Parresía 3

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TEMA 3 a) Nociones generales de morfología y sintaxis: La declinación. El artículo. b) Lectura c) Civilización y cultura griegas: Homero. La Guerra de Troya. A) GRAMÁTICA EL SISTEMA NOMINAL GRIEGO 1. El género El género en griego es una categoría gramatical por la que expresamos si seres tienen vida (seres animados) o no la tienen (seres inanimados), así como el sexo de los seres animados. El griego, al igual que el latín, establecía esta oposición mediante el establecimiento del género masculino, el género femenino (ambos para los seres animados) y el género neutro (para los seres animados). 2. El número Tanto en griego como en español tenemos singular (para un solo ser o cosa) y plural (para varios seres o cosas). Además de estos dos números, en griego tenemos el dual, que sirve para designar un grupo de dos personas o de dos cosas, especialmente cuando se considera que forman una pareja natural e indisoluble. Ej. tw cei're, las dos manos; tw ojfqalmwv, los dos ojos, etc. El número dual era de escaso empleo y fue sustituyéndose progresivamente por el uso del plural. 3. El caso La gran diferencia entre el griego y el español es la categoría gramatical de caso. Llamamos caso a cada una de las distintas terminaciones que puede tener una palabra para expresar una función en una frase. Cada terminación expresaba un caso y a cada caso le correspondía una función. La categoría de caso proviene del indoeuropeo y tuvo distintas realizaciones en latín y en griego: FUNCIONES -Sujeto -Atributo -Llamada -Complemento directo -Complemento circunstancial (acusativo de extensión o de duración; acusativo de dirección; acusativo de relación) -Complemento del nombre -Complemento de verbos que rigen genitivo

-Complemento indirecto o dativo posesivo

- Complemento circunstancial de separación - Complemento circunstancial instrumental ( de modo o causa) - Complemento circunstancial de lugar o de tiempo (sin embargo, quedan en latín restos del caso locativo) - Ablativo de comparación - Ablativo agente (en oraciones pasivas)

CASOS EN LATÍN Nominativo

CASOS EN INDOEUROPEO Nominativo

CASOS EN GRIEGO Nominativo

Vocativo Acusativo

Vocativo Acusativo

Vocativo Acusativo

Genitivo

Genitivo

Genitivo

Dativo

Dativo

Dativo

Ablativo

Ablativo

Locativo Instrumental

FUNCIONES -Sujeto -Atributo -Llamada -Complemento directo -Complemento circunstancial (acusativo de extensión o de duración; acusativo de dirección; acusativo de relación) -Complemento del nombre -Complemento de verbos que rigen genitivo -Complemento circunstancial (de separación, de causa, de delito o precio) -Genitivo de comparación -Genitivo agente (en oraciones pasivas) -Complemento indirecto o dativo posesivo - Complemento circunstancial (instrumental -de modo o causa-; locativo -de lugar o de tiempo)


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La situación de los casos quedó en la griego de la siguiente manera: CASO Nominativo Vocativo Acusativo Genitivo Dativo y acusativo (con preposición)

FUNCIÓN Sujeto o atributo Interpelación o llamada Complemento directo o circunstancial Complemento del nombre o complemento circunstancial Complemento indirecto o complemento circunstancial

El ablativo latino se expresa en parte por el genitivo (nociones de lugar en donde y de privación), y en parte por el dativo (expresando nociones de lugar en donde, de instrumento, de manera o de causa). Al haber cinco casos, había cinco terminaciones para el singular y otras cinco para el plural. Al conjunto de terminaciones o desinencias que puede adoptar un nombre, un adjetivo o un pronombre según la función que desempeñe en la frase es a lo que llamamos declinación. Este sistema quedó sustituido en español por diversos procedimientos, tales como el lugar que ocupa una palabra en la oración y sobre todo, las preposiciones, si se trata de un nombre. Las diversas desinencias de los casos griegos equivalen a las preposiciones del español. Por esta razón, el uso de las preposiciones no es tan esencial en griego como en en las lenguas romances, y, de hecho, queda reducido a tres casos: el acusativo, el genitivo y el dativo. Se declinaban las siguientes palabras: el artículo (siempre determinado en griego), los sustantivos, los adjetivos, los pronombres y los participios. Pero antes de seguir, echemos un vistazo a la primera a las posibles desinencias de la primera declinación:

1ª DECLINACIÓN (SUSTANTIVOS) SINGULAR 1. Femenino

hJmevr-a a hJmevr-a hJmevr-an hJmevr-a" a" hJmevr-a/

N. V. A. G. D.

Sign. día

2. Femenino

3 Femenino

4. Masculino

PLURAL 5. Masculino

dovx-a a dovx-a dovx-an dovx-h" h" dovx-h/

kefal-hv hv kefal-hv kefal-hvn kefal-h` h`" kefal-h``/

neaniv-a" neaniv-a neaniv-an neaniv-ou neaniv-a/

polivt-h" h" polivt-a polivt-hn polivt-ou ou polivt-h/

opinión

cabeza

joven

ciudadano

M.F.

