinado. La caracola se hizo una crisálida y luego floreció mi cráneo que ahora se encontraba flotando en el vuelo del cuervo, el vacío a mi alrededor centelleaba en humo de enredaderas que se bifurcaban en el camino del relámpago; en ocasiones el relámpago se encendía y deshacía en una embravecida colisión del mar sobre un desierto; otras veces la orilla se hundía en una cascada que fluía entre laberintos de selva. Luego fue que en otro silbido desapareció el cuervo y me hallaba cayendo hacía el abismo que sutilmente se iba encendiendo e iluminando una montaña de cuyo pico surgía una calidez innombrable. Desperté y amaneció.


Camilo Aguirre - Colombia


Laura Vanessa GutiĂŠrrez - Colombia


Edwyn Javier Vargas Bethencourt - Colombia-Espa単a


Again

por John Martínez “Sabrás ocultarte bien y desaparecer entre la niebla, entre la niebla. Un hombre alado extraña la noche.” Soda Stereo /En la Ciudad de la Furia A las tres la nena del lado me preguntó si sabía dónde estaba la calle cincuenta y dos y el hospital del pueblo. Había en ella algo familiar. Se comía las uñas porque soñaba con palomas muertas hace cuatro días. Bajó del autobús, dejó una foto en su asiento y noté en su falda una mancha de azul. Dormí y al despertar estaba en Beirut. Caminé por la ciudad fascinado y con la sensación en la boca de no saber qué día era. Algo me daba la sensación de conocer cada rincón de la metrópoli. Quise preguntar por un teléfono y descubrí estar sin voz luego de decirle a la nena de los ojos color septiembre que se bajara dos calles antes del río, caminara hacia la lluvia, diera tres vueltas a una roca con forma de salamandra, subiera a la cima de ésta, allí dijera, en voz baja, qué pensaba del tiempo y el infinito y golpeara en la casa de enfrente. Antes del anochecer un niño me entregó un papel con un nombre, una hora y un lugar. Era la ruta del tren. Adentro un hombre con la piel color sepia se quedó con el volante e indicó dónde sentarme. Hubo escalas en Jericó, Ulán Bator, Ankara, Turín, Budapest, el balcón de la casa de mi tía, Rabat, Brisbane, Minatitlán, Mendoza, Punta Arenas, la esquina donde ofrecen placer por hora, Helsinki, Camagüey, Montevideo, Copenhague y el bar de los viernes. Bajé allí y, al hacerlo, sentí el aroma de la niña de los dedos mudos. Estaba conmigo desde el inicio del día. Estuvo a mi lado izquierdo cuando postergué al amanecer con el despertador, me espió cada rincón de la carne con la espuma y el jabón, ayudó a escoger un atuendo repetido, saboreó el café tibio que me esperaba, jugó a mi lado a la acrobacia en el ómnibus de las siete cuarenta, suspiró de dolor ante la hermenéutica arrojada por las fórmulas para hacer literatura en los salones, se sentó a mi lado cuando quise un rato de silencio e individualidad y detuvo el bus de las dos dieciséis en esa esquina sin luz propia. No es casual. De nuevo el calendario dice que es diecisiete, mis huellas coinciden con la niña de las trenzas color caoba, sus mejillas murmuran que hace días no duermo bien. Antes de algo ella tomó mi mano y soltó a correr hacia el farolito de la otra isla, subir una cantidad de escalones tan larga que es imposible pronunciarla completa, explicar la indiferencia del cielo y regresar el retrato antes del día diecisiete. La piel se destiñe, sobre todo la de ella con sus brazos de almíbar y sus caderas con forma de montaña. Aún no vemos la mitad del camino.


