ALMA MAGAZINE 32 - NOVIEMBRE 2008

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n las últimas semanas, el mundo se halló (y por como vienen las cosas, el verbo debería ser leído en presente) de sismo en sismo. Pero el que vivió la calma después de la tormenta fue el idioma español, si nos dejamos llevar por la serie de buenas noticias con que nos hemos cruzado recientemente. En principio, cifras. Una cantidad enorme de números que darían pie para la esperanza. El Instituto Cervantes acaba de lanzar Enciclopedia del español en los Estados Unidos, editada por Santillana; esto permitió que surjan resultados sobre el impacto del idioma español en el país y en el mundo. La gacetilla de presentación dice: “El libro analiza, en más de 80 artículos especializados, el pasado, el presente y el futuro del español y de la cultura hispana en el territorio estadounidense. En ellos, se aborda con especial interés la realidad demolingüística de las distintas comunidades hispanohablantes residentes en el país y la enorme riqueza cultural de una comunidad hispana cuyas creaciones artísticas ocupan ya un papel protagonista en la escena cultural de la nación. Un completo panorama, nunca antes perfilado, sobre el papel del español, de la cultura en español y de los hispanos en Estados Unidos”. Ahora bien, en cuanto a cifras, el tema sería el siguiente: en Estados Unidos hay 45 millones de hispanohablantes censados, sin contar la inmigración ilegal. En la actualidad, es el segundo país con más hablantes en español, luego de México (con 106 millones). Se pronostica que en 2050 podría transformarse en el primero si logra los 132 millones de personas que harán de su lengua materna el idioma de Cervantes y Borges. Mientras, en el planeta entero 450 millones de personas hablan español y se prevé que en 2050 la cifra sea de 600 millones; además, 22 países tienen al español como primera lengua. Por su parte, las empresas que contratan empleados bilingües en Estados Unidos, les ofrecen ganar 20 mil dólares anuales más si manejan los dos idiomas. Ni hablar de la ascendente industria hispana en EE.UU., que ha pasado de percibir ingresos de 30.900 millones de dólares en 1982 a 245.600 millones en 2002. Las

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emisoras de radio se han duplicado en una década: existen 550 en todo el país. Las cadenas de televisión, igual. Hay 55, con un aumento del 70% en la última década. En cuanto al estudio de idiomas, supera con creces al francés o al alemán. El español es la lengua elegida por los universitarios estadounidenses con 822.985 estudiantes en 2006. La diferencia con el francés (206.426) y el alemán (94.264) es notable. A su vez, en el mundo hay 17,8 millones de alumnos de español. Entre el optimismo de unos y las dudas de otros, la realidad es que el español es un fenómeno que cruza fronteras y abre flamantes frentes, tanto de conflicto (el spanglish) como de interés (la aceptación del lenguaje en los jóvenes). Y todo indica que la suma de hispanos profesionales, investigadores, empresarios, políticos, emprendedores, artistas, periodistas y trabajadores movilizará fuerzas nuevas en este mapa rutilante que se abre en Estados Unidos a partir de estas elecciones presidenciales. Donde se ensombrece la vida de un idioma es en Italia. Digamos, el hecho de que un escritor esté amenazado de muerte es ya poner en riesgo una lengua. Más allá de la profética idea que manejaba el fabuloso Marcel Proust (“Los libros hermosos están escritos en una especie de lengua extranjera”), Roberto Saviano (Nápoles, 1979) se enteró hace muy poco que la Camorra napolitana ha urdido un plan para asesinarlo junto a su escolta antes de Navidad. Es decir, como ya ha vaticinado en varias entrevistas, tendrá que abandonar su país, convertirse en extranjero y escritor perseguido si no desea que lo maten. Todo por la publicación en 2006 de Gomorra, libro en que relata los recovecos económicos y sociales de la Camorra. Hace muy poco, Saviano ha sido premiado por Gomorra en la Feria del Libro de Fráncfort. El galardón fue a la mejor adaptación cinematográfica del año por el guión que escribió para la película de Matteo Garrone, del mismo nombre. Saviano ya contó con la solidaridad de otro amenazado ilustre, el escritor británico Salman Rushdie. Y con la nuestra, por supuesto. Gustavo Alvarez Núñez


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