-ai -ai -a" -wn -ai"

Veamos ahora las funciones de los casos y cómo se aplican a esta primera declinación. Nominativo. El nominativo puede realizar en griego las funciones de sujeto, de atributo o de aposición. Recordemos que en español se reconoce el sujeto de una oración aplicando la concordancia de número y persona entre su núcleo y el núcleo del predicado. Ej.: Mi hermano leyó el discurso; Mis hermanos leyeron el discurso. El atributo, por su parte, es el complemento de los verbos ser, estar y parecer, verbos llamados copulativos al ser elementos de unión o cópula entre el sujeto y el propio atributo. Se puede reconocer al atributo mediante la concordancia, pues si el atributo es un adjetivo, su núcleo concuerda en género y número con el núcleo del sujeto. Ej.: Mis asignaturas estaban aprobadas. El sujeto y el atributo se expresan tanto español como en griego sin preposición. Ej. esp.: El amo es duro; gr.: oJ kuvrio" o" calepov ov" (ejstin). Analiza morfológicamente (según los ejemplos) las palabras subrayadas y traduce al latín la siguiente oración con la ayuda del vocabulario correspondiente. Luego, analiza sintácticamente.

hJ0 uJgiveia a1 ejstin ajnagkaiva8(1). TRAD.:

hJ0: la uJgiveia a1: salud

ejstin: es ajnagkaiva8 (=hJmevr-a a): necesaria

Analiza sintácticamente y traduce al latín la siguiente oración con la ayuda del vocabulario correspondiente: La justicia es una virtud.

TRAD.: 0

la: hJ justicia:

es: ejsti(n)

dikaiosuvnh3

virtud:

ajrethv3


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Vocativo. La función de interpelación o llamada se reconoce en español por suponer una llamada de atención a alguien y porque suele ir entre comas. También se emplea el vocativo para expresar la sorpresa, el dolor, etc. A veces va precedido por la conjunción w\. Es un caso que no forma parte de la oración, por lo que va entre comas, y equivale a una exclamación. Ej. esp.: ¡Oh, buen hombre; gr.: W \ ajgaqee; a[nqrwpee. Analiza morfológicamente (según los ejemplos) las palabras subrayadas y traduce al latín la siguiente oración con la ayuda del vocabulario correspondiente. Luego, analiza sintácticamente.

&W qea a1v , iJera a;8(1) kai; ajgaqh hv9(3) eij.' TRAD.:

wj: oh qea a1v : diosa iJera a;8 (=hJmevr-a a1): sagrada

kai;: y ajgaqh hv9 (=kefal-hv hv3):: buena eij:' eres

Analiza sintácticamente y traduce al latín la siguiente oración con la ayuda del vocabulario correspondiente: ¡Oh diosas!, sois justas.

TRAD.: ¡oh!: wj diosa: qea av1

sois: ejste 8 justa: divkaia (=hJmevr-a a1)

Acusativo. La principal función del acusativo es la de complemento directo. Este complemento tiene como función modificar o concretar el significado de determinados verbos, de ahí que su presencia sea muchas veces imprescindible para que la oración tenga sentido. Ej. El jugador recibió un premio (está claro que sin el complemento directo "un premio" la oración pierde mucho de su significado). Para reconocer un complemento directo es importante fijarse en si es posible hacer lo siguiente: Sustituirlo por los pronombres lo, la, los, las. Ej. El jugador lo recibió. Transformar la oración en pasiva. El complemento directo de la oración en activa pasa a ser sujeto paciente cuando transformamos la oración en pasiva. Un premio fue recibido por el jugador. El complemento directo se expresa en español bien sin preposición o con la preposición a. Sin embargo en griego tiene a. su propia desinencia. Ej. esp.: El hombre golpea a alguien; gr.: oJ a[nqrwpo" blavptei tina Otra de las funciones que podía tener el acusativo es la de complemento predicativo. Llamamos complemento predicativo a aquél que, además de referirse a un verbo no copulativo, se refiere también a un sustantivo o pronombre de la oración. Ej. esp.: Te considero un malvado; gr.: Nomivzw se ponhrov ovn. Existía también en griego la posibilidad de que el acusativo pudiera expresar complementos circunstanciales en acusativo sin preposición. Cuando se trataba de expresar una circunstancia de extensión en el espacio o duración en el tiempo. Ej. esp. Distaban cinco parasangas (una medida de longuitud); gr.: ajpei÷con pevnte parasavgga" a". Ej. esp.: Viven pocos años; gr.: e[tea a ojlivga zwvousi. Analiza morfológicamente (según los ejemplos) las palabras subrayadas y traduce al latín la siguiente oración con la ayuda del vocabulario correspondiente. Luego, analiza sintácticamente.

Feuvgomen tou;"0 yeuvsta" a"5 kai; tou;" prodovta"5. TRAD.:

feuvgomen: hacemos huir tou;"0: los yeuvsta" a"5: embusteros

kai;: y prodovta"5: traidores

Analiza sintácticamente y traduce al latín la siguiente oración con la ayuda del vocabulario correspondiente: La victoria conduce a los soldados hacia la tranquilidad.

TRAD.: 0

la: hJ 3 victoria: nivkh conduce: a[gei 0 a los: tou;"

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soldado: stratiwvth" hacia: eij" (prep. acus.) 0 la: th;n 1 tranquilidad: hJsuciva


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Genitivo. La función que en gramática española se conoce como adyacente-complemento del nombre (Ady-CN) era desempeñada en griego por el genitivo. Ej. esp.: La casa de mi padre; gr.: hJ oijkiva tou÷ ou÷ patrov ov". Otra de las funciones del genitivo era la de ser complemento de un adjetivo o de un participio. Ej.: Experto en el lanzamiento con arco; gr.: e[mpeiro" th÷ h÷" toxikh÷ h÷". El genitivo podía actuar también como complemento de régimen de determinados verbos (CReg) que exigen una determinada preposición. Ej. esp.: Es vergonzoso ser acusado de hurto; gr.: kloph÷ h÷" grafh÷nai aijscrovn. Como se observa, en la mayoría de los casos citados anteriormente, este tipo de complemento acabó por llevar en castellano la preposición de. Ej. esp.: El primero de todos; gr.: oJ prw÷to" pavntwn wn. El genitivo griego, al contrario que en latín, puede expresar una serie de complementos circunstanciales:

