¿Fueron felices y comieron perdices? Teresa Colomer*

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Benemérita Escuela Normal “Manuel Ávila Camacho” Licenciatura en Educación Preescolar 5to semestre LITERATURA INFANTIL Actividad 8

Alma Daniela Ramirez Corpus

Teresa Colomer* Hasta la década de los años setenta del pasado siglo lo que se esperaba de los cuentos infantiles era que las historias acabaran «bien». Actualmente, ya no es así: abundan los libros para niños pequeños que no acaban bien, o que ofrecen un final «abierto», o que, directamente, acaban «mal». La psicología cognitiva se ha esforzado en explicar la necesidad humana de dotarlo todo de inicio y final ¿Por qué deseamos historias que tengan un final? La resolución de la trama.

incluyéndola

en

la

narración

como

forma

de

pensamiento. Los primeros libros de imágenes tienden a establecer un nexo entre nombre y verbo, entre personaje y acción. Poco a poco los niños advertirán relaciones causales entre las imágenes y las ordenarán en un hilo narrativo

Hay libros que sólo explican secuencias de acciones, como jugar con una ola (La ola), sujeto y acción. Pueden ser secuencias enumerativas, como la despedida de cada objeto en Buenas noches, luna; cronológicas respecto de las acciones matinales como Buenos días; o de una diversidad de acciones agrupadas, quizá a lo largo de un día de vida como en Un día de nieve. Más tarde, los niños serán capaces de seguir una narración completa, con un conflicto inicial que termina resolviéndose. Las narraciones completas pueden jugar con una cierta gama de variaciones, a menudo derivadas del folclore. La literatura infantil es uno de los mejores documentos para analizar la autopercepción social, es decir, cómo la sociedad quiere ser vista o qué temas prioriza en su discurso educativo en cada momento histórico.


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