Escafandrux - Colombia


OZ - Colectivo Llorem Ipsum - Colombia


Lucas Marcel Casta単o - Colombia


Vintage-orama

por luscus

La pantalla de cristal líquido proyecta imágenes en un tono algo borroso pero que dicen que recuerda fotografías viejas de un siglo que no he vivido. La clave para acceder a la arquivaNet aparece bajo un logo de volutas psicodélicas, aguardando por los escasos créditos que puedo conseguir con mi salario de diagramadora hipermedial para las compañías de soma virtual. Una trashumancia de miserias y remezcla hasta el infinito de imágenes desconocidas pero familiares. Alguna vez leí en las paredes de kevlar del baño del Ministerio de la arquivaNet que antes las cosas eran diferentes, pero entre las manchas de mierda y vómito no entendí bien qué decía. La música se ha apaciguado con su ritmo cambiante de distintas voces y cambios de ritmo. Bajo su influjo evocador recuerdo que cuando era niña una banda terrorista llamada CollageDestruction ponía bombas en algunos nodos de arquivaNet aduciendo algo sobre la libertad de crear. Nunca entendí bien cuál era su lucha. El trabajo se hace eterno mientras analizo cientos de archivos de algo llamado cine, de música e imágenes que me recuerdan la moda de hace 3 años, pero de alguna forma la de hace 6 y 9. La música sigue machacando, promocionando el nuevo Fluvimóvil con flotabilidad 4x4. ¿Acaso todas las canciones deben promocionar algo y sobre todo algo que no puedo comprar? Como me gustaría tener unos aurisónicos naranja de marca RCAGramphonix como los que aparecen en las pausas de las salas hipermediales públicas. La cabeza me duele y las pastillas escasean mientras una pantalla de cristal líquido proyecta imágenes en una composición de colores primarios que dicen que recuerda... – ¿Sara? – Sí, señor Fresneda. – Recuerda usar imágenes de los 50 del siglo pasado. Es lo que ordena el plan de producción quinquenal. – Sí, señor Fresneda. – Además, ya sabes...Entre más subsidios y más ahorro con el reuso de los archivos de la compañía, mejor nos va. Y si me va bien a mí... Te va bien a ti. – Sí, señor Fresneda. Su mano roza mi hombro esperando encontrar mi pelo largo. Pero desde que nos acostamos y me lo jaló con tanta fuerza, he decidido dejármelo corto. Así como ese estilo que llamaban Amelié y que aparecía en todos los esténciles que solía efectuar el grupo CollageDestruction. Una calavera con mi nuevo peinado, en un negro vulgar sobre el blanquísimo kevlar. (música) RCAGramphonix aja tudum-fliiiiiish, RCAGramphonix aja tudum-fliiiiiish, RCAGramphonix aja tudum-fliiiiiish, RCAGramphonix aja tudum-fliiiiiish, RCAGramphonix aja tudum-fliiiiiish (música). – ¡Sara! – ¿Si? – ¡A mi oficina! ¡Pero ya! Como desearía estar en mi casa, consumiendo mis últimos créditos en la arquivaNet Personal Plus que acabo de adquirir (música) Personal Plussss- y sé diferente tudum único en la arquivaNet (música) – ¡Sara! Me levanto con un sabor a asco y olor a canal para Flujomóviles públicos. Me pongo de pie, tratando de olvidar ese extraño mensaje en la pantalla de cristal líquido que decía: “Hola :) Somos CollageDestruction”.


Nurysam - Colombia


Tito Contreras - Colombia


Colectivo Corto Cirquito - Colombia


Queso que besa la boca

por Felipe Cristancho

Mientras la miraba se me ponían los bordes duros y amarillos. Ella tenía otra tajada entre sus panes y yo… ¿Bordes? ¿Panes? ¿Qué carajos me sucede? Por Dionisio ¡Soy un queso! Un queso celoso que se ha puesto con los bordes duros y amarillos porque no ha hecho nunca parte de un sándwich. Un queso que se está poniendo rancio. – ¿Será que soy un Gorgonzola? ¿Dije eso en voz alta? – ¡Dios Santo! ¡El queso campesino hable! Diviso a lo lejos al cíclope aterrado caer al suelo con un bang. ¡Uff!, cayó sobre el ojo. Un tipo entra, lo mira, y mira para todos lados. – ¡Yo, el gran Ulises, he derrotado al cíclope!– proclama. Estoy en un teatro. La gente me mira esperando que diga algo. Esperarán que los haga reír. Pero yo no sé chistes de quesos. ¿De qué se reirá un queso? – Un queso verde le contó a un mozzarella que salía con un gouda de doce años, al mozarella le importó poco, es un queso fresco. – ¡Pero si sos un queso!- la voz con el acento argentino se oye nítida entre los abucheos. Con razón nadie quiere que haga parte de su sándwich. Y ya me estoy poniendo con los bordes duros, con los bordes rancios. Me está saliendo moho. –C´est fini- Un sombrero blanco, un perol, una nevera. –Mon chef-d’œuvre–. Un plato. Una puerta se abre y cierra. Meseros con afán. Unos labios rojos se relamen. Veo dientes. –Roquefort Terrine. Bon Apetit Madmoiselle. Cada beso de esos labios que me comen me hacen Rockefeller, roquefort, o como se llame. La oscuridad de su boca, la lengua, los tiernos labios. – ¡Despierta!-. Luz, color, realidad, restaurante, ella, su novio, yo. Ella me hace señas. – ¡Aquí estamos!- Su voz me trae de vuelta el mundo. –Es que tiende a soñar despierto- Le dice. Me siento. Me mira. –Te pedí una Terrina de roquefort. Sé que es tu favorita-.