Como genitivo que recoge las funciones del ablativo latino, puede expresar alejamiento. Ej. esp.: Se liberaron de los peligros. Ej. gr.: ajpevluon tw' w'n kunduvnwn. wn El genitivo difiere también del latín en el caso en que expresa la comparación, sea ésta expresada mendiante verbos o mediante adjetivos en grado comparativo. Veamos un ejemplo de la primera posibilidad. Ej. esp.: Fueron inferiores a nosotros en número; gr.: Plhvqei ge hJmw÷n ejlei'fqen. Como segundo término de una comparación (en latín en ablativo; en griego en genitivo):Ej. esp.: Nadie fue más sabia que Atenea. Ej. gr.: oujdeiv" A j qhna' a'" sofovtera h\n. Como complemento de verbos que indican ideas de origen o procedencia. Ej. esp.: De Darío y ou kai; Parusavtido" o" givgnontai pai÷de" duvo. Parisatis nacen dos hijos; gr.: Dareivou El tiempo en que sucede una acción puede expresarse en genitivo. Ej. esp.: durante la noche; ov". Ej. esp.: durante todo el día; gr.: th÷" hJmevra" o{lh". gr.: nuktov

Finalmente debe señalarse que si el complemento agente es expresado en latín en ablativo, en griego es el genitivo (pormalmente precedido de la preposición uJpov el que expresa esta función en las oraciones pasivas: Ej. esp. Son amados por su madre; gr.: ajgapw'ntai uJpo; tou' ou' mhtrov ov". Analiza morfológicamente (según los ejemplos) las palabras subrayadas y traduce al latín la siguiente oración con la ayuda del vocabulario correspondiente. Luego, analiza sintácticamente.

H J th'"0 mavch"3 ajrch h;3 deinhv hv9(3) ejstin. TRAD.:

hJ0 th'"0: la, de la* mavch"3: combate ajrch h3; : comienzo

deinhv hv9 (=kefal-hv hv3): terrible ejstin: es

Analiza sintácticamente y traduce al latín la siguiente oración con la ayuda del vocabulario correspondiente: Las musas son las diosas de las ciencias y de las artes.

TRAD.: 0

las: aiJ 2 Musa: Mou?sa son: eijsi(n) 1 diosa: qeav 0 de las: tw'n

ciencia: ejpisthvmh y: kaiv 0 de las: tw'n 3 arte: tecnhv

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Dativo. El dativo es el caso del complemento indirecto. Este complemento indica la persona o cosa en cuyo beneficio o perjuicio se hace o sucede algo. Por tanto expresa la persona o cosa en cuyo favor, utilidad, fin, daño o provecho se realiza la acción verbal. El complemento indirecto lleva en español la preposición a o para. Ej. esp.: Doy ropa a un pobre; gr.: divdwmi ejsqh÷ta ptwcw/ w/.' Verbos que suelen llevar este complemento indirecto en dativo son los que significan favorecer, perjudicar, mandar, obedecer, perdonar, acercarse, etc. Un caso notable de dativo es el llamado dativo posesivo, por el cual un objeto en nominativo combinado con un verbo copulativo y con un complemento en dativo indica posesión, que alguien tiene algo. Ej. esp.: Tengo un libro; ej. gr.: ejmoiv ejsti biblivon. El dativo puede también actuar como complemento circunstancial. Este complemento expresa las diversas circunstancias en que se produce la acción verbal, tales como, separación, procedencia, instrumento, causa, modo, materia, compañia, lugar, tiempo, etc. En español el complemento circunstancial se expresa con preposiciones tales como con, de, en, por, sin, sobre, tras. Ej. esp.: Alguien hiere a Ciro con una jabalina; gr.: ajkontivzetai ti" Ku÷ron paltw w/. Sin embargo, el dativo no era el único caso que podía expresar un


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complemento circunstancial, pues, como se ha visto anteriormente, el genitivo podía expresar la duración (tiempo en el que sucede algo) y el acusativo podía expresar la extensión en el espacio y la duración en el tiempo.

Analiza morfológicamente (según los ejemplos) las palabras subrayadas y traduce al latín la siguiente oración con la ayuda del vocabulario correspondiente. Luego, analiza sintácticamente.

hJ0 uJgiveia a1 ejstin ajnagkaiva8(1) th/0' hJsuciva/1 th'" yuch' h'"3. TRAD.:

hJ0 th'"0 th/0' : la uJgiveia a1: salud ejstin: es

ajnagkaiva8 (hJmevr-a a1): necesaria 1 hJsuciva/ : tranquilidad yuch' h'"3: alma

Analiza sintácticamente y traduce al latín la siguiente oración con la ayuda del vocabulario correspondiente:

En la plaza hay casas. TRAD.: en: ejn (prep. dat.) 0 la: th/' 1 plaza: ajgorav

hay: eijsin 1 casa: oijkiva

Hermosa es la victoria en el combate. TRAD.: hermosa: kalhv 9 (= kefalhv3) es: ejsti(n) la: hJ 0 victoria: nivkh3

