Mi experiencia de sustentabilidad en Casita Pucté. Patricia Hume En los 70´s solo los hippies hablaban de cuidar y vivir ligero sobre la Tierra y cuestionaban el consumismo que no permite dejar una huella pequeña a nuestro paso. Algunos autores como Rachel Carson y S chumacher publicaron los primeros libros que d enunciaban d esastres ecológicos y proponían estrategias para prevenir futuros daños y un 22 de abril en Berkeley se festejó por primera vez el Día de la Tierra para celebrar nuestra existencia consciente en ella. En aquellos tiempos aún no se acuñaban los términos que hoy convertidos en clichés s e usan s in saber lo que significan: sustentable, medio a mbiente, ecología, reciclaje… s in ellos soñábamos con una vida sencilla d e autosuficiencia y armonía con la Tierra. Cuatro décadas han pasado y para bien o para mal, como lo previó Ivan Illich, la “ecología” se ha institucionalizado, el lenguaje que alguna vez fuera una llamada d e atención a la consciencia s e ha cooptado y el mercado se ha encargado de promocionar todo tipo de mercancías “verdes” que permiten al consumidor vivir a la moda sin culpa, perpetuando el modelo de desarrollo que continúa d evastando los recursos d el p laneta y provocando daños irreversibles como la erosión, la desertificación y la pérdida de la biodiversidad p or mencionar sólo algunos. Pero más allá de todo esto, ¿cómo es vivir en una casa autosuficiente? me preguntan a menudo. Pues aunque para algunos signifique el uso de ecotecnias y para otros sufrir carencias, la verdad es que la experiencia d e vida en Casita Pucté me d ejó mucho más que la satisfacción práctica de d ejar una huella pequeña de mi paso por esta tierra. Reducir mis desechos y el consumo de agua, generar mi propia energía, u tilizar materiales de construcción menos a gresivos o reutilizar otros… sí, pero descubrí que las verdaderas implicaciones de una vida autosuficiente se relacionan más con cuestiones de orden existencial que no todos estamos dispuestos a enfrentar, pues al sacarnos de nuestra zona de confort de manera sistemática las cosas más pequeñas de la cotidianeidad como lavar los platos, caminar, prender la luz o ir a l baño, aunque no parezcan muy importantes, se vuelven inmensas pues cuestionan nuestros valores más profundos, nuestra ética y nuestra filosofía y, como d ecía el maestro zen Teisen Deshimaru, incluyen el Universo entero.
Diseñamos Casita Pucté en la laguna d e los siete colores. Bacalar está muy cerca d e la frontera con Belice: tierra de piratas y ejidatarios traídos de otros estados por el gobierno de Echeverría para 1