Larry Alexis Flores Moreira - Ecuador


Profecía

por Sorelestat ...a Ángela

Mi cuerpo tiembla, temo mirar, pero lo hago. Tu sangre impregna mi piel. El cuchillo de mi mano cae inerme contra el suelo. Al fin la visión se vuelve nítida y puedo ver que estoy encima de tu cuerpo, el cual está destrozado por el sinnúmero de puñaladas que enceguecido te propiné. En un ataque delirante de estupidez, me ensañé contra ti, destruyendo tu belleza, en cada corte que hice a tu carne, parecía buscar ese algo que me tiene atado a ti, que hace que te ame, que te hace mi dueña. Intento acariciarte con mis manos rojas por tu sangre, puedo olerla, sentirla, la siento en mi boca y recuerdo que besé tus heridas imitando al más romántico de los vampiros, mientras una mano torpe acariciaba mi pequeño pene, creando una sensación de impotencia porque jamás volvería a estar dentro de ti. Clausuro mis ojos tratando de ahogar unas hipócritas lágrimas... Separo mis parpados y siento como la cuerda, corta la piel, mis pulmones no se pueden llenar porque la forma en que estoy atado lo impide. Me apuntas con un viejo revólver de la guerra de Corea que perteneció a mi abuelo. Tu mirada grita, la cagaste y por eso estás muerto. Me estremecí y el miedo recorre mi cuerpo. En mi cabeza como un tambor retumbando en mi parietal izquierdo en letras doradas se escribía esa frase que tanto voceo: “Si con mi muerte satisfago tu crueldad, así lo haré señora mía”. Y sintiéndome como el Quijote, galopando en Rocinante, en busca de mi tuerta y desdentada Dulcinea, espero que tu, dueña mía, dispongas de mi vida. Escupes, injurias, blasfemas palabras que golpean mi epidermis como latigazos, productos de un látigo cruel, fabricado con tu rabia y dolor. Sello los ojos cuando los proyectiles que has disparado abrazan mi piel... Trato de abrirlos de nuevo, pero siento la mirada cansada, soy viejo y estoy postrado a una silla de ruedas. Me hallo solo, ese frío que me visita es porque tú no estás a mi lado. Tu ausencia se divierte con la taquicardia que sufre mi corazón de rana. Ensayo gritar tu nombre, pero la lengua se vuelve polvo y así cada parte de mí, cuando intento evocarte. La soledad se aferra a mí como el abrazo de una boa, mientras me esfumo en el aire... Abro los ojos, grito, y no despiertas. Abrazo tu cuerpo desnudo, tratando de infundir en tu piel mi amor. Sin imaginar que aquel sueño era profético. Tres días después yo me marchaba de tu lado.


Xato - Colombia


Árbol En La Ventana Por Mateo Ramírez

El árbol que da a mi ventana me odia. Esta es mi sospecha. Es un Peral de algunos tres años de edad. Cuando me mudé al tercer piso en donde ahora vivo, recién había sido sembrado. En las últimas tres semanas ha crecido exponencialmente. No solo eso, si no que su corteza a cambiado por una fuerte costra herrumbrosa, casi diabólica en su presencia. Durante los primeros días deduje que estaba simplemente enfermo, y que pronto la Alcaldía mandaría a cortarlo, borrando otro intento fallido de tinturar el inmenso monstruo de asfalto con algo de verde natural. Luego percibí que su podredumbre no se detenía, y muy al contrario, alimentaba al árbol con furiosa dedicación. Una noche de desenfreno, observé que alguien había dejado una bolsa de basura purulenta y aguada en sus raíces, y aunque mi borrachera no lo permitió en ese momento, pensé en recogerle al día siguiente. Al despertar, estaba limpio como una baldosa. Después de una semana, un trozo del árbol se había configurado de nuevo. Ahora parecía un rostro humano. Tiene una expresión indescriptible, como solo los objetos naturales pueden proveer. Su mueca manifiesta dolor, y a la vez odio irrefrenable. ¿Qué le he hecho yo para que me mire así? Ayer pasando por la biblioteca vi un Siete Cueros con una cara retorcida en su base, sus ramas más altas estaban peladas y asemejaban unas garras expectantes. En la entrada de mi edificio el Peral todavía espera; ha crecido un metro sobrenatural en una noche. No sé que es, pero algo ha empezado. Esta mañana observé por mi ventana, y unas pequeñas hojas entraban por el resquebrajo de ella. Sus brazos y su máscara están frente a mi. Meros centímetros lo separan del vidrio. Lo estudio detenidamente pero no se mueve. Nunca se mueve. No quiere darme el placer de verlo matarme. Pronto subirá hasta mí y me ahorcara con sus vengativas ramas. Pero esto es solo el comienzo de una fuerza que ha demorado en sacar las garras y afilar los dientes, un poder que los seres humanos aún no hemos reconocido y solo hemos abusado. El fin llega con un susurro.