en: ejn (prep. dat.) el: th'/ 0 combate: mavch3

Las tres declinaciones del griego En griego existen tres declinaciones o maneras de declinar un artículo, un nombre, un adjetivo, un pronombre o un participio. La manera de expresar una declinación es indicar su enunciado, mediante el cual decimos el nominativo y el genitivo singular, si se trata de un sustantivo, o bien todas las posibles formas del nominativo singular, si se trata de un adjetivo, un pronombre o un participio. Cuando estemos ante un sustantivo, al enunciado le acompañará el artículo, pudiendo así distinguir el género de dicho sustantivo, algo muy útil a la hora de traducir. En la siguiente tabla vemos un panorama general de de las declinaciones griegas: DECLINACIÓN TEMA DE LA ENUNCIADO DECLINACIÓN hJmevra1 -a", hJ; dovxa2 -h", hJ; kefalhv3 -h`", hJ; neaniva"4 -ou, oJ; 1ª Temas en -a lovgo"6 -ou, oJ; rJodv on7 -ou, tov 2ª Temas en -o fley26 fleb-ov", hJ; limhvn30 limevn-o", h;J givga"33 gigavnt-o", oJ; 3ª consonante Temas en consonante 47 51 55 3ª en vocal Temas en vocal povli" povlew", hJ; basileuv" basilevw", oJ; Zeu`" Di-ov", oJ distinta de -a,-o

polivth"5 -ou, oJ ajnhvr41 ajndr-ov", oJ

Observaciones: 1. El nominativo singular es variable en muchos tipos de la 3ª declinación. 2. El tema hace alusión a la vocal dominante antes de añadir la desinencia. En la 3ª declinación, en los temas en consonante, el tema se averigua separando la desinencia -o". En los temas en vocal no es posible tal recurso, al haberse producido transformaciones fonéticas que permiten distinguir con claridad el tema. 1 3. Los números escritos en superíndice (ej. hJmevra -a" , hJ) aluden a nuestra forma de trabajar la traducción, de modo que cada número no subrayado (los subrayados corresponden a los verbos) corresponde a un tipo o subtipo de declinación. 4. Los adjetivos se enuncian mediante el nominativo singular en todas sus formas (masculino, femenino y neutro), seguido de su significado. Ej.: ajgaqov" -hv -ovn, bueno; eujdaivmwn eudaivmon, feliz (con dos formas para el nominativo singular, una para masculino y femenino y otra para el neutro).


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¿Difícil? ¿Qué tal si tenemos alguna ayuda? Nuestra ayuda para la declinación será, a partir de ahora el artículo, que muchas veces acompaña al sustantivo y nos da una pista sobre los casos. Vista su importancia es esencial que lo aprendas de memoria -y cuanto antes. 0. EL ARTÍCULO: oJ hJ tov Masculino

SINGULAR Femenino

Neutro

Masculino

PLURAL Femenino

Neutro

oJ tovn tou` tw/`

hJ thvn th`" th/`

tov tov tou` tw/`

oiJ touv" tw`n toi`"

aiJ tav" tw`n tai`"

tav tav tw`n toi`"

N. A. G. D.

El artículo se traduce como nuestro artículo determinado, es decir, el la lo. Escribe la declinación en sigular y en plural de los cinco sustantivos que nos sirven de modelo para la primera declinación, precediéndolas de su artículo correspondiente. B) LECTURA (indica luego los artículos que encuentres y analízalos morfológicamente indicando su caso, número y género)

