

En el bosque hay preocupación, porque el lobo tiene tos. Los animales deciden ayudarlo con una rica infusión.
¿Lograrán quitarle el ?




Colección: Voces en el horizonte
Texto: Eugenia Román, 2025
Ilustraciones: Emilia Marzi, 2025
© de esta edición: Editorial Muñeca de Trapo E.I.R.L., 2025
Primera edición: Marzo 2025
Edición general: Macarena Morales Findel Diseño y diagramación: Alejandra Reitze
ISBN: 978-956-9829-73-4
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida sin la autorización, por escrito, de la editorial.
Impreso en Chile
www.munecadetrapo.cl

Esa noche, como todas, vigilé desde la rama del más viejo de los árboles observando el panorama.

Mientras brillaba la luna en la inmensa oscuridad, yo estaba alerta del bosque y de su tranquilidad.

Y de pronto como un eco un qué cosa rara, para poder escuchar di dos vueltas a mi cara.




“Los
reuní aquí a todos porque soy el portavoz, (y al callarse aquel bullicio): ¡Nuestro lobo tiene tos!”

En el bosque, de inmediato, se pensó una solución: cada uno a su manera traería una infusión.
La serpiente le ofreció sin escuchar opiniones:

té de pimienta con moco y jugo de tres limones.


Tomó el lobo muy gustoso y después de un largo rato, quedaron decepcionados se oyó de inmediato.
El mapache se acercó con un té de ají picante,

dos bigotes de un ratón y el pipí de un elefante.

Tomó el lobo con más ganas y después de un largo rato, llegó la desilusión

se oyó de inmediato.
El venado de un saltito trajo un té muy perfumado

con el olor del zorrillo y con sabor a pescado.


Tomó el lobo de a sorbitos y después de un largo rato, volvió todo el desencanto se oyó de inmediato.

Un té trajo el jabalí con los piojos de una mona, y la cera de una oreja que sacó de la leona.


Tomó el lobo haciendo gárgaras y después de un largo rato, otra vez la decepción se oyó de inmediato.

Y, por último, la liebre le trajo un té misterioso de una receta que había justo en el fondo del pozo.


Y después de no sé cuánto tomó el lobo desganado y para su gran asombro el se ha terminado.

Entonces llegó el silencio y después de un largo rato, el lobo movió las patas y recuperó el olfato.

La liebre se quedó tiesa, fue por culpa del calambre, cuando el lobo abrió la boca y exclamó:

¡TENGO