Un abrazo ambidiestro de agradecimiento a l@s 61 participantes de la convocatoria por compartir sus sueños bizarres con nosotros, a l@s seleccionados/as y a tod@s las personas que creyeron en este sueño ‘hecho con las dos manos’.


Colaboradores/as en esta edición

Diana Sáchica Antonio Álvarez dianasachica@gmail.com damnedit30@yahoo.es Colombia S/L Dimas Melfi Cindy Katherine Monroy http://www.flickr.com/photos/dimasmelfi/ cindymg1024@hotmail.com Argentina Colombia Laura María Rodríguez Esguerra Serie ‘Sueño B’ http://laurarodriguezdesigner.wordpress.com/ Francisco Enríquez Muñoz Colombia morvosin_censura@yahoo.com.mx México ‘Metamorpho’ Sebastián Cárdenas Maestre Juan Sebastián Buendía Martínez http://www.flickr.com/photos/ http://brevario.tumblr.com/ sebastiancardenas Colombia Colombia ‘Silencio’ Gilberto Bustos Ojo-en-blanco adilaso2@gmail.com http://www.ojo-en-blanco.blogspot.com Colombia Argentina Azul Luna - Abisal Colectivo http://www.crisalidadelsol.blogspot.com Camila Barrales - Abrazo Ediciones Colombia http://laabrumaciondeltedio.blogspot.com Chile Juani Navarro http://juanitirasycuadritos.blogspot.com.ar/ Giovanni Clavijo Castillo Argentina http://www.kerlames.blogspot.com/ Colombia Edith Hurtado http://www.flickr.com/vichannarv/ Camilo Fernández Otálora Colombia http://camilocofer.wordpress.com Colombia Diego Galvis http://mueremeunpoco.tumblr.com/ Johann Cardenas Falla Colombia http://www.flickr.com/photos/ johannilustrador Carolina Urbina Colombia ornitorrinconadaista@hotmail.com Colombia Ingrid Lorena Cajamarca Díaz inglore1216@hotmail.com Javiera Cartes Wörner Colombia http://www.javieracartes.blogspot.com/ Chile ‘Infinite Jest’ Goghi&Goghi ‘Maldita guerra’ http://www.goghiandgoghi.net Nadies y Ldon+ Italia landomv@hotmail.com - luislord@gmail.com Colombia K” kabromos@gmail.com Alberto Sánchez Arguello Colombia http://ofrendando.blogspot.com/ Nicaragua


TierraBoca Art http://tierraboca.blogspot.com/ Colombia Ilustración para “Fables” (The Incredible Shouting Market) Emmanuel Lafont http://www.emmanuellafont.com España Toxo http://toxodibujos.blogspot.com/ Colombia Jorge Quiñones jorge_qv@hotmail.com Perú Buitsi http://www.behance.net/mateobuitrago Colombia Amarilla http://www.flickr.com/photos/little_girl_grey Colombia ‘Psyko’ Guillem Font http://www.guillemfont.weebly.com España Joaquín Andrés Rueda Muñoz http://papaghjcosmico.wordpress. com/ Colombia Camilo Aguirre http://www.flickr.com/photos/ camilo-aguirre/ Colombia ‘Pesadilla bizarra’ Laura Vanessa Gutiérrez http://www.flickr.com/photos/ blasis/ Colombia Serie ‘Backstage’ Edwyn Javier Vargas Bethencourt http://javiervargasbethencourt-art. blogspot.com Colombia-España

John Alexánder Martínez Niño johnderson1111@hotmail.com Colombia Escafandrux pasucox@hotmail.com Colombia OZ - Colectivo Llorem Ipsum http://lorem-apesta.com Colombia ‘Monstruos del cableado’ Lucas Marcel Castaño http://lukas-marcel.deviantart.com/ Colombia Luscus http://www.alta-densidad.net Colombia Nurysam nuryisa@yahoo.es Colombia Tito Contreras http://www.batiblogdetito.blogspot.com Colombia Colectivo Corto Cirquito http://colectivocortocirquito.tumblr.com/ Colombia Felipe Cristancho cristancho.felipe@gmail.com Colombia Larry Alexis Flores Moreira http://larryfloresm.blogspot.com Ecuador Sorelestat el69conde_sorelestat@hotmail.com Colombia “Xato” http://www.cargocollective.com/xato Colombia Mateo Ramírez agonistes4@gmail.com Colombia


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Este fanzine se termin贸 de imprimir el 24 de noviembre de 2012, mismo d铆a que, en 1957, fallece Diego Rivera, pintor muralista mexicano




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