Καὶ ἦν μὲν δείλη͵ οἱ δ΄ ἐκέλευον αὐτοὺς ἐμφαγόντας πορεύεσθαι. καὶ τὸν ἡγεμόνα δήσαντες παραδιδόασιν αὐτοῖς͵ καὶ συντίθενται τὴν μὲν νύκτα͵ ἢν λάβωσι τὸ ἄκρον͵ τὸ χωρίον φυλάττειν͵ ἅμα δὲ τῇ ἡμέρᾳ τῇ σάλπιγγι σημαίνειν· καὶ τοὺς μὲν ἄνω ὄντας ἰέναι ἐπὶ τοὺς κατέχοντας τὴν φανερὰν ἔκβασιν͵ αὐτοὶ δὲ συμβοηθήσειν ἐκβαίνοντες ὡς ἂν δύνωνται τάχιστα. ταῦτα συνθέμενοι οἱ μὲν ἐπορεύοντο πλῆθος ὡς δισχίλιοι· καὶ ὕδωρ πολὺ ἦν ἐξ οὐρανοῦ· Ξενοφῶν δὲ ἔχων τοὺς ὀπισθοφύλακας ἡγεῖτο πρὸς τὴν φανερὰν ἔκβασιν͵ ὅπως ταύτῃ τῇ ὁδῷ οἱ πολέμιοι προσέχοιεν τὸν νοῦν καὶ ὡς μάλιστα λάθοιεν οἱ περιιόντες. ἐπεὶ δὲ ἦσαν ἐπὶ χαράδρᾳ οἱ ὀπισθοφύλακες ἣν ἔδει διαβάντας πρὸς τὸ ὄρθιον ἐκβαίνειν͵ τηνικαῦτα ἐκύλινδον οἱ βάρβαροι ὁλοιτρόχους ἁμαξιαίους καὶ μείζους καὶ ἐλάττους͵ οἳ φερόμενοι πρὸς τὰς πέτρας παίοντες διεσφενδονῶντο· καὶ παντάπασιν οὐδὲ πελάσαι οἷόν τ΄ ἦν τῇ εἰσόδῳ. ἔνιοι δὲ τῶν λοχαγῶν͵ εἰ μὴ ταύτῃ δύναιντο͵ ἄλλῃ ἐπειρῶντο· καὶ ταῦτα ἐποίουν μέχρι σκότος ἐγένετο· ἐπεὶ δὲ ᾤοντο ἀφανεῖς εἶναι ἀπιόντες͵ τότε ἀπῆλθον ἐπὶ τὸ δεῖπνον· ἐτύγχανον δὲ καὶ ἀνάριστοι ὄντες αὐτῶν οἱ ὀπισθοφυλακήσαντες. C) HOMERO: "LA ILÍADA" Y "LA ODISEA". LA ILÍADA Y LA GUERRA DE TROYA HOMERO (S. VIII a.C.). Homero fue un poeta épico griego al que la tradición le atribuye la composición de la Ilíada y la Odisea. Los antiguos no sabían nada concreto sobre su vida. Tal vez nació en Esmirna, pero otras seis ciudades griegas se disputaban el honor de ser su patria. Se le representa como un cantor ciego que recorría el mundo mediterráneo recitando sus poemas. El texto de la Ilíada y la Odisea era bien conocido en forma oral desde el siglo VII y fue definitivamente fijado cuando el tirano ateniense Pisístrato y su hijo Hiparco elaboraron una edición escrita a finales del siglo VI. Los poemas homéricos tuvieron una inmensa popularidad en la antigüedad, sirvieron de base para la enseñanza y constituyeron un ejemplo indiscutible para todos los poetas épicos griegos o latinos. Los eruditos alejandrinos (Zenódoto, Aristófanes de Bizancio, Aristarco) dividieron cada epopeya en 24 cantos y eliminaron los versos que parecían interpolados. El texto original fue establecido por la escuela de Pérgamo y los estudiosos bizantinos dieron la versión definitiva de la Ilíada y la Odisea tal como se conoce en la actualidad. A pesar de las imprecisiones sobre la vida y la persona de Homero, los antiguos, con excepción de algunos eruditos alejandrinos, no pusieron en duda la atribución de la Ilíada y la Odisea al poeta, y esa certidumbre subsistió hasta el siglo XVII. En 1664 el abate d'Aubignac, basándose en las inveosimilitudes que presenta la Ilíada, emitió la hipótesis de que Homero no había existido y que las dos epopeyas estaban formadas con fragmentos reunidos por los rapsodas. La tesis del abate d´Aubignac, expuesta en su obra póstuma Conjeturas académicas (1715), tuvo importancia en la querella entre antiguos y modernos. A fines del siglo XVIII el filólogo alemán F.A. Wolf amplió la demostración de d ´Aubignac en sus Prolegomena ad Homerum (1795) y convirtió a la Ilíada y la Odisea en obras anónimas. Más recientemente Alfred y Maurice Croiset han distinguido en ambas epopeyas un núcleo central y primitivo (la ira de Aquiles y el regreso de Ulises), a cuyo alrededor los homéridas añadieron un cierto número de


