Los egipcios consiguieron formar grandes bibliotecas, con libros de matemáticas, astronomía, religión y obras literarias. La mayor biblioteca de la antigüedad fue la de Alejandría, en Egipto, que llego a tener setecientos mil libros en forma de rollo de papiro. Otros pueblos del Mediterráneo escribían sus libros con el mismo sistema. En la india donde las palmeras son muy comunes, los libros se hacían con las hojas de esa planta. Esas hojas se cocinaban en leche y se dejaban secar antes de escribir sobre su superficie con estiletes puntiagudos. Para que la escritura resultara más nítida, se esparcía hollín sobre las hojas. Por último, se cosían las hojas y se pegaban una tabla adelante y otra detrás, a modo de tapas. Aun hoy, en varios países asiáticos como Nepal, Tíbet y Tailandia, se hacen libros con este sistema. Entre la corteza y la madera de ciertos árboles hay una capa de consistencia blanda que también ha sido utilizada para la confección de libros. Como es un material flexible, con el podían hacerse libros plegables como un acordeón. Antes de la llegada de Colon a América, en 1492, los aztecas y mayas ya hacían este tipo de libros. En otras partes del mundo, como Umatra, una bella isla de Indonesia, en el continente Asiático, aun hoy se mantiene esta antigua tradición. Si consideramos que un libro es un conjunto de textos con cierta unidad, el libro más extraño de todos los tiempos fue, seguramente, una colección de bandas de lino escritas que envolvían una momia hallada en Creta, la gran isla griega del Mediterráneo. Se han utilizado muchas clases de tejidos para hacer los libros, los chinos, por ejemplo, hacían libros de seda que eran guardados en forma de rollos. Hace dos mil años, más o menos, aparecieron en Roma libros semejantes a los que conocemos hoy, con sus Páginas cosidas unas a otras. Eran hechos de manera encerada, sus páginas estaban unidas de dos en dos y, como resultaban muy pesados, raramente tenían más de diez páginas. Los romanos los usaban como borrador o libro de apuntes, por tanto las páginas enceradas admitían correcciones y podían ser utilizadas muchas veces. Una vez listo los originales, se pasaban en limpio sobre papiros. La invención del pergamino dio gran impulso a la fabricación de libros. Pero se trataba de material muy caro, para obtener una hoja grande era necesaria toda la piel de un animal. Reproducir la biblia en pergamino suponía el sacrificio de, por lo menos, trescientos carneros. La ventaja del pergamino era que se podía escribir de ambos lados, también era posible doblar y coser las hojas, de manera que ocuparan menos espacios facilitando la conservación y el transporte de los libros. La invención de la pluma hizo que escribir fuera más fácil y rápido, posibilitando el desarrollo de la caligrafía y aparición de las letras minúsculas, lo cual contribuyo a aumentar la producción de libros. Una antigua leyenda cuenta que Carlomagno, emperador de occidente en el siglo IX, no sabía leer. La historia puede no ser verdadera pero no sería extraño que lo fuese,
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