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episodios. Para otros, la intervención del poeta fue tardía y consistió en unir de forma armoniosa unos fragmentos dispersos. Aunque la existencia de Homero ya no se pone en duda en la actualidad, algunos le convierten en el autor de las dos epopeyas, mientras que otros estiman que la Ilíada y la Odisea han sido compuestas por dos escritores distintos, lo que explicaría los contrastes simultáneos de lengua, medio y moral que se ponen de manifiesto con la lectura de ambas obras. No obstante, nada impide suponer que una fue concebida al inicio y otra al final de la vida del poeta y que entre la composición de ambos poemas pudieron pasar unos cincuenta años. Actualmente los avances de la arqueología y la lingüística, las intensas comparaciones entre episodios de ambas epopeyas y los hechos culturales característicos de las civilizaciones mediterráneas han dado un nuevo enfoque a la Ilíada y la Odisea. Glauco, vástago de Hipóloco, y el hijo de Tideo, deseosos de combatir, fueron a encontrarse en el espacio que mediaba entre ambos ejércitos. Cuando estuvieron cara a cara, Diomedes, valiente en la pelea, dijo el primero: “¿Cuál eres tú, guerrero valentísimo, de los mortales hombres? Jamás te vi en las batallas, donde los varones adquieren gloria, pero al presente a todos los vences en audacia cuando te atreves a esperar mi fornida lanza. ¡Infelices de aquellos cuyos hijos se atreven a mi furor! Mas si fueses inmortal y hubieses descendido del cielo, no quisiera yo luchar con dioses celestiales. Poco vivió el fuerte Licurgo, hijo de Driante, que contendía con las celestes deidades; persiguió en los sacros montes de Nisa a las nodrizas de Dioniso, que estando el dios en pleno delirio, tiraron al suelo los tirsos al ver que el homicida Licurgo las acometía con la lanza. El dios, espantado, se arrojó al mar, y Tetis le recibió en su regazo, despavorido y agitado por fuerte temblor por la amenaza de aquel hombre; pero los felices dioses se irritaron contra Licurgo, cególe el hijo de Cronos y su vida no fue larga, porque se había hecho odioso a los inmortales todos. Con los bienaventurados dioses no quisiera combatir; pero si eres uno de los mortales que comen los frutos de la tierra, acércate para que más pronto llegues al término de tu perdición. Respondióle el preclaro hijo de Hipóloco: ¡Magnánimo Tidida! ¿Por qué me interrogas sobre el abolengo? Cual la generación de las hojas, así la de los hombres. Esparce el viento las hojas por el suelo, y la selva, reverdeciendo, produce otras al llegar la primavera: de igual suerte, una generación humana nace y otra perece. Pero ya que deseas saberlo, te diré cuál es mi linaje, de muchos conocido. Hay una ciudad llamada Efira, en la Argólide, criadora de caballos, y en ella vivía Sísifo Eólida, que fue el más ladino de los hombres. Sísifo engendró a Glauco, y éste al eximio Belerofonte, a quien los dioses concedieron gentileza y envidiable valor. Mas Preto, que era muy poderoso entre los argivos, pues Zeus los había sometido a su cetro, hízole blanco de sus maquinaciones y le echó de la ciudad. La divina Antea, mujer de Preto, había deseado con locura juntarse clandestinamente con Belerofonte; pero no pudo persuadir al prudente héroe, que sólo pensaba en cosas honestas, y mintiendo dijo al rey Preto: “¡Preto! Ojalá te mueras, o mata a Belerofonte, que ha querido acostarse conmigo, sin que yo lo deseara.” Así dijo. El rey se encendió en ira al oírla; y si bien se abstuvo de matar a aquel por el religioso temor que sintió en su corazón, le envió a la Licia; y haciendo mortíferas señales en una tablita que se doblaba, entrególe los perniciosos signos con orden de que los mostrase a su suegro para que éste lo matara. Belerofonte, poniéndose en camino debajo del fausto patrocinio de los dioses, llegó a la vasta Licia y a la corriente del Janto: el rey recibióle con afabilidad, hospedóle durante nueve días y mandó matar otros tantos bueyes; pero al aparecer por décima vez la Aurora, la de rosáceos dedos, le interrogó y quiso ver la nota que de su yerno Preto le traía. Y así que tuvo la funesta nota, ordenó a Belerofonte que lo primero de todo matara a la ineluctable Quimera, ser de naturaleza no humana, sino divina, con cabeza de león, cola de dragón y cuerpo de cabra, que respiraba horribles y encendidas llamas; y aquel le dio muerte, alentado por divinales indicaciones. Luego tuvo que luchar con los afamados sólimos, y decía que éste fue el mas recio combate que con los hombres sostuvo. En tercer lugar quitó la vida a las varoniles amazonas. Y cuando regresaba a la ciudad, el rey, urdiendo otra dolosa trama, armóle una celada con los varones más fuertes que halló en las espaciosa Licia; y ninguno de éstos volvió a su casa, porque a todos les dio muerte el eximio Beleforonte. Comprendió el rey que el héroe era vástago ilustre de alguna deidad y le retuvo allí, le casó con su hija y compartió con él la dignidad regia; los licios, a su vez, acotáronle un hermoso campo de frutales y sembradío, para que pudiese cultivarlo. Tres hijos dio a luz la esposa del aguerrido Beleforonte: Isandro, Hipóloco y Laodamía; y ésta, amada por el próvido Zeus, dio a luz a Sarpedón, que lleva armadura de bronce. Cuando Belerofonte se atrajo el odio de todas las deidades, vagaba solo por los campos de Ale, royendo su ánimo y apartándose de los hombres; Ares, insaciable de pelea, hizo morir a Isandro en un combate con los afamados sólimos, y Artemis, la que usa riendas de oro, irritada, mató a su hija. A mí me engendró Hipóloco -de éste, pues, soy hijo- y envióme a Troya, recomendándome muy mucho que descollara y sobresaliera siempre entre todos y no deshonrase el linaje de mis antepasados, que fueron los hombres más valientes de Efira y la extensa Licia. Tal alcurnia y tal sangre me glorío de tener. Así dijo. Alegróse Diomedes, valiente en el combate; y clavando la pica en el suelo, respondió con cariñosas palabras al pastor de hombres: “Pues eres mi antiguo huésped paterno, porque el divino Eneo hospedó en su palacio al eximio Belerofonte, le tuvo consigo veinte días y ambos se obsequiaron con magníficos presentes de hospitalidad. Eneo dio un vistoso tahalí teñido de púrpura, y Belerofonte una aúrea copa de doble asa, que en mi casa quedó cuando me vine. A Tideo no lo recuerdo; dejóme muy niño al salir para Tebas, donde pereció el ejército aqueo. Soy, por consiguiente, tu caro huésped en el centro de Argos, y tú lo serás mío en la Licia cuando vayas a mi pueblo. En adelante no nos acometamos con la lanza por entre la turba. Muchos troyanos y aliados ilustres me restan, para matar a quien, por la voluntad del dios, alcance en la carrera; y asimismo te quedan muchos aqueos, para quitar la vida a quien te sea posible. Y ahora troquemos la armadura, a fin de que sepan todos que de ser huéspedes paternos nos gloriamos. Habiendo hablado así, descendieron de los carros y se estrecharon la mano en prueba de amistad. Entonces Zeus Cronida hizo perder la razón a Glauco; pues permutó sus armas por las de Diomedes Tidida, las de oro por las de bronce, las valoradas en cien bueyes por las que en nueve bueyes se apreciaban.

Ilíada, VI (119-236)

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Entonces quizá alguien pueda decir viéndote llorar: Esta es en verdad la mujer de Héctor el que mandaba a los troyanos domadores de caballos, cuando luchaban en torno a Ilión. Así podrá decir alguien: y un dolor renovado habrá para tí, privada de un hombre capaz de defenderte de la esclavitud. ¡Ojalá que un gran montón de tierra cubra mi cadáver antes de oir tus gritos y ver cómo te arrastran! Así habló y al niño los brazos tendió el noble Héctor; pero al punto al seno de la nodriza de hermosa cintura el niño gritando se echó, pues tuvo miedo del aspecto de su padre, con su coraza de bronce y su penacho de crines de caballo que veía agitarse de un modo terrible en lo alto del casco. Entonces su padre y su venerable madre se echaron a reir.

Ilíada, VI 459-471 LA GUERRA DE TROYA. De la historia, indudablemente bastante agitada, de los pueblos egeos durante el II milenio, la Guerra de Troya es el único episodio que dejó en la memoria de los griegos un recuerdo profundo, el único que se presentaba como un todo homogéneo, construido con lógica. Su autenticidad no era puesta en duda por los antiguos, e incluso nosotros, aunque no confiemos ciegamente en los relatos de Homero y de los trágicos, hemos de reconocer, gracias a los descubrimientos que han venido sucediéndose en el último centenar de años, que el escepticismo de algunos sabios del siglo XIX era injustificado, que la Guerra de Troya no es una ficción poética y que responde, a grandes rasgos, a acontecimientos que tuvieron lugar en la realidad. Ahora bien: si deben situarse estos acontecimientos a principios del siglo XII, como admitía la tradición más extendida (Eratóstenes colocaba la toma de la ciudad en 1183), o bastante antes, hacia principios del siglo XIV, es una cuestión sumamente debatida. Lo que es seguro es que el emplazamiento de Troya ha sido encontrado y que la ciudad que ocupaba el séptimo nivel estratigráfico fue destruida por un incendio; que en Grecia dominaba por la misma época la civilización micénica, cuyo centro eran las ciudades mencionadas por Homero como las más importantes. Además, la imagen que la Ilíada nos ofrece del ejército y el pueblo griegos no son contradichas, ni mucho menos, por las investigaciones de los estudiosos actuales. Por tanto, aun sin conceder a este episodio toda la importancia que le atribuían los antiguos, sin necesidad de considerar los poemas homéricos como tratados de historia y creer ciegamente todas las leyendas que se formaron en torno a los héroes, hemos de reconocer que detrás de toda esta tradición se oculta una buena parte de verdad. Ahora bien, cuál es esta parte, es una cuestión que seguramente jamás será totalmente resuelta. Todo comenzó el día en que, por orden de Zeus, Hermes condujo ante la presencia de Paris a las tres diosas que se disputaban la manzana que Éride, la Discordia, arrojó delante de ellas diciendo que estaba destinada a la más hermosa: estas tres diosas eran Atena, Hera y Afrodita. Paris, hijo de Príamo, el rey de Troya, escogió a Afrodita, quien le prometió concederle el amor de Helena, esposa de Menelao, el rey de Esparta, si era designada. Era Helena tan hermosa que Tindareo, su padre, antes de darla en matrimonio a Menelao, hizo prometer a todos los varones, tan numerosos como nobles, que aspiraban a su mano, que acudirían en ayuda del afortunado elegido si alguien llegaba a disputarle su esposa: antes de efectuarse la elección todos prestaron el juramento exigido, en la idea de que, si la suerte los favorecía, se aprovecharían de la ayuda de sus antiguos rivales. Una vez Paris hubo emitido su juicio, embarcó para Esparta, acompañado de Eneas, para obtener la paga de su arbitraje. Menelao lo recibió amigablemente, pero tuvo que marchar hacia Creta, dejando a su esposa el encargo de atender a los huéspedes troyanos. Por influencia de Afrodita, Helena se dejó seducir y Paris la llevó consigo juntamente -según algunas tradiciones- con los tesoros de Menelao; los dos amantes se refugiaron en Troya, donde Paris volvió a ocupar su puesto al lado de sus cincuenta hermanos, en el palacio de Príamo. De regreso a Esparta, Menelao encontró su hogar abandonado, recordó su promesa a los pretendientes y de este modo reunió a su alrededor a los principales jefes griegos: no es necesario subrayar el carácter legendario de toda esta parte del episodio; los antiguos la aceptaban, como las partes restantes, pero solamente en los cuentos de hadas y en los libros de caballerías forman los príncipes una coalición, para hacer volver al lado del esposo a la bella infiel. No podemos ser tan escépticos en cuanto concierne a la expedición propiamente dicha, cualquiera que sea el motivo que la provocó: deseo de hegemonía o necesidades económicas. La dirección de las operaciones fue confiada al rey cuyas posesiones eran más extensas, al que poseía un ejército más poderoso, al que en sus palacios de Argos y Micenas reinaba en la Argólide y tal vez extendía su soberanía sobre otras regiones del Peloponeso. Este rey era Agamenón. Aunque no estamos obligados a admitir los horribles detalles que los antiguos nos transmiten, podemos creer que su padre, Atreo, había usurpado sin escrúpulos el trono a su hermano Tiestes, a quien liquidó brutalmente, y que la familia tenía más de un crimen sobre su conciencia. Los principales jefes griegos puestos bajo sus órdenes eran Néstor, rey de Pilos; Ulises, rey de Ítaca; Aquiles, llegado desde Tesalia, Áyax, hijo de Oileo, que mandaba a los locrios, y otro Áyax, hijo de Telamón, héroe de Salamina, el cretense Idomeneo y otros muchos que sería demasiado largo enumerar. Cada uno de ellos traía consigo sus vasallos y soldados, así como sus naves, necesarias para el transporte de un ejército que debía de ser numeroso. La concentración tuvo Lugar en Aulide, en la costa del Atica, enfrente de Eubea. A pesar de los presagios que el adivino Calcante consideraba favorables al éxito de la campaña, una calma chicha impedía la partida. Para que los vientos se levantaran era necesario, según Calcante, que el jefe de la expedición ofreciera a su propia hija, lfigenia, como sacrificio a la diosa Artemis, señora de aquellos parajes. Agamenón se sometió a esta exigencia y, por orden suya, Clitemnestra condujo a lfigenia hasta Aulide, donde, según ella creía, había de casarse con Aquiles. La furia y la desesperación de la madre al enterarse del verdadero motivo de

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su viaje, las vacilaciones de Agamenón entre sus deberes como jefe y sus deberes como padre, la angustia de Ifigenia, quien tras unos instantes de rebeldía aceptó morir en beneficio de los griegos, inspiraron a los trágicos algunos de sus más hermosos pasajes. Por lo que se refiere a los científicos actuales, hoy se cree que en una religión primitiva no es necesario excluir el que una expedición militar pudiera verdaderamente comenzar con un sacrificio humano. Una vez aplacada la diosa, el ejército pudo hacerse a la vela. Durante la travesía hacia Troya, Filoctetes, uno de los jefes, fue abandonado en la isla de Lemnos, a la sazón desierta: la pestilencia que exhalaba una herida que se había producido por accidente era tan violenta que sus compañeros se veían incapaces de soportarlo. Los griegos pusieron sitio a Troya, pero la ciudad, que era la más poderosa de toda la costa anatolia, sólo sucumbió al cabo de diez años. Troya estaba protegida por enormes murallas, visibles aún en nuestros días, y sus guerreros no eran inferiores en valentía a los griegos, sobre todo Héctor, a quien Homero ha convertido en uno de los personajes más humanos de la llíada. No se nos han transmitido noticias de los nueve primeros años de la campaña. En cambio, en el último año se desarrolló la disputa entre Aquiles y Agamenón, que la poesía épica ha inmortalizado. En una expedición de pillaje, el rey de reyes capturó a Criseida, la hija de un sacerdote de Apolo; el negarse a devolverla a su padre a cambio de un rescate, el dios envió sobre el ejército griego una epidemia, y a fin de que ésta cesara y bajo la presión de sus tropas, Agamenón se vio obligado a liberar a la joven. Entonces pretendió hacer pagar a Aquiles el precio de su concesión y solicitó a este héroe que le entregara a Briseida, la más bella de sus cautivas. Aquiles se negó, pero terminó por ceder ante la autoridad suprema; aunque se había resignado a obedecer, se retiró del combate, se encerró en su tienda y dejó que los griegos pelearan sin él. Pero solamente él era capaz de hacer frente a Héctor y las tropas de Agamenón sufrían una derrota tras otra. Entonces Patroclo, el amigo de Aquiles, obtuvo de éste que le prestara sus armas y cuando, equipado de esta manera, apareció en el campo de batalla, los troyanos se llenaron de terror al tomarlo por Aquiles; sin embargo, Héctor se adelantó hacia él y lo mató en combate singular. Para vengar a su compañero, cuya muerte lo había dejado sin consuelo, Aquiles se vistió una nueva armadura que Hefesto forjó exclusivamente para él, salió de la tienda, mató a Héctor y arrastró su cadáver alrededor de Troya. Pero no habría de sobrevivir mucho tiempo a su amigo. Por ironía del destino, fue el menos valiente de los troyanos quien dio fin a la vida del invencible héroe: con una flecha lanzada desde lejos contra su talón, la única parte vulnerable de su cuerpo, Paris puso fin a la gloriosa existencia de Aquiles. Pero los griegos no llegaron a apoderarse de Troya a viva fuerza, sino por medio de la astucia. Fingiendo renunciar a la empresa, regresaron a sus naves dejando ante la ciudad un enorme caballo de madera en cuyo interior se ocultaban los más aguerridos de los jefes. En su alborozo de creer terminado el asedio, los troyanos, a pesar de las advertencias de Laocoonte, arrastraron el caballo hasta el interior del recinto amurallado y durante la orgía que por la noche tuvo lugar los griegos, saliendo de su escondite, abrieron las puertas de la ciudad a sus compañeros, que habían regresado de las naves, y se organizó una enorme matanza. Sólo la huida salvó de la muerte a Eneas, el hijo de Príamo a quien su padre tuvo más amor, después de Héctor. El propio rey buscó vanamente refugio en el altar de los dioses: Neoptólemo, el hijo de Aquiles, no tuvo piedad de él. En vano la viuda de Héctor, Andrómaca, trató de proteger a su hijo Astianacte: el niño fue asesinado. Todos los hombres perecieron y las mujeres fueron llevadas como esclavas, en particular Casandra, la profetisa hija del rey, quien hubo de seguir hasta Argos a Agamenón, cuyo siniestro destino habría de compartir. Porque la victoria no puso término a las penalidades de los griegos: Menelao fue casi el único que pudo volver tranquilamente a Esparta con Helena, con una Helena perdonada. juiciosa, y que, según nos informa la Odisea, desempeñaría noblemente su cometido de reina. En cambio la desgracia se precipitó sobre los demás héroes: Ulises anduvo errante diez años antes de regresar a Ítaca, Áyax de Salamina se suicidó al serle negada la parte del botín por él exigida, su homónimo fue fulminado por Poseidón por haber desafiado a los dioses; pero el destino más lamentable sería. sin duda, el de Agamenón: Durante su ausencia, Clitemnestra tomó a Egisto por amante. A su regreso, Agamenón fue asesinado en el baño por la pareja, y la desgracia por él sufrida, la serie de crímenes cometidos por su familia, repercuten en sus hijos: Electra y Orestes. Este último, para vengar a su padre, daría muerte a Egisto y a Clitemnestra y caería en la locura. No hay ningún acontecimiento cuyas resonancias aventajaran, en la mente de los griegos, la de esta guerra parcialmente legendaria. No sólo dio origen a la Ilíada, sino que sirvió de fuente de inspiración a todos los poetas trágicos y excitó la imaginación de los griegos: los escritores se referían constantemente a sus episodios, y en ella se inspiraron los escultores desde los orígenes del arte helénico hasta la época romana, y los pintores de vasos jamás dejaron de representar a sus héroes ni de describir sus peripecias. De no haber inspirado al poeta cuyas obras aprendían los griegos a conocer desde la escuela, el recuerdo de esta guerra no habría despertado, seguramente, tan numerosos ecos; en su misma época tuvo que haber muchos otros conflictos igualmente graves, pero que no nos han dejado ningún recuerdo. Pero los antiguos convirtieron este episodio en un símbolo: para ellos representaba el triunfo del pueblo helénico sobre los bárbaros (en el sentido antiguo de la palabra), de su civilización sobre las de Asia.

Homero (s. VIII a. C.) y Homer Simpson (s. XXI d. C.)


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